miércoles, 29 de febrero de 2012

Empate en Oxford entre el ateo Dawkins y el arzobispo Williams

El biólogo evolucionista Richard Dawkins y el arzobispo de Canterbury coinciden en proclamar la «hermosura» de la Creación, sin abrir brecha en un viejo pero apasionante debate.

 


Empate con predominio ateo en el juego. Ese sería el resultado de un debate filosófico en la universidad de Oxford seguido en directo por miles de personas como si de un partido de fútbol se tratara. El auditorio de la facultad de Teología de la prestigiosa universidad inglesa ha servido de terreno de juego este jueves para una discusión sobre los orígenes de la vida y del universo entre el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, y Richard Dawkins, el conocido biólogo evolucionista autor de «El gen egoísta» (1976) y «El espejismo de Dios» (2006).

El clérigo anglicano ha puesto el balón en juego recalcando una obviedad cargada de significado: «Los seres humanos son los únicos miembros del Universo que hablan del Universo». Y los ingleses, cabría añadir, los únicos congéneres que hablan con educación, pasión y altura de asuntos que suelen discurrir por cauces mucho menos civilizados en países donde es mucho más popular el cainismo goyesco que la gimnasia intelectual.

Las entradas para el debate se habían agotado en apenas unas horas, y el auditorio ofrecía una curiosa imagen de grada abarrotada de «hooligans» de las ideas. La discusión ha sido moderada, entorpecida en ciertos momentos, por el filósofo Anthony Kennedy, quien ha animado a Dawkins a explicar cómo las leyes de la física explican por sí solas la existencia de los seres humanos. «Se explica por una mezcla del proceso de la selección natural y las leyes de física», ha contestado, enarbolando dos de los grandes del santoral científico, Darwin y Newton. 

Sobre el origen de la conciencia 

«¿Y cómo se explica entonces la conciencia?», ha reaccionado Williams, pasando a un tímido contraataque. «Es difícil de explicar, pero la neurociencia lo hará en el futuro», ha despejado el biólogo, que acaba de publicar «La Magia de la Realidad». «Muchos neurocientíficos creen que la conciencia no es más que una ilusión», ha rematado. Y, además, no entender algo no justifica que Dios sea la causa, ha dicho Dawkins.  

Dawkins actuó como un agnóstico humilde más que como un iconoclasta
Sin acuerdo sobre el futuro, ambos han pasado a medir sus ideas sobre el pasado de la especie y el origen de la vida. Dawkins, un conocido polemista que tiende a ridiculizar las versiones religiosas y creacionistas de la existencia, ha actuado como un agnóstico humilde más que como iconoclasta. El clérigo anglicano, que ya mantuvo con él un sonado debate televisivo hace dos años en Channel 4, ha tenido problemas para romper el juego de su rival y apenas ha logrado mantener el balón en su poder. De hecho, como buen obispo, se cuidó de no mentar demasiado a Dios.

Sobre el origen de la vida en la Tierra, Dawkins ha afirmado que «la selección natural explica mucho de eso», aunque reconociendo que «nadie sabe como se originaron las primera moléculas de vida». El científico ha avanzado su hipótesis de que «la primera formación debió de ser algo parecido al ácido ribonucléico». Un proceso que, siguiendo su lógica, debió de repetirse en todo el universo, por lo que Dawkins ha concluido que «el universo debe estar lleno de vida». 

Y Dios llegó al debate

En este punto de emoción extraterrestre «Dios ha llegado al debate» -como ha destacado el moderador-, en el momento en el que el arzobispo Williams ha reivindicado la advertencia contenida en el libro del Génesis: «Lo que se quería quería explicar ahí es cómo el pecado hace las cosas más difíciles de los hombres». El arzobispo, conocido por sus posiciones progresistas, definió a Dios como un «micro manager» que deja lugar para «el azar y los accidentes». Y defendió la Biblia, ante las ironías de su rival, como una «herramienta para conocer nuestro lugar en el universo, más que para encontrar una explicación a su formación». 

«¿Sobrevive el alma a la muerte?», le han preguntado al prelado. «La respuesta corta es sí», ha dicho, en el principal auto de fe de la velada.  

«Venimos de una mezcla de amor de Dios y de Matemáticas», según Williams

Pero el asalto más esperado se ha producido con la madre de todas las preguntas: «¿De dónde venimos?». Un punto en el que no había dialógo razón-fe posible. «Somos una colección de átomos, todo surgió de la nada», ha dicho el biólogo. «No», ha replicado el clérigo, «venimos de una mezcla de amor [de Dios] y de Matemáticas».

Del desencuentro ha surgido la magia del amor. Dawkins se ha mostrado «maravillado» de que «las leyes de la Física hayan conspirado para crear algo tan maravilloso como los canguros, las plantas y los seres humanos», y «asombrado» ante el hecho de que «una mera colisión de átomos haya generado el mundo en el que vivimos». El arzobispo anglicano ha confesado entonces sentirse admirado por esa «hermosura», pero ha insistido en que la Física no le basta para explicarla.

Los dos han terminado firmando las tablas en torno a esta común apreciación de que «la Creación es bella», sin demostrar —eso sí— si se debe a una mera «colisión de átomos» o a la mano de Dios.

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