domingo, 15 de septiembre de 2013

Casalegno, Santa Fe: Encuentro de un tren (20 de abril de 1967)

Casalegno, Santa Fe: Encuentro de un tren (20 de abril de 1967)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
Crédito: Visión OVNI  

Nota periodística “El secreto de los OVNI” (LXVII), del Ing. S. von Wurmb, publicada en el diario Hoy, de Asunción del Paraguay.
En las primeras horas del jueves 20 de abril de 1967, en proximidades de la Estación Casalegno, provincia de Santa Fe, varios ferroviarios observaron un raro elemento rojizo, como fuego, al nivel del suelo y a una distancia superior a los 100 metros. Algunos de los testigos aseguran, incluso, que varios seres de aspecto antropomorfo se movían alrededor del objeto.

El episodio permaneció dentro del círculo familiar y de amistades de los testigos, hasta pasados cinco años, oportunidad en que uno de ellos -el maquinista Enrique Galimberti- decide escribir a una entidad de estudios espaciales de Rosario, dedicada a los OVNIs (A.O.A. Internacional), comentándole los pormenores del caso.

Sin embargo, irían a transcurrir otros siete años más (y doce de ocurrido el caso), antes que fuera difundido a través de los medios periodísticos, en un artículo de la serie de notas sobre “El secreto de los OVNI” (LXVII), del Ing. S. von Wurmb, miembro de aquel grupo ufológico, publicada en el diario Hoy, de Asunción, en el vecino país del Paraguay. Esta circunstancia también contribuyó a que tuviéramos conocimiento del hecho bastantes años después y procediéramos a efectuar las encuestas recién en agos­to de 1991.

La carta de Enrique R. Galimberti

A continuación reproducimos la carta que el citado testigo enviara a la Asociación de Observadores de los Astros, A.O.A., el 11 de julio de 1972, cuya copia nos fue remitida gentilmente por el Ing. Sigurdo von Wurmb:

“Quien suscribe, Enrique R. Galimberti, con domicilio en la calle Iguazú 392, de Ro­sario, maquinista del Ferrocarril B. Mitre, pone en vuestro conocimiento lo ocurrido el día 20 de abril de 1967, cuando en mi viaje conduciendo un tren de la empresa a la cual pertenezco y, al aproximarme a la estación Casalegno, de la línea Gálvez-Rosario, siendo las 3,30 horas, pude observar en terreno llano, lo que parecía un incendio -que podría ser una vivienda o algún implemento del agro-, pero al estar a poca distancia, hube de mermar la velocidad por si fuera posible prestar auxilio con los extinguidores que va provista la locomotora".

“Al acercarme al lugar estimé que no podía ser lo antes mencionado por cuanto en e­sos momentos llovía; a más, se observaba el desprendimiento de luces de colores en forma de círculos. Ante esta novedad paré el tren para ver detenidamente lo que allí ocurría".

“Con mi acompañante señor Enrique Curto, pudimos ver a una distancia de 120 metros aproximadamente, algo que no podíamos definir; pero sí, observamos con toda serenidad sin perder detalles, que se trataba de un aparato metálico de forma cuadrada, de más o menos 3 metros de lado, como de alto, con una serie de ventanillas en todo su alrede­dor de tres hileras con luz en su interior; de frente se veía con mucha claridad y en su centro, una rueda que giraba y desprendía luces de colores como fuegos de artificio, dos faroles salientes como los de automóviles, uno con una luz fija alumbrando hacia abajo a una distancia de 2 m, y el otro, alumbrando en forma intermitente. Pudimos ver muy fácilmente que en el suelo caminaban, alrededor del objeto, seres diminutos de más o menos 0,70 m de alto, con uniforme brilloso -casi podría asegurar que eran de color gris-, cabezas descubiertas y como si llevaran un arma sobre sus hombros".

“Hice uso de la bocina de la locomotora para ver la reacción de estos elementos raros, sin conseguirlo".

“A la mañana de ese mismo día, pasé nuevamente por el lugar a las 8.00 horas, y miré el sitio donde había sucedido el fenómeno, sin notar nada anormal en el terreno".

“Esto fue comprobado por mi compañero Enrique Curto, con domicilio en la calle Camp­bel 984, el señor Aurelio Portillo domiciliado en la calle José Ingenieros 943, y Salvador Pomidoro, domiciliado en la calle Morrison 1516, de Rosario, ambos maquinistas, que también pasaron por el lugar; uno lo hizo a la 1,30 horas y el otro a las 2,40 hs".

“Al encontrarme con estos compañeros conversamos respecto a lo visto y todos afirma­ron lo mencionado anteriormente. En esa oportunidad solamente lo comenté con mis familiares y algunas amistades, no dándolo a publicidad a través de los diarios de Rosario, por cuanto consideré que sería tomado no real lo que yo podía manifestar y que todo fuese publicidad, aunque ya se comentaba y se publicaba la observación de OVNIs en distintas partes, pero no se les daba mayor importancia".

“Lo aquí comentado por el que suscribe es real y he querido en esta oportunidad, visto que esa institución se interesa por estos casos y los estudia detenidamente, aprovechar la ocasión para demostrar el tipo de OVNI por mí observado y que puede ser similar a otros".

“Este hecho ocurrió el 20 de abril de 1967, pero no fue publicado en periódicos, por temor a la burla de los tantos lectores del mismo".

“Sin más, saludo a esa entidad internacional y en la presente adjunto el dibujo, que considero lo más o menos visto”. Fdo.: Enrique R. Galimberti.

Dibujo de lo observado por Enrique R. Galimberti.

La reinvestigación del caso

Conforme a lo que nos había anticipado el Ing. von Wurmb, el mencionado testigo fa­lleció en 1983, por lo que no fue posible corroborar su versión en forma directa.

Sin embargo, nuestra investigación se orientó a verificar los testimonios de los demás ferroviarios que habrían sido ocasionales observadores del curioso fenómeno.

- El testimonio de Salvador Pomidoro: Nació el 8 de junio de 1923, en Rosario. Tiene estudios primarios y trabajaba como maquinista, conduciendo la locomotora del tren carguero que pasó por el lugar aproximadamente a las 2,40 horas.

“Había dado servicio acá, en Rosario, más o menos a las 18 horas, para proceder a tomar un tren de carga común. A unos 80 km de Rosario, pasando la estación Díaz y próximo a Casalegno, en dirección a Gálvez, observo hacia mi izquierda y a unos 500-1000 m de distancia, una cosa rojiza como si fuera un horno, una quema de ladrillos, así. Era una cosa anormal sobre la tierra. Me llamó la atención por el color, así, tan… roji­zo, tan parecido al fuego. Se veía como una cosa cuadrada de un metro y medio, más o menos, pero sería algo grande. Y, uno mira así, vio, y calcula la distancia".

“Pasando con el tren sin detenemos ni dejar de ver, comentábamos con el foguista, un tal Souza, que era una cosa rara. Habremos estado unos 10 minutos observándola, al paso lento y regular del tren de carga, y seguimos nomás. Después lo comentamos con el personal de Gálvez. No pudimos ver ningún detalle, nada. No se vio nada más que como un fuego, y tampoco escuchamos sonido alguno. La sensación que me dio es que estarían quemando en un horno de ladrillos, por el color rojizo que tenía, pero era una cosa rara. A los dos, tres días volvimos para ver y nada. Su aspecto era como fuego, nomás. ­Totalmente como fuego”, insiste S. Pomidoro.

Al preguntarle si llegó a observar personas, o figuras, responde: “No, no he visto, la verdad que no. Tampoco mi compañero el fogonero. Él vio lo mismo que yo”.

Luego, al mostrarle la versión de E. Galimberti, denota cierta sorpresa por el pormenorizado relato. Nuestra entrevista había concluido.

- El testimonio de Enrique Curto: Nació el 22 de noviembre de 1934, estudió hasta el segundo año del nivel secundario, y se desempeñaba como fogonero (luego se retiró como maquinista), acompañando a Enrique Galimberti en oportunidad de ver, a las 3,30 horas, aquel curioso objeto asentado en los campos.

“Hasta yo mismo me quedé en duda si lo que habíamos visto era algo real o de nuestra imaginación, pero no lo soñamos ni estábamos alcoholizados. Nunca más volví a ver algo similar, que no haya podido discernir. Éste es un hecho casi olvidado para mí, no creí que fuera a tener esa trascendencia -tomando entre sus manos el recorte perio­dístico-, porque lo vimos y no le presté después mucha atención. Quedó entre los cometarios que hicimos con los compañeros, y nada más. Será por motivos de mi juventud, o porque este hombre, Galimberti, le ha dado mayor importancia. Lo ví como un hecho natural, y lo dí por hecho. No le dí mayor importancia al asunto, no me impresionó como para quedar imborrablemente en mi memoria".

“Yo vi una luz y gente que se movía alrededor. Lo que me llama la atención es que Galimberti haya sacado conclusiones tan concretas…, si podía ser algo común. Estaban a la distancia, podían ser 100 m, como 200 o 300 m. Es muy difícil precisar, y lo digo porque soy cazador. En el campo y de noche, es muy difícil apreciar una distancia. A partir de 300 m es poco lo que se puede ver, por eso podían ser 100-200 m. Galimberti quedó muy impresionado. Yo no. O sea, que decir que eran seres de otros…, es aventurado".

“Sí recuerdo que en ese momento me llamó mucho la atención, pero después no. No vi tantos detalles. Era una luz y gente que se movía todo cuanto se podía ver. Me sorprende incluso cómo puede afirmar tan categóricamente que había ciento y pico de metros…"

“No recuerdo si esa forma tenía elementos en movimiento, pero como hecho central sí, me acuerdo de la luz, y la gente que se movía alrededor. Eran varios, tres o cuatro, como seres humanos; con dos piernas y dos brazos normales. Estaban en torno a esa luz, es decir, que se veían cuando pasaban frente a ella, yendo y viniendo. No podía notar el tipo de vestimenta, pues sólo veía la figura recortada del ser humano que se movía como persona normal, erguida, quizás un poco apresurada en los movimientos. Nada más".

“Esa luz no encandilaba, así que un reflector no pudo haber sido, porque al pasar por delante de un reflector la tapa, corta el haz de luz".

“Ocurrió a la madrugada, cuando íbamos hacia Gálvez. Lo vimos de mi lado, a la iz­quierda. Me parece que fui yo quien llamó la atención, porque el maquinista, el conductor, va siempre del lado derecho; aunque pudo ser él, sé que hubo un llamado entre los dos, un: ‘che, mirá, vení a ver qué pasa, mirá aquello’, y empezamos a hacer comenta­rios. Comencé a ver la luz cuando la tenía en un ángulo de 45 grados; después la tuve perfectamente de costado, y fue entonces cuando le avisé. Hasta que quedó atrás, y quedó, tras verla en un recorrido de 90 grados, en el que transcurrieron unos 10 minutos, debido a la marcha del tren, a unos 40 km/h. No recuerdo habernos detenido, ni tener siquiera el impulso para frenar la marcha del tren y observar; además, no se puede ha­cer abandono del tren, salvo por una circunstancia muy especial, debiendo quedar uno arriba de la locomotora".

“Pienso que Galimberti quedó más impresionado que yo, porque él lo dio como un hecho de que se trataba de un plato; muchas veces me dijo: ‘¿Te acordás Curto aquella vez?, o ¿te acordás cuando vimos el plato volador?’. Y yo me preguntaba ¡¿de qué me está ha­blando?! O sea, que él ya lo dio por hecho al momento en que lo vio, pero ¿realmente era?, una cosa… Es cierto que las conclusiones que sacamos en ese momento apuntaban a que podían ser seres de… no comunes, o una nave no común, o sería que yo mismo de­seaba ver algo así y lo dí como un hecho normal. Pero no podría ser tan categórico, y tampoco creo que hayamos pedido observar tantos detalles".

“Galimberti era un hombre serio, muy responsable, una excelentísima persona. Por eso me llama la atención que después de tantos años… las apreciaciones que yo saqué en ese momento fueron que se trataba de un hecho normal, que podía haber sido…, no sé si habré estado influenciado, porque en esa época se sentía mucho el tema de los objetos voladores no identificados. Lo dí como algo que ya dudo".

“Pienso que tal vez los haya, sólo que tengo una teoría muy especial que entra dentro de la fe, de la religión. Pienso que existen seres, que son buena gente, y que realmente son custodios de éste y otros tantos planetas. Que son los custodios del universo, sus guardianes en el sentido que son ayudantes de Dios para vigilar".

“Sin embargo, aquella experiencia es otra cosa la descarté de mi memoria porque después la tomé como algo que pudo tratarse de una confusión. Podrían haber estado arando, pudo haber sido un vehículo común con las luces encendidas, con la gente".

“Le digo que es muy difícil cuando hay un vehículo con luces, resulta difícil discernir qué es lo que está, qué es. Sólo veía una luz en el piso, estaba en tierra. Podría ser como la de un vehículo, pudo haber sido un camión, como el tamaño de un camión cuando lo vemos a lo lejos; como una casilla que se estaba incendiando, aunque no parecía que así fuere".

“A mí me pasó este año (1991), estaba cazando de noche y había un vehículo que no sabía si estaba dentro o fuera del campo, después encendieron las luces, y se veía gente moviéndose alrededor. Pero yo sabía que se trataba de un vehículo, porque después pasamos por al lado. Pero de lejos, ¿qué era? En este caso, me aseguré mirando con los prismáticos y ahí sí, puedo asegurar de qué se trataba".

“En cambio, en aquella oportunidad, sólo vimos una luz en tierra y un movimiento a su alrededor, sin poder ver qué tipo de actividad hacían. Lo único que se veía era la contraluz de personas en movimiento”.

Consideraciones finales

Representación gráfica de lo observado por los testigos.
La inspección de la zona del avistamiento, transcurridos tantos años del suceso, no ha permitido hallar vestigios, u otros testimonios, para esclarecer lo ocurrido aque­lla madrugada del 20 de abril.

No obstante, el examen de los testimonios parece indicarnos que un hecho ha sucedido realmente, para el cual no disponemos de una explicación categórica, pero que nos deja ciertos márgenes para dudar acerca de la naturaleza inusual del fenómeno descrito.

Sin agregar mucho más a lo expuesto por nuestros entrevistados (Pomidoro y Curto), varias cosas tienen en común. Entre éstas, el no tener muy fresco el recuerdo de algu­nos detalles del caso, pero no por el paso del tiempo, sino más bien por haber banalizado su experiencia al considerarla fútil, insustancial.

La actitud de ellos ha sido aceptar un hecho que no pueden explicar de manera satis­factoria, y tras comentario a nivel familiar sin animar una posible vinculación del fenómeno con algo fantástico o no terrestre, después de un tiempo, separarlo de sí como una de las tantas informaciones parásitas a que es sometido diariamente el ser humano.

La confusión a que se ha prestado la imagen percibida, dio lugar a expresiones como “horno de ladrillos”, “casilla incendiada”, “fuegos de artificio”, “un vehículo…”, que denotan la vaga, o ambigua, impresión recibida. ¿Por qué pensar en OVNIs?: “porque en esa época se decía mucho de los objetos voladores no identificados”, dice E. Curto, compañero de viaje de E. Galimberti, para quien la fuerza emocional de su capacidad de asombro -quizás, exagerada-, habría determinado el apremio por atenuar su inquietud, llevándolo a preocuparse por encontrar una respuesta dentro y fuera de sí mismo.

Referencias

- S. von Wurmb, el 67° artículo de la serie “El Secreto de los OVNI”, Hoy, Asunción, Paraguay, 22 mayo 1979. Cfr. Antonio Ribera, Las máquinas del cosmos, Planeta, Barcelona, 1983, ps.1l3-115

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