sábado, 9 de enero de 2016

Capilla del Monte: a 30 años del día en que llegaron los aliens

Capilla del Monte: a 30 años del día en que llegaron los aliens
El 9 de enero de 1986 apareció una mancha en el cerro El Pajarillo, que marcó el nacimiento del mito OVNI. El cerro Uritorco obtuvo fama internacional. Grandes historias de este fenómeno esotérico, social y económico.

Por Sergio Carreras


En Quebrada de la Luna. Doña Esperanza muestra el sauce al que se le habría secado una rama tras el paso del OVNI. La foto es de 1986, cuando dio una nota 
a este diario (LaVoz/Archivo)

A Capilla del Monte no le hizo falta descubrir petróleo, encontrar una veta de esmeraldas incrustada en la montaña o subirse a las barcazas de la sojización. La pequeña ciudad del departamento Punilla, ubicada a 110 kilómetros de la capital provincial, encontró algo mucho más fabuloso, más fácil de cultivar y de explotar, sin contaminar su ambiente y sin atraer una estam­pida de aventureros o instalacio­nes fabriles. Lo que consiguió Capilla del Monte fue, ni más ni menos, una hermosa historia de misterio. Y –lo mejor de todo– la consiguió gratis, sin gastar un solo centavo.

Capilla del Monte es el único lugar del mundo que tiene como principal fuente de ingresos la marca de una quemadura sobre unos pastizales. Marca que duró unos meses y luego ¡puf!, se esfumó. Pero fue suficiente: la infinita credulidad humana hizo todo lo demás.

Esta historia increíble tiene fecha oficial de inicio el 9 de enero de 1986. Un jueves de verano. Sin embargo, el país se enteró varios días después. La versión, que casi se ha sacralizado entre los amantes de lo esotérico, cuenta que la noche de aquel día, en una muy hu­­milde vivienda del paraje Quebrada de Luna, a pocos kilómetros de Capilla del Monte, tres personas vivieron un episodio inexplicable.

En esa casa estaban Esperanza Pelliza de Gómez, de 80 años, (que se había instalado en el lugar, junto a su ya fallecido esposo, en 1926), su hija Sara y su nieto Gabriel Gómez, de 11 años, que había venido desde Cruz del Eje 
a pasar el verano. “Cuando es­taban por irse a dormir (contó 
 La Voz del Interior el 3 de febrero de 1986, en la primera nota que ­publicó sobre el tema), 
un fuerte resplandor comenzó a filtrarse por las ventanas iluminando el interior. Doña Esperanza se asomó por una ventana y vio una intensa luz que venía de la sierra del Pajarillo, balanceándose suavemente”. Esperanza respondió una entrevista:

–¿Qué hacían ustedes esa noche?

–Estábamos jugando a las cartas y eran pasadas las 22.

–¿Qué ocurrió entonces?

–Escuchamos el ruido de un motor, como si fuera un auto que llegaba.

–¿Se parecía al ruido de los aviones?

–No, al de un auto. Enseguida vimos que llegaba una luz, que después daba el vislumbre a toda una pieza. Por eso tuvimos miedo y como estábamos solos, no estaba mi hijo, más miedo me dio.

–¿Miraron la luz por la puerta?

–No, no nos animamos a salir.

Como ninguno de los ocupantes de la casa abrió la puerta, el supuesto fenómeno quedó sin testigos que luego pudieran contar con claridad de qué se trataba. Si era un helicóptero, un patrullero, un vehículo común o una nave nodriza. Solamente el niño, Gabriel, cuando su abuela 
le ordenó que fuera a cerrar la ventana, vio la luz:

–¿Y qué te parecía a vos que era eso?

–Lo primero que pensé fue en la luz mala, porque venía de la sierra y no podía ver bien qué era. Se veía cada vez más grande y se movía. Cuando apagó la luz roja la pude ver bien. Era una cosa redonda con ventanitas.

Una historia fabulosa

Cuando amaneció, Esperanza vio que el sauce que crecía junto a la casa había quedado ardido y empezaba a perder las hojas. Luego llegó su hijo, que le contó que en una ladera de El Pajarillo, a dos kilómetros de la casa, había aparecido la mancha de una quemazón. El sábado, el hijo de Esperanza y Gabriel se subieron a un caballo y fueron al lugar. Dijeron haber visto un círculo quemado, grande, casi perfecto.

Días después, a Gabriel le ­pidieron que dibujara lo que ­había visto. Con un palito, en el suelo, dibujó un perfecto platillo volador, tal como los que ya aparecían en el cine y la tele. Fue suficiente: en el cerro se había detenido una nave espacial. La pobreza de pruebas fue suplida con toneladas de entusiasmo y la noticia comenzó a rebotar en los medios del mundo. Esa fue 
la historia fabulosa, simple, gratuita pero de valor incalculable, que forjó la fama y la nueva fuente de recursos de Capilla del Monte.

Gabriel es el único de los ocupantes de la casa que sigue con vida. Lleva una vida sencilla en Cruz del Eje y nunca quiso volver a hablar del tema. Esto es notable porque, si quisiera, podría pasarse la vida recorriendo congresos ufológicos de todo el planeta, en los que le pagarían lo suficiente para hacer de eso su principal ocupación: dentro de la subcultura OVNI, se lo considera un testigo directo del aterrizaje de una nave extraterrestre. Con la ventaja de que no ha ido modificando el relato, reversionándolo a lo largo de los años, sino que ha mantenido su visión original, infantil, del episodio que vivió.

Solo por la cercanía de este aniversario, Gabriel acaba de dar una entrevista, por única vez, al Centro de Investigaciones OVNI (CIO) de Capilla del Monte, que la publicará el próximo sábado como parte de una transmisión radial especial de 24 ­horas.

Este organismo que funciona en Capilla del Monte es el que cada año organiza los congresos internacionales de ovnilogía que atraen a miles de amantes de lo desconocido. Está dirigido por la arquitecta colombiana Luz Mary López, viuda de Jorge Suárez, el máximo responsable de la fama internacional de la que hoy goza Capilla del Monte.

Un clásico. La mancha en el cerro Los Pajarillos, que luego desapareció, fue utilizada como ícono por la subcultura OVNI.

Un redituable misterio

Cuando la mancha queda impre­sa en el cerro, Suárez era secretario de Gobierno de la Municipalidad de Capilla del Monte, la que estaba a cargo del intendente Daniel Sez, padre del intendente actual, Gustavo. Según contó Suárez años después, un día un vecino se llegó por su oficina y le contó que había una mancha en un cerro, cerca de la casa de los Gómez. Como el intendente conocía a la familia, decidieron ir al lugar. Se armó una comitiva relevante para visitar a la mancha: además de los dos funcionarios, fueron el diputado provincial Heralio Argañaraz, el fotógrafo municipal y un hijo del intendente.

Luego de hablar con Espe­ranza, el grupo se trasladó a la zona de Los Terrones para buscar a Gabriel. Ahí fue cuando 
le pidieron que haga el dibujo. Suárez, que hasta entonces era un funcionario cuya principal preocupación era el turismo, a partir de ese día ingresó a un territorio del cual nunca salió, hasta su muerte en 2012. La investigación de las luces y supuestos fenómenos OVNI en Capilla del Monte pasó a ser el centro 
de su vida y años después crearía el CIO.

Aquel día, apenas bajó de la montaña se puso en contacto con Radio Universidad, de la ciudad de Córdoba, y contó lo que había visto. La agencia Télam emitió un cable con esa información y a partir de ahí, la mancha, el presunto aterrizaje, fue noticia mundial: los extraterrestes estacionaron en Córdoba.

Cuando se produjo la mancha en El Pajarillo hacía ya 41 años que se habían producido tres fenómenos fundacio­nales de la subcultura OVNI: el nacimiento de la expresión “platillo volador” (a partir de una observación que hizo un piloto estadounidense), el fenómeno Roswell (en el que una nave extraterrestre habría caído en Nuevo México, Estados Unidos) y la famosa autopsia alienígena, tantas veces parodiada. También iban más de dos décadas de flower power, cultura hippie y filosofía new age, con la búsqueda de mensajes para el futuro cambio de la humanidad que, en ocasiones, podrían provenir de seres de otro planeta. Capilla del Monte no hizo más que extender su mano y dejó que el misterio se asentara entre sus dedos.

Una historia llena de luces

  • Principios del siglo XX. Ya existían rumores y leyendas sobre extrañas luces que aparecían en la zona del cerro Uritorco, lo mismo que en otros lugares de las serranías.
  • Años ’70. Ángel Acoglanis, un quiropráctico bonaerense que decía ser griego, afirmó que debajo de la zona que va del cerro Uritorco a Los Terrones, existe una ciudad subterránea habitada por extraterrestres, llamada Erks.
  • 9 de enero de 1986. En la noche, en una casa en Quebrada de Luna, tres personas ven una luz intensa que rodea la casa donde están. Al amanecer, un sauce de la casa está deshojado. A dos kilómetros, en la ladera del cerro El Pajarillo aparece una mancha con forma de óvalo.
  • 1987. Un incendio forestal quema el cerro pero, al parecer, no ingresa a la marca ovalada, que continúa resaltando en la ladera.
  • 1991. Las hermanas Mercedes y Sonia Anchorena compraron las mil hectáreas en las que está ubicado el cerro Uritorco.
  • 1999. Se realiza el primer Congreso Internacional de Ovnilogía.
  • 2000. Una publicación periodística afirma que un fenómeno de luces que asombró a Capilla del Monte fue hecho intencionalmente por un grupo de vecinos (hoteleros, comerciantes y un funcionario municipal) para reactivar turísticamente la ciudad.
  • 2005. Luego de un sonado caso de asesinato y violación ocurrido en el cerro, la municipalidad de Capilla del Monte declaró al Uritorco “de utilidad pública y sujeto a expropiación”. Pero la Justicia ordenó detener el proceso expropiatorio.
  • 2009. La Justicia declaró inconstitucional la ordenanza municipal. El cerro siguió estando en manos privadas.
  • 2011. El Uritorco se consolida como meca esotérica internacional. Más de 10 mil personas se reunieron a celebrar el 11/11/11.
  • 2012. La Municipalidad de Capilla del Monte organiza, por primera vez, el Carnaval Alienígena.


Las extrañas historias que trajeron los OVNIs
En 1986, cuando apareció la mancha en el Uritorco, sólo ascendían al cerro unas 500 personas por año. Tres décadas después, recibe cerca de 100 mil visitantes en igual período. El crecimiento impactó en Capilla del Monte y atrajo a amantes de lo extraño. 



Ilustración Gustavo Dagnino
Oscar Amante fue uno 
de los amigos cercanos que conversó mucho 
con Jorge Suárez, creador del Centro de Investigación Ovni (CIO) de Capilla del Monte, ­sobre el extraño episodio de 
la mancha. “Nadie puede decir que bajó una nave, pero sí pasó algo ­extraño. La asociación con 
una nave espacial viene después, cuando Jorge va a ver el fenómeno ocurrido. Cuando el año siguiente hay un incendio y el fuego no avanza sobre el círculo. Lo del OVNI es una asociación que quedó en la mente de la gente”.

Fabricio Díaz, un capillense que es funcionario en la Agencia Córdoba Turismo, acepta que el episodio, “provocó un movimiento social y económico muy importante: basta ver un censo de población de hace 30 años y comparar. La cantidad de habitantes se debe, por lo menos, haber duplicado. Hay más complejos turísticos y mucho más visitas gracias a este fenómeno”.

Fenómeno OVNI

En 1986, año en que apareció la mancha, sólo unas 500 personas subían cada año al Uritorco, cerro que pasó a ser identificado con el fenómeno OVNI. Tres décadas después recibe cerca de 100 mil visitantes. El crecimiento impactó en la imagen de la ciudad y atrajo a miles de amantes de lo extraño. No sólo a buscadores de extraterrestres, sino también hippies, seguidores new age, gurúes y también grupos con características sectarias.

En 2011, más de 15 mil perso­nas se reunieron al pie del cerro para pasar juntas el 11 del 11 de 2011. Un año después, si había algún tipo de resistencia local al fenómeno, fue vencido: la municipalidad organizó la primera edición del Carnaval Alienígena de Capilla del Monte. El actual intendente Gustavo Sez, no respondió los pedidos de este diario para referirse al tema.

Luz Mary López, directora del CIO desde la muerte de Suárez, anunció que el día 9 colocarán una placa en un lugar del camino a Los Terrones desde donde es posible ver el cerro El Pajarillo. “Colocaremos dos fotos, la de 1986 y la de 1987, cuando la mancha se salvó del fuego. Hasta ahora no hay ninguna referencia, y cada vez son más los turistas internacionales que llegan preguntando por eso”.

Además de los ufólogos que cada año se reúnen en el congreso internacional, el universo extraño de Capilla del Monte concitó la atención de dos grandes personajes.

El primero fue Ángel Cristo Acoglanis, un quiropráctico de la ciudad bonaerense de Ramallo que se hizo conocido como sanador griego y que decía haber sido educado por monjes en un monasterio del Tibet.

Otra dimensión

Acoglanis afirmaba estar en contacto con una civilización 
de otra dimensión; la ciudad subterránea de Erks, ubicada debajo del sector que une el ­Uritorco con Los Terrones, cuya puerta de entrada sigue siendo buscada cada año por miles de visitantes.

El quiropráctico, cada fin de semana, llevaba a un grupo 
de iniciados a Los Terrones. Vestido con una túnica blanca, decía canalizar a un ser de Erks, al que llamaba Sarumah y que hablaba un idioma desconocido. Los visitantes afirmaban verse rodeados de luces y algunos caían desmayados por la emoción.

El segundo gran personaje fue el profesor universitario Guillermo Terrera quien, luego de un viaje a Oriente, dijo haber recibido instrucciones para buscar un bastón de mando de los indios comechingones en la zona de Capilla del Monte. Debía conseguirlo antes de que se lo apropiaran los nazis, ya que se supone que el bastón de piedra, en las manos correctas, posee poderes sobrenaturales. Terrera consiguió el bastón en 1948 y murió tres años después. Desde entonces se desconoce el paradero del famoso bastón, que sigue siendo buscado. 


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