martes, 4 de octubre de 2016

“Médicas del espacio”: un año y ningún rastro

“Médicas del espacio”: un año y ningún rastro
Las hermanas Azategui no aparecen. No se sabe si huyeron, se suicidaron o las mataron. La fiscal asegura que se siguen algunas pistas. La búsqueda cesó y el enigma crece.

Por Mariela Martínez *


En el campo. En la casa de las hermanas Azategui, en el paraje El Quebracho, quedó todo en orden. (La Voz / Archivo)


Río Tercero. Pasó un año y de las hermanas Azategui no hay ni un rastro. En octubre de 2015, desaparecieron sin dejar un solo indicio. Ni siquiera para intuir si pueden seguir con vida. El misterio sigue instalado en el campo del paraje El Quebracho, cercano a Embalse, donde Ana (65) y Ada (68) vivieron toda su vida.

El enigma sobre su destino se retroalimenta con la circunstancia por la que eran conocidas en una amplia región: eran las “médicas del espacio”, tal como ellas califican su rol para atender personas con enfermedades que asiduamente las consultaban.

La causa judicial sigue abierta. Aunque pareciera no haber ya avances ni búsquedas, en la fiscalía a cargo se afirma que la investigación no está archivada y que se siguen sumando elementos a partir de algunas pistas en pie.

La última vez que alguien vio a las hermanas, según el testimonio de un vecino, fue el 11 de octubre del año pasado. Ese testigo fue quien después avisó a una hermana de Ana y Ada que llevaba un par de días sin verlas en el “campo del lado”. La denuncia se formalizó el 14, según consta en el expediente judicial.

La única hermana viva no se constituyó como querellante. De perfil bajo, prefirió hasta ahora no hablar con los medios.

El enigma es tal que ni siquiera nadie se anima a descartar que estén con vida. Las hipótesis de un doble homicidio, una desaparición voluntaria o compulsiva, o bien un doble suicidio, siguen ahí, esperando pruebas.

Amparada en el secreto de sumario, la fiscal Andrea Heredia Hidalgo –de Río Tercero– señaló a La Voz que “se sigue investigando y se ha avanzado con nuevas directivas”. Sin elementos de prueba, no hay imputados.

Hace un par de meses, un equipo de la Dirección de Investigaciones Operativa de la Policía Judicial de Córdoba se instaló en Río Tercero, abocado específicamente a este caso. El dato es una muestra de que la causa está activa. Ese grupo sigue directivas de la fiscal en procura de aportar indicios que ayuden a esclarecer el caso.
 

11 de octubre de 2015. Fue la última vez que alguien vio a Ana y a Ada Azategui.

Un año atrás

Tras la denuncia de desaparición, participaron en rastrillajes, en forma discontinua, cerca de 100 policías y bomberos, en las 296 hectáreas del campo serrano que las hermanas habitaban. Terminada la búsqueda allí, no se supo donde seguir: no había indicios ni datos de lugares posibles. Fuentes ligadas a la investigación remarcan que “es una causa compleja”.

El bombero Sergio Abrile recordó que la Federación de Bomberos Voluntarios aportó agentes con perros adiestrados para búsqueda de personas con vida y cadáveres. Ese equipo también sumó un sistema satelital para orientar la recorrida y reconocer la topografía. También se usó un dron y hasta un helicóptero para sobrevolar la zona. La Fiscalía pidió la intervención de un radar, pero no se logró su uso, por la dificultad de esa zona serrana.

Hasta se concurrió a la cueva conocida como “la salamandra”, al pie del Cerro Negro, pegado al campo de las Azategui, donde lugareños han contado a la Justicia que se hacían supuestos rituales esotéricos o acciones similares.

También se buscó en geriátricos y en hospitales de la provincia. Y como es habitual, se difundió la foto de ambas en todo el país. A pesar de que la imagen fue conocida porque el caso tuvo impacto nacional, no apareció ningún dato fiable que aportara sobre el paradero.

15 años sin salir

Las “médicas del espacio” no cobraban en dinero por las “sanaciones” en las que decían intermediar. Sólo recibían a cambio mercadería, a voluntad. Los policías encontraron en una habitación de la modesta vivienda cientos de kilos de mercadería, sobre todo azúcar y yerba. Su casa y su estilo de vida eran más que sencillos.

Varios testimonios aseguran que las hermanas no salían de su campo por “órdenes de seres superiores” en ese sentido. Otro misterio fueron sus vacas blancas (de raza Charoláis): no las tocaban ni las vendían. Nunca nadie vio una que no fuera blanca en ese campo.

Por caso, se siguieron las pistas que apuntaban a que ambas salieron apenas dos veces en los últimos 15 años. También, se ha estimado que en ese plazo habrían recibido a unas 15 mil personas en busca de su poder sanador.

Ana y Ada era solteras, sin hijos. Sólo un hermano –Paulino– que convivía con ellas, y murió días antes de sus extrañas desapariciones, solía salir del campo en ocasionales y breves viajes de compras a la vecina Embalse.

En ese contexto, intervino también el Gabinete de Psicología de Comportamiento de la Policía Judicial, que evaluó datos de la historia de ambas mujeres y de varios testigos.

El mate

La casa que habitaban, entre cerros y montes, estaba impecable y en orden cuando la Policía llegó tras la denuncia. Sólo se anotó que faltaba el mate con bombilla de plata, del cual las hermanas nunca se separaban.

¿Quién podría tener intenciones de matarlas? ¿Por qué motivo? ¿Se fueron por su propia voluntad y están vivas? ¿Siguieron a alguien? ¿Se quitaron la vida en un sitio tan inaccesible? El abanico de interrogantes agiganta el enigma que rodea a una historia extraña, que multiplica preguntas y no arrima respuestas.

*Corresponsalía

http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/medicas-del-espacio-un-ano-y-ningun-rastro


Dos ausencias, dos desapariciones
La Justicia también indagó sobre un dato aportado por testigos respecto de otra ausencia prolongada de las hermanas Azategui. Ambas veces, ocurrió tras las muertes de sus dos hermanos varones.



La Justicia también indagó sobre un dato aportado por testigos respecto de otra ausencia prolongada de las hermanas Azategui. Ambas veces, ocurrió tras las muertes de sus dos hermanos varones.

Paulino, quien vivía con Ana y Ada en el campo de El Quebracho, falleció el 30 de septiembre del año pasado, apenas días antes de la desaparición de ambas. Murió de una enfermedad de la que no pudo recuperarse.

Hace 15 años, tras la muerte (suicidio) del otro hermano varón que vivía en Río Cuarto, Ana y Ada se ausentaron tres meses de su casa rural. Luego de ese episodio volvieron al campo y casi nunca más salieron de su perímetro. Pero ahora lleva un año la ausencia y sin dejar un sólo rastro.

Un dato que tampoco pasaron por alto los investigadores son los tres palos cruzados en forma de triángulo hallados a metros de la casa. Según algunos testimonios recogidos en la causa, esa figura podría representar algo para quienes comulgan con alguna creencia ligada a lo extraterrestre.

En cuanto al campo familiar, luego de los primeros tres meses de búsqueda sin resultados, la fiscal Andrea Heredia Hidalgo pidió intervención al Juzgado Civil.

Se resolvió, según corresponde por ley, la entrega de la administración de esa propiedad a la hermana viva, única heredera, quien por el término de tres años (ya pasó uno) deberá cuidar y rendir cuentas a la Justicia sobre ese patrimonio, que fue inventariado, y su eventual explotación. Luego de ese plazo, si la causa penal sigue sin resultados, podrá disponer del inmueble como propio.


http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/dos-ausencias-dos-desapariciones

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