jueves, 16 de marzo de 2017

Resuelto el misterio de los «círculos» de Namibia

Resuelto el misterio de los «círculos» de Namibia
Un equipo de investigadores cree haber dado con la solución definitiva al origen de los «corros de brujas»

por José Manuel Nieves




Portada de la revista Nature (Nature)
Su origen ha sido hasta ahora un misterio. Se trata de decenas de miles de extrañas «calvas» círculares, de entre 2 y 35 metros de diámetro, que motean las polvorientas praderas africanas del desierto de Namibia, justo entre Angola y Suráfrica. En el interior de esos círculos la hierba no crece, pero muchos de ellos están rodeados por un anillo de vegetación más alta que la de alrededor, una especie de corona verde que marca claramente el perímetro de la zona seca. Ahora, un equipo de investigadores acaba de publicar en Nature un estudio que promete poner fin al enigma de los círculos de Namibia. El asunto ha merecido la portada de esta semana de la prestigiosa revista científica.

Los habitantes de la región los llaman «las huellas de los dioses». Y los científicos que desde hace años han intentado dar alguna explicación a estas curiosas formaciones han vuelto, todos, con las manos vacías. Fenómenos similares se conocen en bosques y praderas de casi todo el mundo (en España se llaman «anillos de hadas» o «corros de brujas»), pero se producen sólo ocasionalmente y se sabe que muchos de ellos están producidos por la acción de varias clases de hongos, que afectan de esa extraña forma al crecimiento de la vegetación.

Pero lo que sucede en el desierto de Namibia es algo completamente diferente. Los círculos se cuentan por decenas de miles y las explicaciones que han servido en otros lugares no han conseguido, hasta ahora, romper la barrera de misterio que los rodea.

Ya en 2012 Walter Tschinkel, un biólogo de la Universidad Estatal de Florida, descubrió algo que se desconocía por completo. Y es que los círculos africanos siguen una especie de «ciclo vital» que los hace aparecer y desaparecer con regularidad y sin un motivo aparente. Los más grandes pueden persistir incluso más tiempo de lo que dura una vida humana. Pero el estudio de Tschinkel no resolvía el misterio.

Más tarde, en 2016, los misteriosos círculos fueron observados, por primera vez, fuera de África. En efecto, un grupo de investigadores del Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental (UFZ) en Leipzig los descubrió en el deshabitado interior de Australia. Según ellos, los círculos serían el resultado de la forma en que las plantas se organizan en respuesta a la escasez de agua.

Termitas y autoregulación

Hasta ahora, se han expuesto varias teorías sobre la formación de los círculos. Una de las más populares, planteada por un equipo de la Universidad de Hamburgo, proponía que una especie de termitas de arena, llamadas Psammotermes, se alimentaban de las raíces de los pastos, causando la muerte de la vegetación y creando los círculos. El estudio incluso fue publicado por la prestigiosa revista Science. Hormigas y roedores también han sido considerados como los posibles creadores de los misteriosos círculos.

Otros investigadores han llegado a culpar a los hidrocarburos que emanan de las profundidades de la tierra, o al así llamado «crecimiento autorregulado» de la hierba, un fenómeno extensamente observado en la Naturaleza (especialmente en ambientes donde el agua escasea, como es el caso), pero cuyos mecanismos siguen siendo objeto de discusión.

Ahora, y por primera vez, un equipo de investigadores de las universidades de Princeton y New Jersey, capitaneado por Corina Tarnita, ha logrado reconciliar las dos soluciones más probables (el crecimiento autorregulado y la acción de las termitas) en una serie de simulaciones informáticas validadas con datos de campo de cuatro continentes.

Y esas simulaciones muestran que, en lugar de competir entre ellas, ambas explicaciones se combinan para dar como resultado esos extraños patrones circulares que tanto han dado que pensar a los científicos. El estudio de Nature demuestra, en efecto, que tanto las colonias de termitas de arena como la hierba son igualmente responsables, a través de sus interacciones, de esos curiosos patrones de vegetación a gran escala.

Los autores concluyen que se deben considerar a la vez múltiples mecanismos de autoorganización ecológica cuando se trata de explicar estas características del paisaje tan regularmente espaciadas.



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