Ya llega, falta poco para reencontrarnos en el 92do Café Ufológico de Mendoza
por Luis Emilio Annino
por Luis Emilio Annino
El próximo miércoles 25 de septiembre es la nueva instancia para reunirnos y compartir un gratificante momento correspondiente al 91er Café Ufológico de Mendoza, que tendrá lugar como sucede mensualmente en el tradicional Café Five Stars, situado en la calle Lavalle 45 de la Ciudad de Mendoza, al final de la Galería Independencia. Será indudablemente una buena oportunidad para que los asistentes puedan compartir sus ideas, reflexiones, conocimientos y experiencias sobre el tema OVNI y la posibilidad de vida extraterrestre.
El Café Ufológico de Mendoza es un espacio que impulsa el diálogo franco, respetuoso y abierto sobre las experiencias y los conocimientos que los asistentes tienen en relación con el fascinante fenómeno OVNI, en un ámbito determinado por la participación en conversaciones donde se destaca el trato ameno, cordialidad y tolerancia. No se permite el uso de grabadores o filmadoras por parte de otras personas ajenas a la organización para no afectar la libre expresión de los presentes. Sólo los coordinadores toman fotografías para registrar visualmente el encuentro como complemento del reporte que se hace del mismo. La asistencia es libre y gratuita, sólo se establece el compromiso de pagar lo que se consume en el lugar.
El Café Ufológico de Mendoza promueve y acompaña la creación de este tipo de reuniones ovnilógicas en otras partes del país y del mundo, tales como los existentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Morón y Villa Crespo (Buenos Aires), Capilla del Monte (Córdoba), Rosario (Santa Fe), El Volcán (San Luis), que conforman la Red Argentina de Cafés Ufológicos, junto a los cafés organizados en Quito (Ecuador), Valencia (España), Santiago de Chile y Valparaíso (Chile), Rio Grande do Sul (Brasil) y Sidney (Australia).
San Juan
Caso El Ramblón: el hombre que quedó ciego e inconsciente bajo la luz de "un OVNI"
La policía confirmó el fenómeno ocurrido en 1978, que duró casi 5 horas, fue advertido por muchas personas y generó interferencias en señales de radio y televisión.
Diario Tribuna en la zona cercana a la estación sarmientina El Ramblón, donde se observó el objeto de color rojo que emano una intensa luz blanca.
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Aquel 12 de julio, alrededor de las 20.30, Felipe Onofre Orozco, de 33 años, casado, padre de tres hijas y jefe de la estación ferroviaria; se dirigía a recargar con combustible una de las farolas del ferrocarril, una actividad que realizaba cotidianamente. Pero, de golpe, vio una luz muy potente, oyó zumbido extraño y quedó completamente encandilado. Las cosas que llevaba en sus manos comenzaron a caer sin que él pudiera hacer nada. Lo invadió un fuerte olor a azufre y las piernas se le aflojaron. Todo intento de movimiento fue en vano y quedó completamente ciego y sin posibilidad de hablar. Después, cayó inconsciente durante un tiempo imposible de precisar para él pero que, según se calcularon los investigadores, se extendió por unas 3 horas.
Felipe Onofre Orozco, el hombre directamente afectado por aquel extraño fenómeno, cuenta su experiencia.
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Ni bien llegó en ambulancia al Policlínico Ferroviario, donde pasaría 4 días internado por prevención, los médicos hablaron de conmoción psíquica.
Al principio, todos pensaron que aquel hombre había sufrido una alucinación pasajera. Sin embargo, con el paso del tiempo, Orozco pudo contar en detalle todo lo que había sucedido. Y comenzaron a sumarse testimonios de personas que fueron espectadoras del fenómeno lumínico y coincidían con sus descripciones. Así, la teoría de la alucinación fue echada por tierra.
Los espectadores lejanos
José Lorenzo Correa y su familia muestran dónde vieron objeto luminoso.
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Alertados, salieron al patio y allí llegó la sorpresa: observaron a lo lejos el fenómeno luminoso de gran intensidad sobre cuya forma y origen no dieron precisiones.
Mientras tanto, otros vecinos e incluso el sargento Andrés Néstor Oro, personal del puesto de San Carlos, pudieron ver aquella luz entre las 22 de ese día y las 3 del 13 de julio de 1978.
A sus testimonios se sumó el del oficial de la Policía de San Juan que llegó horas después a prestar auxilio al ferroviario. Él también fue testigo ocular de aquel extraño objeto luminoso que lo llenó de incertidumbre.
El contundente informe oficial de la Policía
En medio de la conmoción y de las especulaciones públicas, fue el entonces jefe de la Policía, Juan Voget, quien convocó a los medios para informar los resultados de la profunda investigación, tres días después del extraño episodio que se prolongó por al menos 5 horas: “Estamos en presencia de un objeto extraño, no común ni habitual para los pobladores de la zona”, sentenció.
Y leyó el informe: “Que por las manifestaciones de los testigos ninguno de los declarantes puede establecer el origen de la luminosidad, su forma, tamaño y aspecto físico general del objeto que la produjo. Que las interrupciones televisivas y radiales se han producido en distintos aparatos, de distantes lugares, en un radio de varios kilómetros alrededor del lugar de visualización. Que el estudio realizado por Criminalística no encontró en la inspección ocular ningún indicio físico de que la luminosidad u objeto incandescente haya hecho contacto con la superficie de la tierra”.
A la vez, citó que, “el comisario inspector Feliz Alfredo Balmaceda, que llegó junto a otros hombres para auxiliar la jefe de la Estación, pudo ver, casi tres horas después de la primera llamada, un objeto luminoso de color rojo que despedía una luz blanca muy fuerte y alumbraba el campo hacia el Oeste, que dicho objeto se detenía por instantes para reanudar su marcha en distintas direcciones durante unos 15 minutos”.
Las consecuencias
Después de lo ocurrido, Orozco aseguró a los periodistas de DIARIO DE CUYO que no quería volver a la estación. “Voy a hablar con las autoridades del ferrocarril, porque a pesar de que nunca tuve miedo créanme que la experiencia que viví fue terrible. Siempre me ha gustado salir de noche, en algunas oportunidades en medio de la oscuridad y la soledad he observado cosas extrañas y me acerqué a ellas sin temor. Pero esto es distinto, pediré no trabajar más en El Ramblón”, sentenció.
Por su parte, el profesor especialista en OVNIs, Victorio Corradi, afirmó en ese momento a este Diario que “lo ocurrido en la zona de El Ramblón es, a todas luces, uno de los casos más importantes y significativos desde hace 15 años a esta parte”.
Y agregó: “Tanto el caso Orozco como el caso Correa que conforman la casuística El Ramblón, marcan un hito dentro de la investigación del fenómeno OVNI”.
Tucumán
El caso Trancas: la aparición más impactante de OVNIs y extraterrestres que se registra en la historia argentina
El episodio más resonante de un supuesto aterrizaje de OVNIs y aparición de seres extraterrestres en la Argentina se produjo en Trancas, Tucumán, hace 56 años.
El hecho fue uno de los hitos más importantes en la historia de los objetos voladores no identificados.
Se trata de un episodio que ha sido considerado como “un caso inatacable (y) una prueba irrefutable” dentro del voluminoso y extraño legajo de los OVNIs.
Quizás –también se ha dicho– uno de los hechos más excepcionales del historial del problema OVNI”, debido a la cantidad y calidad testimonial, la prolongada visualización y el hallazgo de residuos físicos en el área, constituyendo “la más poderosa evidencia” a favor de los fenómenos inusuales. Desde entonces, el caso Trancas se convirtió en un “superclásico de la ufología mundial”, señala el sitio mexicano www.perspectivas.com.mx.
El lunes 21 de octubre de 1963, las jóvenes Argentina (28) y Jolié (21) Moreno, con sus pequeños hijos Victoria, Nancy y Guillermo, llegaron desde Rosario –donde residían– a San Miguel de Tucumán, y de ahí viajaron hasta la finca “Santa Teresa” en Villa de Trancas, donde se reunirían con sus padres, Antonio (72) y Teresa (63), y su otra hermana, Yolanda (30).
Un motivo de esta visita era que sus maridos, ambos oficiales del Ejército, debían participar en unas importantes maniobras militares previstas para esos días, y en la madrugada partirían en tren desde Tucumán a Salta, pasando por Trancas.
Cenaron muy temprano y, exhaustos por el viaje, todos se fueron a descansar a sus habitaciones. Cerca de las 21 horas, la doméstica Dora Guzmán (15), que se hallaba en los fondos de la vivienda, aparece una y otra vez insistiendo en que veía luces sobre el terraplén del ferrocarril, situado a 200 metros al frente de la finca.
Los padres dormían, Argentina seguía atenta a su lectura y Jolié le restó importancia, pues debía darle el biberón a Guillermo, de cuatro meses. Yolanda, en tanto, pensó al escucharla que sería un ómnibus.
Finalmente, Dora persuade a las hermanas para verificar las “luces raras” que estaba viendo. Se trataba de un conjunto de cinco luces, distantes entre sí a no menos de 100 metros, tres al frente y dos un poco más al norte (noreste). Se encendían y apagaban con cierta intermitencia, arrojando haces lumínicos en distintas direcciones, iluminando incluso la finca (vivienda, gallinero).
No tenían forma discernible, presentando el aspecto de focos de luz.
Las asustadas mujeres sospecharon que podría tratarse de un accidente ferroviario (es frecuente que el tren se lleve por delante algún vacuno), o que podría ser una escuadrilla de operarios reparando las vías, pues a unos 500 metros, o más, hacia el norte, visualizaron unas siluetas humanas desplazándose en torno a los reflectores.
El temor fue mayúsculo cuando Yolanda apunta la posibilidad de que podrían ser guerrilleros haciendo un sabotaje (levantando las vías o colocando una bomba), recordando los episodios de la incipiente guerrilla rural de Taco Ralo, al sur de Tucumán, hacia fines de 1962. Es que los maridos de Argentina y Jolié pasarían por allí en cuestión de horas en un tren militar y, además, ellas se encontraban solas, su padre enfermo y sus pequeños hijos desprotegidos.
En busca de otra explicación, una de las hermanas recordó haber leído que en varias partes del mundo se habían visto platos voladores, y especialmente el caso del camionero Douglas (quien días antes –en Monte Maíz– había visto un aparato con varios seres que lo habrían quemado con un fino haz de luz), sugiriendo la posibilidad que fueran esas naves.
Entre corridas y encierros, deciden salir para observar mejor, cuando ven una tenue luminosidad verdosa y, pensando que era la camioneta conducida por un peón que trabaja en la finca, van hacia la tranquera.
De pronto, a unos ocho metros de ellas, se encendió una luz que las encandiló, pudiendo notar por un instante que había un aparato de unos 8 x 3 metros, provisto de una torreta, y con gajos y grandes remaches dispuestos en su superficie. El impacto fue tal, que Yolanda trastabilló, tropezó, y en segundos estaban refugiadas nuevamente en la casa.
La doméstica, de 15 años, entró exclamando que la habían quemado, pero Argentina y Yolanda comprobaron que sólo estaba asustada. A estas alturas todos estaban levantados. El padre intentando salir, era retenido presa de nervios por sus hijas, pues se hallaba enfermo.
Con las puertas trancadas, desde la ventana (los postigos cerrados y por veces entreabiertos), atisbaban el fenómeno. Una de las jóvenes mujeres creyó que los haces de luz atravesaban las paredes, pero otra sostuvo que lo hacían a través de las rendijas. La misma creyó que los haces se extendían y retraían a voluntad, pero resultó que por momentos lo hacían a ras del suelo.
La situación era desesperante. La madre oraba, la doméstica lloraba, las hermanas gritaban y corrían de una habitación a otra, siguiendo las alternativas. Los testigos notaron el ambiente pesado, caluroso. Ese objeto más cercano (‘F’) emitía un ruido de máquina en funcionamiento, pero ya sólo veían de él un espeso y creciente vapor y unas luces, que parecían recortar seis ventanas, impidiéndoles apreciar si se hallaba suspendido a corta altura o posado en tierra (con posterioridad se encontraron allí los vegetales presuntamente aplastados).
Transcurrieron 40 minutos, hasta que el objeto ‘F’ –que les parecía comandar las acciones– se desplazó hacia el este y los demás, siempre en forma rasante, hicieron lo mismo, hasta desaparecer en dirección de las Sierras de Medina, distantes a 20-25 kilómetros.
Luego, corrieron hacia los vecinos para avisarles del acontecimiento, pero son muy pocos los que vieron algo. El vecino lindero Francisco Tropiano alcanzó a ver pasadas las 22 horas muy iluminado el sector este del lugar, al frente de su finca.
Nadie durmió esa noche en lo de Moreno. Por la mañana Jolié fue a la estación ferroviaria rogando enviar un telegrama a su hermano Antonio (h), que vivía en San Miguel de Tucumán a raíz del episodio.
Cuando recibió el mensaje –debido al procedimiento–, ya lo sabía gran cantidad de personas. Incluido el periodismo, que pronto se hizo presente.
Luego, se solicitó la intervención de la policía, labrando un acta, custodiando el lugar durante días sin novedades, y requiriendo al Instituto de Ingeniería Química de la Universidad de Tucumán que examinara el polvillo blanco hallado en el sitio donde fueron observadas las luces, resultando ser carbonato de calcio con impurezas de carbonato de potasio.
El periodista Arturo Alvarez Sosa luego explicó que, "junto con el entonces jefe de noticias Ventura Murga y el fotógrafo Ernesto González, fuimos a Trancas a cronicar la experiencia de la familia Moreno. En ese tiempo no sabíamos que el fenómeno desencadenaría tal cúmulo de historias y que el cine finalmente llevaría a conocimiento de todos los pueblos de la Tierra un ‘encuentro del tercer tipo’ relatado por el doctor J. Allen Hynek”.
En efecto, también Jolié Moreno advierte esa relación: “Mi madre estaba desesperada y mis hermanas corriendo, mi hijo estaba durmiendo en la camita, y transpiraba de tal manera que… Afuera esas luces, iluminando todo, moviéndose inteligentemente y las figuras… Fue la misma película de Steven Spielberg, ‘Encuentros cercanos del tercer tipo’ que, por otro lado, se autorizó con la información que había de este caso. Autorizado por mí”.
España
Ummo: el mayor caso de OVNIs en España que acabó en escándalo sexual
A mediados de los setenta, un suceso acaecido en la periferia de Madrid era tema habitual en revistas, programas de radio y espacios televisivos. Un suceso ufológico complejo, con ramificaciones de abusos. Hoy, algunos siguen creyendo en aquellos extraterrestres
por Eduardo Bravo
"El hecho concreto e innegable es que hay dos testigos y una porción de terreno chamuscado que hablan de la aparición de un extraño objeto volador ayer domingo en Madrid”. Así relató la noticia la publicación 'El Caso'. La imagen es un montaje con gente divisando un ovni en Madrid. Montaje: Blanca López-Solorzano
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El lunes 7 de febrero de 1966, Aluche amaneció conmocionado. Periodistas y curiosos se acercaron al lugar para preguntar por un supuesto objeto volante no identificado que la tarde anterior se habría posado en esa popular barriada madrileña. “Los testigos, sin duda quemados por tantas y tantas historias como se han dicho acerca de los platillos volantes, no han querido afirmar que se trate de uno de estos artefactos. Pero afirman rotundamente y coinciden en decir que no era ni un avión ni un helicóptero”, afirmaba el diario El Caso, que se hizo eco de la noticia sin comprometerse demasiado con el acontecimiento. “Por nuestra parte ni afirmamos ni negamos este relato que, una vez más, puede llevar a los campos de las historias de la ciencia-ficción. El hecho concreto e innegable es que hay dos testigos y una porción de terreno chamuscado que hablan de la aparición de un extraño objeto volador ayer domingo en Madrid”. Lo que sí confirmaban desde ese periódico era que ni el observatorio de Madrid ni la torre de observación de Barajas habían registrado ningún objeto volante sin identificar ese día y a esa hora. Lo que no sabían en ese momento era que se estaba empezando a construir el mayor caso de ovnis en España: por duración, por impacto, por la cantidad de gente que estuvo vinculada y por el eco que tuvo en el extranjero.
A pesar de la sorpresa de los madrileños, la visita extraterrestre de febrero de 1966 no pilló desprevenidos a los asistentes a la tertulia ufológica de la Ballena Alegre. En ese local, situado en el sótano del café Lion, a pocos metros de la Plaza de Cibeles de la capital, se celebraban semanalmente unas charlas sobre objetos volantes no identificados y vida alienígena que dirigía Fernando Sesma. Este hombre era funcionario de Correos y creador de la Sociedad de los Amigos del Espacio BURU, cuya consigna en lo que al tema se refiere era: “Creérselo todo hasta que no se demuestre lo contrario”.
Desde hacía algún tiempo, a dicha tertulia –frecuentada por aficionados a los temas paranormales, por dramaturgos de la talla de Buero Vallejo y, cómo no, por miembros de la policía secreta franquista–, habían empezado a llegar mensajes mecanografiados remitidos por seres extraterrestres procedentes de un planeta al que llamaban Ummo. En ellos, los ummitas compartían sus conocimientos científicos con los terrícolas, les hablaban de su planeta, les informaban de que algunos de ellos vivían en la Tierra junto a los humanos y que, además del aterrizaje de Aluche de 1966, una nave ummita sería visible unos meses más tarde en San José de Valderas, también en Madrid.
Dicho y hecho. La tarde del 1 de junio de 1967, sobre los castillos de esa localidad madrileña –que en la actualidad son un centro cultural y el museo del vidrio de Alcorcón–, apareció una imponente nave circular que, según los testigos que dijeron presenciarlo, mostraba en su panza el mismo signo con el que los ummitas firmaban sus comunicaciones, dos paréntesis enfrentados, unidos por una franja horizontal atravesada por otra vertical: )+(.
Antonio San Antonio, periodista del diario 'Informaciones', publicó las fotografías en el diario con el título: “¿Platillos volantes sobre Madrid? |
Horas después del acontecimiento, Antonio San Antonio, periodista del diario Informaciones, recibió una llamada en la redacción. Una persona que no quiso identificarse dijo haber sido testigo del hecho y haber tomado imágenes del objeto volador. Si le interesaban, las fotografías estaban depositadas a su nombre en una tienda de la zona de Carabanchel. El periodista se desplazó hasta allí, recogió el sobre con los negativos y publicó las fotografías en el diario con el título: “¿Platillos volantes sobre Madrid? Centenares de personas los vieron ayer en las cercanías de la capital”.
Expertos que dieron veracidad al relato
Si bien algunos ufólogos, como el gallego Óscar Rey Brea, pusieron en duda la veracidad de las fotografías de San José de Valderas argumentando, entre otras cosas, que las tiras de negativos habían sido cortadas y no mostraban números correlativos, la mayoría de expertos en OVNIs dieron por buenas las imágenes. Tampoco se quisieron escuchar aquellas voces que afirmaban que los informes ummitas no contenían datos científicos relevantes, sino informaciones que, en algunas ocasiones, ya se habían publicado en revistas científicas extranjeras difíciles de conseguir en la España de la época.
No obstante, las ganas de que nuestro país fuera el epicentro del contactismo extraterrestre provocó que esos ufólogos disidentes fueran criticados y ridiculizados por sus colegas en revistas especializadas, cuyos editores estaban empeñados en defender a machamartillo la veracidad de Ummo. Lo de menos era que el caso estuviera plagado de afirmaciones contradictorias, situaciones inverosímiles y momentos cómicos.
Entre esos hechos chocantes se encontraba el de que los ummitas, que decían tener las yemas de los dedos extremadamente sensibles, habían contratado un mecanógrafo español a través de los anuncios por palabras del diario ABC para pasar a máquina sus informes. En aquellos casos en los que, en lugar de mandar cartas, los extraterrestres preferían llamar por teléfono, su voz sonaba gangosa porque, según explicaban, los ummitas más evolucionados perdían la habilidad del habla para pasar a comunicarse telepáticamente, un detalle que indicaba que a España habían mandado a los menos inteligentes.
En medio de este ambiente entra en juego Enrique López Guerrero, sacerdote del pueblo sevillano de Mairena del Alcor. El religioso ofreció un par de entrevistas en el diario ABC en las que afirmaba, con la autoridad que le otorgaba su cargo, que todo lo que se contaba sobre Ummo era cierto y que algunos de sus habitantes vivían desde hacía tiempo en la Península. “Tengo conocimiento pleno de que en España reside una colonia cuya misión es totalmente bienhechora y pacífica, pero cuyo descubrimiento equivaldría a una especie de shock de tipo macrosocial y a serios y graves perjuicios”, afirmaba López Guerrero.
Asimismo, el sacerdote aprovechaba sus apariciones en ABC para describir con todo detalle el planeta y su organización política que, antes de ser una sociedad democrática y armoniosa, también había pasado por una dictadura. Según López Guerrero, ese sistema autoritario estaba liderado por una cruel nínfula, a la que se había enfrentado el mismísimo Cristo –que allí era conocido como Ummo-Woa– que, antes de venir a la Tierra, había desarrollado su labor pastoral en Ummo. “Allí comenzó a predicar su nueva doctrina, que coincide totalmente con la evangélica”, comentaba el párroco sevillano.
José Luis Jordán Peña, el cerebro de la creación de Ummo, en 1979 en el popular programa presentado por Fernando Jiménez del Oso, 'Más allá'.
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Los textos ummitas informaron también de que los extraterrestres habían tenido un laboratorio para hacer sus experimentos en España. Concretamente en la zona de Albacete, en un palacio perteneciente a Margarita Ruiz de Lihory, aristócrata y espía que, en 1966, fecha del avistamiento de Aluche, se encontraba cumpliendo condena en un centro psiquiátrico por haber mutilado el cadáver de su hija Margot amputándole una mano, la lengua y los ojos. Según las cartas extraterrestres, este hecho no había sido cometido por Margarita sino por los ummitas, después de que los experimentos biológicos que desarrollaban en Albacete contaminaran el cuerpo de la joven Margot y se vieran obligados a tomar esas drásticas medidas para evitar que el contagio se extendiera entre la población. Un inesperado giro de guion que, de repente, convertía unos seres de naturaleza fantástica en autores de un acontecimiento real que había conmocionado a la sociedad española.
Gracias a detalles como este, el asunto Ummo fue calando poco a poco entre los aficionados a la ufología, algo en lo que también influyó la coyuntura política. En pleno franquismo, los extraterrestres defendían una sociedad tecnológicamente evolucionada, armónica, fraternal y en la que las necesidades básicas estaban resueltas. Un atractivo mensaje que funcionó a la perfección en una época caracterizada por la falta de libertades, en la que solo había dos cadenas de televisión y en la que el quiosco rebosaba de publicaciones dedicadas al misterio. De esta forma, rara era la semana o el mes en que Ummo no aparecía mencionado en programas como Más allá, de Fernando Jiménez del Oso; Madrugada en la SER, de Antonio José Alés, o en revistas como Paraciencia, Más allá de medianoche, Karma 7, Stendek, Mundo desconocido u Horizonte.
Uno de los personajes que solían aparecer con frecuencia en esos programas y reportajes era José Luis Jordán Peña, un alicantino afincado en Madrid que, además de ser vicepresidente de la Sociedad Española de Parapsicología, había tenido la enorme suerte de ver la nave ummita de Aluche. Al menos eso decía él.
El caso perfecto
Fotografías, informes mecanografiados, cartas, llamadas de teléfono, contactismo… El caso Ummo era tan inusual, original e inapelable, que algunos ufólogos se atrevieron a calificarlo como “el caso perfecto”. De hecho, Antonio Ribera y Rafael Farriols, respetados expertos en el tema de los platillos volantes, publicaron un libro con ese título que fue un éxito de ventas. Sin embargo, eran muchas las piezas que no encajaban en ese puzle de dimensiones cósmicas.
Además de las dudas sobre la veracidad de los informes y de las fotografías que cuestionaban el caso Ummo desde el principio, a mediados de los ochenta comenzaron a surgir grupos de corte sectario que empleaban esa historia de alienígenas para doblegar la voluntad de los adeptos y conseguir de ellos dinero o favores sexuales. El caso más conocido, por la alarma social que provocó y por su cobertura en medios como ABC, La Vanguardia o EL PAÍS, fue el del grupo de montaña Edelweiss, secta creada por Eduardo González Arenas. Este sujeto, que había estado emparejado con una nieta del dictador dominicano Leónidas Trujillo, captaba a los menores en barrios acomodados de Madrid con el reclamo de que era un príncipe extraterrestre.
Eduardo González Arenas, líder de la secta Edelweiss, en 1987. Foto: Miguel Gener
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Posteriormente, invitaba a los muchachos a su casa de Cercedilla (sierra de Madrid), donde les contaba que los llevaría con él a su planeta si, y solo si, accedían a hacer aquello que él y sus amigos les dijesen. Unas peticiones que abarcaban desde mantener relaciones sexuales con ellos a marcarse a fuego el signo ummita de los paréntesis invertidos. La gravedad del caso Edelweiss fue tal que conmocionó a la sociedad española e hizo aflorar en el mundillo ufológico las sospechas de que Ummo no era un asunto tan perfecto y que José Luis Jordán Peña sabía sobre el asunto mucho más de lo que realmente contaba.
Hacia finales de los años noventa surgieron nuevos profesionales en el campo del misterio. Investigadores jóvenes que, aunque habían crecido con libros como Un caso perfecto y conocían personalmente a muchas de las personas que habían investigado el caso Ummo, comenzaban a poner en duda las informaciones contenidas en esos textos y los testimonios de sus mayores. Uno de esos jóvenes era el periodista Manuel Carballal, que llegó a recrear en 1997 las míticas fotografías de San José de Valderas con una caña de pescar y una maqueta, probando así que eran falsas y confirmando las acusaciones de fraude realizadas por Rey Brea varias décadas antes. El siguiente paso de Carballal fue encararse con aquel al que muchos señalaban como autor de todo el fraude: José Luis Jordán Peña.
El periodista, que colaboraba en una revista relacionada con la Guardia Civil, contactó con Jordán Peña y este, creyendo erróneamente que Carballal era un miembro de la benemérita, aceptó reunirse con él y confesar que había sido el inventor de todo ese caso ufológico. “He sido el autor de Ummo. Es un experimento que hice para estudiar la credulidad del hombre, pero se me fue de las manos”, reconocía Jordán Peña a Carballal. “Fue un fallo mío. Estoy arrepentido. Mi intención fue hacer creer que existía un grupo de extraterrestres que habían llegado hasta Francia y desde allí se extendieron a España, Sudamérica, etcétera. Pero es preciso decir que no hacía alusión a ninguna secta. Los creyentes eran libres de creer o no. Lo que pasa es que, con el tiempo, algunas personas se han fanatizado con Ummo y lo han convertido en una secta. Una cosa que no era peligrosa la hicieron peligrosa”.
Jordán Peña también declaró que, para mantener ese ambicioso entramado durante varias décadas, había recibido la ayuda económica e infraestructura de agencias de inteligencia de potencias extranjeras. Sin embargo, nunca aportó demasiados datos sobre ellas y, cuando lo hizo, fueron vagos y contradictorios. A consecuencia de esas explicaciones erráticas e incongruentes, muchos aficionados a los OVNIs se negaron a creer a Jordán Peña. Para ellos, el asunto Ummo no es un fraude, sigue vigente hoy en día y niegan que pueda ser obra de un solo hombre y, menos aún, de la época actual porque, en su opinión, los ummitas conviven con los humanos desde hace siglos, como atestiguarían numerosos restos arqueológicos de antiguas civilizaciones.
Para complicar más el asunto y en contra de lo que habría cabido esperar, las comunicaciones ummitas no cesaron tras la muerte de Jordán Peña, acaecida en 2014. A día de hoy, siguen llegando cartas y mensajes que, como corresponde a una civilización tecnológicamente avanzada, también son enviados a través de redes sociales como Twitter, en la que hay perfiles de supuestos ummitas que siguen compartiendo su sabiduría con los terrícolas. Entre ellos está @oyagaaayuyisaa, que tiene habilitado el “candadito” para proteger su privacidad. Después de varias décadas habitando entre los terrícolas, está claro que los ummitas saben bien cómo se las gastan los haters.
El autor de este artículo, Eduardo Bravo, ha publicado recientemente el libro Ummo. Lo increíble es la verdad.
México
Los marcianos ¿lo volvieron a hacer?
Playa Miramar se ha convertido en una zona de culto a los seres llegados de otros mundos, hay quienes aseguran que una base extraterrestre, llamada Amupac yace frente a Miramar.
por Antonio Sosa
La leyenda urbana de que la zona sur de Tamaulipas está protegida por una fuerza extraterrestre para evitar el impacto de fenómenos meteorológicos retoma fuerza cada año al ser prácticamente flanqueada por estos eventos hidrológicos.
Esta semana se trató de la tormenta tropical “Fernand” que fue anunciada con bombo y platillo durante días, pero al final de cuentas solamente se sintió un leve viento que refrescó la región, pero de las lluvias torrenciales nada.
Hay incluso asociaciones de investigadores que han asegurado que frente a la zona sur de Tamaulipas está la base extraterrestre llamada “Amupac”, a unas millas náuticas de las escolleras de playa Miramar, lo que consideran factor para generar una repulsión de ciclones.
Incluso en sus teorías consideran que la evocación del pensamiento colectivo que cree en este mito podría generar una fuerza de vibraciones positivas que bloquean el acercamiento de las formaciones meteorológicas a la región.
Cualquiera de las versiones es poco factible de comprobar, lo cierto es que de nueva cuenta Tampico, Ciudad Madero y Altamira solo vio pasar de largo un fenómeno de esta naturaleza generando una oleada de memes en redes sociales.
Aunque esta “protección” poco agrada a algunos sectores, como el agrícola, que ante la intensa sequía que vive la zona lo que más deseaban era la llegada de lluvias.
La historia, que hoy es una arraigada leyenda urbana que ha traspasado fronteras, comenzó a contarse en las páginas de El Sol de Tampico ante los avistamientos que eran narrados por los ciudadanos hace más de medio siglo.
52 años con OVNIs
Según registros periodísticos fue en año 1967 que se comenzaron a divisar y documentar Objetos Voladores No Identificados (OVNIs) surcar el cielo de la zona sur de Tamaulipas.
En la portada de nuestro periódico del Lunes 7 de agosto de 1967, hace 52 años, se daba a conocer un hecho sin precedentes la noche del domingo 6 ya que varias personas de Tampico y Ciudad Madero habían asegurado ver “una flotilla de OVNIs” que se trasladaban de suroeste a noreste.
El grupo de naves, considerado el primer avistamiento en la región se perdió hacía playa Miramar, justo en la región donde se dice yace en el lecho marino Amupac, su base.
El hecho fue documentado por la torre de control del aeropuerto “Francisco Javier Mina” en la bitácora de novedades del controlador José Castillo se asentó: “Se vieron nueve objetos voladores no identificados. Eran luminosos y dejaban una brillante estela. A veces se distinguía un color verde pálido y fosforescente detrás de los objetos. Se comprobó que no era ningún aparato volador de creación terrestre”.
Expertos como el capitán piloto aviador Rogelio Pier, se dijo sorprendido y aseguró que “estoy seguro que no era una flotilla de aviones o cualquier otra cosa construida por habitantes de la tierra. Eran precisamente objetos voladores no identificados”.
Unos años antes, en 1966 había azotado la zona de lleno el Huracán Inés, considerado el último que ingresó por esta zona sur de Tamaulipas desde entonces.
Han pasado fenómenos posteriores, como“Beulah” en el mismo año, pero pese a estar por impactarse en el sur de Tamaulipas cambió hacía Matamoros y Texas; “Gilberto”, en 1988, que entró por San Fernando, o “Gertz”, en 1993, que de igual modo evadió la zona.
Con el paso de los años y habernos librado de varios huracanes han consolidado la leyenda, convirtiendo incluso playa Miramar en una zona de culto a los extraterrestres con varios negocios, figuras y referencias a estos seres llegados de otros mundos.
España
Sixto Paz pondrá a Almería en contacto con los extraterrestres
El experto, mundialmente conocido, estará en un taller los próximos 4, 5 y 6 de octubre en el camping La Caleta de Las Negras.
Por Fran Murcia
Sixto Paz pondrá a Almería en contacto con los extraterrestres.
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Vivir una experiencia de contacto extraterrestre podrá ser posible los próximos 4, 5 y 6 de octubre en el camping La Caleta en Las Negras. El encargado de guiar a los participantes será el mundialmente conocido Sixto Paz que ha vivido desde 1974 este tipo de comunicación con este tipo de seres.
Ángela Riera es la organizadora de esta cita y ya ha viajado con Sixto Paz en algunos de estos encuentros por lo que conoce a fondo este tipo de talleres. Hay 150 plazas y ya hay reservas de más de 120 personas. Acudirán personas de distintas partes del mundo como Bélgica, Alemania y Francia.
Sixto Paz ha viajado por 64 países de todo el mundo y llega a España para aterrizar en Almería, en primera instancia, y viajar posteriormente a Madrid y Andorra.
La organizadora señala que en el taller se realizan “meditaciones principalmente. Si solo se viene a ver el avistamiento, mejor que no venga. Todo depende de la energía que ponga el grupo. Tienen que venir con ganas de aprender, crecer por dentro, a nivel espiritual”.
Acudirán participantes de países como Bélgica, Francia y Alemania.
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Durante el taller entregarán cristales de cesio, que son proyecciones energéticas que corresponden aproximadamente a las vibraciones producidas por las cristalizaciones más pura de este metal. El objetivo es avistar una nave. Pero según explica Riera, “no va a ser cuando queramos”. Otro de los momentos más místicos sería la creación del xendra, que es un halo de luz que se forma para un contacto con ese ser y la comunicación es mental.
Sixto Paz es un autor y conferenciante sobre el fenómeno ovni y el contacto con extraterrestres desde el punto de vista científico y espiritual. Estudió Historia en la Universidad Católica del Perú y ha convocado a periodistas internacionales a avistamientos internacionales en multitud de ocasiones y algunos de ellos han corroborado este contacto extraterrestre.
Es autor de más de 20 libros en español y uno en inglés, entre los que destaca: Los guías extraterrestres, Contactos interdimensionales, El umbral secreto, Guardianes y vigilantes de mundos, Mensajeros del cosmos, El parto planetario, 2012 la cuenta regresiva...
Sixto Paz Wells, además de escritor, se dedica a la difusión de los mensajes recibidos de inteligencias extraterrestres a través de conferencias y seminarios a nivel internacional: Inglaterra, España, Alemania, Francia, Norteamérica, México, El Caribe, Sudamérica, Oceanía, África, Egipto...
Todo comenzó el 22 de enero de 1974 cuando acudió a una conferencia titulada La telepatía como transmisión de pensamiento a distancia, impartida por un médico miembro de la Sociedad Teosófica. Esa misma noche, después de un ejercicio de relajación profunda, el ufólogo (estudioso del fenómeno ovni) recibió junto a su madre y su hermana, un mensaje mediante escritura automática.
El mensaje que recibió esa noche era de un ser de nombre Oxalc proveniente de Ganímedes, con intención de establecer comunicación con algunos terrestres. Para apuntarse al encuentro en Las Negras, preguntad por Ángela Riera en el teléfono: 630454522.
Michio Kaku: "Traed algo la próxima vez que os abduzcan... no iréis a la cárcel por robar en una nave espacial"
El físico y divulgador estadounidense dice que no hay "evidencias sólidas" de señales de otros planetas. Afirma que los aliens no tienen interés en La Tierra: "No existe nada que pudieran querer saquear" Kaku fue el principal invitado en el Congreso Mundial de Ufología celebrado este fin de semana en Barcelona.
por Héctor M. Garrido
Michio Kaku, en un momento de la entrevista con 20minutos. HUGO FERNÁNDEZ
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Michio Kaku, cofundador de la teoría de las cuerdas, continuador del trabajo de Einstein sobre el campo unificado y profesor de física en la universidad de Nueva York, ha encontrado en la divulgación futurista un trampolín hacia la fama mundial. Este fin de semana acudió al Congreso Mundial de Ufología de Barcelona para explicar nuestro sitio en el universo. A sus 72 años viaja solo, soporta el jet lag para cruzar el océano y acude a las entrevista con traje impecable y deportivas con calcetines ejecutivos. Mucha comodidad, ante todo, para un evento que le lleva a verse con personas que aseguran tener contacto con extraterrestres.
¿Qué hace un científico como usted en un sitio como este?
Mire, la carga de la prueba estaba históricamente del lado de los creyentes en los ovnis. Se les decía: ¡pruébalo, dame evidencias tangibles de ese supuesto contacto, muéstramelo en vez de solo mirar al cielo y contarme historias!
¿No se supone que sigue siendo así?
No. Los pilotos militares están aportando evidencias que nosotros, los físicos, podemos medir con nuestros instrumentos, así que la carga de la prueba es ahora de los Gobiernos, deben demostrar que esas imágenes no son ciertas.
Y eso lo dice usted como científico...
¿Qué es la ciencia? La ciencia es intentar encontrar la ley natural en cosas que sean comprobables, reproducibles y refutables. Antes no existían evidencias que cumplieran estos tres parámetros. Era un 'tu palabra contra mi palabra'. ¿Dices que has visto algo en el cielo? Pues igual lo has visto... o igual no.
¿Está diciendo que hay pruebas de que existen los OVNIs?
Es que por primera vez tenemos evidencias que son comprobables. Tenemos ¿fotografías militares?, podemos calcular la velocidad de estos objetos, podemos decir que van de Mach-5 a Mach-20, es decir, de cinco a veinte veces la velocidad del sonido, mucho más de lo que puede alcanzar cualquier ¿avión? militar. Además esos objetos hacen zig-zag en el cielo, así que se puede medir su fuerza centrífuga. ¡Y bingo! La fuerza de esas maniobras destrozarían cualquier tejido humano, así que deben tratarse de algún artilugio mecánico. No puede haber un piloto dentro, su carne se despachurraría.
Entonces, ¿qué son esos objetos?
Eliminemos el 95% de los avistamientos y considerémoslos ecos de radio, meteoritos, anomalías meteorológicas, globos aerostáticos o meros bulos. Prescindamos de ellos. Pero del 5% restante es difícil prescindir porque se trata de pilotos que han visto algo a simple vista o con su radar. Tenemos imágenes de estas cosas. Y hay filmaciones. Esto cambia por completo la partida.
Pero usted es un físico...
Y nos gusta calcular cosas.
En este Congreso hay gente que dice que ha sido abducida y que ha contactado con aliens.
Seguro que las hay.
¿Y qué les contesta usted?
Que es una posibilidad. La otra posibilidad es que ellos sean los extraterrestres. Hemos catalogado ya más de 4.000 exoplanetas. Y uno de cada cinco de los que giran alrededor de una estrella en la Vía Láctea son parecidos a nuestra Tierra; eso significa miles de millones de planetas parecidos al nuestro. No podemos negar más la posibilidad de que existan civilizaciones extraterrestres y que quizás hayamos contactado con ellas. Soy físico. No me creo historias. Me fijo en números verificables.
Michio Kaku, en un momento de la entrevista. (HUGO FERNÁNDEZ)
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¿Por qué tendemos a pensar que contactaremos con seres más avanzados?
Las civilizaciones extraterrestres podrían ser de tres tipos. La tipo 1 sería una sociedad planetaria que controla la energía, la climatología, los terremotos, los volcanes. La tipo 2 sería estelar, capaz de controlar la energía de su estrella y viajar a otros planetas, como sucede en Star Trek y su federación interplanetaria. La tipo 3 sería galáctica, capaz de desplazarse por carreteras estelares y agujeros de gusano, productores de una energía billones de veces más intensa, parecida a lo que vemos a Star Wars. Si las visitas a nuestro planeta son reales, hablamos de una civilización de casi un millón de años más avanzada que la nuestra. Si nosotros avanzásemos un 3% cada año, llegaríamos a ser una civilización planetaria en cien años. Nos llevaría miles de años llegar a la tipo 2. Y cientos de miles, o un millón a ser de tipo 3.
Entonces los que nos visitasen...
... estarían miles de años por delante de nosotros, serían una civilización de tipo 2. No digo que existan, digo que es una posibilidad.
¿Y qué le decimos a los abducidos?
Yo tengo un consejo para ellos. La próxima vez que os abduzcan, robad algo. No me importa si es un clip de papel, un trozo del ADN de un alien o algo pilladode la basura. Lo que sea. Pero que traigan algo. No existe una ley que penalice robar algo de una civilización extranjera, no puedes ir a la cárcel por robar un clip en una nave espacial.
Hay quien dice que ya tenemos material de otras civilizaciones.
Muy bien, entonces pongámoslo debajo de un espectrógrafo para conocer su composición química. Yo he visto algunas muestras de esos objetos y no son concluyentes: un poco de magnesio y un poco de otras cosas. Queremos evidencias de tecnología extrarrestre. Un chip alienígena, por ejemplo. Así acabaríamos con el debate en ese mismo momento. De momento solo tenemos imágenes, pero no material que pueda ser llevado a un laboratorio. Yo todavía no he visto ninguna evidencias de ninguna civilización avanzada.
La respuesta a eso, por parte de los creyentes, es que ese chip existe... pero los Gobiernos lo ocultan.
El Ejército ha mentido en el pasado: lo sabemos en casos como el del Stealth Bomber que era casi invisible para el radar, cuando acabaron admitiendo que difundían historias sobre naves extraterrestres para cubrir los ejercicios de este bombardero militar. El Área 51 se creó precisamente para probar este tipo de aparatos.
Otros incluso dicen que el chip es una prueba viva de que los extraterrestres nos han entregado tecnología.
Y también que hemos pasado en pocos años de la tele en blanco y negro... a Internet. Mire, soy físico y conozco a los físicos que crearon Internet. El proceso que llevó a crearlo fue largo y doloroso, no nos lo dieron los alienígenas. De verdad, no tengo nada en contra de la gente que hace esas aseveraciones, solo digo que como físico y creo en cosas comprobables, reproducibles y refutables.
Que roben en la nave, vaya.
Exacto.
Michio Kaku, en la entrevista en el Congreso de Ufología de Barcelona. (HUGO FERNÁNDEZ)
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En su último libro dice que incluso si supiéramos que existen los extraterrestres, deberíamos evitar cualquier tipo de contacto con ellos porque podrían destruirnos, y no por maldad, sino porque no les importaríamos en absoluto. ¿No es usted un poco aguafiestas?
Como físico me gusta primero observar las cosas porque desconozco de primeras sus intenciones. Mi colega fallecido Stephen Hawking solía decir que debemos ser cuidadosos al intentar contactar con civilizaciones espaciales porque serian del tipo 1, 2 y 3, su tecnología nos llevaría miles de años de ventaja y no sabríamos cuáles pueden ser sus intenciones. Recuerde lo que le pasó a Moctezuma cuando conoció a Hernán Cortes...
A los españoles nos lo recuerdan a menudo, sí.
Un gran error. Moctezuma pensaba que Cortés era un dios, nunca había visto un caballo, ni la pólvora... y ya sabemos lo que sucedió. Por eso Hawking decía que debemos ser cautelosos. Puede que sean pacíficos, porque si son tecnológicamente tan avanzados probablemente hayan dejado atrás todas las riñas tribales y los fundamentalismos religiosos. Yo creo que sí, que serán pacíficos. Además, ¿qué podemos ofrecerles nosotros?
Quizás oro...
El oro no tiene ningún valor para una civilización extraterrestre. A los humanos nos gusta el amarillo, pero más allá de eso el oro es un metal inútil. La plata sería tecnológicamente más valiosa.
¿Y agua?
Tampoco, hay muchos trozos de hielo en el universo que podrían coger. No existe nada en nuestro planeta que los extraterrestres pudieran querer saquear.
¿Manejan los científicos alguna fecha estimada de un futuro contacto con otros seres inteligentes?
Tengo amigos físicos en el proyecto SETI (el Instituto para la Búsqueda de Vida Extraterrestre). Allí se estima que las primeros mensajes de una civilización extraterrestre los escucharemos de forma sigilosa, a escondidas, para tratar de descifrar su nivel tecnológico y si pertenecen a las civilizaciones 1, 2 o 3. Pero todavía no han encontrado ninguna evidencia sólida. Nada por ahora. Pero esos mismos expertos aseguran que encontraremos algo en este siglo...
En este siglo, ¿ya?
Mi amigo Seth Shostak -astrónomo del instituto SETI- dice que en unos 25 años recibiremos una señal que denote vida inteligente.
Michio Kaku, en un momento de la entrevista. (HUGO FERNÁNDEZ)
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¿Por qué tenemos esa necesidad de no sentirnos solos?
Ese sentimiento se llama evolución. La evolución es la supervivencia de los más aptos y estos son a menudo los organismos que buscan en los límites. Los que se recluyen en un area desaparecen cuando cambia el clima. Que los humanos hayamos sobrevivido es consecuencia de que exploráramos y abandonáramos el bosque. Nuestros antecesores se quedaron allí y se extinguieron. Hay un gen para la exploración... como lo hay para la religión, la magia y la superstición.
¿La religión se sentiría amenazada si se descubriese vida inteligente extraterrestre?
Creo que sí. Un monje del siglo XVI llamado Giordano Bruno fue quemado vivo en las calles de Roma por defender que existía vida en otros planetas. Fue el primero que murió en la hoguera por defender la existencia de civilizaciones en el universo. En nuestra época somos más sofisticados, ya no quemamos a los astrónomos por hablar de estos asuntos... pero el de Bruno es un ejemplo de cómo tememos lo desconocido. ¡Y con buen motivo! Nuestros ancestros no lo temían y acabaron mal.
Pero la religión también entra en ese terreno de "lo desconocido".
Es que creo que existe un "gen de Dios".
Explique eso.
Imagine que usted es un marciano vagando sobre la Tierra y estudiando todas las grandes religiones. Lo primero que notará es que todas las civilizaciones tienen una religión. Sin excepción. El marciano verá que casi todos los humanos adoran a un dios. Probablemente existe ese gen religioso, aunque no exista prueba de su existencia, precisamente por esa predisposición genética del ser humano a la superstición y la necesidad de una religión.
¿Cree que la reciente aceleración de la carrera espacial se debe a una necesidad urgente de salir de este planeta debido al cambio climático y a la escasez futura de recursos?
Posiblemente. Los dinosaurios no tenían un programa espacial y por eso no están aquí. Nosotros sí lo tenemos y no tenemos por qué ser aniquilados como ellos. No estoy diciendo que tengamos que llevar a la Tierra a la bancarrota por llegar a Marte, pero sí creo que deberíamos tener una póliza de seguro por si algo sale mal en la Tierra. Algunos quieren dejar la Tierra por la polución. Yo no lo creo así. Pero siempre es bueno tener un plan B en caso de que un meteoro impacte contra ella.
Un físico como usted... ¿cree en la vida después de la muerte?
En el sentido tradicional, no. Pero sí creo que la inmortalidad es posible. Hay dos tipos de inmortalidad, la genética y la digital. La segunda está avanzando muy rápidamente. Muchas empresas en Internet ofrecen digitalizarte para siempre recopilando tu huella digital, tu correo electrónico, tus fotos de Instagram, tus vídeos en YouTube. En cien años podremos digitalizar el cerebro y existirán individuos digitales que vivirán para siempre como almas digitales, sin carne y hueso, sino tu personalidad, tus sueños, tus deseos. Seremos incluso capaces de hablar con nuestros tatarabuelos.
¿Nos encontraremos con usted entonces dentro de cien años?
Sí... seguramente nos volveremos a ver en el ciberespacio.
Algo más frío y solitario que el espacio: así fue el congreso de ufología en Barcelona
Durante tres días, pasan ante el público perfiles dispares: desde personas escépticas y serias, que intentan demostrar que los extraterrestres existen, a perfectos charlatanes de feria.
por Juan Soto Ivars
El astrofísico Michio Kaku durante su ponencia en el congreso. Foto: Nacho Amela.
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En el hotel Hesperia Tower de Hospitalet, que es el único edificio de la comarca con un OVNI aparcado en la azotea, se celebró el fin de semana pasado el Congreso Mundial de Ufología. Durante tres días seguidos, abarrotaron la inmensa sala del hotel los asistentes. Por delante, de viernes a domingo, un sinfín de charlas y talleres con aroma extraterrestre. Uno se acerca a estas cosas acorazado de prejuicios, pero entre abducidos, soñadores, iluminados y oteadores de luces celestes, el programa traía un invitado inusual.
Era Michio Kaku. El Dr. Kaku es quizá el astrofísico más importante del planeta, padre de la teoría de cuerdas y aspirante al Premio Nobel. Me pregunté qué pintaba un reputado científico como él entre aficionados a la frase 'I want to belive'. ¿Acaso había enloquecido? ¿O quizás es que un descubrimiento relacionado con civilizaciones en estrellas remotas le había hecho elegir este congreso para comunicar al mundo la noticia? Durante los últimos años, los artículos sobre planetas habitables son cada vez más frecuentes en las revistas científicas. Si estábamos a las puertas de un descubrimiento, yo quería estar allí cuando las abrieran.
Asistentes al congreso adquiriendo los libros de Michio Kaku. Foto: Nacho Amela
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Esto es lo que creía que iba a encontrar en el congreso de OVNIs: panzudos pálidos de cuarenta y cinco años, vestidos con pantalones de pesca y camisetas de heavy metal, con melenas lacias colgando de la cabeza. Imaginaba gente con gorros divertidos, saludándose como en Star Trek o rompiendo en estertores con el puño debajo la camiseta. Pero lo que me encontré allí fue distinto. Algo mucho más extraño.
Marcianos hogareños
A simple vista, no hubieras podido distinguir al público de este congreso del de cualquier feria del sector de los alojamientos turísticos, los tejidos de importación o las bocas de riego. El ambiente era serio y funcional como una moqueta de oficina. Sin embargo, ya en la cola, buscando mi acreditación entre gente de aspecto dinámico y proactivo, rodeado por voluntarios ataviados con chillonas camisetas naranjas, oí cómo un señor le contaba a su acompañante que le habían abducido de nuevo, pero que no había conseguido que ELLOS le dijeran nada.
El abducido resultó ser un hombre de unos sesenta años, con pantalones chinos y un polo de Lacoste. La imagen del perfecto suegro. La mujer a la que comunicaba su abducción era tan normal como cualquier vecina. Ni siquiera llevaba el pelo teñido de colores estridentes. Allí nadie llevaba túnica. Esto fue, quizás, lo más raro de todo. El hombre seguía narrando su abducción y la mujer no daba muestras de asombro, asentía. Como si le hablasen del tiempo.
Asistentes al congreso de ufología contemplan las pinturas de extraterrestres. Foto: N. Amela
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Mientras esperaba a que arrancase la rueda de prensa eché un vistazo a los cuadros de una exposición. Según el folleto, el artista es un tipo que sólo puede pintar extraterrestres desde que unos alienígenas se lo llevaron a su nave. Dispuestos en un puñado de lienzos, había marcianos de color verde, con los ojos negros, pintados sobre fondos de colores cálidos y alegres. Fue un cuadro en particular el que capturó mi atención. Mostraba a una pareja de alienígenas de distinto sexo, a juzgar por la indumentaria, que parecían todavía más amables que los demás. Ella llevaba un vestido bonito y él una bata hogareña.
No era ninguna obra de arte: los trazos mostraban esa rudeza típica de los dibujos infantiles y los colores eran tan planos como los de la clase de plástica. Sin embargo, la imagen de esa pareja de marcianos hogareños tenía algo que me impedía dejar de mirar. No me pregunté quién serían esos seres, sino cuánta añoranza habría sentido el autor, durante su infancia, hacia sus padres. La clásica pregunta -¿estamos solos en el universo?- adquirió desde ese momento una dirección inusual. La sensación de moverme entre gente sola no me iba a abandonar en los tres días de congreso.
Seres de otra galaxia
“¿Estamos solos en la galaxia, o acompañados?”, cantaba Siniestro total, y ese “acompañados” daba a la clásica pregunta su única formulación correcta. La compañía, con su cara oscura, la soledad, es el tema de fondo que lo traspasa todo en este congreso. Las religiones convencionales tratan de dar una respuesta afirmativa a la misma pregunta que el culto a los extraterrestres. Los seres celestes pueden ser imprevisibles y caprichosos, incluso amenazantes, pero su presencia consuela a los solitarios. No tenemos claras sus intenciones, pero alguien nos visita sin que el timbre de casa suene jamás.
Es posible que no estemos solos en el universo, pero aquí estamos más solos que la una. Antonio Portugal, uno de los ponentes, es un boliviano de extremidades largas y huesudas. Me dice que ELLOS le han hablado siempre, desde que estaba en el vientre de su madre. Asegura ser uno de los elegidos para una complicada misión que le ha llevado, a lo largo de su vida, a conocer muchas personas. Los habitantes de la estrella Sirio le encomendaron traer el amor a la humanidad pero por el momento no parece haberlo logrado. Tiene un aire desvalido, como el de quien espera, sentado en la periferia oscura de la pista, que alguien lo saque a bailar.
Ilustraciones en un 'stand' en el congreso. Foto: N. Amela
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Saludo también a E., aparentemente una chica británica pero, en realidad, según cuenta ella misma, el vehículo corporal de una conciencia de luz llamada E., que la poseyó en 2013 cuando ella tenía diecinueve años. Me cuenta que esa presencia, E., la ayudó a superar su horrible depresión, y que ahora quiere usarla para curar a la gente. Su voz es optimista. No distinguirías su tono del de cualquier estudiante de posgrado que habla sobre su tesina, pero hay en ella algo más inquietante que su confesión. Cuando me alejo, se queda sola, descansando en un sillón con la cabeza sobre el respaldo, como si durmiera.
Por allí anda también Nick Pope, inadaptado como un ser de otra galaxia. Trabajó durante veinte años en el departamento del Ministerio de Defensa británico que se dedicaba a identificar objetos voladores misteriosos. Es, por tanto, la versión real del agente Mulder de Expediente X, y en su charla mostrará los documentos que él mismo escribió durante su estancia en el Ministerio. Describirá los extraños artefactos que flotaban en los noventa encima de bases militares, contará cómo lanzaban haces de luz, pero después enfadará a los asistentes: asegura que no tiene ninguna prueba de que sean, efectivamente, naves alienígenas.
Después de su charla, algunos hablan mal de él a sus espaldas. “Es un cobarde. Si sabe y no confiesa, es un fraude. Si no sabe, ¿para qué demonios lo traen aquí?” No hay un sentimiento que despierte tanta hostilidad como el deseo defraudado de creer que no estamos solos.
La revelación
Durante tres días, pasan ante el público los perfiles más dispares: desde personas escépticas y serias, obsesionadas con demostrar que los alienígenas nos visitan, pero poco amigas de los trucos de ilusionista, a perfectos charlatanes de feria como Xavier Pedro, un curandero de tres al cuarto que nos tortura en su taller de meditación. Entre el público me encuentro con la youtuber de divulgación científica Rocío Vidal, la gata de Schrödinger, que trata de esconderse del maligno organizador del evento, puesto que éste se ha propuesto a echarla. Demacrados y extenuados, nos dirigimos juntos a la gran conferencia. El Dr. Kaku está a punto de aparecer ante la muchedumbre.
Lo que sigue es una de charla TEDx de hora y media. El Dr. Kaku empieza hablando de sus libros, a la venta en los mostradores que hay fuera de la sala, y poco a poco se desliza desde la física teórica hacia el terreno de la ciencia ficción. Habla del avistamiento de una extraña nave, que zigzagueaba en el cielo una velocidad veinte veces superior a la del sonido, por parte de un piloto norteamericano: el primer caso ovni que ha aparecido en todos los telediarios de Estados Unidos. Hasta ahora, dice Kaku, el que decía ver un platillo volante tenía que demostrar que lo había visto; después de ese caso, en cambio, será el gobierno el que tenga que demostrar a la gente que lo que vieron no era una nave extraterrestre.
Cientos de personas escuchan al astrofísico durante su discurso. Foto: N. Amela
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Tras estas palabras, hay grandes esperanzas puestas en el público, pero el Dr. Kaku pasa entonces a teorizar, y en ciencia la teoría lleva, generalmente, a las decepciones. Se pregunta cómo podría ser una civilización extraterrestre que tuviera la habilidad para crear vehículos capaces de visitarnos. Divide a las hipotéticas civilizaciones galácticas en cuatro tipos, de los cuales nosotros ocupamos el más bajo, el cero, porque seguimos extrayendo la energía de las plantas muertas. Por encima de nosotros estarían las civilizaciones que aprovechan toda la energía de su planeta, más arriba las que exprimen toda la energía de su sol, y en la cima, reinando en el universo, las que aprovechan toda la energía de la galaxia: estas serían las únicas civilizaciones inmortales.
En este momento hay brillos de Navidad en los ojos de algunos asistentes, pero el científico los desmoraliza en el siguiente asalto. Para una civilización tan avanzada como para aprovechar toda la energía de su estrella o de su galaxia, ¿qué interés podríamos tener los humanos? ¿Para qué cansarse en un viaje tan largo si en esta apartada orilla estamos nosotros? ¿Qué provecho podrían sacar estos distinguidos elfos interespaciales de unos monos que todavía creen en Dios? No les interesarían nuestros recursos, porque el espacio está lleno de planetas con todo lo que aquí es escaso, ni tampoco nuestra personalidad, tan previsible y fanática. En sus propias palabras, lo que el Dr. Kaku dice es: ¿quién nos hemos creído que somos?
Algunos asistentes empiezan, entonces, a protestar murmurando. El interés por los seres de otra galaxia puede alimentarse de la curiosidad -¿cómo son?- o de la egolatría -¿me estarán viendo?-: el público está dividido. Kaku habla entonces del transhumanismo, a la manera de Harari, y de la posibilidad de convertir una conciencia humana en datos. Un par de tipos se levantan en la fila de delante y se largan. Kaku sigue: si se lograse transformar a los seres humanos en datos, entonces podría lanzarse a un viajero espacial, desprovisto de su cuerpo, a lomos de un rayo láser hasta el último confín del universo.
También hay sitio para los 'souvenirs' en el encuentro. Foto: N. Amela
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¿Podrían estar ya entre nosotros las conciencias de los extraterrestres de esta forma?, se pregunta. Pero esta clase de presencia etérea no es, desde luego, la que el público esperaba. A una conciencia invisible, subida a un rayo láser, no se la puede adorar, ni comprender, ni percibir. Hay cierta irritación a estas ideas en una parte del público, que se convierte en hostilidad cuando Michio Kaku pide entonces a los abducidos presentes que, por favor, la próxima vez que los lleven al platillo, hagan el favor de robar algo.
“Esto terminaría de un plumazo con el debate. Cualquier cosa. Un cabello. Un posavasos. Un bolígrafo. Robad lo que sea y la existencia de extraterrestres quedará demostrada”. Cuando su charla termina, el infinito vacío solitario del espacio parece pesar todavía más sobre el edificio del Hotel Hesperia Tower. Un hombre, antes de que Michio Kaku abandone el escenario, grita: “¡FALSO PROFETA!”
Y solos, como vinimos, vamos abandonando este lugar.
Descubren agua por primera vez en un exoplaneta potencialmente habitable
La supertierra K2-18b se ha convertido en el único mundo conocido fuera del sistema solar que tiene agua y temperaturas adecuadas para albergar vida. ¿Por qué es importante el hallazgo?
por Gonzalo López Sánchez
En la próxima década los astrónomos tendrán potentes telescopios para analizar las atmósferas de exoplanetas, los miles de millones de mundos que están en la órbita de las estrellas de la Vía Láctea. Gracias a eso, podrán estudiar su naturaleza y sugerir cuáles podrían albergar vida, tal como la que conocemos (de la que no sabemos nada no tenemos nada que decir). Esto es más importante de lo que parece: si tuviéramos un gemelo de la Tierra al alcance, nuestros instrumentos actuales serían incapaces de estudiar su atmósfera; podría haber un mundo con océanos y seres vivos ahí «al lado» y no seríamos conscientes de ello.
A pesar de las limitaciones de los instrumentos actuales, un equipo de investigadores acaba de descubrir agua en un mundo que tiene las temperaturas adecuadas para albergar vida. Por primera vez, han detectado vapor de agua en la atmósfera de un mundo rocoso que, además, resulta estar en la zona de habitabilidad de su estrella, la región en la que un planeta puede tener agua líquida en superficie. Se trata de K2-18b, una supertierra ocho veces más masiva que nuestro planeta situada a 110 años luz y que se ha convertido en el exoplaneta más prometedor en la búsqueda de planetas habitables. El descubrimiento se ha publicado en Nature Astronomy. Otro equipo de la universidad de Montreal (Canadá) ha realizado las mismas observaciones, que ha publicado en arXiv.
«Esta es la primera detección de vapor de agua en la atmósfera de un planeta que no es un gigante gaseoso», ha explicado Angelos Tsiaras, primer autor del estudio e investigador en el University College de Londres (Reino Unido). «Además es un planeta que está dentro de la zona habitable de su estrella, lo que quiere decir que puede tener agua líquida. Así que, ahora mismo, es el único planeta fuera del sistema solar que tiene la temperatura adecuada para soportar agua líquida, que tiene atmósfera y que, efectivamente, tiene vapor de agua».
Desde que se descubrió en 2015, K2-18b se convirtió en uno de los exoplanetas más prometedores para buscar huellas de agua en una atmósfera, pero este nuevo descubrimiento le sitúa como un objetivo prioritario para futuras observaciones con telescopios más potentes.
Otra representación de K2-18b - Alex Boersma
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No una «Tierra 2.0»
A pesar de esto, K2-18b está muy lejos de ser un hermano de la Tierra. Es el doble de grande y tiene ocho veces su masa, lo que le convierte en una supertierra. Además, está muy cerca de su estrella, de forma que solo tarda 33 días en completar una vuelta en torno a ella. Su «sol» es una enana roja, una estrella que tiene la mitad del tamaño del Sol, que es de color rojo y que bombardea la superficie de K2-18b con grandes dosis de rayos ultravioleta. En otros lugares, estas estrellas arrasan sus planetas con innumerables llamaradas estelares, aunque en esta ocasión este no parece ser el caso, según los investigadores.
«K2-18b no es una "Tierra 2.0", porque es significativamente más pesada y tiene una composición atmosférica distinta», ha incidido Tsiaras. «Sin embargo, nos ayuda a responder a una pregunta fundamental: ¿Es la Tierra única?».
Las tres atmósferas de la supertierra
Los investigadores usaron datos recogidos por el telescopio espacial Hubble entre 2016 y 2017 y los procesaron con un programa diseñado para la ocasión. Así, analizaron la huella dejada por la atmósfera del exoplaneta cuando era atravesada la luz de su estrella durante los tránsitos, los «eclipses» en los que el planeta se interpone entre la Tierra y la estrella. Con esta información, los científicos desarrollaron una serie de modelos informáticos según los cuales, K2-18b puede tener tres atmósferas distintas.
«Hay tres químicas atmosféricas posibles», ha explicado Ingo Waldmann, coautor del estudio. «Una muy dominada por agua, con algo de hidrógeno. Otra dominada por un gas transparente, posiblemente nitrógeno, y otra en la que hay nubes», ha dicho. «Todas ellas encajan igual de bien con los datos disponibles ahora, pero todas indican una alta abundancia de agua».
Incertidumbre rodeando a K2-18b
Y todavía hay más importantes incógnitas que desvelar. Los datos recogidos por los científicos sugieren que K2-18b podría ser un mundo rocoso con una extensa atmósfera, pero, tal como ha apuntado a ABC Enric Pallé, científico del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) experto en atmósferas, «K2-18b es una supertierra cogida con pinzas».
Según ha dicho, está muy cerca del límite superior a partir del cual se comienza a considerar un exoplaneta no como una tierra gigantesca, una supertierra, sino como un pequeño planeta gaseoso, un minineptuno. «Podría tener una envuelta gaseosa muy importante. Yo no le consideraría como un candidato a exoplaneta habitable, aunque es solo mi opinión y depende de las propiedades físicas que realmente tenga».
En todo caso, los autores han explicado que la densidad calculada para este mundo le aproxima más a un mundo rocoso que a un mundo gaseoso. De hecho, según sus cálculos, la densidad de K2-18b es similar a la de la Luna y Marte.
En busca de la atmósfera de un planeta vivo
Sea como sea, parece que estos enigmas no podrán resolverse, por el momento. El telescopio espacial Hubble, lanzado en 1996, ha llegado a su límite. Ha revelado incontables secretos del Universo y proporcionado increíbles imágenes del sistema solar, pero es incapaz de buscar la huella que dejarían en las atmósferas moléculas como el nitrógeno o el metano.
De hecho, tal como ha explicado Pallé, para encontrar una atmósfera compatible con la presencia de vida habría que «encontrar una atmósfera en desequilibrio, generado por la vida, con la presencia de oxígeno, agua y metano».
Los autores del estudio han resaltado la necesidad de observar K2-18b con nuevos instrumentos para poder ir más allá y saber cuál es la química y la estructura de su atmósfera, lo que es fundamental para entender la naturaleza de la superficie de este exoplaneta.
Instrumentos como el telescopio espacial James Webb, que la NASA lanzará en 2021, o la misión ARIEL, de la ESA, que analizará cientos de atmósferas planetarias a partir de 2028, serán fundamentales. Además, la nueva generación de observatorios gigantes terrestres, como el «Extremely Large Telescope», que se construye en Chile, o el «Thirty Meters Telescope», que se construirá en Hawái, si las protestas de algunos locales lo permiten, también serán revolucionarios.
Lo que está por venir
En relación con K2-18b, Waldmann ha apuntado que, «dado que se espera descubrir muchas supertierras en las próximas dos décadas, es probable que este sea el primer descubrimiento de muchos planetas potencialmente habitables». Y no solo porque las supertierras estén entre los planetas más abundantes de la galaxia, sino porque el sol que alumbra a K2-18b, una enana roja, es el tipo de estrella más frecuente en la galaxia.
Según Giovanna Tinetti, coautora del estudio e investigadora principal de la misión ARIEL, de la ESA: «Nuestro descubrimiento hace de K2-18b uno de los objetivos más interesantes para futuros estudios. Se han detectado unos 4.000 exoplanetas, pero no sabemos mucho sobre su composición o naturaleza. Pero, al observar una gran muestra de planetas, esperamos revelar los secretos de su química, formación y evolución».
Por eso, según Tsiaras, K2-18b es crucial para nuestra comprensión de los mundos habitables más allá del sistema solar y, para, finalmente, «situar la Tierra, nuestro único hogar, en la imagen del cosmos». El tiempo dirá también cuál es también el sitio que ocupa K2-18b, pero de momento, es el mundo que más requerimientos cumple para ser un mundo habitable.
Sorpresa entre los astrónomos
«No sabía que pudiéramos hacer algo así con el Hubble», ha confesado a ABC Enric Pallé, investigador en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), para referirse a la primera observación de vapor de agua en la atmósfera de un mundo rocoso. El motivo es que el vetusto telescopio espacial no está diseñado para esta tarea y su capacidad está muy al límite de lo necesario para poder observar algo así.
«Es muy emocionante», ha dicho en Sciencemagazine.org Nikku Madhusudhan, astrónomo de la Unviersidad de Cambridge (Reino Unido) no implicado en el estudio. «Nadie podría haber predicho esto hace un par de años».
Sin embargo, antes de que comience a entrar la próxima generación de telescopios, los científicos se las han apañado para «hackear» al Hubble y conseguir huellas de la atmósfera de un planeta por medio de un complejo software.
Aparte de la investigación publicada en Nature Astronomy, por parte de investigadores del University College de Londres, hoy mismo, científicos de la Universidad de Montreal han publicado un artículo en arXiv con las mismas observaciones.
¿Por qué es tan relevante?
La tecnología actual permite observar la atmósfera de planetas gaseosos muy grandes (como Júpiter o Neptuno) muy cerca de sus estrellas, pero no ver la de planetas rocosos, más pequeños y potencialmente habitables (la vida quizás podría desarrollarse en mundos gaseosos, pero de momento eso está fuera de la cuestión).
Analizar la atmósfera de exoplanetas es más difícil cuanto más pequeños son. Ahora, el próximo paso son las supertierras, que tienen un tamaño de hasta 2,5 radios terrestres. Ya se ha podido analizar la atmósfera de alguna de ellas, como GJ 1214b o 55 Cancri e, pero, o no hay rastro de rastro de gas o la cobertura de nubes es tan densa que no permite analizar su composición. Ahora, por primera vez, se ha podido detectar la presencia de moléculas (del importante vapor de agua) en una de estas atmósferas. Y encima se ha logrado en un mundo que está dentro de la zona habitable de su estrella.
Acaba de ser digitalizada por el Archivo Histórico de Revistas Argentinas
La historia de la revista de ciencia ficción "El Péndulo", a cuarenta años de su creación
La revista El Péndulo se convirtió en una de las más importantes del género de ciencia ficción, concebida para la difusión de autores locales, como Elvio Gandolfo, Pablo Capanna y Carlos Gardini, y un amplio abanico de extranjeros, de Ursula K. LeGuin a J.G. Ballard, Stanislaw Lem o Mario Levrero. Iba a salir en 1975 pero el Rodrigazo la postergó. En 1979, plena dictadura, apareció el primer número en ediciones de la Urraca. Los últimos cinco números llegarían en 1987. El Archivo Histórico de Revistas Argentinas acaba de digitalizar el catálogo completo. A cuarenta años de su irrupción, es un buen momento para reconstruir la historia de una revista que llegó a ser considerada la mejor publicación sobre ciencia ficción del mundo entero. Y que, en palabras de su creador, Marcial Souto, permitió a muchos lectores vivir de la imaginación en una época oscura.
Por Martín E. Graziano
Sentado en su oficina, Francisco “Paco” Porrúa tenía dos novelas sobre el escritorio y un trabajo por delante: elegir su próxima traducción. Exhaló profundamente. Se inclinó sobre la primera, apoyó la nariz y olió. Hizo una pausa breve y repitió la operación sobre la segunda. Pensó un par de segundos y, con aire triunfal, levantó la novela ganadora. En su foja de servicios, el fundador de Minotauro tenía la contratación de Cortázar y García Márquez para Sudamericana, de manera que Marcial Souto tomó nota. La lección de su maestro era casi zen: si alguna vez iba a fundar su revista de literatura, tendría que seguir su propio instinto. El olfato es el olfato.
Nacido en La Coruña durante 1947 y emigrado a Montevideo, Souto fue irradiado por los rayos gama de la ciencia ficción en una encrucijada fatal: entre las librerías de Tristán Narvaja, las malas traducciones de Nebulae y las páginas de la revista Minotauro. Poco a poco, empezó a incubar la idea de una revista. Sabía que en ese bunker se reunirían los créditos locales (Gandolfo, Capanna, Gardini) y que recibiría a todas las variables del género: desde el humanismo de Ursula K. Le Guin hasta la distopía ballardiana, pasando por la ciencia ficción dura, el mero fantasy y la distorsión kafkiana de Mario Levrero. No podía saber que su primer número se publicaría en plena dictadura, ni que dejaría una huella indeleble en miles de lectores que, décadas más tarde, atesorarían o perseguirían sus números perdidos entre la web y los pasillos de usados.
Si sus relatos proponían una serie de futuros posibles, El Péndulo establecería una suerte de meta-ciencia ficción: un podio marginal que, con el diario del lunes, se asimiló como parte del status quo. “La revista era, para bien o para mal, mi visión –dice Souto, cuarenta años después-. No había presupuesto ni tiempo ni equipo. Era un proyecto loco y pobre, que caminaba siempre por el borde del precipicio”.
Y el precipicio, en 1979, era el precipicio.
Marcial Souto. Foto de Silvio Fabrykant, 1983
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Persiguiendo una forma
“Conocí a Marcial en Montevideo, a través de Levrero –dice Gandolfo-. Levrero había vivido unos meses en mi casa de Rosario: la foto de contratapa de La Ciudad se la sacó mi hermano en el almacén de la esquina, contra un cartel de 7up. Así que fui a Uruguay invitado por la revista Los Huevos de Plata, en calidad de director de El Lagrimal Trifurca. Debe haber sido en el año 69. Era una época muy copada porque América Latina estaba llena de revistas, circulaba información y sentido del humor. Levrero había sacado La Ciudad en una editorial donde Marcial tenía una colección muy loca de ciencia ficción. Ahí lo conozco y pegamos onda enseguida. A su vez, una mina que le querían encajar se puso de novia conmigo y fue un fracaso total. Después terminé casándome con la primera mujer de Levrero”.
Tironeado por el matrimonio y una necesidad vital de migrar, Gandolfo se fue a vivir a Uruguay en 1970. En los bares o el célebre departamento de Levrero sobre la calle Soriano, se integró a un equipo improbable con personajes como Carlos Casacuberta, Jaime Poniachik y el propio Souto. Sin el horizonte de las dictaduras, todo parecía posible. Así, mientras intercambiaban manuscritos y juegos de ingenio, Souto viajó a Buenos Aires para recibir el encargo de su primera gran traducción: El hombre imposible, de Ballard. El trabajo no solo inauguró una larga relación con el escritor británico, sino también con Paco Porrúa.
En marzo de 1973, Souto se instaló definitivamente en Buenos Aires. No era el único emigrado del Uruguay. Con la primavera camporista en el aire, muchos actores de la cultura oriental fueron cruzando el Río de la Plata en busca de oportunidades. En el medio de esa Gestalt, Souto tramó una alianza estratégica con Poniachik y se acercó a Andrés Cascioli con el plan bajo la manga: una revista que, aprovechando el interés por la ciencia ficción y la literatura fantástica, publicara cuentos y artículos de autores argentinos y extranjeros. Cascioli, que entonces dirigía Chaupinela, no se lo pensó dos veces. Propuso un primer nombre (Teorema, rechazado porque ya existía una librería llamada así), un segundo nombre (El Péndulo) y dio luz verde para el número cero. En junio de 1975, cuando estaba a punto de entrar a imprenta, cayó la bomba del Rodrigazo. El Péndulo, como la revolución o el sueño de Acuario, se fue a dormir el sueño de los justos en un cajón de Ediciones De La Urraca. Souto no se dio por vencido.
En el preciso momento en el que el Proceso expandía sus tentáculos, la editorial especializada Andrómeda daba sus primeros pasos y el sello Orión se preparaba para lanzar su Revista de Ciencia Ficción y Fantasía. Tres números donde Souto se permitió traducir a Cordwainer Smith y publicar a su amigo Levrero. El cierre no acabó de desalentar al director ni al sello, que a mediados de 1978 volvieron a la carga con el único número de Entropía. “Paradójicamente, el hecho de que se considerara a la ciencia ficción como evasión contribuyó a preservarla de la censura –dice Pablo Capanna-. Muchos lectores hartos del best seller descubrieron los libros del género, pero tuvieron que hacerlo en las ediciones españolas, puesto que hasta Minotauro acababa de irse a Barcelona”.
“Seguramente había un ambiente propicio –concede Souto-. Parecía que todas las librerías se hubieran puesto de acuerdo para dedicar una mesa entera a los magníficos libros de Minotauro, que por primera vez había reeditado todo su fondo. Frente al aburrimiento y la pobreza cultural de la dictadura, creo que esos libros inteligentes y bien traducidos mejoraban un poco la vida a los lectores. Pero, mientras que un libro es un mundo cerrado, una revista es un mundo abierto”.
El 1 de junio de 1978, Ediciones De La Urraca puso en la calle el nº 1 de Humor Registrado. Propulsado por un staff notable y el ancla en el mundo de la historieta y la ilustración, la revista no solo sobrevivió a su primer año sino que formó una base nada desdeñable de lectores. Cascioli abrió el cajón de su escritorio y agarró el número cero de El Péndulo. Levantó el teléfono y llamó a Souto, que esta vez acudió sin Poniachik. Era el otoño de 1979. Le ofreció una contrapropuesta: un suplemento de Humor y Ciencia Ficción (la palabra humor era el anzuelo) que, si funcionaba razonablemente, podría independizarse como revista. De manera que, después de dos números publicados como suplemento en junio y julio de 1979, quedó el terreno allanado para El Péndulo.
La carrera fue pura negociación entre la revista sobria y enigmática de Souto y el desenfado expresionista de Cascioli. Así, mientras Souto editaba la nota central de Capanna y escogía los cuentos de Bradbury y Thomas M. Disch, Cascioli catalizaba algunos contenidos de Humor: una tira de Inodoro Pereyra, la saga sci-fi de Alfredo Grondona White, guiones de Guillermo Saccomanno, Las puertitas del Señor López, algunos adaptaciones de los Breccia y un artículo de Gloria Guerrero.
En septiembre de 1979, los kioscos de Buenos Aires exhibieron el primer número de El Péndulo. Aunque el material era de altísima calidad, algo no terminaba de cuajar. Los ensayos de Capanna (sobre Lem, sobre Ballard) y las críticas cinéfilas de Anibal Vinelli (sobre Alien, sobre La Guerra de las Galaxias) pulseaban con el tono satírico. Así, detrás de cada portada de Raúl Fortín, la revista era la tensión entre lo que quería ser y lo que podía ser. La fórmula terminó de desequilibrarse cuando, después de cuatro números, se hizo evidente que no había manera de trasladar los costos al precio de venta y Cascioli tuvo que bajar la persiana.
Para zanjar el vacío, se planificó una revista prosaicamente titulada como Ficción. Nunca llegó a buen puerto pero, en el lapso de ese año, Humor pasó de vender 40 mil ejemplares a 140 mil. La editorial, en ese parpadeo de doce meses, alcanzó un período de bonanza. “Andrés me llamó para decirme que teníamos la solución –recuerda Souto-. Miguel Grinberg acababa de lanzar el primer número de Mutantia, que Ediciones de la Urraca producía y distribuía. El formato, muy atractivo y ajustado a una medida de papel que resultaba relativamente barata, permitiría, entre otras cosas publicar lo que yo había pedido: cuentos largos con ilustraciones a toda página. Además, al estar encuadernada con lomo, tendría una sobrevida casi de libro”. Entonces sí: una revista con forma de libro. El mundo abierto escondido adentro del mundo cerrado.
Elvio Gandolfo.
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En la dieta macrobiótica de la contracultura argentina, la ciencia ficción tenía un lugar privilegiado. Mientras 2001: Odisea del espacio se transformaba en la Piedra Rosetta de una generación, las Crónicas Marcianas circulaban en el Parque Centenario y el Expreso Imaginario publicaba notas sobre Philip Dick o Vonnegut. “Dentro de MIA, había muchos interesados en esa literatura -dice Kike Sanzol, ilustrador y percusionista del colectivo de los Vitale-. Nosotros ya estábamos haciendo música con Nono Belvis: había pasado la parte del rock y nos habíamos metido con el jazz experimental. Por mi cuenta, exploraba las artes plásticas. Hacía las tapas de MIA y algunas cosas para afuera, pero más que nada trabajaba para mí. Hasta que empecé a trabajar con Cascioli y conocí a Marcial. Me encantó el proyecto de El Péndulo porque, desde muy chico, yo leía ciencia ficción. Cuando tenía diez años una tía me había regalado una caja llena con libros de Bradbury, Sturgeon y todo lo mejor del género, así que era un área bien conocida por mí”.
Sanzol y otros ilustradores como Fati o Nine se fueron acercando al proyecto. Asociada a Humor pero cada vez con mayor autonomía, El Péndulo comenzó a dibujar su propia órbita y en mayo de 1981 sacó el primer número de su segunda etapa. Carlos Gardini, Capanna y Gandolfo concentraron esfuerzos a su alrededor, pero nunca lograron poblar una redacción. “El Péndulo nunca llegó a tener un espacio propio, ni siquiera una silla –dice Souto-. Trabajaba sobre todo en mi casa y en bares, donde me encontraba con Gardini, que traducía buena parte del material, y con Capanna, a quien periódicamente entregaba un paquete grande de libros y le proponía una idea de nota. En poco más de una semana Pablo leía todo, lo multiplicaba por sus impresionantes conocimientos y escribía el artículo”.
La dinámica con los relatos era diferente. La revista fue estableciendo una relación cordial con tres o cuatro agentes literarios que se repartían buena parte de los autores predilectos del director y, para mantener el motor, ofertaba un monto de dinero por un paquete suculento de cuentos. Luego, a medida que se definía la grilla, repartía los textos entre los ilustradores. “Marcial me pasaba alguna idea, pero por lo general dejaba bien abierto el terreno –dice Sanzol-. Yo leía el cuento y hacía la ilustración. En esa época usaba tinta china, acrílicos, pasteles o tinta de bolígrafo. Los papeles eran papeles buenos, papeles Schoeller. Cuando estaba lista, la llevaba a la editorial. Normalmente, unos tres o cuatro dibujos por mes. Se trabajaba con tranquilidad y pagaban bien. Marcial era una persona serena y metódica. Aunque hubiera un montón de gente alrededor, procuraba buscar un lugar tranquilo para hablar. Cascioli, por otro lado, era más ansioso: una persona muy agitada. Todo el tiempo de acá para allá, todo el tiempo riéndose. Con pasión y mucho amor”.
Cada dos meses, Gandolfo enviaba desde Piriápolis sus “Crónicas terrestres”: una sección resbaladiza donde era capaz de conjugar episodios extraordinarios de la vida ordinaria con su paneo personalísimo de la literatura. “Yo soy muy bueno, y me jacto de eso, para crear formatos –apunta-. Vos tenés que tener una estructura donde, llegue lo que llegue, lo puedas tirar. Y para el caso de Péndulo, yo tenía toneladas de revistas yanquis: ‘voy a usar todo lo que sea raro’, me dije. Me mataba con gusto buscando la información y dándole una forma especial, sobre todo en los títulos hasta cierto punto inspirados en los Dubious Awards, una sección anual genial de la revista Esquire. Era consciente de que la sección tenía pegada, porque era divertida e imprevisible. Aparte de numerosos amigos ‘del palo’, recuerdo que un fan importante era Ricardo Piglia”.
Cuando la segunda época se acercaba a su primer aniversario, el director se sintió lo suficientemente confiado para hacer una propuesta audaz. Construir un número especial alrededor de El Lugar, la novela que llevaba más de una década inédita y se preparaba para cerrar la Trilogía Involuntaria de Levrero. Cascioli aceptó el convite pero, mientras se ponían a punto la entrevista y el ensayo que coronarían el especial, convocó a una reunión en su oficina. Durante la instancia de revisión, uno de los correctores señaló algunos pasajes que podían provocar la comezón de la moralidad. La censura, en enero de 1982, no era una abstracción. “Lo llamé a Levrero y estuvo de acuerdo con suprimir lo que se le pedía porque casi no afectaba al relato –recuerda Souto-; hasta me pareció que esa situación en cierto modo le hacía gracia”.
Lado B
Siempre a contramano. En enero de 1983, en el preciso momento en el que buena parte de los exiliados comenzaban a pisar el suelo de Ezeiza, Marcial Souto hizo las valijas rumbo a Barcelona. Paco Porrúa, que había recibido cada número de El Péndulo, lo esperaba con los brazos abiertos. Alentados por el reencuentro, planificaron una segunda vida para la revista Minotauro y una colección de autores rioplatenses. En mayo de 1983, lanzaron los dos proyectos en la Feria del Libro y reclutaron a buena parte del staff icónico de El Péndulo.
El monstruo de dos cabezas se abrió paso. A lo largo de tres años, aparecieron once números de Minotauro y unos nueve libros de la colección (el debut de Eduardo Abel Giménez, dos volúmenes de Gardini, Aguas salobres de Levrero, libros de Gorodischer y Ana María Shua, etc.) que todavía reclaman una reedición. Las réplicas de El Péndulo, mientras tanto, seguían moviendo la aguja. Durante sus estudios sobre el género, Gardini encontró una frase perdida en las páginas de Science fiction: An Illustrated Story del sueco Sam J. Lundwall: “El Péndulo es, sin duda, la mejor revista de ciencia ficción en contenido, presentación y diseño que se haya publicado jamás en cualquier sitio”. Enterado, Cascioli sintió un latigazo en la espalda de su orgullo y puso la máquina nuevamente en marcha. El envión, esta vez, tuvo menos margen para el carreteo.
Desde septiembre de 1986 y hasta mayo de 1987, se publicaron cinco números más que expandieron el universo de la revista. “La revista Humor, que tanto había crecido enfrentando la dictadura, dejó de ser tan necesaria y empezó a perder lectores –dice Souto-. La editorial no solo ganaba menos dinero sino que acumulaba pérdidas por algunos fracasos. En esa situación, El Péndulo era invisible, y murió de abandono. No recuerdo que me doliera. Quizá fue incluso una liberación. Además, empezaban a llegar nuevas emociones, como la hiperinflación".
Cuarenta años después de su lanzamiento, el radio de su influjo es inmedible. AHIRA (el Archivo Histórico de Revistas Argentinas) acaba de digitalizar el catálogo completo, sus números siguen circulando en el mercado de usados y buena parte de los autores y lectores del género dedican loas a su memoria del futuro. “Su aporte fue fundamental no solo en lo literario, sino en lo plástico –dice Gandolfo-. En lo personal, haber conocido a mucha gente de primer nivel y trabajar con ellos en un proyecto tan incitante. Aparte de las incontables charlas con Marcial Souto. Tanto con él como con el Tano Cascioli habría que hacer dos películas: ‘El ciudadano’, y ‘El ciudadano II: el lado B’, sin que tenga importancia quién estuviera en cada una de las dos. Si hubiera faltado cualquiera de los dos, la revista no hubiera salido”.
Apostado en Barcelona, Souto pone la mano sobre su frente y recorre la parábola de su criatura. “¿Aportes? –se pregunta, lacónico-. Ayudar a entretener, supongo, a miles de lectores en tiempos aburridos. Mostrar, con Los nuevos apócrifos de John Sladek, el lado magníficamente risible de una de las modas alentadas por la censura de la época: la proliferación de libros de aprovechadores y piantados dedicados a temas esotéricos, ovnis, la Atlántida, etc. Arrojar una semilla que no cesa: escritoras y escritores que admiro y que entonces estaban en la adolescencia o en la niñez, me han confesado que El Péndulo, encontrado en la biblioteca de sus padres, había sido fundamental para despertarles la pasión por la escritura. ¿Qué lugar me gusta pensar que ocupa? Ninguno: el placer, como el saber, no ocupa lugar. Los recuerdos personales de la época: sobre todo, conversaciones divertidas en un bar o por carta con personas inteligentes, viejos y nuevos amigos que, si han sobrevivido, lo siguen siendo hoy. Fue un gran privilegio, en una época tan oscura, poder vivir de la imaginación”.
Ya salió el número de septiembre de Phenomena Magazine en español
por Luis Emilio Annino
Está disponible el último número de la edición en español de Phenomena Magazine, una e-magazine dirigida por Darío Alberto Fernández. Se trata de la versión orientada hacia el público hispanoparlante de la revista electrónica británica del mismo nombre, fundada por Steve Mera. Con una temática centrada en lo paranormal, la ufología y los diversos enigmas y misterios que rodean a la Humanidad, presenta mensualmente las colaboraciones de estudiosos e investigadores que están interesados en la difusión y conocimiento de este tipo de información.
En esta oportunidad pude compartir un artículo titulado La mansión Kreischer de Staten Island está llena de actividad paranormal, en el que se trata sobre una vivienda situada en el Estado de Nueva York en donde se han registrado extraños incidentes, en un trasfondo que incluyen historias trágicas y violentas. Otros artículos de interés pueden consultarse en este último número de Phenomena. A continuación, el enlace de descarga directa y gratuita del número de septiembre de 2019 de Phenomena Magazine en Español.
Acceda simplemente haciendo clic aquí: http://www.mediafire.com/file/i38tef6rw332s2a/25-PMes_Septiembre_de_2019.pdf/file?fbclid=IwAR3bdvWry6gjRTolJk7OzxaIzGo_ZMR3gpoQHHfNaDkM4lpN4tOtlMshh64
Finalmente recordamos que nuestra convocatoria es para:
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"92do Café Ufológico de Mendoza: Día: Miércoles 25 de septiembre de 2019. Lugar: Café Five Stars - Lavalle 45 (Galería Independencia) - Ciudad de Mendoza. Horario: 19 hs. Participación libre".
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Esperamos contar con su participación.
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