Revista Siete Días Ilustrados
27.11.1972
Vida extraterrestre, parapsicología y teatro: Fabio Zerpa en la dimensión desconocida
Consagrado desde hace ya una década a la investigación sobre los tripulantes de los platos voladores, el popular actor ofrece un ciclo de conferencias destinado a probar la existencia de seres de otros planetas. A su juicio, muchos de ellos vivirían en la Tierra.
Hasta hace aproximadamente diez años, Fabio Zerpa (42, un hijo) era sólo un actor de reparto; su imagen aparecía esporádicamente en las revistas especializadas, se le atribuían romances con jóvenes del ambiente y, de vez en cuando, incursionaba en exitosas tiras televisivas. Una actividad que, si bien le reportó cierta popularidad, no bastaba para predecir un rápido ascenso hacia las resbaladizas cimas del estrellato. A todas luces el premio resultaba escaso para tantos esfuerzos: el entusiasta comediante había sacrificado una prometedora carrera de Derecho, y, asimismo, había renunciado a ejercer como profesor de Historia para consagrarse por entero al teatro, su absorbente pasión juvenil.
Quizás FZ no sospechaba que lo que en aquella época era apenas un hobby, acabaría por convertirse en un sólido trampolín hacia la fama que hasta entonces se le había negado. Guiado por lo que él mismo define como "una inquietud de carácter humano y cultural", en 1959 comenzó a acumular recortes de diarios y revistas que aludían a la presunta existencia de vida extraterrestre. Ávido por "buscar un poco los misterios de la humanidad", estudió Psicología y Sociología y devoró sistemáticamente cuanto libro cayó en sus manos, vinculado al inquietante tema de los seres de otros planetas.
Tan empeñosa labor empezaría a rendir frutos en la década del 60 cuando en los cielos vernáculos algunos ociosos creyeron empezar a ver extraños engendros luminosos que, de inmediato, fueron identificados con naves interespaciales provenientes de apartadas galaxias. Estimulado por la novedad, Zerpa resolvió salir a la palestra para defender, por cualquier medio de difusión que se pusiera a su alcance, la veracidad de esas afirmaciones. De esta forma, en 1964, bajo el esotérico título de El enigma de los OVNI, consiguió insertar una charla semanal de pocos minutos en un programa musical que, por Radio Libertad conducía Edgardo Suárez. Tal fue el éxito de esa constante prédica que, al año siguiente, la televisión le abrió sus puertas: Carrousel Femenino, una audición dirigida por Pinky, "fue la primera del mundo que consagró un espacio al apasionante tema de los platos voladores", asegura FZ.
A partir de esas experiencias, Zerpa fue relegando cada vez más su actividad teatral y, paulatinamente, su afición por los platos voladores se fue trasformando en una verdadera obsesión. En 1968 ofreció en el porteño Teatro Comedia un audiovisual compuesto por 300 diapositivas y realizó una serie de conferencias en universidades del interior del país. Hace un año organizó un ciclo de mesas redondas en el Teatro San Martín, y fue tal la repercusión obtenida que en más de una sesión hubo que colocar parlantes en el hall central dada la inusitada afluencia de público. Desde el lunes 6 de noviembre, y ya casi dedicado con exclusividad a su nuevo métier, FZ brinda una serie de cuatro conferencias —a razón de una por semana— en el Teatro Embassy, bajo la denominación general de Proyección y comunicación hacia la vida extraterrestre.
Hasta allí llegó un redactor de Siete Días para asistir a una de las charlas en que se divide el ciclo; dialogó con algunos de los concurrentes —entre otros testimonios obtuvo el de un hombre que asegura haber permanecido casi una hora en compañía de seres extraterrestres (ver recuadro)— y, a modo de culminación, conversó durante dos horas con Zerpa, el principal responsable del boom interplanetario.
Nuestros antepasados, ¿los marcianos?
El espectáculo al que tuvo oportunidad de asistir Siete Días pareció reconocer un único objetivo: inducir a los espectadores —oblaron doce pesos nuevos por cada entrada— a sospechar la presencia de seres de otros planetas en las civilizaciones antiguas, desde los solemnes egipcios hasta los comunitarios mayas de la península de Yucatán. La primera parte consistió en una prolongada charla de Marcelo Ambrosoni, un barbado colaborador de Zerpa que, por lo menos, tuvo la habilidad de limitarse a hacer una serie de insinuaciones, cuidándose muy bien de no asegurar absolutamente nada. Una prudencia que, sin embargo, no le impidió confundir impunemente al poeta español Garcilaso de la Vega con el Inca Garcilaso, o presumir que los célebres dibujos realizados con rocas y descubiertos en la desértica zona de Nazca, al Sur del Perú, podrían haber sido hechos por habitantes de otras galaxias de paso por la Tierra.
Concluida esta exposición, y tras un breve intervalo, Zerpa, apoyándose en una serie de diapositivas, comparó el dibujo hallado en una loza maya con la forma de una de las cápsulas espaciales arrojadas al espacio por los norteamericanos. La idea rectora era clara: tan llamativas serían las similitudes —al menos así las veía el conferenciante— que no quedaba otro remedio que pensar que lo que en realidad habían representado los mayas en esa loza era, precisamente, una nave interespacial. De esta forma, Zerpa acabó con una discusión que, desde hace años, mantienen los más conspicuos historiadores acerca de los primeros pobladores de América: éstos no serían sino seres extraterrestres.
El paso siguiente fue asombrar a los concurrentes —a esta altura se encontraban al borde del paroxismo— con los misterios matemáticos encerrados por la pirámide de Keops, en Egipto. De acuerdo con las insinuaciones de Zerpa —al igual que su colega evita sistemáticamente hacer afirmaciones contundente—, la monumental construcción podría también explicarse por la presencia de hombres de otros planetas en los predios faraónicos. Más aún, la célebre pirámide escondería una serie de heterogéneas predicciones destinadas a las generaciones venideras: según estos anuncios en esta década se incrementarán las guerras y los hombres usarán el pelo cada vez más largo, entre otras cosas. Como se ve, los extraterrestres, ya desde épocas remotas, habrían poseído la maravillosa facultad de conocer, con varios siglos de antelación, desde los más importantes acontecimientos hasta los más íntimos detalles vinculados al futuro acaecer de los humanos.
Por supuesto que las irregularidades metodológicas no parecen importar demasiado a los seguidores de Zerpa; son otros temas los que concitan su mayor preocupación: "Mi gran ambición —explicó a Siete Días Germán Guzmán (45), uno de los acólitos— es encontrarme con uno de esos marcianos chiquititos y orejudos; si vengo acá es porque el señor Zerpa me parece un hombre serio y estudioso de estos temas". En idéntico sentido se pronunció Claudio Rómulo Arellano (25), un joven que fue interceptado por Siete Días en el hall del Embassy: "Fabio Zerpa —expresó— es un hombre estudioso; además, ¿a quién se le puede ocurrir que una persona de su prestigio se vaya a quemar así como así y trasformarse en el hazmerreír de todo el mundo?"
"Yo no soy un ser extraterrestre"
Para dilucidar tales cuestiones, Siete Días dialogó extensamente con Zerpa poco antes de iniciarse el espectáculo. A continuación se trascriben los pasajes más salientes de esa entrevista.
—¿Cuál es, específicamente, la tarea a que se encuentra abocado?
—Estoy dedicado a la investigación de todos los casos de avistaje de platos voladores o contactos con seres extraterrestres que se producen en la Argentina. Al mismo tiempo, tratamos de divulgar lo más posible sobre el tema para que se produzca una apertura mental en la gente. Le aclaro, desde ya, que por platos voladores se entienden naves extraterrestres piloteadas o dirigidas por seres inteligentes de conformación antropomórfica.
—¿En que se basa para asegurar que los seres extraterrestres son parecidos a los humanos?
—A menudo la gente supone que los seres de otros planetas son de color verde, enanos o con orejas extrañísimas. Es que se confunde la ciencia-ficción con la ovnilogía. Nuestra certeza de que son similares a nosotros proviene de los muchos contactos que se han producido. En el mundo entero hay 537 casos de personas que aseguran haber observado seres extraterrestres. De esos casos se han dado como absolutamente ciertos 326. En base a esos testimonios, yo he compuesto una tipología que incluye nueve clases diferentes de seres extraterrestres. Curiosamente para cada uno de esos tipos existe algún caso en la Argentina. Eso nos da la prueba de que la clasificación es correcta y de que esos seres existen.
—¿Cuál es la metodología que utilizan en esas investigaciones?
—Nos basamos, exclusivamente, en pruebas testimoniales, documentos fotográficos o estudio de objetos dejados en la Tierra por esos seres.
—¿Cómo hace para determinar cuándo alguien está mintiendo?
—Mire, no es cuestión de creerle al primero que se aparece y le dice "yo vi un plato volador en mi casa y bajaron tres enanos". Acá los sometemos a un interrogatorio casi policial.
—¿Podría mencionar alguna de las preguntas que les hacen para verificar la certeza de esas visiones?
—Y... no. Porque si yo se lo dijera empezarían a aparecer miles y, como ya conocerían las respuestas correctas, no podríamos determinar si dicen o no la verdad.
—¿Cuáles son los casos más serios que se produjeron en el país?
—Sin duda, uno de los más comprobados es el caso Trancas, también llamado de la familia Moreno.
Es muy importante porque hubo seis testigos calificados.
—¿Qué son testigos calificados?
—Bueno, gente importante, de relieve intelectual. Fíjese que los testigos del caso Trancas, ocurrido el 21 de octubre de 1963, eran un ex intendente y su esposa. Además, estaban presentes las tres hijas del matrimonio, todas maestras, y dos de ellas casadas con militares argentinos. De modo que no se puede dudar de un testimonio de esa naturaleza.
—¿Qué vieron en aquella oportunidad?
—Siete OVNI. Uno de ellos, el más grande, medía seis metros y medio de diámetro y fue avistado por la familia a escasos treinta metros de la casa. En el interior pudieron observar pequeñas figuras negras que se movían activamente. Los restantes se encontraban apoyados sobre las vías del ferrocarril y alrededor de ellos se veían otros hombres trabajando. Estos estaban más lejos, de manera que no pudieron describirlos con precisión. Desde la nave salía un haz luminoso de gran potencia que apuntaba sucesivamente en distintas direcciones y luego retrocedía otra vez hacia la nave. Es probable que se tratara de una utilización muy avanzada, desconocida por nosotros, del rayo Láser. Cuando, después de 45 minutos, las naves se retiraron, cerca de las vías se encontraron pequeñas bolas blancas que, según los análisis posteriores tenían 96,58 por ciento de carbonato de calcio. En el lugar en que se posó la nave más grande, nunca volvió a crecer vegetación.
—¿Investigaron personalmente el fenómeno?
—Sí, nosotros llegamos 25 días después de sucedido el hecho. Y fíjese qué notable: poco antes de producirse el fenómeno, los perros bravos habían comenzado a aullar; durante la permanencia de los platos voladores permanecieron en silencio y cuando nosotros llegamos estaban todavía aullando. ¿Se da cuenta lo que es el miedo cósmico del animal?
—¿Alguna vez su actividad le deparó problemas?
—Jamás tuve problemas. Hasta he dado charlas en la Base Naval de Puerto Belgrano.
—¿Por qué cree que si existen tantas evidencias de la existencia de vida extraterrestre las autoridades regatean la información?
—Es claro que los gobiernos saben de la existencia de vida extraterrestre; pero pienso que si aceptaran totalmente el hecho, provocarían una especie de histeria colectiva. Por otra parte, aceptarlo significaría dar por tierra con la estantería de la ciencia...
—¿Por qué?
—Bueno, yo creo que eso lo explica bien Daniel Fry en El incidente de White Sands. Fry es un hombre que tuvo un contacto con un plato volador el 4 de junio de 1950. Entonces tuvo oportunidad de hablar brevemente con el piloto de la nave. Según su testimonio, el ser extraterrestre le dijo que nuestra ciencia actual se ha ido por las ramas en lugar de seguir por el tronco del árbol. Está claro: la ciencia está demasiado influenciada por cuestiones políticas, sociales y económicas. De ahí la resistencia de los científicos a dialogar sobre el tema.
—¿Alguna vez los científicos se negaron a conversar con usted?
—Por supuesto. Muchas veces he sido invitado con ellos a mesas redondas por televisión y se han negado a concurrir. Es que tienen miedo porque ya los he hecho bolsa muchas veces.
—¿De dónde cree que provienen los seres extraterrestres?
—Dudo que sean de nuestro sistema solar, pero pienso que podrían ser de nuestra galaxia. Nada se puede afirmar al respecto.
—¿Existe algún otro tipo de contactos con esos seres?
—Existen contactos de carácter parapsicológico que se hacen a través de la telepatía y la clarividencia. El problema es que resulta muy difícil comprobarlos. Pero nosotros creemos en esa posibilidad. Inclusive, hay cartas que fueron enviadas a investigadores de todo el mundo, presuntamente escritas por un grupo de seres extra-terrestres, pertenecientes a un planeta de nombre Ummo, que actualmente viviría en Berlín Occidental. Existen tres posibilidades al respecto: o es la obra de un loco genial que sabe mucho de Astronomía, o son verdaderas o, lo que a mi juicio es más probable, se trata de un grupo que quiere formar una élite, o una religión, o alguna secta neonazi.
—¿Es decir que admite la posibilidad de que haya entre los humanos seres de otros planetas?
—Por supuesto que lo admito.
—¿Pensó alguien que usted mismo podría ser uno de ellos?
—Mucha gente, pero soy bien terráqueo.
—¿Esto es un buen negocio para usted?
—Mi único negocio consiste en que me dedico a dos actividades que tienen gran fuerza espiritual: el teatro y esto.
Recuadro en la crónica
"Es como un cascabeleo en la nuca"
Entre los concurrentes a la serie de conferencias del teatro Embassy, Siete Días detectó a Gilberto Gregorio Coccioli (foto; 50, dos hijos), un pintor de obra que vive en Burzaco, en las adyacencias de Buenos Aires y que asegura haber dialogado amablemente, el 4 de octubre pasado, con un ser de otro planeta. Lo que sigue es el relato de esa experiencia tal como la narró el propio Coccioli, quien tuvo, además, la gentileza de dibujar al misterioso ser con que se comunicó esa noche:
Serían las tres y media de la mañana cuando escuché un ruido en el patio. Pensé que sería la perra que quería entrar y me levanté a buscarla. Cuando abrí la puerta, un rayo de luz muy potente me encandiló y perdí el conocimiento. Al despertar me encontraba en un cuarto metálico, rodeado por hombres de dos metros treinta de estatura y excesivamente flacos. Tenían todo el cuerpo cubierto con una tela de color verde oliva, y lo que más me llamo la atención fue el largo del mentón, que les llegaba hasta el pecho. Yo creía que había hablado con ellos, pero ahora me doy cuenta que se comunicaron conmigo a través de la telepatía. Me dijeron que no tuviera miedo porque no me iba a pasar nada. Tenían los ojos como nosotros, pero no se los pude ver porque les salía una luz muy potente.Después me sacaron sangre. Había también en la nave dos mujeres de Burzaco. Y se ve que esta gente tiene la propiedad de darle a uno más fuerza, porque... fíjese: me obligaron a acostarme con las dos en un término de media hora. Se da cuenta: a mí que a duras penas puedo hacerlo con mi mujer una vez por semana. Habré estado ahí adentro unos 40 minutos. Cuando me iba les pedí que me regalaran una piedrita muy linda que había sobre una mesa y ellos me la dieron. Ahora me he convertido en receptor de ellos. A veces siento un cascabeleo acá atrás, en la nuca, y sé que es que ellos me llaman para comunicarme algo telepáticamente. En realidad, los volví a ver una sola vez después de ese día, pero me he comunicado muchas veces con ellos. Me informan acerca de muchas cosas que yo no puedo revelar porque no me dejan. Le voy a decir una sola; ¿vio que ahora hablan de un planeta frío que se acerca a la Tierra? Bueno, en realidad, es el Sol. ¿Qué le parece? Y nosotros que pensábamos que era una masa caliente. Yo lo se porque ellos me lo dijeron...
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