El extraño caso de Néstor Urruti, transportado por extraterrestres desde Olavarría a su base bajo el mar
El camionero salió una madrugada de mayo de 1976 hacia Bolívar. Vio una luz y lo tragó “una nave como una ostra”. Quedó frente a un tablero con hipocampos mientras oía voces lejanas. Cuando volvió a su casa decía que seguía comunicándose con “ellos”.
Por Marcelo Metayer
Infografía: Natalia Comai de Agencia DIB |
“Un camionero sale a la ruta bajo las estrellas y se cruza con lo desconocido”. La frase resume el principio de muchas experiencias asociadas con OVNIs. Algunas han terminado haciéndose famosas, como el caso de Dionisio Llanca en 1973; otras han quedado opacadas o directamente no se habló más de ellas, como lo que contó Néstor Urruti que le sucedió una madrugada de mayo de 1976, en Olavarría. Su relato es uno de los más extraños que se conocen: seres que nunca vio, pero de dulce voz, lo sentaron frente a un tablero con símbolos y efigies de hipocampos, y él aseguraba que “ellos” estaban “debajo del mar”. “Hay cosas que aún no puedo contar”, decía. Mientras tanto, algunos investigadores aseguraron que todo pudo haber sido creado por la mente de Urruti en estado de shock, y otros contemporáneos sitúan su presunto encuentro como uno más en Olavarría, “tierra de humanoides”.
Néstor Urruti tenía 47 años cuando ocurrió todo. Era casado, con cuatro hijos. Vivía en Olavarría, en el centro de la provincia de Buenos Aires, y trabajaba en la agencia de automotores Mariano Acosta, concesionaria Fiat de esa localidad. Según se cuenta en la revista “Cuarta Dimensión” número 44, “el viernes 14 de mayo de 1976 Urruti se levantó a las 5.10 de la mañana y tomó algunos mates con su esposa”. Llegó a la agencia y a las 6.20 salió con el camión Mercedes Benz modelo 55 hacia Bolívar, donde debía entregar un tractor.
El conductor tomó la ruta 226 y “frente al puente de la ruta 226 que cruza la Avenida Pringles, se apagan las luces de unas 30 columnas de alumbrado a mercurio que lo circundan. También cesó la iluminación del camión”. Entonces apareció una intensa luz amarilla y violeta que “se cerró como una gigantesca ostra y Urruti se sintió tragado por ella”.
Relojes sin números
Según contó el hombre a los cronistas de “Cuarta Dimensión”, “me encontré de pronto ante un gran tablero en forma de herradura, de 3 a 4 metros, color verde. Sobre él había instrumentos parecidos a relojes, con agujas, pero sin números. En el centro vi un óvalo con dibujos de flores abiertas con los pétalos hacia adentro (…) En un costado del tablero hay un cilindro, con una cinta que trabaja hacia arriba y hacia abajo. A ambos lados, dos clases de triángulos; y al final de lo que parecía un instrumental, dos efigies de hipocampos, asentadas sobre el mismo tablero. Todo esto es de un color verde, como si estuviera bajo el agua”.
Luego contó que le colocaron una especie de casco. “No vi a ninguna persona o ser viviente, pero oí una voz, no puedo precisar si de hombre o mujer, que llegaba hasta mí en forma de eco, como lejana, me decían que me quedara tranquilo, que no me iba a pasar nada”, describió. Y agregó: “Estaba rodeado de una pantalla que dejaba ver agua, plantas, hipocampos”.
El ”tablero” que describió Néstor Urruti. (Cuarta Dimensión) |
A las 7.25 Urruti se encontró de nuevo en la agencia donde trabajaba. Dijo que no sabía cómo había llegado allí y la verdad es que nadie lo esperaba a esa hora. Gritaba y decía que tenía el cuerpo cortado. Lo llevaron a su casa pero enseguida su mujer lo trasladó al Hospital de Olavarría, donde quedó internado. Divagaba y murmuraba palabras como “camión”, “tablero”, “luces”, “casco”. El miércoles 19 le hicieron un encefalograma y el sábado 22, en un paralelismo con el ya citado caso de Llanca, le aplicaron pentotal. Bajo el efecto del “suero de la verdad” siguió repitiendo la misma historia.
“En el mar hay muchas cosas”
Varios meses después del suceso, cuando lo entrevistaron para la publicación dirigida por Fabio Zerpa, Urruti aseguró que “hablaba con ‘ellos’ por las noches”. Y las cosas que le transmitían eran impresionantes.
“Los veremos en gran cantidad en cualquier momento; los científicos de acá los van a estudiar a ellos, y a su vez ellos nos estudiarán a nosotros. Deben buscarlos en el Mar Caribe. En el mar hay muchas cosas; hay ciudades sumergidas; hay seres que viven de otra manera”, contó el camionero.
Con respecto al lugar donde se ocultan “ellos”, Urruti afirmó: “Hay dos entradas; los científicos tardarán de 10 a 15 años en localizarlas, entonces van a encontrar cosas muy hermosas, quizás encuentren cosas que se han perdido”. Así y todo, destacó que “hay cosas que todavía no tengo permiso de contar”.
“Relato contradictorio”
Un tiempo después de los redactores de “Cuarta Dimensión” llegaron a Olavarría Miguel A. Perrotta y Alan March, periodistas de la publicación que por entonces se oponía a la de Zerpa y decía proponer una ufología científica, “UFO Press”. En el resumen de casos de 1976 habían dicho sobre el de Urruti: “Posible mixtificación”. Para aclarar los tantos, fueron a hablar con el director del diario El Popular, Julio Pagano, quien les transmitió sus dudas sobre el asunto. Luego dialogaron con el médico que atendió al camionero y le inyectó el pentotal. Finalmente se entrevistaron con Urruti, quien les hizo un relato “contradictorio e inconsistente”.
Las conclusiones de Perrotta y March fueron que “el incidente se reduce a una fabulación”, pero no voluntaria por parte del camionero, ya que “una persona en estado de shock puede inventar y crear hechos y personas inexistentes”. “Suponemos que el hecho desencadenante del shock fue la refracción de la luz de los faros del camión sobre el banco de niebla que cubría la zona de Olavarría a la hora del pretendido ‘contacto’. Luego, inconscientemente, la mente del camionero creó todo lo demás”. “En suma, no existe ni una sola prueba, ni siquiera dudosa, de la veracidad de los hechos relatados por Urruti”, finalizaron.
“Seré libre”
¿Y entonces? El hecho, hoy en día, es poco recordado por los olavarrienses. Pero no por la Fundación Argentina de Ovnilogía, la agrupación dirigida por el platense Luis Burgos, donde ubican al caso de Urruti en el contexto de que Olavarría es “la zona nº 1 del país en apariciones de humanoides”, por encima de La Pampa, Córdoba y Entre Ríos.
“Después del encuentro que espero, seré un hombre libre. Quizás después no recuerde nada de todo esto”, había dicho Urruti a “Cuarta Dimensión”. Tal vez el camionero ya se haya fugado hacia las estrellas. Nunca lo sabremos.
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