Algo de historia
LOS FENOMENOS ANTROPOMORFOS DE SANTA ISABEL - NOTA II
FECHA: 27/9/72
LUGAR: Santa Isabel, Pcia. Córdoba, Argentina
SINTESIS: El joven Enrique Moreno conducía su motocarga dentro de la planta automotriz, cuando una figura muy alta y atlética, de cara angulosa y orejas en punta que se movía como un robot se le acercó caminando pesadamente, como si fuera a interponerse en su camino. Se verificaron alteraciones en el funcionamiento del vehículo y en el reloj pulsera del observador, quien sufrió una parálisis espástica.
LUGAR: Santa Isabel, Pcia. Córdoba, Argentina
SINTESIS: El joven Enrique Moreno conducía su motocarga dentro de la planta automotriz, cuando una figura muy alta y atlética, de cara angulosa y orejas en punta que se movía como un robot se le acercó caminando pesadamente, como si fuera a interponerse en su camino. Se verificaron alteraciones en el funcionamiento del vehículo y en el reloj pulsera del observador, quien sufrió una parálisis espástica.
I. SEGUNDO FENOMENO ANTROPOMORFO
El segundo episodio de esta serie de fenómenos antropomorfos de naturaleza desconocida se verificó seis días después del incidente Merlo, el cual -insistimos- no fue divulgado sino después de haberse conocido la producción de este otro hecho.
A nuestro criterio, la experiencia de su protagonista (señor Enrique Moreno) es quizá la más importante de todas, ya que presenta algunas características significativas que lo colocan a la cabeza de la casuística argentina sobre manifestaciones antropomorfas no identificadas.
1. Datos personales del testigo
El señor Enrique Moreno es un joven de 19 años de edad, que tiene cursado el segundo año del ciclo técnico y también el segundo de la Escuela de Suboficiales de Córdoba. Es empleado administrativo de Ika-Renault, en la Planta de Santa Isabel. Presta servicios hasta las 11.30 p.m. en el Departamento de Teletipos y distribuye la documentación interna de la empresa en una motocarga que le permite estrechar las distancias del complejo industrial (foto 4). Por expresa disposición de la empresa lleva consigo un libro diario en el que consigna la hora de cumplimentación de cada diligencia.
El señor Enrique Moreno
Es de baja estatura, delgado y de carácter introvertido, Cuando lo entrevistamos por primera vez el 14 de octubre de 1972, estaba aún fuertemente impresionado por los hechos que le tocó vivir.
2. Condiciones de observación
En la noche del 27 de setiembre de 1972 el joven Moreno salió de la Oficina de Guardia alrededor de las 10.30 p.m. y dejó después la documentación pertinente en la Oficina de Ingeniería (fig. 4). Habituado a la rutina, no oprimió la perilla de luz y depositó a oscuras -en una mesa- las planillas en cuestión. Súbitamente se prendieron y apagaron paralelamente las dos filas de tubos fluorescentes que existen en la sala principal de la oficina. La operación se repitió tres veces, sin que los tubos hubiesen parpadeado en lo más mínimo. Al apagarse las luces por última vez (todo el procesó duró apenas 15 segundos) escuchó durante unos segundos un ruido como de turbina. Al margen del inexplicable encendido de las luces, le llamó la atención el zumbido, toda vez que no existía en ese sector de la planta maquinaria alguna en funcionamiento. Y aún en el supuesto de que así hubiere sido, asegura que no hay en ella un implemento técnico susceptible de reproducir las características del ruido percibido.
Sintió algo de temor. Montó nuevamente en la motocarga y enfiló hacia el sector de depósito, atravesando una calle interna de aproximadamente 200 metros de extensión (fig. 4). Cumplimentada la tarea respectiva en este último sector, salió del mismo a las 11.13 p.m., intentando reproducir en sentido inverso el trayecto que le llevaría nuevamente a la Guardia.
Sorpresivamente divisó hacia su derecha -bastante lejos, y casi más allá de los suburbios de la planta- una suerte de arco iris que se había formado muy cerca de tierra.
Foto 4.-El testigo Moreno montado en su motocarga.
No dio mucha importancia al hecho y aceleró su motocarga en la dirección ya especificada, comenzando a repetir el trayecto anterior.
En esas circunstancias visualizó a unos 100 metros de distancia, sobre la margen derecha de la calle y a unos 10 metros del cordón, una figura verde-azulada que se desplazaba pesadamente y que le dio la impresión de que se le iba a cruzar en el camino. (En ese costado derecho, el terreno es completamente despejado, aunque tiene 0,50 m. de elevación con relación a la calle. En el borde de aquél y a lo largo de unos 100 metros de extensión estaban dispuestos unos chassis que iban a exportarse a Chile).
El señor Moreno pensó en un operario (éstos utilizan mamelucos verdes), especulando también con la posibilidad de que el detalle brillante que se apreciaba en él estuviese motivado por la incidencia de la luz a gas de mercurio que existe en las inmediaciones. Pero le llamó le atención la talla desmesurada de esa persona, al punto que creyó que estaba por gastarle una broma, trepada en zancos.
Cuando estaba a unos 30 metros de proximidad (foto 5) la figura giró el torso hacia él, arrastrando en tal movimiento la cabeza y los brazos, cual si éstos fuesen miembros inanimados, adheridos fijamente a aquél. Paralelamente el caño de escape de la motocarga produjo un disparo y -enseguida- el vehículo comenzó a sacudirse, disminuyendo las revoluciones del motor y denotando éste "desinfIarse" rápidamente. Puso la segunda velocidad, pero la motocarga avanzó lentamente y se detuvo inexplicablemente frente a la entidad, la que se encontraba en medio de los chassis. Por ese motivo sólo fue visible de la cintura para arriba. La foto 6 muestra el lugar en que se detuvo el vehículo (indicado en la emergencia por el autor de este artículo) y la posición del fenómeno, señalada por el propio señor Moreno. (El motor no se detuvo nunca. Funcionó a muy baja revolución; pero las ruedas estaban como "clavadas" sin desplazamiento alguno).
Fig. 4. Plano del sector de depósito en la observación de Moreno.
3. Descripción de la entidad
De porte atlético y talla superior a los dos metros. (En la reconstrucción determinamos entre 2,30 y 2,40 metros). Rostro anguloso, recortado a planos y de color blanco o verde muy claro. (El testigo ignora si este último detalle era real o se debía al reflejo tonal de la vestimenta). Sin cabellos, con orejas que sobrepasaban el cráneo; ojos brillantes y redondos, como si se tratara de dos bombitas de luz amarilla; no tenía párpados, pestañas ni cejas; boca como una línea recta y fina; pirámide nasal perfecta, sin carnosidades, como si hubiese sido modelada. Daba la impresión de no ser una entidad viviente, sino mecánica.
Fig. 5. La entidad según descripción del testigo Moreno.
La vestimenta consistía en un buzo enterizo verde-azulado, de apariencia plástica y de aspecto luminiscente. Tenía un cinturón ancho, plateado, con una hebilla grande y ovalada del mismo color. En la cintura derecha existía una pequeña protuberancia, como una cartuchera. Los chassis le impidieron apreciar las características de las extremidades inferiores (Ver fig. 5 y fotos 7 y 8, que reproducen él frente y perfil de la entidad, según un busto modelado por un hermano del autor, don Luis E. Galíndez).
4. Efectos que caracterizaron la observación
a) A partir de los 30 metros de distancia y a medida que la motocarga se aproximaba al punto de ubicación de la entidad, el señor Moreno comenzó a experimentar un insoportable zumbido en sus oídos, al punto que éstos quedaron como tapados o apunados (efecto que subsiste hasta que se aleja del lugar del fenómeno);
b) Paralelamente a la verificación del efecto precedente, ganó todo su cuerpo un curioso hormigueo, que también persistió hasta su apartamiento del área de la manifestación antropomorfa;
Foto 5. El Sr. Moreno durante la entrevista.
c) Sus extremidades superiores e inferiores sufrieron una parálisis espástica, caracterizada por la inmovilidad de las mismas (salvo la cabeza), como si de pronto hubiese perdido por completo su vitalidad habitual. Pese a ello, no tuvo inconvenientes en mantener la posición que traía en el vehículo;
d) La zona de producción del fenómeno estaba muy caliente, pese a que la noche era bastante fresca;
e) En el ambiente flotaba un olor a aceite quemado.
f) Sintió posteriormente sequedad en la boca y una sensación de náuseas, que subsistirá por espacio de 24 horas;
g) Localización de un dolor en la nuca, en los brazos y en los dorsales, efectos éstos que persistían al tiempo de nuestra primera entrevista;
h) Ardor en la vista, seguido de un lagrimeo intermitente (efecto que perduró tres días)
Foto 6. Lugar exacto donde tuvo lugar de la observación.
5. Alternativas posteriores a la observación
a) El señor Moreno piensa que no estuvo más de 30 segundos frente a la entidad, no advirtiendo que ésta realizara movimiento alguno durante el encuentro. (Salvo el giro de 45 grados, ya apuntado). Súbitamente la motocarga salió disparada hacia la izquierda, sin que él haya podido controlarla y como impulsada por una fuerza desconocida. (Si se estudia la figura 4 se notará que a la izquierda de la callejuela está emplazada la planta de montaje, una de cuyas puertas se encuentra precisamente a sólo 7 metros del lugar en que se encontraba Moreno). El vehículo, no bien superó ese acceso, dio un salto brusco volviendo el motor a funcionar normalmente. Pese a ello, el señor Moreno sostiene no haber podido dominar enteramente la máquina, toda vez que aún se encontraba embotado por los efectos del fenómeno. No recuerda haber accionado los controles para dirigirla, por lo que piensa que, o bien él maniobro la unidad instintivamente, o bien ésta dobló las cuatro curvas de la calle interior del hangar (fig. 4), bajo los efectos de una fuerza desconocida. La velocidad límite allí (hay carteles indicativos) es de 5 km./horarios. Sin embargo, nos acotó que el vehículo se desplazó a unos 50 km./horarios, al extremo que al superar la última de las curvas estuvo a punto de volcar. Al llegar a la Guardia casi embistió las barreras de seguridad, lo que le valió una inmediata reprimenda verbal de parte de uno de sus integrantes.
Paralelamente a su arribo escuchó la sirena de salida, que suena exactamente a las 11.30 p.m. Su reloj pulsera -en cambio-, marcaba las 11.13 p.m. y se encontraba detenido. El señor Moreno acrecentó su asombro al certificar en la Guardia que -efectivamente- eran las 11.30 p.m. No acierta a explicarse cómo pudo haber estado 17 minutos frente al fenómeno, ya que está completamente seguro de no haber perdido el conocimiento en ningún momento.
Foto 7 . Busto del ser observado. Según modelación de Luis Galíndez.
(En la reconstrucción del hecho determinamos que si el señor Moreno realmente partió del sector de depósitos a las 11.13 p.m., el trayecto que realizó desde allí hasta la Guardia -incluyendo su detención frente a la entidad por espacio de 30 segundos- no le habría demandado más de 3 minutos. Vale decir, que su hora de arribo al citado punto terminal tendría que haberse producido alrededor de las 11.16 p.m.). Sobre el particular, queda planteado un importante interrogante acerca de un eventual estado amnésico de 17 minutos en el testimoniante, y probablemente rescatable al conocimiento general, por conducto de una futura regresión hipnótica;
b) La Guardia -interiorizada del incidente- se apersonó inmediatamente al sector de visualización de la entidad, pero no encontró rastros de ella. Tampoco percibió el olor notado por Moreno ni comprobó la existencia de calidez alguna en el área.
Sin embargo, detrás de los chassis -y casi correspondiendo a la posición que habría ocupado el fenómeno- el señor Moreno dice que constató la presencia en el terreno de dos huellas rectangulares de unos 0,20 por 0,40 m. Allí la tierra estaba caliente; las marcas denotaban una depresión de 2 centímetros con relación al suelo (que es bastante consistente en razón de su mezcla con aceite); dentro de ellas había partículas luminiscentes, como mica. Llamada la Guardia a certificar el descubrimiento, uno de sus integrantes restó importancia al hecho reprochándole a Moreno estar viendo visiones, y con el pie derecho removió a desgano el perímetro, acotando paralelamente que es muy común encontrar en ese terreno partículas de mica.
Foto 8. Idem.
c) El Sr. Moreno -mientras era blanco de chanzas por parte de quienes le acompañaban en la emergencia, y que ponían en tela de juicio su observación- comenzó a notar que se agudizaba su estado nauseabundo, haciéndose intolerables los dolores en la nuca, brazos y dorsales. Las sienes le palpitaban.
Fue conducido rápidamente a la clínica interna de la empresa, en donde se constató que su tensión había descendido a 7. Allí perdió el conocimiento.
Cuando volvió en sí, y recuperado parcialmente como consecuencia de la inoculación de sedativos, fue conducido en una ambulancia hasta su casa. En un estado marginal, casi de semi-inconsciencia, pasó por su mente con sugestiva reiteración una serie de palabras y números que no recordará posteriormente con precisión. Pero no olvidó expresiones como "coordenadas" "latitud" "longitud", "18". Ignora si las mismas conforman algún resabio del episodio vivido;
d) Ya en los accesos a la ciudad de Córdoba, el señor Moreno pidió a los conductores de la ambulancia que le acercaran hasta la casa de su novia. (El mismo protagonista no cejó después en subrayarnos su sorpresa por este comportamiento suyo).
La señorita Elba del Valle Céliz, 18 años, nos confirmó que alrededor de las 0.30 a.m. el joven Moreno llegó hasta su domicilio particular, repitiendo permanentemente haber visto en Ika-Renault una entidad de aspecto mecánico, como un robot. Lo notó muy nervioso y pálido. Se asustó al verlo así. Para su extrañeza, le pidió le permitiera recostarse unos minutos en un sillón, a lo que accedió. Cayó rápidamente en sueños, advirtiendo que temblaba y se movía nerviosamente en el aposento, como si estuviere siendo presa de fuertes convulsiones. Lo despertó preocupada. El señor Moreno bebió un vaso de agua, se disculpó por lo ocurrido y se despidió de su novia;
e) Al día siguiente (28 de setiembre), y reintegrado nuevamente a sus tareas nocturnas en la fábrica, vivió otra experiencia análoga que nos relató en estos términos:
A las 10.30 p.m., tras realizar unas tareas en una oficina contigua al sector de teletipos, se dirigió a esta última dependencia con miras a recoger unos implementos de trabajo. Mientras lo hacía, tuvo la súbita impresión de que alguien lo observaba. Dirigió rápidamente su mirada hacia una ventana que da hacia un descampado (ver sector N° 1 en la fig. 6), y advirtió que a sólo 3 metros de ésta se encontraba -de frente- la misma entidad de la noche anterior. Paralelamente los tubos fluorescentes se prendieron y apagaron de manera análoga a lo sucedido en la Sala de Ingeniería. Un suave zumbido como de turbina inundó el ambiente. Las teletipos se encendieron. Presa de particular sobresalto, el señor Moreno corrió hacia la Guardia, intentó superar las barreras de contención clamando la necesidad de que alguien lo acompañase a certificar la presencia del intruso. (Ver sector N° 2 en la fig. 6). Uno de los guardias le tomó de un brazo y le manifestó seriamente que se serenase, atento que su obsesión por probar su presunta experiencia le hacía ver visiones que terminarían por enloquecerlo. Le invitó a compartir el café con el resto de los guardias, quienes le expresaron que -para su tranquilidad- no divulgarían este otro supuesto episodio ya que su conocimiento por parte de la Superioridad podría poner aún más en tela de juicio el estado de su salud mental. (Ya se le había iniciado un sumario interno con motivo de la denuncia formulada en ocasión de la observación de la noche anterior);
f) El 16 de octubre de 1972 el notable psicómetra cordobés Enrique Marchesini (indudablemente el más grande paragnóstico argentino), al solo contacto de los yemas de sus dedos con una prenda del señor Moreno, nos dijo que el paciente era una persona que padecía un fuerte shock nervioso como consecuencia de una singular experiencia (no proporcionó detalles sobre la naturaleza de la misma), que le había impresionado vivamente. Recomendó mucho descanso y serenidad, añadiendo que el afectado era "un sujeto sincero en sus manifestaciones".
No dio otros pormenores del hecho. (Va de suyo que no se le suministró al señor Marchesini detalle alguno concemiente al motivo de la consulta en cuestión).
g) El análisis del reloj pulsera del señor Moreno marca "Orient" determinó que se encontraba altamente magnetizado. El técnico que tuvo a su cargo la desmagnetización -sin conocer el origen de la misma- se lamentó de que un reloj tan valioso hubiese sido objeto de la experimentación descontrolada de algún curioso.
6. Análisis comparativo
a) Caso de Villa Santina: El señor Moreno no encontró ninguna semejanza. (Recuérdese que para el señor Merlo, la analogía estaba dada en las características de los labios).
b) Caso de Hopkinsville: Las orejas le resultaban algo parecidas, especialmente por sus dimensiones. El resto de la entidad no guarda relación alguna con el fenómeno de Santa Isabel;
c) Moais de la Isla de Pascua: El testigo encontró una sorprendente correspondencia entre las manifestaciones de Santa Isabel y la foto de un "moais" de la Isla de Pascua (ver foto 9. Cotejarla con las fotos 7 y 8).
Foto 9. "Moais" de la Isla de Pascua.
7. Consideraciones sobre el incidente Moreno
a) A propósito del Efecto EM producido en la motocarga en que se conducía el se ñor Moreno, resulta conveniente subrayar que la Universidad de Colorado -al adelantar una probable explicación del fenómeno- descartó la posibilidad de que los OVNIs ionizaran de algún modo el aire, al punto de que la normal combustión interna de un vehículo se viere obstaculizada. "Esto es considerado improbable -concluyó Roy Craig en el informe- porque no son reportados efectos fisiológicos o físicos concomitantes que pudieran ser causados por tal ionización". (6)
Los efectos acusados por el señor Moreno entendemos que cuestionan abiertamente el juicio de Colorado, y abren una interesante posibilidad a la interpretación del efecto EM como una secuela de la ionización del área de producción del fenómeno.
Pero aún dentro de la hipótesis que finca la manifestación de esos efectos en la acción de campos magnéticos ligados a los OVNIs, nos remitimos -por su importancia- a dos trabajos del doctor Bernard E. Finch referidos a las derivaciones sico-fisiológicas de la exposición humana a un campo de fuerza. (7) Creemos que los efectos denunciados por Moreno encajan dentro de una u otra perspectiva:
b) El súbito salto que da la motocarga al trasponer el acceso del hangar, con la consiguiente normalización del motor, sugiere la posibilidad de que los elementos constitutivos del mismo (hormigón armado, chapas de zinc) hubiesen servido de aislantes del campo de fuerza generado por el fenómeno.
Fig. 6. Plano de la segunda observación de Moreno.
c) El encendido y corte de luz de los tubos fluorescentes de las salas de Ingeniería y Teletipos -en forma simultánea, sin intermitencias y sin el contacto eléctrico ordinario- inducen a pensar en la existencia de una alta dosis de electricidad ambiental en el área de verificación de esos fenómenos.
CITAS BIBLIOGRAFICAS
6. "Scientific Study of UFOs", Bantam Books, New York .1969, p. 101.
7. Finch B.E. "Beware the Saucers", FSR, enero-febrero 1966, p. 4. "Comment on the Valensole affair", idem, p. 14.
7. Finch B.E. "Beware the Saucers", FSR, enero-febrero 1966, p. 4. "Comment on the Valensole affair", idem, p. 14.
Autor: Dr. Oscar A. Galíndez
Fuente: Revista "Ovnis, un desafío a la ciencia", N° 3, set.-oct. 1974, Ed. CADIU, Córdoba, Argentina.
http://mitosdelmilenio.com.ar/mytoCAAB.htm
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