miércoles, 13 de octubre de 2010

La experiencia de abducción o el camino al origen (Segunda parte)



Dr. Roberto Banchs
Doctor en Psicología
Buenos Aires - Argentina


La matriz cultural


El tema de las abducciones y el empleo de las "regresiones hipnóticas" comenzarían a propagarse a niveles populares recién en 1966, cuando se publicó el famoso incidente norteamericano protagonizado en 1961 por Barney y Betty Hill, y el de Antonio Villas Boas, ocurrido en 1957 en Brasil, cuyos pormenores se difundieron años después. Ellos habrían servido de clisé para otras historias, representando variaciones de grado o tono respecto a estos relatos. Y junto a las experiencias (o precediéndolas) se sumaron las regresiones hipnóticas, bajo el supuesto que los testigos guardaban algo en su memoria que sólo podía ser revelado en las sesiones. 

Claro está que sobre el caso narrado por los Hill, no parece haberse tenido muy en cuenta que para el Dr. Benjamín Simon, quien trató bajo hipnosis al matrimonio, el episodio habría sido una fantasía elaborada por Betty y transmitida a Barney (1). En fecha más reciente, el investigador Martin Kottmeyer avanzó sobre esta pista y halló que las raíces de la historia narrada -suponemos que a modo de restos diurnos- habrían de situarse en la consagrada serie televisiva "The outer limits" (Rumbo a lo desconocido). 

Por lo expuesto, es factible pensar que la angustia emergente de la situación vital que aquejaba a la pareja, llevándola a pedir asistencia psicoterapéutica, haya podido ligarse a una representación imaginaria. En ella parecen recrearse en forma enmascarada problemáticas y conflictos subyacentes, con la apariencia de un secuestro y examen por extraterrestres. Justamente, la posibilidad de desarrollar o desenvolver esta novela bajo tratamiento, ha permitido que se produzca dicha ligadura, atenuando así la presión e incertidumbre que los llevó a consulta.

En el extenso historial analizado de casos referido a encuentros y secuestros por parte de alienígenas, hemos podido hallar frecuentemente lo que podríamos dar en llamar percepciones interiores de cosas proyectadas al exterior. Narraciones extraterrestres, de lo que en realidad es intrahumano. Y como es sabido que los ovnis además de verse, se "sueñan", los mismos irrumpen, entonces, como parte de algo transfenoménico y hasta estructural del sujeto. Estos relatos son de singular importancia, pues, a lo extraño de su contenido, los mismos suelen responder a idénticos mecanismos del sueño, y a otras producciones que tienen su origen en el inconsciente.

Como en los sueños, existen otras fantasías conscientes e inconscientes, diurnas y nocturnas, que no son otra cosa que realización de deseos, de contenidos que han hallado una forma encubierta de emerger a la consciencia.

Hay episodios con un alto contenido simbólico que, evidentemente, guardan una estrecha relación con la vida de los testigos y su entorno. Historias tomadas de los núcleos profundos de la psique y del contexto vital más cercano, pero a la vez, muy lejanas en el tiempo.

Basándose en la inconsistencia y en la abundancia de detalles absurdos de muchos de los relatos, algunos ufólogos han llegado a pensar que a los testigos se les ha implantado una historia más o menos verosímil para ocultar los verdaderos propósitos de sus raptores. De manera más general, hay quienes decididamente se oponen a creer en la versión literal de las abducciones, rechazándola de plano, por considerarla de una ingenuidad pasmosa.

No obstante, sabemos que muchos de los abducidos obran de buena fe y que vivieron realmente sus experiencias en forma aterradora. Sus relatos no tratan apenas de un mero avistamiento desusado (a fin de cuentas, quién no ha visto alguna vez una rareza en el cielo), sino que hay en ellos un fuerte compromiso afectivo y un notorio protagonismo, propias del héroe en virtud de sus hazañas. La casuística abunda en estas narraciones fantásticas, conformando un rico anecdotario.
 
El mito del héroe y el rito de iniciación


Las similitudes entre las abducciones con otras experiencias extraordinarias como las de proximidad de la muerte, las extracorporales, las psicodélicas o las shamánicas, tienen en común la psique humana.

En efecto, existe en las abducciones una dimensión psíquica insoslayable y que es vivida en muchos como esencial. Igual a quienes tuvieron una experiencia cercana a la muerte o pasan por una iniciación, sienten que sus vidas han cambiado profundamente y que nada volverá a ser como antes. Una "experiencia primariamente mística", a decir del autor de Communion, Whitley Strieber.

A pesar de las diferencias formales, estas experiencias tienen en común -dice Kenneth Ring- el consistir en viajes arquetípicos de iniciación, haciéndole sospechar que son manifestaciones distintas del mismo universo y, por tanto, sendas alternativas al mismo tipo de transformación psicoespiritual. 

En todo caso, es revelador considerar las abducciones desde un punto de vista simbólico. Examinando estos informes, es posible hallar una estructura invariante donde se transparenta el guión convencional de la prueba iniciática, seguido de una transfiguración en la vida de su protagonista, adoptando la representación de muerte y resurrección sucesivamente. De este modo, las abducciones son vistas como una suerte de sueño extraordinario, cuyos símbolos aluden a una transformación, como energías creativas, capaces de cambiar la realidad.

En rigor, la secuencia de las abducciones no se aparta de modo alguno a las tipologías básicas o situaciones que se encadenan en la estructura de los cuentos folclóricos establecidas en 1928 por el ruso Vladimir Propp (a las que llama funciones), como resultado de la comparación de un amplio número de versiones de los mismos temas. Propp reconoce la existencia de 31 funciones básicas, que otros autores reducen finalmente a 7.

En el cuento tradicional llamado la "aventura del héroe" se reitera el esquema de una prohibición, una transgresión y una aventura cumplida felizmente por el héroe (2), protagonista de una epopeya o algún hecho dramático. El periplo mítico tiende a la restauración de un orden; es circular, vuelve al comienzo pero es una vuelta que se ha enriquecido con el paso del mal, por el infierno o por el peligro. El héroe cambia de estado, lo cual se trasunta en el adquirir un nuevo nombre o una nueva categoría.

Si pasamos a analizar los relatos de abducción, nos hallaremos en algunos casos con figuras de transformación, de grandes cambios. Transformación que corresponde al pasaje de un estado a otro, de una etapa o nivel a otro. Se hace preciso, pues, ubicarlos dentro del contexto antropológico, que es el que corresponde a la iniciación religiosa. Apreciaremos entonces su referencia a la vida espiritual, al cambio interior.

En sentido parecido, abriendo camino por los trabajos de Graciela Maturo (que basa en autores tales como Jung, Propp y Lévi-Strauss) sobre el mito y el cuento tradicional, hallamos que tales relatos corresponden a una estructura mítica singular, como reelaboración del campo mítico-simbólico que la humanidad ha conservado por múltiples vías. Para el psicólogo Milton Rosenberg la tradición oral que antes quedaba reservada al mundo de los cuentos, en la actualidad resultaría sustituida por los periódicos sensacionalistas, la televisión y el cine. 

El modo más inmediato y eficaz para comunicar el mito es el de la narración. En la tradición europea ese mito fundamental es el que Joseph Campbell llama protomito. El hombre no nace ya realizado, sino que debe cumplir un esfuerzo atendiendo a su evolución personal para dejar atrás su ser aparente y revelar su ser profundo. De ahí que los ritos de iniciación se refieren siempre a cambios de conciencia. Ritos de pasaje que adoptan, en consecuencia, la representación de la muerte y el nuevo nacimiento, retrotrayéndose al más profundo nivel de la originaria identidad madre-hijo.

Rastrear las formas simbólicas y expresivas desde el proceso espiritual que las origina, nos muestra aspectos muy significativos que no se hacen evidentes cuando hacemos un estudio meramente formal y descriptivo.

El contenido de los relatos giran alrededor de la aventura del héroe o tema de la iniciación. En Carl Jung esa "aventura" se revela como un proceso de la conciencia, a la que denomina camino de individuación. Siguiendo a Jung y a Freud, el psicoanalista J. Campbell estudia el mito del héroe y ofrece el siguiente esquema: Separación-cruce del umbral-Iniciación-Retorno.

El héroe recorre un periplo que comporta un apartamiento de circunstancia habitual, es decir, una separación; atraviesa un umbral, cruza a otro mundo en el que recibe la iniciación, y luego vuelve, vive el retorno al hogar, trayendo consigo un conocimiento. Cuando vuelve, es él mismo y es "otro".

Hay un cautiverio, un sufrimiento y luego un triunfo. Es siempre la salida del tiempo y del espacio, la estadía en un "lugar" que puede ser entendido como lo maravilloso y a la vez como lugar de peligro. Es el contacto con el más allá, con lo prohibido. Se cumple el "cruce del umbral" con sus instancias de separación, iniciación y retorno.

Tampoco adopta siempre una modalidad romántica, poética y feliz. El intento de atravesamiento del umbral puede manifestarse en una forma patogénica (concerniente al desenvolvimiento de una enfermedad); o bien en un modo positivo, espiritual y superador. En otras palabras: puede tratarse de un ser que, viviendo dramáticamente la angustia o un padecimiento subjetivo, termine hundiéndose en la nada, en el vacío, o que se abra paso a través de ella, en cuyo caso se produce la superación de la angustia, mediante el crecimiento del espíritu. Como diría S. Kierkegaard, desarrolle la riqueza de la intensidad vivida en el estadio religioso.

La vida que los niños dejan forzosamente atrás y con apariencia de castigo es -según los estudiosos de las religiones- la etapa de la niñez o de la adolescencia, algo que debe ser superado por la iniciación. Este pasaje, consagrado por medio de rituales, comporta asimismo una separación y la adquisición de un estadio o categoría diferente.

Se cumple el mitema del encuentro con el antagonista, la bruja, que aparece bajo la forma engañosa como protectora y ejerce su dominio (madre estragante). Puede hacerlo también como inmersión en una gruta o paso por un túnel, evocando el inicio en la vida. Por consiguiente, y por cuanto el mito intenta dar una respuesta acerca del origen de la vida, la sexualidad humana suele ser uno de los temas centrales. Se encuentra el símbolo tradicional del laberinto, que tiene además un sentido infernal y originario, es un retorno al útero materno, pero con un sentido positivo, pues triunfar en el laberinto (esto es, lograr superar los avatares tras ser retenido y expuesto a distintos peligros) es acceder a un nivel superior de consciencia.

Ese paso de un nivel a otro, se reitera en múltiples formas. En las versiones ufológicas los protagonistas humanos son transportados a una nave, haciendo alusión a su dominio del vuelo, familiar al lenguaje shamánico. El envío y la partida vinculada a la búsqueda son constantes.

La vida real no destruye la estructura de tales relatos. Al mito se le reconoce como otro modelo de aprehensión y ordenación de la realidad.

No obstante, esta lectura simbólica connotativa permite pasar a una consideración psicológica, reveladora de aspectos de gran importancia.

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(1) El caso es muy extenso y no disponemos de suficientes datos clínicos, pero no deja de pasarnos por alto que Betty, teniendo por motivos ignorados dos hijos adoptivos, fuera sometida -según su relato- a un examen de embarazo por los extraterrestres, y mostraran especial interés por la piel (época del racismo norteamericano). En cuanto a su esposo, de raza negra, llama también la atención su recurrente temor a los ataques y a perder el control. No dudamos que mayores datos y antecedentes familiares podrían aportarnos algo de luz al asunto.
(2) La función esencial del mito del héroe (probablemente, el más común y mejor conocido) sería desarrollar la consciencia del ego individual (dando cuenta de su fortaleza y debilidad) para afrontar las difíciles tareas en la vida. En estas historias que el Dr. Paul Radin publicó en 1948 con el título Hero Cycles of the Winnebago, vio la psicología de esa evolución al decir: "Representa nuestros esfuerzos para resolver el problema del crecimiento, ayudados con la ilusión de una ficción eterna". Adquiere un significado psicológico individual como un intento por descubrir y afirmar la personalidad. Al parecer, el "mito del héroe" es la primera etapa en la diferenciación de la psique, mediante lo cual el ego (surgida en la transición de la infancia) busca la consecución de su autonomía relativa respecto a las condiciones originarias de totalidad. Pero el mito no asegura que se produzca esa liberación: sólo muestra cómo es posible que se produzca esa separación (de aquella originaria totalidad) para que el ego pueda alcanzar la consciencia.

http://fuego.dragoninvisible.com.ar/boletin1/dragon04.htm

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