sábado, 22 de enero de 2011

Algo de historia

El incidente Brunelli - Porchietto
¿UNA TELEPORTACION?

Por el Dr. Oscar A. Galíndez

FECHA: 16/7/72
LUGAR:
Arroyito, Pcia. de Córdoba, Arg.
SINTESIS:
Dos hombres que viajaban en automóvil fueron sorprendidos por un llamativo relámpago nocturno, tras el cual pasaron junto a una suerte de "tren" con grandes ventanillas anaranjadas. Efectos posteriores: Distorsión del tiempo, amnesia de recorrido, escaso consumo de combustible y efectos psicofísicos.



I PRELIMINARES

Se ha hablado con cierta frecuencia de presuntas manifestaciones de teleportación (1). Confesamos que al margen del carácter fantasioso que presentan los relatos de ese género siempre nos resultó problemático asignarles un cierto grado de credibilidad, particularmente en orden a las dificultades con que hemos tropezado en los pretendidos episodios argentinos de Bahía Blanca (año 1959) y Chascomús (año 1968) (2). En sendas ocasiones nuestro espíritu de curiosidad se vio coartado por múltiples inconvenientes que imposibilitaron un estudio directo de los casos. Jamás pudimos entrevistar personalmente a quienes fueron sindicados como protagonistas de esas experiencias; y no porque hayamos optado por la cómoda posición de remitirnos a las versiones periodísticas que circulaban sobre el particular, sin esforzarnos por evaluar el nivel de veracidad que pudiera haber en ellas. Muy por el contrario. Nuestros intentos al respecto fueron intensivos, pero no fructificaron en razón de que ninguno de los "indicios" analizados nos condujo a los propios protagonistas, si es que éstos realmente existieron. Los órganos de prensa que difundieron originariamente aquellas versiones se encerraron en el secreto profesional, a fin de "respetar la intimidad de los observadores". Frente a tales alternativas, nuestra modesta función se limitó a recoger el material periodístico existente y reproducirlo -con las prevenciones del caso- a nivel internacional. La existencia de otros incidentes más o menos parecidos, aparentemente producidos en otras partes del mundo, no hizo menguar nuestras grandes dudas sobre la factibilidad de los fenómenos de teleportación.

Sin embargo, en la segunda mitad de 1972 tuvimos ocasión de estudiar con profundidad un suceso de este género, un mes antes que la prensa argentina se ocupara de su difusión. Esto facilitó nuestra tarea, toda vez que los testigos no denotaron en ningún momento fatiga ni recelo hacia nosotros, prestándose amablemente a nuestra requisitoria.

Los protagonistas
 
Los ocasionales protagonistas de este episodio fueron dos conocidos hombres de Córdoba.Uno de ellos es el señor Atilio Brunelli, 55 años, catedrático de música, compositor y concertista; el otro, el señor Severino Porchietto cuenta con 61 años y es jubilado industrial.


Los dos protagonistas, Sres, Severino Porchietto y Atilio Brunelli, en oportunidad una de las entrevistas. (Archivo CADIU).


Dos de las reuniones se verificaron en la residencia del señor Brunelli, mientras que una tercera lo fue en la casa del señor Porchietto.

El contacto personal con los testigos nos permitió sopesar la elevada formación cultural de ambos, la sinceridad de su narración y la incuestionable fuerza de convicción de la misma.
II EL RELATO
 
Los testigos son antiguos vecinos de la localidad de Balnearia (distante 185 km. de la ciudad de Córdoba). El señor Brunelli residió en aquella ciudad 24 años, trasladándose en 1954 a Córdoba. El señor Porchietto estuvo afincado en Balnearia por espacio de 30 años, estableciéndose también posteriormente en Córdoba.
 
La circunstancia precedentemente indicada reviste particular importancia para nuestro estudio. Se trata de personas que, por estar unidas por lazos familiares y de amistad con vecinos de Balnearia, viajan 4 ó 5 veces al año a esa localidad, habiendo redundado tal contingencia -a través de los años- en un conocimiento pormenorizado de la ruta.
 
En sus años juveniles integraron allí un conjunto musical, razón por la cual el viernes 14 de julio de 1972 se les invitó a participar de una mesa de camaradería con miras a rememorar ésa y otras experiencias. Aceptada la invitación, ambos se trasladaron a la ciudad de Balnearia en un automóvil Ford Falcon, modelo 1968, de propiedad del señor Porchietto.
 
En aquella oportunidad se llevó a cabo un recital que estuvo a cargo de varias orquestas, y que se prolongó hasta la madrugada del día siguiente. La reunión se verificó en el Club Atlético Independiente Unión Cultural de Balnearia, a la que asistieron alrededor de 1.500 personas. El sábado 15, por la noche, nuestros entrevistados fueron despedidos con una cena y baile en el mismo club. En esa ocasión al señor Brunelli le fue entregada una plaqueta conmemorativa, mientras que al señor Porchietto un pergamino recordatorio, lo que de por sí habla de la elevada respetabilidad de nuestros entrevistados.
 
A las 2,30 a.m. del domingo 16 de julio procedieron a retirarse del lugar de reunión para emprender el regreso a Córdoba.


Fig.1 Mapa del trayecto Balnearia-Córdoba con las poblaciones intermedias. (Ilustró B.O. G.)


Tienen bien presente esa hora dado que a las 2,00 habían manifestado a sus anfitriones la necesidad de alejarse de la fiesta, atento Io avanzado de la madrugada y la circunstancia de restar aún un viaje de casi 2,30 horas hasta Córdoba. Ante la insistencia de sus amistades, optaron por permanecer unos minutos más, lapso éste qué estiman entre 20 y 30 minutos. Transcurrido el mismo y tras las salutaciones de rigor, se alejaron de la velada. No habían Ingerido bebidas alcohólicas. Antes de enfilar hacia Córdoba llenaron el tanque de nafta. (Capacidad = 65 litros).
a) El fenómeno

La marcha era regular y sostenida, oscilando la velocidad entre 80 y 100 km/h, según los accidentes propios del camino. El vehículo era conducido por el señor Porchietto, cuando 3 ó 4 minutos después de haber superado la localidad de Arroyito (ver. Fig. 1) se vieron sorprendidos por un tremendo destello de luz blanca que iluminó el área como de día. El señor Brunelli alcanzó a divisar una forma oscura en el cielo, a la altura del marco superior del parabrisas; pero no pudo apreciar con precisión sus contornos, ya que el techo del automóvil le obstaculizó toda visión ulterior. No le dio importancia al hecho (al que, en principio, tomó por una nube) ya que acompañó la observación con la expresión: "¡Tormenta!". Eran exactamente las 3,10 a.m. y se encontraban a 76 km. de Balnearia.
 
Instantes después observaron en el costado izquierdo del camino -a unos 50 metros de la ruta, y sobre un terreno completamente llano- una hilera de luces rectangulares que atribuyeron a un convoy ferroviario detenido. (La vía férrea corre paralela al pavimento, según se advertirá en la Fig. 1). Las luces -de suave coloración anaranjada- parecían corresponder a una estructura de unos 50 metros de largo, cuyos contornos no pudieron determinar ya que se fundían en la oscuridad.
 
El señor Porchietto confiesa que no prestó mayor atención al "tren", aunque recuerda perfectamente las características de las luces. El señor Brunelli -en cambio-, fue girando su rostro a medida que la imagen era superada por el vehículo, aunque admite que la observación la hizo con aire de natural despreocupación. El avistamiento duró unos 10 segundos.
 
Perdido de vista el "convoy", la atención del señor Brunelli se centró en mirar incesantemente el cielo a fin de localizar la tormenta. No vio nubes que confirmaran su presentimiento. La noche era despejada. Los astros brillaban con marcada luminosidad. (Nos confesó que pocas veces había visto un cielo tan diáfano y tachonado de estrellas).

b) Siguen las sorpresas

Pocos minutos después repararon que se aproximaban a una población que -por sus luces- pensaron que se trataba de Río Primero (ver fig. 1), aunque les extrañó sobremanera tal circunstancia ya que no habían traspuesto otras localidades no menos importantes, como Tránsito y Santiago Temple. Súbitamente se enfrentaron con una curva hacia la izquierda que -evidentemente- no correspondía a las características del lugar. La sorpresa fue recíproca ya que -conociendo perfectamente la ruta- no esperaban esa desviación.

Siguieron avanzando, comprobando que se trataba de la localidad de Montecristo, situada 25 km después de Río Primero. Al margen del asombro momentáneo, no dieron después importancia al hecho ya que pensaron que la propia naturaleza del viaje nocturno les había creado la impresión de un itinerario mucho más corto. Se alegraron de encontrarse en las proximidades de Córdoba.
 
Los 28 km. que restaban para llegar a esta ciudad los devoraron en 15 ó 20 minutos, llevando el señor Porchietto a su acompañante hasta el domicilio de éste y retirándose después hasta su vivienda particular, ubicada a dos cuadras de allí.
 
Al entrar en su casa, el señor Brunelli notó que el reloj de su habitación marcaba las 3,30 a.m., pero confiesa no haberse extrañado mayormente por la circunstancia de haber recorrido 185 kilómetros en apenas una hora. (El señor Porchietto -por su parte- nos expresó que arribó a su domicilio a las 3,35 a.m., aseverando que es bien probable que cuando dejó al señor Brunelli en su casa fueran las 3,30).

III COMPROBACIONES

A fin de facilitar el análisis del contexto general del incidente, creemos conveniente reseñar algunos detalles de interés que los mismos protagonistas certificaron con posterioridad al arribo a Córdoba.

a) Ambos coinciden en afirmar que cuando llegaron a Córdoba les embargaba un estado desusual de euforia. No sentían fatiga alguna por la jornada festiva ni por el viaje de regreso. El señor Brunelli confiesa que experimentó la necesidad de despertar inmediatamente a su señora esposa y dos hijas para participarles de las atenciones recibidas en Balnearia, pero, -aspecto curioso-, en ningún momento les refirió (por no tenerlas presente) las peripecias del retorno, con su fenómeno luminoso, el "convoy" y la inexplicable reducción del viaje. El señor Porchietto -en cambio- nos acotó que a las 8 a.m. ya se encontraba levantado, no acusando tampoco cansancio alguno. Pero -a diferencia del señor Bruneili- narró horas después a sus familiares todas las vicisitudes vividas durante el regreso;

b) Un hijo del señor Porchietto se aprestaba esa mañana a viajar en el Ford Falcon a la ciudad de Río Cuarto. Al ir a constatar la cantidad de nafta que tenía advirtió que el tanque (cuya capacidad es de 65 litros) estaba a medio llenar. Le indagó a su padre si había vuelto a cargar combustible tras tu regreso de Balnearia, a lo que -obviamente- el señor Porchietto respondió en forma negativa. Asombrado por la afirmación de su hijo, se apresuró a confirmar la realidad de lo manifestado. En efecto, el vehículo sólo habla consumido 12,5 litros, cuando ordinariamente consume 25 litros en ese trayecto.

c) A partir de esa mañana -y al margen del inusitado estado de euforia y placidez que le embargaba- el señor Brunelli comenzó a notar un hormigueo que localizó en la región dorso lumbar derecha. La sensación que experimentaba la describió como una suerte de adormecimiento que -haciéndose cada vez más notorio- se circunscribía a un perfecto círculo de 1,5 centímetros de diámetro.
 
El área quedaba insensibilizada por completo. Luego de unos 2 minutos volvía a sentir un hormigueo creciente, hasta recuperar su natural sensibilidad. Estas manifestaciones se repitieron por espacio de 4 días, a razón de 4 ó 5 por día. Suseñora esposa nos expresó que en ningún momento el fenómeno se tradujo en manifestaciones somáticas. No advirtió ninguna mancha, verruga o coloración especial en la piel. Pero recuerda que cada vez que los síntomas se presentaban, su esposo le pedía que tratara de determinar si notaba alguna tonalidad especial en el área afectada;

d) El señor Brunelli siempre tuvo problemas de tensión (18 1/2), lo que le acarreaba continuos mareos. No obstante no haber respetado el tratamiento médico, su tensión se estacionó en 14 desde el día del incidente hasta la última de nuestras entrevistas (18 de septiembre). Ignoramos si se han producido variantes de interés con posterioridad a ella. El señor Porchietto -en cambio-, no experimentó ninguna sensación similar, salvo el estado de placidez que fue común a ambos;

e) Al mediodía del lunes 17 de julio, una de las hijas del señor Brunelli (que había estado horas antes en contacto telefónico con el señor Porchietto, quien le había referido las peripecias del viaje de retorno), le preguntó a su padre si no les había sucedido algo curioso durante el regreso. Recién entonces relató los fenómenos descriptos precedentemente. Pese a la trascendencia de los hechos, el mismo señor Brunelli nos confesó que no acierta a explicarse la razón por la cual su mente "marginó" esos episodios por espacio de casi 33 horas. No obstante la significación de los mismos, y su notable memoria, no recuerda haberlos rememorado con posterioridad a su llegada a Córdoba; sólo lo hizo cuando su hija le formuló la pregunta en tal sentido;

f) De todos modos, a partir de entonces el señor Brunelli sintió necesidad de ponerse nuevamente en contacto con el señor Porchietto, a fin de intercambiar impresiones sobre la experiencia vivida. Como resultado de ello, confirmaron las características del "vagón iluminado", las horas de salida y de llegada a Córdoba.
 
Ambos coinciden en manifestarnos que les ha resultado incomprensible la falta de curiosidad que demostraron por el extraño convoy, cuyas ventanillas no eran cuadradas, sino rectangulares, como pórticos. (Los testigos calculan que cada una tenía unos 3 m de alto por 0,70 m). Además, no había ningún tipo de luz o reflector en cada uno de los extremos del objeto; y, lo que es más notable, la vía del ferrocarril corre a 10 metros del camino y no a 50 metros del mismo. distancia ésta que correspondía aproximadamente al estacionamiento del "convoy".
 
Tampoco encontraron respuesta satisfactoria a los motivos por los cuales no entraron en cuenta de que lo visto era algo realmente anormal, y les parece imperdonable que no hayan optado por regresar inmediatamente a indagar la naturaleza de esa presencia. El señor Brunelli reconoce ser un espíritu extremadamente curioso, y confiesa que en la emergencia no obró como regularmente lo hubiera hecho;

g) Otro detalle de interés está representado por el comportamiento del señor Porchietto, quien pese a ser un gran fumador (lo comprobamos en oportunidad de las entrevistas), después del avistamiento del "convoy" no fumó ningún cigarrillo por el resto del viaje;

h) A criterio del señor Porchietto, instantes después de la observación del objeto, tuvo la rara impresión de que el automóvil se balanceaba a escasos centímetros del pavimento. El señor Brunelli -en cambio- confiesa no haber experimentado esa sensación, pero reconoce que a ambos les llamó la atención el andar suave del vehículo, no apreciándose en absoluto los numerosos accidentes de la ruta.

No llevaban la radio encendida. No advirtieron fallas en el motor ni en las luces. Tampoco en sus relojes. No percibieron niebla ni olor alguno, ni experimentaron durante la observación del "convoy" sensaciones musculares o cutáneas de ninguna especie;

i) En un viaje diurno que emprendieron posteriormente a Balnearia no pudieron localizar exactamente el sector del incidente; pero piensan que se produjo unos pocos kilómetros después de Arroyito, última localidad que recuerdan haber traspuesto. En toda esa área el terreno es completamente llano, sin edificaciones de ninguna especie. Además, no vieron a lo largo de toda la ruta nada que pudiera asociarse a lo divisado en aquella ocasión. Cualquier cosa que hubiere sido, evidentemente ya no estaba allí.
 
Tras este reconocimiento, y ya de noche, tuvieron la suerte de asistir al paso de un tren de pasajeros. Esta apreciación les resultó de suma utilidad, toda vez que pudieron contrastar la notable diferencia existente entre éste y el objeto observado. El convoy convencional se desplazaba a muy poca distancia de la ruta (recuérdese que la vía férrea corre paralela al camino, a apenas 10 metros del mismo), apareciendo sus ventanillas muy pequeñas, con una luz blanca que permitía divisar sin dificultad los detalles interiores de los vagones. El extraño objeto -en cambio- acusó marcadas disimilitudes, tanto con respecto a la distancia del camino (50 metros), como con relación a las dimensiones de las "ventanillas" (3 m por 0,70), a la suave luz anaranjada que éstas irradiaban y a la falta de apreciación de detalles correspondientes al interior de ese elemento.

IV EL PROBLEMA DE LA REDUCCION TEMPORAL
 
Al margen de las características insólitas de la observación practicada por los señores Brunelli y Porchietto, resulta obvio que el detalle de mayor significación está centrado en la notoria reducción del viaje. Procuraremos precisar algunos conceptos que nos serán de utilidad para la efectiva comprensión del episodio.

La distancia media entre Balnearia y Córdoba es de 185 km, hasta Arroyito hay 76 km; entre esta localidad y Río Primero, 56 km; y entre esta última y Córdoba 53 km. (ver croquis).

Los testigos sólo recuerdan haber traspuesto la población de Arroyito e inmediatamente después vieron el "convoy" detenido. Unos 5 ó 7 minutos más tarde divisaron las luces de lo que -asombrados- supusieron era Río Primero (situada a 132 km de Balnearia y a 56 km de Arroyito). Sin embargo, se trataba de Montecristo (situada a 157 km de Balnearia y a 81 km de Arroyito).
 
Les ha llamado poderosamente la atención que no recordaran haber pasado por Tránsito, Santiago Temple, Río Primero (la ruta atraviesa el centro de la ciudad, la que cuenta con una excelente iluminación) y Piquillín. Evidentemente hay un tramo de 81 km respecto del cual los protagonistas no recuerdan absolutamente nada;

Si tal impresión no estuviese complementada por otros detalles de importancia, obviamente carecería de relevancia. Esos detalles son:

a) Si bien cabría presumir que por distracción no se percataron de las poblaciones que pasaron (lo que de por sí resulta bastante improbable, particularmente para con una ciudad como Río Primero), resulta significativo que la sensación de asombro fuera simultánea. Ambos reaccionaron sorprendidos al ver la curva hacia la izquierda. Es curioso que personas muy conocedoras de la ruta hayan experimentado coetáneamente igual desconcierto. El señor Porchietto reconoce que después de la observación del objeto se puso algo nervioso (no pudo -por tanto- conducir con tanta distracción y displicencia como para no recordar los centros de población superados). El señor Brunelli -por su parte- admite que inmediatamente después del "relámpago" se empeñó en localizar la presunta tormenta. (Esto lo tiene que haber mantenido en vilo, por lo que debió haber notado las ciudades emplazadas a la vera de la ruta);

b) El vehículo sólo consumió 12 1/2 litros de nafta desde Balnearia, cuando regularmente el viaje les insume 25 litros;

c) El señor Brunelli entró en su domicilio a las 3,30 a.m., lo que certificó con el reloj de su habitación. El señor Porchietto arribó a su casa a las 3:35 a.m., y reconoció que 5 minutos antes había dejado al señor Brunelli en la suya. Esto significa que en sólo una hora recorrieron 185 kilómetros. No sólo el Ford Falcon del señor Porchietto no alcanza esa velocidad, sino que, por prudencia, raras veces supera los 115 km/h.
 
Preguntado el señor Porchietto si no atilnó a fijarse en el cuenta-kilómetros del vehículo, manifestó que no lo hizo ya que generalmente no controla el kilometraje recorrido en cada uno de sus viajes;

d) Un hermano del señor Porchietto, que también estuvo en la reunión de Balnearia, confirmó que ambos protagonistas salieron de esa ciudad alrededor de las 2:30 horas a.m.
 
Otras personas que asistieron al ágape nos corroboraron igualmente el dato horario en cuestión.
 
Los familiares de uno y otro certificaron que llegaron a Córdoba a las 3,30 a.m. (Brunelli) y 3:35 a.m. (Porchietto).

e) Fuera del itinerario seguido por los protagonistas de este episodio, no existe ninguna otra ruta más corta entre Balnearia y Córdoba.

V OTROS TESTIGOS
 
Los testigos procuraron mantener la vivencia en secreto, refiriéndola sólo dentro de círculos muy estrechos. (Debe recordarse que las entrevistas se llevaron a cabo un mes después del incidente, y hasta ese momento la prensa no había tomado conocimiento del hecho). Sin embargo, una maestra allegada al señor Brunelli comunicó el hecho a la corresponsalía cordobesa de La Razón, cuyos reporteros entrevistaron al señor Brunelli y elaboraron una nota que se publicó en el vespertino mencionado.
 
La difusión del hecho -por lo menos en sus aspectos más generales- tuvo un corolario positivo. En efecto, una familia apellidada Isala -afincada también en Córdoba- tomó contacto con el señor Brunelli para hacerle presente que la misma noche del avistamiento había divisado un relámpago de similares características al descrito por ellos.
 
El 21 de octubre entrevistamos a los señores Isala, con miras a interiorizarnos de los pormenores de su experiencia.
 
Habían salido de Balnearia entre las 2:35 y 2:45 a.m. del 16 de julio de 1972. Cinco personas se conducían en un Ford Falcon (consumo: 20 litros de nafta cada 170 ó 180 km), siendo ellas los señores Tito Aldo Isala, Enrique Isala, Ludovico Isala y dos amigos circunstanciales, el señor Ricardo Baile y una señorita de nombre Estela. Tras 15 ó 20 minutos de viaje se encontraban a la altura de Frontera (23 km de Balnearia) cuando advirtieron hacia el S.O. un vivo relámpago que iluminó ese cuadrante por fracción de segundos. (En la Fig. 1 se verá que la localidad de Arroyito se encuentra al S.O. de Frontera. La hora de observación coincide con bastante aproximación con la proporcionada por los señores Brunelli y Porchietto). El destello fue de una blancura excepcional. También pensaron en una tormenta, pero no divisaron nubes que afianzaran tal presunción. La noche era fría, con atmósfera límpida y un cielo tachonado de estrellas.
 
No vivieron otras alternativas de interés, ni vieron el "convoy" después de Arroyito. Llegaron a Córdoba a las 4:15 a.m. (o sea, entre 1,30 h y 1,40 h de viaje, según las horas aproximadas de salida suministradas por los señores Isala).

VI IMPROBABILIDAD DE UN TREN
 
Hemos confirmado en el Ferrocarril Nacional General Belgrano que, a la hora de visualización del supuesto "convoy" de Arroyito, no se encontraba en esa zona ningún tren. El último convoy salió de la ciudad de Córdoba a las 22 horas del sábado 15 de julio, de modo que resulta insostenible la posibilidad de que, 6 horas después de su partida, aún se encontrare a 109 kilómetros de aquella estación ferroviaria.

Además, las normas de seguridad del control de circulación exigen que -producido cualquier percance en un convoy- se notifique el hecho de inmediato a la oficina de circulaciones y por cualquier medio que fuere. No hay constancias en los partes de esa fecha sobre la eventualidad de que algo de eso haya sucedido con el tren de las 22 horas, el cual llegó a destino sin novedades de importancia.
 
También hemos recabado a la Oficina de Control de Circulaciones sobre la posibilidad del desplazamiento de una unidad del tipo denominado "coche-motor" informándosenos que en la fecha mencionada no se registró movimiento alguno de ese transporte.

VII UFOLOGIA COMPARADA



El fenómeno de "Cuesta de las Vacas" -San Juan- del 7 de julio de 1968. (Ilustró Vallejos).


A) El "tren" de la Cuesta de las Vacas (San Juan).

El 7 de julio de 1968, en oportunidad de realizar un viaje en automóvil desde la localidad argentina de Difunta Correa a la ciudad de San Juan, el señor Francisco Zamora (40 años, industrial establecido en esta última ciudad) tuvo una extraña experiencia. Le acompañaban su esposa María Frías, su hermana Trinidad Zamora, su cuñado Carlos Muñoz y dos niños.

Tras pasar la Cuesta de las Vacas (Provincia de San Juan) se encontraron con una suerte de "tren" que cruzaba la ruta. Detuvieron el vehículo hasta que el "convoy" terminara de pasar. Cuando reanudaron la marcha no encontraron las vías férreas.

Observando el lugar con extrañeza, determinaron que se encontraban en una llanura. Allí no habían visto jamás vías de ferrocarril, pues recordaban que sí las había mucho más adelante. Estaban seguros de ello y lo confirmaron. Varios kilómetros más adelante las encontraron, a la entrada de Pozo de los Algarrobos.

Recopilando lo acontecido, manifestaron que vieron algo así como un vagón de ferrocarril con ventanillas y de unos 30 metros de largo. Daba la sensación de que se movía suspendido en el aire, a un metro del suelo. La visión fue perfecta dentro del área de luz proyectada por los faros del automóvil (3).

8) El "tren" de Colonia Helalcó (Santiago del Estero)

El fenómeno de Colonia "Helalcó" -Santiago del Estero - de principios de julio de 1972 (Ilustró Vallejos).

En los primeros días de julio de 1972 (unos 15 días antes del incidente de Arroyito) el señor Director de la Escuela Industrial de Frías fue testigo de un episodio de contornos semejantes. El señor Emilio Albaire se encontraba de noche con su familia en una casa de campo que tiene en Colonia Helalcó, Santiago del Estero, cuando vieron que se posaba en medio del monte, a un kilómetro de distancia, un enorme objeto alargado -parecido a un tren- con ventanillas iluminadas por una luz fija entre verdosa y azulada. Tendría unos 50 metros de longitud. Minutos después el objeto irradió una luz enceguecedora y se elevó verticalmente convertido en una inmensa bola de fuego. (4)
C) El "tren" de Lavalle (Santiago del Estero)

El sábado 8 de julio de 1972 (ocho días antes del fenómeno de Arroyito) el señor Carlos Altamirano, subgerente de la sucursal "Bonafide" de la ciudad de Tucumán, se conducía en un automóvil con rumbo a la localidad de Frías (Provincia de Santiago del Estero). Lo acompañaban las señoritas Aurora Bracamonte, secretaria de la Escuela Normal de Frías y María Angélica Bracamonte, ambas domiciliadas en esa ciudad santiagueña.


Habían salido poco antes de las 11:00 p.m. de la capital de Santiago y a poco de andar vieron caer delante del automóvil una esfera de fuego del tamaño de una pelota de fútbol -supuestamente una centella- que estalló antes de tocar el suelo. Este fenómeno lo observaron cuando atravesaban la sierra de Guasayán.


El fenómeno de Lavalle -Santiago del Estero- del 8 de julio de 1972 (Ilustró Rodolfo).


Un trecho más adelante, cuando viajaban por la ruta 157 a la altura de Colonia Achalco entre las localidades de Tapso y Frías, cerca de Lavalle, vieron algo insólito. Eran las 11:45 p.m. Al tomar una curva del camino, a unos 800 metros a la derecha, observaron posado un objeto que el señor Altamirano describirá como "un tren entre los árboles". Se trataba de una serie de ventanas verdosas que tenían la altura de una puerta común, y que se disponían a lo largo de un objeto de unos 50 metros de largo que se encontraba detenido en el suelo.

El conductor -evidentemente impresionado por el fenómeno (no hay vías férreas en ese sector)- optó por acelerar el vehículo y alejarse a gran velocidad. La señorita Aurora Bracamonte expresó que en ese sector no existe ningún poblado ni casa y, por tanto, la fuerte luz que irradiaban las ventanillas no podía provenir sino de un elemento extraño, ya que en ese lugar no hay electricidad (5). 

VIII CONCLUSIONES

En aras de la seriedad científica que debe presidir la consideración de estos fenómenos hemos creído oportuno especificar en esta crónica los aspectos más significativos del incidente Brunelli-Porchietto, absteniéndose de entrar en elucubraciones que nada aportarían al esclarecimiento del problema.

Sólo cabe practicar una interesante distinción entre los efectos individuales y comunes que ambos tuvieron como consecuencia de la observación. Así:

a) Comunes: (Tanto Brunelli como Porchietto vieron el destello y el objeto, no recuerdan haber recorrido los 81 kilómetros posteriores del Itinerario, no tuvieron espíritu de curiosidad por indagar la naturaleza de ese elemento y fueron embargados por una extraña sensación de placidez);

b) Individuales: (Sólo el señor Brunelil experimentará otras curiosas sensaciones psicofísicas, caracterizadas por el adormecimiento circular de una parte de su región dorso lumbar derecha, el olvido por espacio de 33 horas del incidente y la estabilización de su presión arterial).

Nos da la impresión de que algo realmente insólito sucedió en ese tramo de 81 kilómetros, y en donde -a estar por los efectos individuales- el señor Brunelli habría sido el más afectado. ¿Cómo y por qué? No lo sabemos.
 
Creemos -sin embargo- que la investigación no está terminada ni mucho menos. Nos hemos permitido sugerir a los protagonistas la posibilidad de someterse separadamente a sesiones de hipnosis. Prometieron consultar con sus respectivos facultativos para evaluar la conveniencia de su verificación.

CITAS BIBLIOGRAFICAS
 
1) a) Bibliografía sobre implicaciones parapsicológicas de la teleportación:

Fodor, N "Mind over space: The mystery of teleportation" en la revista Fate, abril, 56, pp. 81-91; mayo 56, pp. 87-94; junio 56, pp. 89-96; julio 56, pp. 82-87; agosto 56, pp. 89-96; set. 56, 79-96; act. 56, pp. 85-96; dic. 56, pp. 84-95; feb. 57 pp. 87-93; mar. 57, pp. 82-91; abr. 57, pp. 91-98; may. 57, pp, 88-94; jul. 57, pp. 89-98; ag. 57, pp. 89-108.
 
Sanderson, Iven I. "Atta the telepathic teleporting ant." en la revista Fate, XVI, mayo 63, pp. 45-52.

b) Bibliografía sobre Implicaciones ufológicas de la teleportación:
- Jessup, M. K. "El Caso de los OVNIs" Populibros "La Prensa", México 1956. pp. 169-182;
- Creighton, G. "Teleportation", Flying Saucer Review, mar-abr. 65, pp. 14-16;
- Galíndez, 0. A. "Teleportation from Chascomús to México" FSR, set-oct. 1968 pp. 3-4.
- Creighton, G. "More Teleportations" FSR,- set-oct. 1970, pp. 11-13 y 32;
- Creighton, G. "Another Teleportation and its Sequel" FSR, set-oct. 1971, pp. 15-17 y 19;
- Creighton, G. "Uproar in Brazil" FSR, nov-dic. 1971. pp. 24-29;
- Creighton, G. "More on Teleportations" FSR, set-oct. 1972, pp. 31.
2) Creighton, G. "Teleportations", op cit.
Galíndez, 0. A. 'Teleportation from Chascomús to México', op. cit.
3) Boletín AIDOVNI, Buenos Aires, núm. 15, set-oct. 1968, pp. 46-47.
4) La Razón, Buenos Aires, 14 julio 1972. La Voz del Interior, Córdoba, 18 julio 1972. 


Autor: Dr. Oscar A. Galíndez
Fuente: Revista "Ovnis, un desafío a la ciencia", N° 8, Ed. CADIU, Córdoba, Argentina, set. 1975. 

http://mitosdelmilenio.com.ar/mytoCAAB.htm

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