jueves, 13 de diciembre de 2018

La paradoja de Fermi y los mundos habitables de nuestro sistema solar

La paradoja de Fermi y los mundos habitables de nuestro sistema solar
por Daniel Marín



Todos sabemos que la definición de planeta —potencialmente— habitable en astronomía es tan restrictiva como la de «metales» (los astrónomos son gente que tiende a simplificar mucho las cosas). Decir que un planeta es apto para que la vida se desarrolle en él solo si está situado en la zona habitable de su estrella, deja fuera a todos aquellos mundos en los que pueda existir agua líquida pero no en la superficie, de ahí que sería mejor llamar a esta zona «zona de aguabilidad» o algo similar. En nuestro sistema solar existen muchos mundos con agua líquida que no están situados en la zona habitable, todos ellos situados en el sistema solar exterior. Pero, ¿de cuánta agua estamos hablando?


Mundos con océanos en el sistema solar (Bob Pappalardo, personal communication).


Es difícil saberlo porque no los hemos estudiado en detalle, así que habrá que esperar a las sondas Europa Clipper y JUICE para conocer mejor el volumen de los océanos internos de Europa, Ganímedes y Calisto (en realidad son «mantos» de agua en vez de roca como en los mundos rocosos). Evidentemente, no todos estos mundos acuáticos del sistema solar exterior son iguales. Existen varias clasificaciones informales, pero podemos quedarnos con tres tipos. El primer tipo incluye aquellos mundos en los que el océano está al mismo tiempo en contacto con el espacio exterior a través de fisuras en la corteza de hielo y con un fondo rocoso rico en minerales. Este es el caso de Encélado y, probablemente, Europa.

El segundo tipo son mundos con océanos en contacto con un fondo rocoso, pero que no con el exterior debido al elevado grosor de la corteza de hielo, mientras que el tercero incluye océanos totalmente aislados entre capas de hielo. El potencial astrobiológico del primer tipo es obviamente el mayor, mientras que en el caso del segundo y tercero dependerá de las condiciones particulares. Eso sí, solo podemos estudiar desde lejos los mundos del primer tipo, ya que en el resto deberemos excavar decenas o cientos de kilómetros a través de la corteza de hielo para llegar al océano interno. U océanos. En el caso de Ganímedes podrían existir varias capas acuosas, la mayoría situada entre tipos de hielo diferente. Sí, tipos de hielo, en plural. Además del hielo I, el «nuestro», hay otras variantes que se dan a alta presión, como el hielo V o el hielo VI.


Cantidad de agua en los mundos océano del sistema solar (David L. Clements).

Como decíamos, la cantidad de agua líquida en estos mundos es todavía objeto de discusión, pero como primera aproximación podemos medir la cantidad de hielo. En este sentido, los mundos del sistema solar exterior con océanos internos —o que pudieran albergarlos— tienen una cantidad de agua que supera varias veces a la de la Tierra. En algunos casos, decenas o cientos de veces superior. Solo el pequeño Encélado y Dione —con un océano interno pendiente de confirmar— tienen menos agua líquida que la Tierra. Y es que, en realidad, a pesar de sus extensos océanos, nuestro planeta es bastante seco. Por supuesto, otro debate de cara a la aparición de la vida en estos cuerpos es la energía disponible. Se da la circunstancia de que los mundos con más energía disponible para los seres vivos son aquellos que pueden ser del tipo dos o tipo tres, o sea, con océanos internos fuera del alcance de nuestros instrumentos.

Evidentemente, las implicaciones con respecto a la paradoja de Fermi es que la mayoría de mundos potencialmente habitables en la Galaxia no serían como la Tierra, sino que tendrían océanos aislados del exterior por cortezas de hielo. Aunque es perfectamente posible imaginar vida inteligente en estos mundos, es casi imposible que aparezcan civilizaciones tecnológicas. Quizá la mayoría de seres inteligentes del Universo estén encerrados en océanos separados del resto del Universo.



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