España
El Ejército ha investigado cuatro 'fenómenos OVNI' en la provincia catalana
La base aérea de Reus y la costa de Tarragona fueron escenarios de avistamientos por parte de pilotos y controladores. Las investigaciones de los expedientes no fueron concluyentes.
por Raúl Cosano
La CIA acaba de desclasificar cientos de documentos sobre la posible existencia de vida alienígena en diversos lugares del planeta. En esos extractos hechos públicos se detallan investigaciones e imágenes de objetos volantes no identificados (OVNIs), la mayoría entre 1940 y 1960. En el ingente material figura un avistamiento en Barcelona que data del 21 de mayo de 1952, sucedido tanto en el aeropuerto de El Prat, como en el de Sabadell e incluso en Badalona. La desclasificación ha vuelto a dar vidilla a ufólogos y amantes de la casuística de los platillos volantes, un fenómeno también prolífico en la provincia.
Los testimonios de avistamientos, con fiabilidad variable entre la creencia y el escepticismo, han jalonado la mitología popular del territorio. Sin embargo, hay algunos de esos relatos que han llegado a transformarse incluso en un expediente investigado en su momento por el Ministerio de Defensa. El Ejército del Aire descatalogó informes OVNIs en los que aparecen, al menos, cuatro avistamientos ligados a la provincia de Tarragona, con la base aérea de Reus como principal escenario. Los documentos apenas arrojan luz o conclusiones definitivas, pero al menos constatan la existencia de estas observaciones difícilmente explicables, pese a las pesquisas realizadas.
El caso más representativo se produjo en la torre de control del aeropuerto de Reus, a las 11.40 horas del 13 de mayo de 1969. El informe, bajo el sello de ‘Confidencial’, y el epígrafe ‘Avistamiento de fenómenos extraños’, resume así los hechos: «El controlador de servicio asiste al despegue y ascenso de un Boeing 727. Cuando alcanzó 2.000 metros de altura observa, algo más bajo y a la derecha de la estela del avión, un punto brillante, inmóvil, de un tamaño aparente similar al de una moneda de 5 pesetas. Cinco personas más (el controlador suplente, dos mecánicos-radio y dos soldados) observaron el fenómeno». En ese momento, el controlador usó los prismáticos, «apreciando forma circular, (probablemente esférica), con luminosidad homogénea a excepción de unas manchas de forma alargada, horizontales, de mayor intensidad y color amarillento». Continúa el relato de la Sección de Inteligencia del Estado Mayor: «Al superponerse el chorro de gases del avión, (el controlador) lo pierde de vista, volviendo a observarlo al cabo de dos minutos, más abajo y a la izquierda. Poco después lo pierde de vista definitivamente».
A partir de ahí se llevan a cabo las indagaciones, sin descartar primero la posibilidad de que fuera un globo sonda científico a cargo de un centro francés con participación española y teniendo en cuenta la situación de la pista: además del Boeing, había cinco aviones portugueses y un biplaza ligero. El informe pedido al centro francés ‘L’Adour’ constató que unas pruebas de globos sonda no coincidían con las fechas.
Más documentos, como un dibujo a modo de croquis sobre la observación, el análisis de las condiciones meteorológicas o los testimonios de las personas que vieron el fenómeno, se combinaron con la imposibilidad de concretar datos como la altitud en la que se encontraba el objeto. Debido a eso, las conclusiones fueron vagas: «A pesar de la falta de datos concluyentes, (la presencia de más aviones) abona la hipótesis de un reflejo, observable sólo en una dirección determinada». La existencia de bruma y la hora del día concluyeron que «pudiera ser un fenómeno de refracción producido entre los aviones que coincidieron en el aire y la posición casi vertical del sol».
Los papeles del ejército colocan al aeródromo de la capital del Baix Camp como lugar de paso de rutas y, por lo tanto, como potencial punto de observación de Objetos Volantes No Identificados. Otro suceso similar tuvo lugar dos años antes, el 11 de septiembre de 1967. Aviones chárter británicos que regresaban a Inglaterra dieron fe de un avistamiento al norte de Reus, sobre las 17.35 h. Una carta en inglés remitida desde Londres pedía información del objeto que había visto la tripulación de un DC-6 de la Air Ferry, cuando volaba a 16.000 pies. El expediente no concreta las causas. «La naturaleza de dichos objetos no ha podido ser determinada», diagnostica el informe, que descartaba un globo sonda o un satélite artificial. El documento estima la «creación de un Centro de Información y Análisis dentro del mando de la defensa que se relacione con organismos internacionales para intercambios y estudios sobre objetos voladores no identificados».
En el tercer expediente, Tarragona fue el escenario de una observación el 12 de diciembre de 1979 por parte de los pilotos de un vuelo privado de Barcelona a Zaragoza, en una «noche despejada, sin luna y muy oscura».
El informe sostiene que sobre «Tarragona o la costa» se observó «una luz blanca muy brillante, aparentemente fija». Luego la luz perdió intensidad hasta reducirse al «tamaño de una cabeza de alfiler», para adquirir luego la potencia inicial, algo que generó extrañeza en la tripulación. Hasta Lleida, «la luz empezó a desplazarse de manera totalmente desordenada lateral y verticalmente, con variaciones en su intensidad luminosa». Pasado Lleida, el objeto desapareció.
Hay un cuarto suceso en el que aparece citada la base de Reus, aunque la observación tuvo lugar en las Baleares. El 14 de febrero de 1979 el vuelo AF-530, que hacía su salida desde el aeropuerto de Palma de Mallorca, comunicó su «cruce con un meteorito», en el momento en que establecía su ruta en dirección a la base de la capital del Baix Camp. Los extractos de la cinta magnetofónica que registraron la conversación entre el avión y el aeródromo mallorquín reflejan las palabras en las que la tripulación ‘confiesa’: «Acabamos de ver cruzar un meteorito. Hemos visto una bola muy brillante». Tampoco hubo dictamen concluyente.
La base aérea de Reus y la costa de Tarragona fueron escenarios de avistamientos por parte de pilotos y controladores. Las investigaciones de los expedientes no fueron concluyentes.
por Raúl Cosano
Documentación, antes confidencial y luego desclasificada, sobre dos de los casos en los que la provincia es escenario de fenómenos. Se incluye un croquis incluso del avistamiento desde la base aérea de Reus. |
La CIA acaba de desclasificar cientos de documentos sobre la posible existencia de vida alienígena en diversos lugares del planeta. En esos extractos hechos públicos se detallan investigaciones e imágenes de objetos volantes no identificados (OVNIs), la mayoría entre 1940 y 1960. En el ingente material figura un avistamiento en Barcelona que data del 21 de mayo de 1952, sucedido tanto en el aeropuerto de El Prat, como en el de Sabadell e incluso en Badalona. La desclasificación ha vuelto a dar vidilla a ufólogos y amantes de la casuística de los platillos volantes, un fenómeno también prolífico en la provincia.
Los testimonios de avistamientos, con fiabilidad variable entre la creencia y el escepticismo, han jalonado la mitología popular del territorio. Sin embargo, hay algunos de esos relatos que han llegado a transformarse incluso en un expediente investigado en su momento por el Ministerio de Defensa. El Ejército del Aire descatalogó informes OVNIs en los que aparecen, al menos, cuatro avistamientos ligados a la provincia de Tarragona, con la base aérea de Reus como principal escenario. Los documentos apenas arrojan luz o conclusiones definitivas, pero al menos constatan la existencia de estas observaciones difícilmente explicables, pese a las pesquisas realizadas.
El caso más representativo se produjo en la torre de control del aeropuerto de Reus, a las 11.40 horas del 13 de mayo de 1969. El informe, bajo el sello de ‘Confidencial’, y el epígrafe ‘Avistamiento de fenómenos extraños’, resume así los hechos: «El controlador de servicio asiste al despegue y ascenso de un Boeing 727. Cuando alcanzó 2.000 metros de altura observa, algo más bajo y a la derecha de la estela del avión, un punto brillante, inmóvil, de un tamaño aparente similar al de una moneda de 5 pesetas. Cinco personas más (el controlador suplente, dos mecánicos-radio y dos soldados) observaron el fenómeno». En ese momento, el controlador usó los prismáticos, «apreciando forma circular, (probablemente esférica), con luminosidad homogénea a excepción de unas manchas de forma alargada, horizontales, de mayor intensidad y color amarillento». Continúa el relato de la Sección de Inteligencia del Estado Mayor: «Al superponerse el chorro de gases del avión, (el controlador) lo pierde de vista, volviendo a observarlo al cabo de dos minutos, más abajo y a la izquierda. Poco después lo pierde de vista definitivamente».
A partir de ahí se llevan a cabo las indagaciones, sin descartar primero la posibilidad de que fuera un globo sonda científico a cargo de un centro francés con participación española y teniendo en cuenta la situación de la pista: además del Boeing, había cinco aviones portugueses y un biplaza ligero. El informe pedido al centro francés ‘L’Adour’ constató que unas pruebas de globos sonda no coincidían con las fechas.
Más documentos, como un dibujo a modo de croquis sobre la observación, el análisis de las condiciones meteorológicas o los testimonios de las personas que vieron el fenómeno, se combinaron con la imposibilidad de concretar datos como la altitud en la que se encontraba el objeto. Debido a eso, las conclusiones fueron vagas: «A pesar de la falta de datos concluyentes, (la presencia de más aviones) abona la hipótesis de un reflejo, observable sólo en una dirección determinada». La existencia de bruma y la hora del día concluyeron que «pudiera ser un fenómeno de refracción producido entre los aviones que coincidieron en el aire y la posición casi vertical del sol».
Los papeles del ejército colocan al aeródromo de la capital del Baix Camp como lugar de paso de rutas y, por lo tanto, como potencial punto de observación de Objetos Volantes No Identificados. Otro suceso similar tuvo lugar dos años antes, el 11 de septiembre de 1967. Aviones chárter británicos que regresaban a Inglaterra dieron fe de un avistamiento al norte de Reus, sobre las 17.35 h. Una carta en inglés remitida desde Londres pedía información del objeto que había visto la tripulación de un DC-6 de la Air Ferry, cuando volaba a 16.000 pies. El expediente no concreta las causas. «La naturaleza de dichos objetos no ha podido ser determinada», diagnostica el informe, que descartaba un globo sonda o un satélite artificial. El documento estima la «creación de un Centro de Información y Análisis dentro del mando de la defensa que se relacione con organismos internacionales para intercambios y estudios sobre objetos voladores no identificados».
En el tercer expediente, Tarragona fue el escenario de una observación el 12 de diciembre de 1979 por parte de los pilotos de un vuelo privado de Barcelona a Zaragoza, en una «noche despejada, sin luna y muy oscura».
El informe sostiene que sobre «Tarragona o la costa» se observó «una luz blanca muy brillante, aparentemente fija». Luego la luz perdió intensidad hasta reducirse al «tamaño de una cabeza de alfiler», para adquirir luego la potencia inicial, algo que generó extrañeza en la tripulación. Hasta Lleida, «la luz empezó a desplazarse de manera totalmente desordenada lateral y verticalmente, con variaciones en su intensidad luminosa». Pasado Lleida, el objeto desapareció.
Hay un cuarto suceso en el que aparece citada la base de Reus, aunque la observación tuvo lugar en las Baleares. El 14 de febrero de 1979 el vuelo AF-530, que hacía su salida desde el aeropuerto de Palma de Mallorca, comunicó su «cruce con un meteorito», en el momento en que establecía su ruta en dirección a la base de la capital del Baix Camp. Los extractos de la cinta magnetofónica que registraron la conversación entre el avión y el aeródromo mallorquín reflejan las palabras en las que la tripulación ‘confiesa’: «Acabamos de ver cruzar un meteorito. Hemos visto una bola muy brillante». Tampoco hubo dictamen concluyente.
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