sábado, 27 de agosto de 2016

Caso Adolfo Zárate: consideraciones preliminares sobre el aterrizaje de Torrientes

Cuba
Caso Adolfo Zárate: consideraciones preliminares sobre el aterrizaje de Torrientes
Elaborado el 30 de diciembre de 1995. Imágenes tomadas del documental "Ovnis...¿en Cuba?"

por Orestes Girbau Collado


Adolfo Zárate: protagonista del caso
En esta serie de trabajos expongo los resultados de nuestras investigaciones, relacionadas con el caso Zárate, que derivó en un sinnúmero de interpretaciones y criterios, tanto entre los ufólogos cubanos como en otros sectores.

1- El encuentro cercano del tercer tipo ocurre dentro de una oleada OVNI que incluye a Cuba.

2- Existe un reporte de avistamiento de un OVNI realizado por un niño -que lo dibujó incluso- a las 5 p.m. del sábado 14 de octubre de 1995, apenas 17 horas antes de que aconteciese el aterrizaje presenciado por el campesino Adolfo Zárate, alrededor de las 9:00 a.m. del día 15.

3- Se conoce que un primo del hombre de campo antes mencionado, nombrado Ricardo Zárate, desapareció (¿secuestrado por alienígenas?) dos años antes en el mismo lugar -o sea, un conuco de tierra en los alrededores del pueblo de Torrientes, Matanzas- sin dejar huellas. Al respecto, existen versiones encontradas sobre esta curiosa desaparición, ya que Ricardo fue ampliamente buscado sin resultado alguno.

Ubicación del suceso
4- Puede deducirse que Adolfo Zárate no sufrió igual destino debido a que:

- Casualmente su perro no lo acompañaba ese día. Es importante señalar el temor que sienten ciertos animales ante la presencia OVNI y/o sus tripulantes.
- Desconocía esa otra posible realidad antecedente, la cual pudo producir la desaparición de su pariente.
- El agricultor matancero decidió rápidamente esconderse en un maizal aledaño, manteniendo durante los minutos siguientes la sangre fría a pesar de sentirse naturalmente conmocionado.

5- Cuando el personaje foráneo sale al exterior de la nave, no parece en ningún momento inducir hipnóticamente a Zárate, conminándolo mentalmente a percibir todo aquello que el labriego afirma haber observado, y que según otras experiencias, precisamente, la verdadera realidad vivida es posteriormente bloqueada en los subconscientes -abducidos, etc- de los afectados a través de una manipulación programada. Ello no lo consideramos objetivamente en este hecho específico.

6- Analizando el evento de Torrientes con sumo interés, podemos señalar sólo insignificantes contradicciones en Zárate, al relatar su histórico encuentro, en lo que al tiempo que duró el mismo se refiere. El colega Edilio Estopiñan, quien es además topógrafo, y el autor de este artículo, después de entrevistar un día entero al testigo, comprobamos su seriedad y honestidad. Zárate no usa espejuelos a pesar de sus 75 años y es un claro, dianeticamente hablando.

Lugar del aterrizaje
7- Por lo anterior, y reconociendo la influencia traumática sufrida y el estado situacional causado al testigo, entendemos que el caso protagonizado en Torrientes, en todo su conjunto, duró alrededor de 5 minutos. El agricultor había dejado momentáneamente su guataca, que, apoyándola en su pecho, iba a encender un cigarro -algo bastante común en otros casos como los ocurridos por ejemplo en varias zonas rurales de Francia durante la oleada de 1954- y de pronto sintió como una detonación seca que le hizo mover el rostro hacia un lado y así presenciar el aterrizaje silencioso de un ingenio volador con aparente forma de jicotea. Eran las 9:30 a.m. Un controvertido personaje con aspecto humano vistiendo un mono color gris verdoso, semejante al color del objeto aterrizado, y con el rostro cubierto por una careta o casco con forma de careta, descendió por el lado opuesto. Inmediatamente, le dio media vuelta a la nave, y sin darse por descubierto hubo de agacharse, inclinando su cabeza sobre el borde exterior visible de el OVNI. Este estado momentáneo de "comunicación discreta" con otro(s) o síntomas debido a algún malestar, motivado por su viaje y posterior salida a tierra firme, son, entre otras, las causas hipotéticas del proceder en el foráneo. Inmediatamente después volvió sobre sus pasos, no sin antes llevarse algún souvenir terrestre, es decir, hojas, espigas... posteriormente el OVNI se elevó verticalmente unos 6 o 7 metros, y se dirigió como una exhalación hacia el sur, no sin antes volver a detonar el golpe seco y provocar el impresionante -según Zárate- arco de soldadura azul, el mismo efecto imaginado por todos, de lo que podría apreciarse imaginando una gran soldadura eléctrica realizada en plena suspensión.

8- La sintomatología padecida por Zárate con posterioridad al singular encuentro cubano, son secuelas características de ese tipo de encuentro a relativa poca distancia. Son las siguientes:

Se puede observar la diferencia entre ambas zonas de terreno
- Filamentos anchos de color blanco en ambos lagrimales. Los globos de ambos ojos permanecen inyectados en sangre a partir de entonces, probablemente causado por algún gas desprendido por debido al impulso efectuado por la máquina aérea y la dirección del viento (ESE - 110 grados aproximadamente). También puede atribuirse a la cercanía del agricultor al raro objeto, que era de unos 60 ó 70 metros, y a la salida del mismo de manera horizontal -finalmente- y ligeramente diagonal en dirección sur, sobre una amplia zona cenagosa. Por consiguiente la expedición gaseosa, visible e invisible, cae encima de Zárate. Dos meses después del acontecimiento, el testigo sufre de desgano, decaimientos y otros efectos sicosomáticos característicos. 


Mi experiencia con Zárate
Por Carlos Alberto Heredero Gracia
Imágenes tomadas del documental "OVNIs...¿en Cuba?


A finales del mes de julio de 1999 me decidí a visitar al protagonista del caso más sonado del presente cubano. El caso Torrientes, ocurrido el 15 de octubre del año 1995 en su momento tuvo una repercusión inmensa. La radio, la televisión y sobre todo la prensa, se hicieron eco del suceso. Pero si, como algunos afirmaron, lo que Zárate buscaba era protagonismo, no todo sería color de rosa para el protagonista. Muchas cosas ensombrecieron ese momento, y también un tiempo después.

Yo tenía la esperanza de obtener una declaración del testigo, y para eso llevaba mi acostumbrada cámara de video. Me acompañaba Erick Mota, quien realizó ese viaje junto a mí.

Después de más de 10 horas de viaje, por fin dimos con la residencia de Adolfo. Es una casa sencilla que tiene un patio trasero, donde amablemente se nos hizo pasar, no sin antes vencer inteligentemente cierta resistencia por parte de la familia. Realmente, ni Zárate ni su familia querían saber nada de platillos voladores, o como decimos en buen cubano, "habían mandado al carajo el asunto".

Zárate se encontraba en ese momento algo mal de salud, psicológicamente decaído y por si fuera poco, contrariado. Llegué de inmediato a darme cuenta que iba ser imposible grabar una entrevista: simplemente no quería. Nos limitaríamos entonces a conversar un poco con él para tratar de conocerlo lo mejor posible.

Ante los comentarios que nos hizo, nos dimos cuenta de inmediato que aquel suceso de Torrientes no había sido algo bienvenido en la vida de este hombre de campo. Algo que no sería lógico para algunos de nosotros, que investigamos el tema y que deseamos un contacto alguna vez en nuestras vidas, le llenaba la mente a esta persona.

Zárate fue blanco de burlas de todo tipo
Según sus propias palabras, tantas cosas le habían sucedido desde aquel hecho que ya estaba arrepentido de ser un testigo de tal naturaleza. A su experiencia de hallarse detenido unas horas en el sector de policía de su respectiva zona (tras reportar el suceso), se agregaron las declaraciones y burlas de la prensa (con un lenguaje muy poco cultural, por cierto).

Si las publicaciones fueron duras con él, podrán imaginarse sus "entrevistadores", que iban desde periodistas hasta militares, pasando por científicos de reconocida aparición en la televisión nacional. Me imagino que sus vecinos no se quedarían atrás en estos ataques, pero comparado con lo que este hombre pasó en los días que siguieron al incidente a manos de los "profesionales" que pasaron frente a él, no sería mucho.

Resulta contraproducente un caso que su familia nos narró en su presencia donde, ya en horas de la madrugada, alguien tocó a su puerta. Sin abrirla, escucharon como una voz desde el exterior le proponía dinero por oír su historia. ¿Curioso, verdad? Lo cierto fue que Zárate no abrió la puerta, entre otras razones por temor y desconfianza, las cuales ya estaban y estarían afianzadas por el resto de los años de su vida.

Si algo abunda entre los hombres, es el irrespeto a sus congéneres. ¿Quién va a creer a un viejo campesino que dice que vio un platillo volador? ¿Qué importa si en el terreno había huellas, o si los profesionales que darían el dictamen sobre el asunto creían o no en OVNIs? ¿Qué importancia tenía este hombre? Si la medimos por la magnitud de las burlas divulgadas a nivel nacional, no sería más que un loco.

Pero el hombre de verdad, ese que fui a buscar personalmente en Torrientes, era lo que yo me esperaba. Un campesino, ya entrado en años, serio y trabajador. Un hombre que estaba cansado de hablar de "el asunto del platillo". Un hombre que no quería saber nada de periodistas, ufólogos o extraterrestres. Simplemente, un ser abrumado por esta historia en la que no hubiera estado complicado, si no fuera por la suerte.

Es irritante para cualquiera entrar de esta violenta forma en la historia, aunque sea en la "ridícula y enfermiza" historia de los OVNIs. Sirva este artículo para llamar la atención sobre el peligro que significa descuidar la atención de las personas que han observado casualmente un OVNI.

Y les recuerdo a todos que cualquiera de nosotros puede, algún día, terminar de frente a un platillo volador o sus ocupantes. Si piensa en lo que le provocaría este hecho, se dará cuenta entonces de lo que hombres como Adolfo Zárate han pasado, sin tener la más mínima oportunidad de elegir si lo deseaban o no. Y en lo que concierne a mi experiencia con Zárate, me ha dejado una impresión inolvidable de frustración...


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