lunes, 29 de abril de 2019

Brasil: Muerte en la Isla del Cangrejo

Brasil
Muerte en la Isla del Cangrejo
Uno de los más impresionantes casos ufológicos ocurridos en Brasil, involucra a cuatro pescadores maranhenses. Uno de ellos murió y otros dos resultaron seriamente heridos como consecuencia del contacto.
por Cipex, Carlos Alberto Machado y Bob Pratt


Bob Pratt a bordo del pequeño barco en el que los pescadores se encontraban en la fatídica noche (Crédito: Bob Pratt)


José Souza murió a los 22 años de edad. Era sano y no sufría de ninguna enfermedad. Lo que lo mató es un misterio. El día comenzó soleado y caliente, cuando él y tres hombres más fueron de San Luis de Maranhão hacia la Isla del Cangrejo, 25 km al sur, en la Bahía de San Marcos, en un barco viejo y corroído. Llegaron a primera hora de la tarde, anclaron en un arroyo bien dentro de la isla y pasaron el resto de la tarde cortando árboles finos y podando ramas. Ellos planeaban vender mástiles de madera para su uso en construcciones simples. La isla tiene 40 km de largo y 11 km de ancho. Es un lugar aislado, pantanoso y desierto, infestado por mosquitos y cubierto de arbustos y árboles. La gente sólo va allí para tomar la madera o tomar cangrejos. Con José estaban dos de sus hermanos, Apolinario, 31, y Firmino, 38, y un primo, Auleriano Bispo Alves, de 36 años.

Ellos trabajaron toda la tarde cortando y apilando troncos. Se detuvieron a las 18:00, cuando el sol comenzaba a ponerse, e hicieron una comida de carne y arroz. La marea estaba baja y el barco quedaba anclado en el lodo del arroyo vacío. Se quedaron charlando hasta las 20.00 hs. y se fueron a dormir dentro del barco, cubriendo la escotilla con un pedazo de lona para impedir la entrada de mosquitos. Una pequeña ventana cerrada, en la parte trasera de la cabina, permitía la circulación del aire. Una linterna con la mecha baja estaba colgada en uno de los lados de la cabina. Los hombres pretendían despertar alrededor de la medianoche cuando la marea subía, llevar los troncos al barco y volver a San Luis, con el reflujo de la marea. José Apolinario y Auleriano ya habían hecho el viaje al menos un centenar de veces antes, y nunca dejaron de despertar con la marea. El balanceo del barco cuando el arroyo se llenaba y el sonido del agua golpeando el casco era un gran despertador.

Firmino era el único novato. El cuarto hombre que solía acompañar al grupo estaba enfermo y Firmino, un granjero, pidió ir en su lugar porque necesitaba más de la madera para un anexo que estaba haciendo en su casa en la selva tropical. Era su primer viaje, y él habría de arrepentirse de haberlo hecho. Algo terrible sucedió mientras dormían. A la medianoche, José estaba muerto y Firmino y Auleriano seriamente heridos, pero nadie sabía lo que había sucedido o por qué. Nadie sabía y hasta hoy no sabe.

Amanecer asustador

En vez de despertarse a la medianoche, con el flujo de la marea, sólo despertaron alrededor de las 05.00 hs., cuando el sol estaba naciendo. Apolinario, que había dormido en una alfombra en el suelo de la cabina, oyó a Auleriano gritando por socorro delante del barco. Él se quedó intrigado, porque Auleriano había ido a dormir en una red en la parte trasera del barco, poco más de un metro detrás de la alfombra de Apolinario. Apolinario se tambaleó hacia adelante, se agachó bajo la otra red, donde se quedó José, y retiró la lona que cubría la escotilla.

Con el área para la carga súbitamente visible a la primera luz del amanecer, Apolinario miró hacia abajo y vio a Auleriano acostado en varios centímetros de agua en la estira. Él preguntó cuál era el problema, pero Auleriano no lo sabía. Estaba con dolor, no podía levantarse y no sabía cómo había ido a parar allí.

Apolinario ayudó a Auleriano a salir por la escotilla e ir hasta la popa, y percibió que estaba quemado en las dos escápulas. Auleriano se bajó el short y vio que tenía una quemadura también en las nalgas, del lado izquierdo. Extrañamente, el short no se quemó. Apolinario comenzó a hacer un té para Auleriano, pero oyó a alguien gemir en la parte trasera del barco. Él descendió hasta la cabina, se agachó nuevamente bajo la red de José, y vio a Firmino acostado en el suelo, debajo de la red de Auleriano. Era otra sorpresa, porque Firmino había ido a dormir en la parte delantera del barco, donde Auleriano había sido encontrado. Pero la sorpresa de Apolinario se convirtió en shock cuando él examinó a Firmino. "Él estaba quemado e hinchado, y la piel se había caído", dijo Apolinário. "Traté de hablar con él, pero no respondía. Sus ojos estaban cerrados y no pude abrirlos. Me quedé aterrorizado".

Asustado, Apolinario corrió hasta la red de José para pedir ayuda, pero cuando lo tocó, percibió que él estaba muerto. Intentó sentirle la muñeca, pero no lo logró. El cuerpo de José estaba frío y tensándose rápidamente, con una pierna colgada fuera de la red. Lleno de tristeza, Apolinario creyó que debía poner la pierna de vuelta en la red, pero fue una lucha hacer eso. Desesperado, él quería llorar, pero era el único hombre con salud a bordo y tendría que llevar a los demás de regreso a San Luis. No había remedios ni estuche de primeros auxilios en el barco y no podía hacer nada para tratar las quemaduras de los hombres. Peor aún, la marea estaba baja y el barco quedaba en el lodo nuevamente.

Una vuelta complicada

Él necesitó esperar más de 8 horas hasta que la marea subiera nuevamente. Alrededor de las 14:00, comenzó a llevar el barco de regreso a San Luis. Fue un viaje difícil porque normalmente son necesarios al menos tres hombres para cuidar de las velas y del timón del barco de 12 m, y Apolinario tenía que hacer todo solo. José estaba muerto, Firmino inconsciente y Auleriano con mucho dolor. Durante el viaje, Firmino rodaba de un lado a otro en el suelo de la cabina, conforme el barco cogía las olas en la bahía. "Dios me ayudó. Sin su ayuda, todos habríamos muerto", dijo Apolinário, un hombre delgado y con apenas 1,50 m de altura. El sol se estaba poniendo cuando llegar al puerto de Itaqui, cerca de San Luis, pero la pesadilla del muchacho aún no había terminado. Las únicas personas en el pequeño puerto de aguas profundas eran dos guardias de seguridad, que no pudieron ayudarle. Él tuvo que caminar 10 km hasta San Luis, contar a la policía lo que había sucedido e ir hasta su casa para llamar a su hermano mayor, Pedrito. Los dos volvieron al puerto en auto, a las 21.00 hs., y llevaron a Firmino a un hospital. Aunque Auleriano estaba sufriendo con muchos dolores, se quedó junto al cuerpo de José.

La policía sólo llegó al barco a la 01.00 hs.. El cuerpo de José fue llevado al Instituto Médico Legal y sólo entonces Auleriano fue a un hospital para ser tratado. Sus quemaduras dejarían marcas, pero él pudo ser liberado por la noche. Firmino se quedó en coma durante una semana, y tuvo que pasar más de un mes en el hospital. Buena parte de su cuerpo había sufrido quemaduras de segundo grado. Las más serias estaban del lado izquierdo de las costillas, en la parte interior del brazo izquierdo y en la frente.

Los músculos del brazo fueron tan dañados que los dedos de la mano izquierda quedaron permanentemente torcidos hacia adentro, casi sin movilidad. No se hizo una autopsia en el cuerpo de José. San Luis se encuentra cerca del ecuador y después de 24 hs. en el calor, el cuerpo ya estaba en avanzado estado de descomposición. El médico que lo examinó en el Instituto Médico Legal dijo en su informe que no había cortes ni hematomas en el cuerpo. El certificado de defunción declaraba que José había sufrido un "accidente cerebrovascular, causado por hipertensión arterial, como consecuencia de un shock emocional". La causa de la muerte fue atribuida a un shock emocional.

Choque emocional

No había una explicación de lo que habría sido ese choque emocional. Pasé más de un mes en la región de San Luis, investigando ese y otros casos, y durante buena parte de ese tiempo, intenté localizar al médico. Con Mónica Carneiro y otros intérpretes, fui tras él por todas partes, siempre dejando recados, pero cuando finalmente lo encontramos, él se rehusó a conversar, y no explicó el por qué de eso. Sé, sin embargo, que cuando él envió el informe sobre la muerte de José, su jefe lo criticó severamente por sus conclusiones.

La policía no fue capaz de determinar lo que ocurrió en la Isla del Cangrejo. Los investigadores fueron hasta allí, examinaron el área donde el barco quedaba anclado, inspeccionaron el propio barco y conversaron con los sobrevivientes y las personas que los conocían. No había ninguna evidencia de que los hombres hubieran bebido o usado drogas, sufrieran intoxicación alimentaria o fueran expuestos a gases tóxicos, o siquiera se hubieran peleado físicamente. La policía no encontró señal de fuego en el barco ni en la isla. La única conclusión era que los tres sobrevivientes realmente no sabían lo que había sucedido.

Ninguno de los tres hombres se acuerda del menor detalle de aquella noche, ni bajo hipnosis profunda. Una quemadura debe provocar uno de los más terribles dolores que alguien puede sufrir, pero dos hombres fueron gravemente quemados antes de la medianoche y ninguno de los dos sabía nada acerca del accidente, uno hasta la mañana siguiente y el otro sólo cuando salió del coma, una semana más tarde. ¿Cómo tales cosas pueden haber ocurrido sin que las víctimas tengan el menor recuerdo de cómo se quemaron? ¿Qué o quién podría infligir esas heridas y bloquear completamente la experiencia dolorosa de las mentes de las víctimas? ¿Por qué un joven sano como José simplemente murió mientras dormía, sin ninguna causa aparente?

Noticias en el medio

Esas son algunas de las preguntas que tanto intrigaron a la policía de Maranhão, y que nunca fueron respondidas. No hay ninguna evidencia directa de que un OVNI estuviera involucrado en el incidente. Los hombres no vieron nada de extraño. El hecho ocurrió en la noche del 25 de abril de 1977, durante un período de numerosos avistamientos de objetos no identificados en toda la región. Los periódicos y estaciones de radio y televisión en San Luis inmediatamente agarraron la historia y pusieron la culpa en un OVNI a causa del misterio que rodeaba el caso y porque muchos OVNIs habían sido vistos recientemente. A pesar de la atención que recibió de los medios, el Caso Ilha do Caranguejo no fue divulgado fuera de San Luis. En el caso de Roberto Granchi, hijo de la veterana ufóloga de Río de Janeiro, Irene Granchi, estuvo en San Luis a principios de 1978 para reparar ciertos equipos electrónicos en un barco en el puerto de Itaqui y, al oír sobre el caso, fue a buscar a Auleriano. Él le contó a su madre lo que había descubierto y ella, a su vez, me pasó la información. A finales de noviembre de 1978, fui a San Luis.

Es una antigua ciudad colonial en una isla en la desembocadura de una enorme bahía, con calles estrechas y accidentadas, y edificios pintados en tonos pastel de verde, rosa, azul, amarillo y otros colores, muchos de los cuales cubiertos con muchos ladrillos ornamentales. La ciudad tiene muchos kilómetros de bellas playas. En aquella época, había 250 mil habitantes, pero la ciudad creció rápidamente en los años 80 y hasta el final del siglo, su población bordeaba un millón. Una de las primeras personas con quienes conversé en la Isla del Cangrejo fue Clésio Muniz, jefe de investigación criminal de la policía de Maranhão. "Yo vi a aquellos hombres con aquellas extrañas quemaduras y no creo que fueran causadas por un fuego común", dijo Muniz.

"No creo en OVNIs, pero ese es un fenómeno extraño que no puedo explicar. Ya había escuchado relatos de 'bolas de fuego' avistadas en las ciudades alrededor de la Isla del Cangrejo y al oeste de aquí. Mucha gente había visto la bola de fuego, tanto antes y después del incidente. Y por los testimonios que oí, las bolas de fuego no parecían estrellas fugaces. Ellas suben y bajan, se mueven hacia la izquierda o la derecha, horizontalmente, verticalmente, lentamente o rápidamente, o muy despacio o demasiado rápido. Es un fenómeno inusual, y no sé lo que es".

Otro investigador me dijo que creía que un rayo había causado la muerte y las quemaduras. Su teoría era que el rayo cayó en la arena o en el lodo cerca del barco, rebotó hacia arriba y voló horizontalmente hasta la cabina, alcanzando a tres de los cuatro hombres que dormían. Dos médicos del Instituto Médico Legal (IML) que examinaron a Firmino en el hospital también creían que la causa del accidente era un rayo. Uno de ellos era el doctor Carneiro Belfort, en la época, director del instituto y posteriormente profesor de medicina en una de las universidades de San Luis. "Quise ver a Firmino porque los periódicos estaban diciendo que las heridas habían sido causadas por los OVNIs, y tengo que comprobarlo personalmente", dijo el doctor Belfort. "Nunca he visto un OVNI y no creo en su existencia. Las quemaduras eran características de rayo, pero no puedo afirmar que eso es lo que las causó. Y si no lo fue, no sé lo que pudo haber ocurrido. El hombre me dijo que vio 'un fuego' antes de desmayarse."

Esta última afirmación -que Firmino, en su delirio, murmuró algo sobre un 'fuego' - era el único eslabón discernible con un OVNI. Fuego probablemente es el término más común para OVNI en todo Brasil. El otro médico que defendió la teoría del rayo fue José Oliveira, en la época, miembro del equipo del IML. "Firmino tuvo muchas quemaduras de segundo grado y podría haber muerto. En mi opinión, fue rayo. Pero, por otro lado, un rayo habría causado algún daño o quemadura en el barco, y el hombre que murió también debería estar quemado". Ninguno de los médicos vio el barco o el cuerpo de José, pero el certificado de óbito afirmaba que no había marcas ni lesiones en el cuerpo.

Mientras conversábamos, el doctor Oliveira examinó los registros del instituto sobre los hombres heridos. En cuanto a la quemadura en las nalgas de Auleriano, él dijo que "... probablemente, si hubiera sido alcanzado por un rayo, su ropa también habría sido quemada". Los pantalones de Auleriano y Apolinario quedaron intactos. Clésio Muniz, el investigador criminal jefe, discrepaba vehemente de la teoría del rayo, así como el Sargento Antenor Costa, meteorólogo de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) en el Aeropuerto de San Luis. El aeropuerto está a 4 km al noreste de la Isla del Cangrejo. En la época, cuatro líneas aéreas nacionales, dos regionales y varias empresas de taxi aéreo estaban usando el aeropuerto. Los registros de la estación meteorológica indican que no hubo temporal ni relámpagos entre las 17.00 hs. del 25 de abril y las 06.00 hs. del día 26. Cayó una lluvia ligera a las 23.00 hs. y otra a la medianoche, pero por lo demás la noche estaba clara y tranquila.

"Sería imposible un rayo caer, golpear la arena y rebotar hacia arriba y desviarse hacia el lado, tomando el barco. Eso no sucede. Si fuera así, el rayo habría quemado también la lona y no habría alcanzado a dos o tres hombres al mismo tiempo porque sus posiciones en el barco eran muy diferentes. Para hacer esto, un rayo necesitaba ser tortuoso como una banda sinuosa. Además, es improbable que hubiera matado a un hombre sin quemarlo. Simplemente no es posible que un rayo queme a dos hombres y mate a un tercero, sin dejar una marca en su cuerpo", dijo el Sargento Costa.

Natalino Filho, director de la estación meteorológica, dijo que un rayo podría haber caído en el agua y pasado por ella hasta el barco, ya que el agua es un buen conductor de electricidad. "Pero si eso hubiera ocurrido, Apolinario habría muerto porque estaba acostado en el suelo, en el punto más cercano al agua", agregó Natalino. Decididamente no había quemaduras en el barco. Lo inspeccioné personalmente, y fue una aventura infernal. Firmino vivía en el bosque, a cierta distancia al sur de Itaúna, la terminal de balsas entre la Bahía de San Marcos y San Luis. Con Ana Teresa Britto y su hermana Leila como intérpretes, fui a buscar a Firmino para llevarlo a San Luis. Cuando llegamos a su casa, nos enteramos que el María Rosa, el barco usado por los cuatro hombres en el viaje a la Isla del Cangrejo, estaba anclado en un arroyo cercano. Hacía días que lo venía buscando, pero lejos de allí, en el área de San Luis.

Tendríamos que esperar hasta que Firmino se mejorara para ir con nosotros a San Luis, así que Ana Teresa, Leila y yo fuimos a inspeccionar el barco, con la mujer de Firmino, María, sirviéndonos de guía. Fuimos en coche a un pequeño pueblo, aparcamos y empezamos a bajar a pie por una pista que daba en el bosque. Cinco minutos más tarde, llegamos a un pantano donde la pista desaparecía bajo el agua por unos 68 m. María dijo que no había otra manera de alcanzar el barco.

Las imágenes de las pirañas y otras criaturas belicosas me venían a la mente, dejándome con dolor de cabeza mientras observaba el agua oscura. No daba para ver nada bajo la superficie negra, y tendríamos que atravesarla descalzos o arriesgarse a perder los zapatos en el barro. Yo quería llorar. María me aseguró que el agua sólo llegaba a las rodillas, pero yo no quería entrar en ella descalzo ni con zapatos, por más rasa que fuese. Pero no tenía elección, si quisiera examinar el barco. Las tres mujeres se rieron de mí, cuando vacilé. Y entonces, detestando cada minuto de la aventura, hundí las piernas en el pantano y me detenía a través de él, siguiendo a María y seguido por Ana Teresa y Leila. Pero nada malo sucedió, y llegamos al otro lado con los tobillos intactos.

Algunos minutos más tarde llegamos al barco. Con la marea baja, todavía estaba atrapado en el lodo. Estaba totalmente hecho de madera y tenía una única y enorme vela. Era un barco viejo, con la pintura tan desgastada que apenas podíamos ver el nombre María Rosa. No había nadie cerca. Mientras las tres mujeres se sentaban sobre un tronco caído y me esperaban, atravesé una tabla de madera y subí a la popa. La única entrada para la cabina y el espacio de carga debajo es a través de una escotilla cuadrada, bien detrás del mástil. Me quedé unos 30 minutos examinando el barco entero, dentro y fuera. No había una sola señal de fuego o violencia. Tomé varias fotos, y luego los cuatro regresamos descalzos a través del mismo pantano.

Llevamos a Firmino a San Luis porque yo había provisto la venida del doctor Sílvio Lago, desde Niterói, para hipnotizar a los tres hombres. El doctor Lago, médico y profesor de medicina, ya venía usando hipnosis en su profesión hacía casi 45 años. Los tres hombres acordaron hacer las sesiones porque vivían deprimidos desde el incidente y esperaban que él pudiera ayudarles. El doctor Lago pasó 16 horas con los hombres, seis hablando con cada uno individualmente y juntos sobre sus vidas y lo que ocurrió en la Isla del Cangrejo, y las otras 10 horas en sesiones individuales de hipnosis. Cuando acabó, él estaba convencido de que los hombres estaban diciendo la verdad, pero no obtuvo la menor pista de lo que había sucedido aquella noche. "Ellos no podían recordar nada después de haber ido a dormir aquella noche. No estoy acostumbrado a ver este tipo de bloqueo mental. Es un caso muy extraño y complicado", dijo el doctor Lago.


Apolinario en hipnosis regresiva. (Crédito: Bob Pratt)


Sólo la emoción no sería suficiente para causar el bloqueo, dijo. "Fue algo físico y psíquico, pero nada común. Una emoción muy fuerte podría causar amnesia, pero no parece haber sido la reacción emocional de los hombres que provocó ese bloqueo mental. Es posible que antes o durante la experiencia, hayan pasado por algún tipo de hipnosis muy profunda, preparándolos para no recordar nada, después". Otra cosa que lo intrigó fue que Apolinario, que no tenía heridas aparentes, tenía el mismo tipo de bloqueo que los otros dos.

"Una hipótesis es que Apolinario debe haber tenido una emoción demasiado fuerte al punto de provocar el bloqueo. No me imagino lo que sea, a menos que haya visto lo que pasó. Lo que le impuso el bloqueo mental fue mucho más fuerte que el dolor de ver a su hermano muerto, porque él se acuerda de todo antes y después, pero nada durante, y yo no creo que haya emoción mayor que ver al hermano muerto y dos hombres heridos. Es muy extraño", informó el hipnólogo. Otra parte del misterio es el hecho de que Auleriano fue a dormir en los fondos del barco y despertó al frente, mientras que Firmino, que estaba durmiendo en el frente, fue encontrado en los fondos, cerca de la red de Auleriano. Ninguno de los hombres se acordaba de haber cambiado de posición en medio de la noche.

Algunas personas familiarizadas con el caso creen que un OVNI sacó a los hombres del barco, hizo lo que quiso con ellos, y los colocó de vuelta, errando los lugares donde estaban Firmino y Auleriano, invirtiendo sus posiciones. Lo que sucedió aquella noche a bordo del María Rosa fue entre las 20.00 hs., cuando se fueron a dormir, y la medianoche, cuando pretendían despertar. Tres de ellos estaban acostumbrados a despertar con el flujo de la marea, pero nadie se despertó hasta la mañana siguiente. Esto indica que todos estaban inconscientes antes de la medianoche. Lo que o quién causó las quemaduras en Firmino y Auleriano probablemente también fue responsable de la muerte de José. Exactamente cuando estos eventos ocurrieron no se puede determinar, pero probablemente fue antes de la medianoche. El cuerpo de José se estaba volviendo duro y Apolinario tuvo dificultad para colocar la pierna del hermano de vuelta en la red. Eso fue entre las 5 y 5.30 hs. Normalmente, la rigidez comienza tres o cuatro horas después de la muerte y toma alrededor de 12 horas para extenderse por todo el cuerpo.

Problemas de salud

Cuando entrevisté a los tres sobrevivientes, esperaba que el bloqueo mental se desvaneciera y que sus memorias comenzaran a reactivarse. Pero tal vez eso nunca suceda. Volví en 1981 y conversé con Auleriano y Apolinario, y nuevamente en 1992, cuando hablé con los tres. Ninguno de ellos recordaba nada. Un hecho interesante es que los dos que sufrieron quemaduras, Firmino y Auleriano, hoy tienen buena salud, pero Apolinario, que aparentemente no sufrió heridas, tiene problemas de salud actualmente. Un año y medio después del incidente, empezó a sentir una debilidad en el brazo izquierdo. En 1981, el año en que cumplió 36 años, no podía sostener nada con la mano izquierda sin que se le cayera. En 1992, con 46 años de edad, tenía poca fuerza en la mano y en el brazo izquierdos, sufría de fuertes dolores de cabeza y caminaba con dificultad, con el paso un poco duro. Él no sabe por qué. Nunca tuvo accidentes ni enfermedades debilitantes. Cuando consigue trabajar, hace carbón.

Firmino, que había perdido peso y casi no podía hacer nada por varios años después del incidente -y a veces hasta parecía medio atontado, según su mujer- hoy está robusto y mentalmente ágil, de nuevo. Consigue hacer trabajos aburridos leves, a pesar de tener la mano izquierda torcida. Él y María también son los propietarios y administradores de una pequeña tienda de comestibles en uno de los barrios más pobres de San Luis.


Firminio días después del incidente, en el hospital. (Crédito: Bob Pratt)

Firminio, ya recuperado, mostrando la cicatriz adquirida en la experiencia. (Crédito: Bob Pratt)


Las cicatrices de Auleriano prácticamente desaparecieron. Dos años después del incidente, empezó a ir a la Isla del Cangrejo para sacar madera de nuevo, y continuó con ese trabajo hasta 1991, sin ningún acontecimiento inusitado. Pero abandonó esa ocupación y fue a trabajar como guardia de seguridad en una empresa de construcción. Ni Apolinario ni Firmino jamás volvieron a la Isla del Cangrejo.


Página 1 del laudo del examen del Cuerpo de Delito de Auleriano. (Crédito: Edson Boaventura Junior) 

Página 2 del laudo del examen del Cuerpo de Delito de Auleriano. (Crédito: Edson Boaventura Junior)

Página 1 del laudo del examen del Cuerpo de Delito de Firminio. (Crédito: Edson Boaventura Junior) 

Página 2 del laudo del examen del Cuerpo de Delito de Firminio. (Crédito: Edson Boaventura Junior)

Y el caso se repite...

Prácticamente la misma cosa sucedió nueve años después con otro grupo de hombres, dejando un muerto, un quemado y dos misteriosamente afectados. El 28 de abril de 1986, los cuatro hombres fueron a la isla en un barco similar, para tomar madera. Trabajaron dos días cortando más de 300 troncos y apilándolos a las orillas del río, cerca del barco. El 30 de abril, dejaron de trabajar a las 18:00 y uno de ellos, Juvencio, de 22 años, comenzó a cocinar. Veríssimo, 21, dijo que no se sentía bien y pidió a Juvéncio ajo para frotarse en los brazos, pues eso lo haría sentir mejor, pero Juvéncio de repente se quedó mareado y cayó en la popa, inconsciente. En una rápida sucesión, los otros dos hombres, Anselmo y Lázaro, ambos con alrededor de los 40 años, también se desmayaron.

Nadie sabe lo que pasó con Veríssimo. Lázaro recobró la conciencia al mediodía, al día siguiente, y encontró a Veríssimo muerto, extendido en la popa. No había marcas en él, pero un poco de sangre le escurría de la boca. Anselmo se despertó dos horas más tarde y Juvencio lo hizo a las 17.00 hs., casi 24 horas después de haberse desmayado. El lado derecho de su cabeza estaba quemado e hinchado. Anselmo y Lázaro intentaron colocar la madera en el barco, pero desistieron después de haber cargado no más de unos treinta mástiles. Comenzaron a conducir el barco de regreso a San Luis, pero era difícil porque los tres sentían mareos y náuseas.

Fuerte ruido

La segunda muerte en la Isla del Cangrejo tampoco fue reportada fuera de San Luis. Fui a San Luis cinco meses después del incidente y supo de la historia por Mónica Carneiro y Ana Teresa Brito, las principales intérpretes en mi investigación del primer caso. Ellas me ayudaron a encontrar a Juvencio, que me contó lo que había sucedido. Como en el primer caso, ninguno de los tres sobrevivientes sabe lo que ocurrió aquella noche, excepto que todos se sintieron mareados y desmayados. Las autoridades portuarias los interrogaron y me dijeron que parecía que los hombres estaban diciendo la verdad. Los tres estaban seguros de que el problema no fue la intoxicación alimentaria. Todavía no habían comido y se sentían muy bien hasta que quedaron atontados. Las autoridades descartaron la posibilidad de algún tipo de gas venenoso del pantano. Juvéncio dijo que nadie sintió ningún olor extraño antes de la marea.

No se hizo autopsia en Veríssimo. Como en el primer caso, cuando el barco llegó al puerto, su cuerpo ya estaba en avanzado estado de descomposición. El certificado de muerte de Veríssimo simplemente menciona la causa de muerte como "no determinada". La conexión con un OVNI en ese caso también es tenue. Una cosa extraña sucedió poco antes de que los hombres se desmayaran. Ellos oyeron un fuerte estruendo en el bosque, en algún lugar cerca del barco. En la oscuridad, no pudieron ver lo que era, y no saben qué pudo haber causado el ruido. Sólo se puede llegar a la isla en barco o helicóptero, y los hombres no sabían de la presencia de otras personas allí, con ellos. Los partidarios de las teorías ufológicas pueden interpretar el estruendo como una clara indicación de que un OVNI aterrizó, aplastando árboles en su camino, mientras que los desmistificadores alegaron que el ruido debió haber sido causado por un árbol cayendo.

No hay como probar quién está bien, pero los hombres reconocen el sonido de un árbol cayendo. Cuando Mónica, Ana Teresa y yo entrevistamos a Juvencio en su casa, varios vecinos se reunieron para oírlo. Un hombre en medio de la multitud dijo que había tenido un contacto con un OVNI en un barco similar, no lejos de la Isla del Cangrejo, una noche en 1983. Su barco estaba anclado en un arroyo del lado oeste de la bahía, cuando un gran objeto brillante bajó y se deslizó sobre él, proyectando una luz sobre la embarcación. El hombre y sus compañeros saltaron del barco y se escondieron en el bosque hasta que el OVNI se alejara. Él dijo que varias personas en barcos en el área también tuvieron contactos con OVNIs ese año.


UFO Danger Zone, y su versión brasileña Perigo Alienigena no Brasil, de autoría de Bob Pratt, en donde el caso fue presentado.


Tanto Lázaro como Anselmo estaban en el interior las dos veces que estuve en San Luis después del incidente, y nunca conversé con ellos. Sin embargo, vi Juvencio nuevamente en 1992. Él dijo que estaba bien de salud, pero que Anselmo y Lázaro sentían amortiguación en las piernas, y Lázaro a veces tenía mareo y dolor de cabeza. Los dos casos son notablemente similares, excepto que ninguno de los hombres del primer incidente sintió mareo. Es muy posible que no haya habido la presencia de OVNI en ninguno de los casos, ya que las víctimas no recuerdan haber visto nada extraño y no hubo otros testigos. Pero si los villanos en esos casos no son los OVNIs, entonces algún fenómeno igualmente extraño fue el responsable. De cualquier forma, todo forma parte de un extraño misterio que hiere y, a veces, mata a la gente.




Modificado por orbitaceromendoza

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