domingo, 21 de julio de 2013

Tres Arroyos, Buenos Aires: un rejuvenecedor encuentro (30 de diciembre de 1972)

Tres Arroyos, Buenos Aires: un rejuvenecedor encuentro (30 de diciembre de 1972)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
Crédito: Visión OVNI


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Ventura Maceiras.
El sábado 30 de diciembre de 1972, Ventura Maceiras, de 73 años, cuidador de una quinta ubicada en los fondos del Parque Municipal “Ángel L. Cabañas”, a la vera del arroyo Orellano, en Tres Arroyos, fue protagonista de un hecho insólito, que no concluyó con la proverbial visita de extraterrestres, sino que continuaron con un rejuvenecimiento físico, habilidades prácticas y desarrollo intelectual. Y aún más…

Algunos antecedentes

Una serie de apariciones que se habían registrado en los últimos tiempos, hicieron suponer que Tres Arroyos “parece estar situado en la ruta y punto de escala de los platos voladores” (1).

Entre los episodios se encuentra el de otro jubilado, también vecino de esa localidad, quien manifestó que entre el 14 y el 20 de noviembre, se hallaba en el living de su casa mirando televisión, cuando el aparato comenzó a fallar. Trató de ajustarlo, pero fue en vano, y al retornar a su silla, comprobó que en otro sitio de la sala ha­bía alguien sentado. Cuando atinó a hacer un movimiento de sorpresa, el desconocido se levantó y le tendió una mano, en gesto amistoso pero sin pronunciar palabra alguna. Según el relato del vecino (de apellido Rey), el extraño huésped vestía un traje ente­rizo que le cubría la cabeza, verde azulado y de apariencia metálica brillante.

El ser era bastante alto, delgado, tenía ojos rasgados y de su cinturón pendía un adminículo que “parecía un transmisor”. Al presionarlo, encendió una luz amarillenta. El testigo, más confiado, fue a la cocina donde permaneció unos instantes y, tras servir­se un vaso con agua, le ofreció el líquido a su huésped, quien permanecía inmóvil, mi­rándolo. Sin embargo, la entidad no perdía oportunidad para ver televisión. El jubilado volvió a ponerse nervioso e inquieto cuando, de pronto, la fantasmal figura se des­vaneció hasta desaparecer. Como consecuencia, el buen hombre -quien hasta ese día caminaba con dificultad- comenzó a hacerlo sin problemas, sintiéndose cada vez mejor (2).

También en esos días, la encargada de un bar de la calle Alsina, de Tres Arroyos, hizo un relato similar, afirmando que un extraño cliente ingresó al establecimiento cuando ella se hallaba con otras personas, y se dirigió al baño público. Ante su tardanza,­ fue a ver qué ocurría comprobando que el individuo, desmesuradamente alto y de una mirada penetrante, había desaparecido como por encanto (3).

En este contexto se produce el caso que trataremos a continuación.

El testimonio de V. Maceiras

Este hombre, que vivía en una precaria construcción de madera y chapa instalada en la quinta propiedad de Alberto Rupell, con entrada por la Av. Leandro N. Alem, fren­te a la planta depuradora de Obras Sanitarias, ahora goza de una sólida vivienda de mampostería de ladrillos, y de otros beneficios económicos, producto de la inefable ayuda de un grupo de vecinos conmovidos por la auspiciosa experiencia con los extraterrestres, que le dieron una popular fama rápidamente extendida.

Su relato fue publicado en numerosas revistas especializadas en OVNIs, de gran notoriedad en el mundillo ufológico internacional (4), e incluido en diversas obras de autores extranjeros (5), valiéndole al episodio una vasta considera­ción. 

Nuestra entrevista con Ventura Maceiras se formalizó en la casa de un familiar suyo. Allí nos recibe dentro de una pirámide, construida con varillas de aluminio, donde dice recibir la energía cósmica.

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Ventura Maceiras y Roberto Banchs.

Según su relato, él no ha estado influenciado de manera alguna “con esto de los platos voladores”, pero -tal parece una rutina- comienza su exposición manifestando que no es la primera vez que le ocurre algo como lo descripto. U­nos 20 años atrás, en el sur argentino, se en­contró con un raro artefacto que, al parecer, trataba de descender, porque de su parte infe­rior salían unas patas como de mesa, al tiempo en que escuchaba un fuerte zumbido. Estando a unos 5 m de altura, lanzó una especie de relámpago que le encegueció y, cuando recobró la visión ya no había más nada. La gente se rió de su relato y decidió no hablar más nada del asunto. Hasta que…

“El 30 de diciembre de 1972, estaba sentado al lado del fogón. Eran cerca de las 22,30 horas. Ya tenía ganas de dormir. Me encontraba tomando mate y escuchando radio frente al rancho, a unos 20 m del arroyo, bajo los eucaliptos, cuando de pronto la radio empezó a fallar. Me pregunto qué tendrá. La sacudo, y nada. Entonces decido apagarla. ¡Cuando en eso, veo, del porque sí, un sombrero -porque yo no sabía nada qué era eso, insiste-, viene y se detiene ahí, bajito!”, advertido por un zumbido suave, como un enjambre de abejas que fue creciendo en intensidad".

"Arrojaba unos destellos muy intensos, “como fiesta”. Una luz. Y en medio de ese resplandor una cosa enorme, muy clara. Y allí, sobre su cabeza, tocando la punta de los eucaliptos (que miden unos 15 m de altura), estaba ese objeto enigmático de unos 20 m de diámetro, con grandes ventanales".

Ventura Maceiras lo observó casi encima de él, mientras la “nave” permanecía suspen­dida en ese lugar, emitiendo chispas por unos tubos que sobresalían de la parte infe­rior. A su alrededor, un gigantesco aro luminoso giraba continuamente. El aparato te­nía un color anaranjado rojizo; en la parte superior, al medio, se hallaba una cabina, redondeada y con los ventanales.

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Representación de los seres observados por el testigo.
Podía advertir que su interior se hallaba completamente iluminado y con muchos instrumentos. En un momento dado, al “hacerle señas y gritarles no sé qué cosas, del lado norte, el plato se inclinó para mirarme, y pude ver a dos personas, una de cada lado, vestidas como un buzo y con escafandra. Eran altos, grandes, pero sus ojos y nariz igual que nosotros. Cada uno llevaba una mochila en la espalda. Romaniuk me dijo que era oxígeno para respirar, pero yo pensé que era un paracaídas”, nos explicó Maceiras. 

“Al verlos, quise disparar (huir) y no pude. Entonces con el mate les digo ‘¿Querés un mate, hermano?’. Uno lo miró al otro y parece que algo le dice. Se asomó para mirar y el otro por sobre el hombro. Quise disparar, estaba muy asustado, se me cayó la bombilla del mate. Pero pude ver, detrás de ellos, una bandera azul con guarda dorada, y un sol. Dentro de él, un caballito de mar (hipocampo)”. Al lado, va­rias letras indescifrables (pero que Maceiras nos dirá que indicaban “la serie 23”), hacían de marco ar­tístico u ornamental a las insólitas presencias.

Una gata que le acompañaba en esos momentos emi­tió un agudo maullido, abandonó a sus cachorros y se alejó velozmente del lugar. “La gata tenía todo el pelo quemado, como sarna, y un perro que también me acompañaba, le ocurrió lo mismo. Al cabo de unas semanas, ambos murieron. Fue por una radiación. A mí me tomó la parte del cuello, pero nada me pasó”.

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Representación artística del "encuentro cercano".
Según Maceiras, la observación habría durado 15 a 20 segundos, momentos en que la nave lanzó un intenso rayo de luz que lo encegueció, obligándole a bajar la vista. Se bamboleó hasta enderezarse, mientras se intensificaba el zumbido y extinguía la luz. “Hizo ‘she-she-she’ -describe el testigo-, y siguió bajito, lentamente, hacia el este, por sobre dos eucaliptos que alcanzó a quemar su follaje, aunque después dijeran que estaban infectados. Y pasó por encima de la ruta 228”. En el aire quedó flotando un fuerte olor a azufre, o a árnica, que desapareció en pocos segundos.

Mientras la nave se mantuvo suspendida en el aire, Maceiras dice haber sentido en las piernas como un hormigueo, que le duró un par de días. Pero dos o tres horas después que el aparato se marchó, le sobrevino un fuerte dolor de cabeza y más tarde, otros desequilibrios como náuseas, caída del cabello, etc.

Pero lo que aparentemente resultaba más asom­broso ocurrió a los dos días de su avistamiento.

Ventura Maceiras dijo sentir que en la encía superior, bastante desprovista de dientes, empezaron a aparecer nuevas piezas dentarias: dos caninos y dos molares. Su cabello le creció nuevamente, mejoró enormemente su vista (al punto de “abandonar los lentes”, según dice) y, sorpresi­vamente, el hasta entonces semianalfabeto (sólo cursó los primeros años de escuela), empezaría a utilizar “con solvencia” conceptos filosóficos, teológicos y astronómicos. Entre otras habilida­des, ahora es capaz de resolver cálculos matemáticos decididamente complicados, según se adujo. También asombraron sus nuevas aptitudes artísticas, y el haber adquirido ciertas facultades curativas.

Nuevos encuentros

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Representación artística del "encuentro cercano".
Transcurrieron los días, hasta que el 24 de febrero de 1973, y hallándose el rejuvenecido Ventura Maceiras en el interior de su vivienda, observó la inquietud de su pe­rro, el que se dirigió a toda carrera hacia la tranquera, en la entrada de la quinta de Rupell. Intrigado, el anciano siguió el camino del animal comprobando que frente a ellos, se hallaba un individuo de estatura alta, cabellos ondulados, ojos achinados, que vestía un enterizo con un cinto del que pendía una pequeña caja con botone­ras. El mismo se le presentó como uno de los tripulantes del plato volador visto anteriormente, diciéndose llamar “Arnoil” y provenir del planeta Prunio, supuestamente ubicado en el centro de la Vía Láctea. Mantuvo una larga conversación con Maceiras sobre propulsión y velocidad de la nave, describiéndole su planeta de origen, su religión, sus costumbres, etc. A su fin, le pidió que no lo siguiera y tras caminar unos pasos, apretó un botón de la caja que tenía, esfumándose desde los pies hacia arriba, hasta desaparecer en contados segundos.

Como dato curioso, el día anterior (viernes 23) se presentó en el lugar del suceso una apasionada del tema (S. A. Protta Troncoso) junto a una supuesta vidente, quien dijo haber percibido en la sesión a un ser extraterrestre, anunciándole que al día siguien­te V. Maceiras tendría la visita de dicho ser. Este presunto “mensaje” interestelar le fue retransmitido a Maceiras y a todos los presentes, que participaban en la reunión.

El entusiasmo de la señora Protta Troncoso no fue menor, desde que frecuentó a Maceiras a partir del 9 de enero. Ella sostenía que “toda persona que tenga un contacto con un plato volador o con un ser extraterrestre, no será dicho contacto ni el primero ni el último, sino que se repetirá periódicamente”.

Acerca de algunos prodigios

Durante la entrevista que mantuvimos con Maceiras, éste hizo una larga exposición de los conocimientos adquiridos, de las mejoras físicas y de sus nuevas habilidades. La misma viene a complementar la incluida en el excelente informe realizado por A. Elgart, M. Pogliano y J. C. Mottola (6).

De modo más conveniente, reproducimos a continuación algunos fragmentos de dicha en­trevista y los comentarios que han suscitado:

“Muchas veces (los extraterrestres) entran a la cocina, y conversamos. Me han enseñado algunos versos muy lindos sobre la vida del hombre: ‘No ha visto en el mar un árbol que lo arrastra la creciente / Desaparece de repente, y / nuevamente vuelve a surgir / y el juguete de las olas, / es arrastrada a la playa / pues es así la batalla / del hombre para vivir /…’. Y este otro de las rubias -continúa Maceiras-: ‘Son las rubias, las más lindas y las más bellas / otras como ellas yo jamás conocí / porque ellas tienen los labios como la rosa / y el aliento igual que el jazmín /…’”.

Pero los extraterrestres de Don Ventura no sólo le han dado muestras de su sensibilidad poética y de sus preferencias por el mar y las rubias, sino también por el juego de naipes. “Ellos me han enseñado unas pruebas de barajas -afirma sin rubores-, pero las que emplean diferentes, aunque yo lo hago igual con las nuestras, españolas”.

“El planeta del que ellos provienen se llama ‘Saurnio’, centro Vía Láctea. Hay otros que lo hacen de ‘Arnei’. ¡De tres lugares vienen a visitarme! Vienen también de ‘Nebultón’, está mirando al planeta Venus, de una estrella a la izquierda, dorada; y ahora va a venir una flota muy grande de Plutón”, nos confiesa con soltura.

Y de la astronáutica pasa a la astronomía: “El mundo va camino a la destrucción ­-dice con tono profético-; ya en el siglo que viene se van a ver anormalidades en la atmósfera. Porque el Sol, me han dicho los extraterrestres, es un planeta que está incendiándose, por los volcanes. ¡Piedras que vuelan, piedras que caen, fuego por todas partes! La espalda del Sol dicen que es ceniza, hollín y carbonilla. Y dicen que el Sol se va apagando. Y que cuando vaya a perder el 50% de su fuerza, nosotros en la Tierra vamos a tener un solo invierno. Iremos a vivir entre el 38, 40, 50 grados bajo cero”.

Casi huelga decir que sus conocimientos astronómicos y científicos en general, están plagados de errores y conceptos absurdos, si no fuera porque las noticias que dieron vuelta por el mundo recogían la opinión de Pedro Romaniuk, quien afirmaba: “Resulta difícil, en realidad, encontrar aspectos que permitan sospechar que toda la historia de Maceiras es puro desvarío” (7)!!

Completando todo esto, V. Maceiras dio a conocer un mensaje en el cual se refería a una fórmula para curar el cáncer, la que fue rechazada por los peritos consultados. Inclusive, nos hizo un curioso ofrecimiento: “Los extraterrestres me dieron un frasco como de un litro, que ya no me queda casi nada. ¿Usted conoce a alguien que sufra enfer­medades o dolor de huesos? -nos pregunta-. Yo tengo un remedio que me dieron ellos. ¡Que se lo frote bien!, siete noches”, nos advierte Maceiras con aires de curandero.

El mejoramiento físico

Según el examen practicado por un odontólogo convocado al efecto, la presunta aparición de nuevas piezas dentarias, se debe a la afloración de raíces y callosidades propias de la edad madura. Aún así, Maceiras insiste que le crecieron dientes, pero…que se le volvieron a caer.

Ventura Maceiras, hombre de Tres Arroyos, también nos refirió que su vista ha mejora­do notablemente, al punto de “abandonar los lentes”. Sin embargo, en momentos de la entrevista, lo sorprendimos con una prueba sencilla y definitiva: Tomamos un periódico, lo ubicamos a 60-70 cm de sus ojos, y le pedimos que leyera el texto, comenzando por las grandes y gruesas letras de molde de los titulares. Después de unos segundos, frunciendo el ceño, apenas alcanzó a leer con dificultad una palabra.

Conclusiones

A la luz de la investigación practicada, el relato de Ventura Maceiras se torna insostenible. Además, los datos suministrados -producto de sus posteriores encuentros-, carecen del menor sentido común.

Existen razones para suponer que Maceiras pudo haber sido sugestionado por las no­ticias difundidas semanas antes, y por los ulteriores comentarios escuchados de personas imaginativas que tomaron el caso en sus manos, como señalan Elgart y otros, pero la fantasía y el dominio sobre un sujeto (capaz de inspirarle palabras o actos involuntarios, bajo condiciones normales), requiere ciertos límites para que un testigo se constituya en hábil como tal.

Al respecto, puede afirmarse que Maceiras en ningún momento pudo observar con tanto detalle lo que sostiene haber notado durante el presunto acercamiento del objeto. Por una parte, debido a que el avistamiento se extendió escasos segundos, en los cuales se describe una profusión inusitada de pormenores que difícilmente podrían registrarse y, aún menos, por un sujeto cuya facultad visual se halla claramente disminuida. Y en se­gundo lugar, porque la perspectiva (casi en su cenit, sobre la copa de los árboles) le impediría visualizar el interior de la supuesta nave, a excepción de su techo.

La observación abunda también en detalles absurdos. Uno de ellos, es el de las escafandras y tubos que se conectan con cajas colocadas en las espaldas de los ocupantes (imposibles, además, de ser divisadas). ¿Acaso para respirar en la atmósfera interior de su nave, o para protegerse de los efectos nocivos de nuestra atmósfera en caso de salida?, se ha preguntado el francés René Fouéré (8). Sospechamos que una civilización tan avanzada les habrá provisto de naves con la suficiente protección, que harían innecesario el empleo de esos adminículos. No obstante, más allá de su avistamiento del 30 de diciembre, los mismos extraterrestres que -según dice- lo han visitado con posterioridad, pasearon por su casa faltos de toda protección.

Estos ocupantes se presentan biológica y psicológicamente muy parecidos a nosotros. La descripción de la bandera y de los signos gráficos impresiona como realizaciones humanas, sin descuidar el diseño ornamental, artístico. El “hipocampo coronado” es una figura central: “En el mar, nacen los pichones -explica Maceiras-, cuando se unen, ya no se separan jamás. Significa unión y hermandad…, por eso lo tienen ellos en la bandera”. Un conocimiento que, probablemente, le viene desde mucho tiempo atrás, cuando recorrió en barco gran parte del continente americano y europeo.

Lo expuesto hasta aquí configura un cuadro que contribuye a pensar que la historia narrada por Ventura Maceiras, lamentablemente dada a conocer al mundo como una verdad, pertenece al universo propio del septuagenario de Tres Arroyos.

Referencias

(1) La Voz del Pueblo, Tres Arroyos, BA, 12 enero 1973.

(2) La Razón, Buenos Aires, 28 noviembre 1972.

(3) Ibíd., 21 junio 1973; et. al. .

(4) Phénomènes Spatiaux, Paris, N° 36, junio 1973, ps. 22/24; Stendek, Barcelona, N° 12, marzo 1973, ps. 2/6; y, N° 15, dic. 1973 /mar 1974, p. 38; Flying Saucer Review, London, 1974, jul/ago 1973, ps. 10/14; et al.

(5) Stringfield, Leonard H. Situation red, The UFO Siege!, ps. 51/54; y, por lo menos, otras seis obras.

(6) Aldo R. Elgart, y otros, Caso Maceiras – En honor a la verdad, en Cuarta Dimensión, Buenos Aires, N° 7, (marzo 1974), ps. 20/25.

(7) 7 Días Ilustrados, Buenos Aires, N° 415, 22 mayo 1975, ps. 80/81.

(8) Phénomènes Spatiaux, op.cit., supra, p. 25

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