Los satélites serían el indicador clave de la vida inteligente avanzada (y ya podemos detectarlos)
Si el trayecto del desarrollo de las civilizaciones extraterrestres tiene similitudes con el de los terrícolas, la humanidad ya tiene en que prestar atención para buscar vida inteligente. Y es más: ya posee las herramientas necesarias para hacerlo, sugiere un estudio reciente.
La teoría se enfoca en los satélites geoestacionarios. Una civilización tecnológicamente avanzada tendría una densa 'capa' de aparatos espaciales alrededor de su planeta, sugiere el líder del estudio, Hector Socas-Navarro del Instituto de Astrofísica de Canarias.
"Es una probabilidad baja, pero la cuestión es que [el método] es gratis. Solo necesitamos buscar los datos correctos", comentó el investigador español al medio Space.com.
El equipo de Socas-Navarro simuló la presencia de los satélites geoestacionarios en los exoplanetas ya conocidos y determinó que los telescopios como Kepler y TESS son técnicamente capaces de percibir los minúsculos cambios en el brillo del planeta cuando éste pase por delante de su estrella, es decir, en el momento del inicio y del fin de la transición estelar que los astrónomos usan para hallar exoplanetas.
Los datos obtenidos de esta manera serían similares a unos anillos o satélites naturales de los planetas, admite el astrofísico, pero la distancia sería el parámetro clave: si la altura de esos objetos coincidiera con la órbita estacionaria del planeta, "casi con certeza serían artificiales".
"No es muy importante si hay muchos satélites pequeños o algunas estructuras grandes. Si están lo suficiente repartidos por la órbita [geoestacionaria], van a aparecer en los datos de observación", aseguró el científico al medio.
Finalmente, los más cómodos para realizar este tipo de análisis serían los sistemas estelares de las enanas rojas con brillo tenue, sugieren los astrónomos.
Socas-Navarro bautizó este hipotético fenómeno The Clarke Exobelt (Cinturón Exterior de Clarke) en honor del famoso escritor de ciencia ficción Arthur Clarke.
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