lunes, 29 de septiembre de 2025

Nave y conciencia en la era de los OVNIs y la autonomía

Interfase hombre-máquina
Nave y conciencia en la era de los FANIs y la autonomía
por Gene Sticco


Imagen ilustrativa.

La reciente audiencia del Grupo de Trabajo sobre UAP ofreció un momento tan impactante como enigmático. Se presentaron imágenes de una nave anómala impactada por un misil Hellfire. Lo que sucedió a continuación no fue el típico espectáculo de destrucción. En cambio, tres objetos luminosos se separaron limpiamente del cuerpo central, se reagruparon en una formación coherente y continuaron volando, aparentemente sabiendo exactamente qué hacer; y eso me ha hecho reflexionar...


Fotograma de video del grupo de trabajo UAP

Para los observadores familiarizados con la lógica aeroespacial convencional, este comportamiento resulta profundamente inquietante. Un vehículo que se divide al impactar un misil, pero que conserva el control coordinado mediante objetos constituyentes más pequeños, resulta ajeno a las categorías habituales de la ingeniería. Pero hay otra forma de enmarcar lo que observamos. Al situarlo en el contexto de la investigación de finales de la Guerra Fría —en concreto, los escritos del ingeniero soviético Valerij Černohajev en las décadas de 1980 y 1990— y compararlo con las trayectorias de los programas de aviación militar estadounidense y ruso, las imágenes empiezan a parecer menos una anomalía singular y más el rastro visible de una idea recurrente: la interacción entre el operador, la aeronave y el entorno de una forma que trasciende la mecánica de vuelo convencional.

Modelo de campo-operador de Černohajev

En sus obras de ingeniería inversa de un OVNI, Černohajev describe una visión que fusiona la consciencia con la ingeniería avanzada. En la "Obra n.º 10: La naturaleza tripartita de la consciencia humana", describe al operador no como un piloto pasivo, sino como un componente esencial del sistema, cuya consciencia debe sintonizarse con un "campo de información-energía". Esta sintonización no es metafórica. Se presenta como un proceso energético real: una resonancia entre los componentes espirituales, intelectuales y materiales del ser humano y el cosmos en su conjunto.

Junto con este requisito metafísico, Černohajev proporciona bocetos de ingeniería detallados. En la «Obra n.º 2: El motor solenoide», describe la propulsión y la maniobra mediante conjuntos de solenoides y campos electromagnéticos modulados por cuadrantes, en lugar de superficies aerodinámicas. Es importante destacar que estos dos hilos nunca se fusionan en un rudimentario dispositivo de «control mental». La consciencia es la condición previa para el acceso, mientras que la actuación real sigue siendo una manipulación artificial de los dominios de carga electromagnética y gravitacional.

En conjunto, estos trabajos sugieren que una nave podría operar como un sistema de campo distribuido, cuya coherencia se mantiene tanto por la alineación con la conciencia del operador como por su estructura técnica de campo. Cuando dicho sistema se ve perturbado —por ejemplo, por un impacto externo—, cabe imaginar que los nodos constituyentes se dispersan y reagrupan dentro de una envolvente de campo más amplia, precisamente el comportamiento observado en las imágenes de Hellfire.

Programas de EE. UU.: Soluciones de ingeniería

Si Černohajev propuso la conciencia como un cuello de botella, las trayectorias de investigación estadounidenses sugieren una respuesta diferente: diseñar ingeniería para evitar el cuello de botella.

A principios de la década de 2000, programas como la pantalla montada en el casco del F-35 buscaban condensar las entradas masivas de los sensores en una imagen perceptual fusionada, mejorando eficazmente la cognición del piloto. Para la década de 2010, el proyecto N3 de DARPA exploraba interfaces neuronales no invasivas, no para aprovechar campos metafísicos, sino para captar señales bioeléctricas con mayor fidelidad. La iniciativa Skyborg, lanzada en 2019, amplió esta trayectoria al combinar cazas tripulados con drones semiautónomos, garantizando que la intención del piloto pudiera multiplicarse mediante la interacción algorítmica.


Diseño conceptual de Skyborg para un vehículo aéreo de combate no tripulado (UCAV) de bajo coste. (Ilustración cortesía de AFRL)

Tras todos estos esfuerzos se encuentra un claro reconocimiento: la mente humana sigue siendo decisiva, pero es lenta y limitada. En lugar de esperar un salto evolutivo en la consciencia, los ingenieros han buscado medir, anticipar y complementar el estado del piloto con tecnología. La monitorización fisiológica (EEG, variabilidad de la frecuencia cardíaca, seguimiento ocular) impulsa la automatización adaptativa; la IA gestiona las maniobras a alta velocidad; los compañeros leales amplían el alcance y la capacidad de supervivencia.

Esta constelación de esfuerzos refleja la separación estructural de Černohajev (la percepción del operador por un lado, la actuación ingenieril por el otro), pero la transpone al registro de la ciencia y la ingeniería convencionales.

Programas rusos: Rimas paralelas

Rusia también ha adoptado esta lógica, aunque con retrasos característicos. La presentación del S-70 "Okhotnik" en 2019 mostró un vehículo aéreo de combate no tripulado pesado diseñado para volar en conjunto con el caza Su-57. El proyecto Grom, presentado por primera vez en 2020, concibió una aeronave de apoyo leal capaz de desplegar enjambres de drones "Molniya" más pequeños. Aquí, nuevamente, vemos el motivo estructural: un vehículo principal acoplado con nodos secundarios, operando como un sistema coordinado.

En la doctrina rusa, al igual que en la estadounidense, el rol del operador está mediado por la aviónica convencional, los enlaces de datos y las computadoras de misión. La consciencia no se invoca como un fenómeno de campo, sino que se gestiona como un problema de carga de trabajo, una cuestión de mantener al piloto orientado y a las máquinas receptivas.

La premisa compartida

Lo que une la visión de Černohajev y estos programas militares modernos no es la tecnología, sino la premisa de que el sistema hombre-máquina está incompleto sin una relación especial entre el operador y el entorno. Černohajev ubicó esa relación en la conciencia misma, como un proceso energético que se alinea con un campo cósmico. Los programas estadounidenses y rusos, reacios a esperar dicha sintonía, han optado por replicar sus beneficios funcionales mediante sensores, inteligencia artificial y autonomía.

En este sentido, la investigación aeronáutica moderna puede interpretarse como una solución pragmática al cuello de botella de Černohajev. Si el Campo Información-Energía es real, los pilotos aún no están preparados para explotarlo plenamente. De no ser así, las soluciones de ingeniería aún logran objetivos similares: mayor percepción, control distribuido y coherencia resiliente del sistema.

Regreso al video de Hellfire

Con este telón de fondo, las imágenes del impacto del Hellfire adquieren nueva resonancia. Una nave central, desorganizada, parece dividirse en orbes coordinados que mantienen la formación. No podemos saber qué son esos objetos. Pero podemos reconocer el patrón. Ya sea la señal de una nave distribuida en el campo, como la imaginó Černohajev, o el comportamiento de subvehículos autónomos, como los programas estadounidenses y rusos que ahora prueban, la lógica es la misma: coherencia más allá de un solo fuselaje, coordinación más allá de la capacidad de un piloto humano.

Reflexiones finales

El discurso en torno a los FANIs oscila con demasiada frecuencia entre la certeza sensacionalista y el rechazo reflexivo. Una postura más productiva es la comparativa: rastrear lo escrito, lo diseñado y lo observado.

Los manuscritos de Černohajev de las décadas de 1980 y 1990 ofrecen una de estas genealogías, recordándonos que las ideas sobre la conexión entre la conciencia y la nave se articularon hace décadas. Los programas modernos de EE. UU. y Rusia ofrecen otra, mostrando cómo los estados han buscado sustitutos de ingeniería para lograr los mismos resultados estructurales. El video del Hellfire no responde a la pregunta sobre el origen, pero nos sitúa dentro de este linaje.

Si los objetos son exóticos, Černohajev nos proporciona un lenguaje para interpretarlos. Si son terrestres, revelan hasta qué punto las ideas de la Guerra Fría han moldeado la innovación aeroespacial contemporánea. En cualquier caso, la tarea es la misma: observar no solo la nave, sino también la relación entre la conciencia, la tecnología y el campo en el que ambas se integran.




Modificado por orbitaceromendoza

No hay comentarios.:

Publicar un comentario