China revela una hoja de ruta para la exploración planetaria centrada en la habitabilidad y la vida extraterrestre
Una ambiciosa hoja de ruta se centra en la habitabilidad con misiones a Marte, Venus, Júpiter y Neptuno.
Por Andrew Jones
China está trazando una estrategia a largo plazo para el espacio profundo centrada en la habitabilidad planetaria y la búsqueda de vida extraterrestre, según una hoja de ruta de misiones recientemente revelada.
Una diapositiva titulada "Habitabilidad y búsqueda de vida extraterrestre: guía para el desarrollo futuro de la exploración planetaria de China" fue compartida en redes sociales chinas por el Laboratorio de Exploración del Espacio Profundo (DSEL), una institución de investigación nacional dependiente de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA). La diapositiva describe una serie de misiones planificadas y potenciales, muchas de ellas con implicaciones astrobiológicas.
La primera misión es la misión de retorno de muestras de Marte Tianwen-3, ya aprobada y cuyo lanzamiento está previsto para finales de 2028. Entre sus principales objetivos se encuentra la investigación de posibles rastros de vida pasada o presente en Marte.
El lanzamiento de Tianwen-4 está programado para alrededor de 2029 con destino a Júpiter y, finalmente, para entrar en órbita alrededor de la luna galileana Calisto. Posteriormente, según DSEL, se construirá un dispositivo de simulación terrestre para entornos planetarios habitables alrededor de 2030.
En 2033, se lanzará una misión para recolectar partículas de la atmósfera de Venus y enviarlas a la Tierra para estudiar el microambiente atmosférico del planeta. La misión se incluyó en una primera hoja de ruta de ciencia espacial a largo plazo publicada en octubre de 2024.
Alrededor de 2038, China planea establecer una estación de investigación en Marte centrada en la utilización de recursos in situ y en realizar investigaciones ambientales y biológicas marcianas a largo plazo. No hay indicios de que la instalación albergue tripulación. China también está planeando su Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), que inicialmente será robótica y se construirá mediante varios lanzamientos.
Se prevé el lanzamiento, alrededor de 2039, de una misión de propulsión nuclear a Neptuno para estudiar su anillo, su atmósfera y la luna Tritón. La misión orbital tendría como objetivo explorar la habitabilidad del sistema neptuniano y buscar posibles mundos oceánicos.
Se han publicado previamente propuestas de misiones chinas a los planetas gigantes helados, pero no hay indicios de que se haya aprobado oficialmente ninguna misión.
DSEL publicó la diapositiva en Weibo el 26 de marzo, pero no reveló la hora ni el lugar de la presentación.
Las misiones demuestran ambición y un enfoque astrobiológico. Si bien varias están aprobadas, es probable que otras enfrenten obstáculos tecnológicos y económicos. Por ejemplo, una misión a Neptuno requeriría que China realizara avances en energía nuclear para el espacio profundo. Con frecuencia, ha dependido del apoyo de Rusia para tecnologías como unidades de calentamiento de radioisótopos para sus misiones Chang'e lander y rover.
Otros obstáculos incluyen los desafíos de la comunicación ultralarga en el espacio profundo, los protocolos de protección planetaria y el desarrollo de naves espaciales para misiones con una vida útil más larga. La diapositiva no proporciona muchos detalles de las misiones mencionadas. Por ejemplo, la misión Tianwen-4 a Júpiter no incluye una segunda sonda, previamente indicada, que usaría Júpiter para impulsarlo hacia Urano. Por otro lado, una presentación de la CNSA ante el Subcomité Científico y Técnico del Comité para la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, celebrada en Viena en febrero, incluyó la segunda sonda que sobrevolaría Urano.
Paralelamente, China está desarrollando el observatorio de exoplanetas "Tierra 2.0", cuyo lanzamiento está previsto para 2028. Esta misión tiene como objetivo lograr una detección revolucionaria de una posible segunda Tierra.
La NASA encontró evidencia de posible vida en Marte: detectó grandes moléculas de carbono
Después de 10 años de excavaciones y análisis de datos, los investigadores de la agencia espacial hallaron tres compuestos orgánicos de cadena larga, que en la Tierra son sinónimo de vida.
Por Víctor Ingrassia
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Curiosity halló moléculas orgánicas de 10 a 12 carbonos en una roca marciana perforada en 2013 en el cráter Gale un antiguo lecho lacustre (NASA) |
El hallazgo surgió de una revisión casi obsesiva en Marte. Diez años después de que el rover Curiosity horadara una roca del tamaño de una caja de zapatos en un rincón polvoriento del cráter Gale, una científica francesa volvió sobre los datos con una sospecha: allí había algo que antes no habían visto.
Y lo encontró.
No una, sino tres moléculas orgánicas de cadena larga, fragmentos químicos que en la Tierra suelen ser sinónimo de vida.
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El descubrimiento sugiere que la química prebiótica en Marte avanzó más de lo que se creía según un estudio publicado en PNAS (foto: NASA) |
Halló los llamados decano, undecano, dodecano, que son nombres de laboratorio para compuestos que combinan átomos de carbono e hidrógeno en secuencias lineales de diez, once y doce unidades.
Su origen exacto sigue sin respuesta, pero su presencia en una roca marciana sacude la hipótesis de que la química orgánica en el planeta rojo haya sido, como mucho, rudimentaria.
“Nuestro estudio demuestra que, incluso hoy, al analizar muestras de Marte, podríamos detectar rastros químicos de vida pasada, si es que alguna vez existió en Marte”, dijo Caroline Freissinet, autora principal del estudio, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.
Las moléculas estaban ocultas en la muestra Cumberland, extraída por el rover en 2013 en una región apodada Bahía Yellowknife. El sitio, una planicie sedimentaria que hace 3700 millones de años fue fondo de lago, ya había entregado otros indicios tentadores: azufre, metano, nitratos y minerales arcillosos.
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Este gráfico muestra las moléculas orgánicas de cadena larga: decano, undecano y dodecano. (NASA/DAN GALLAGHER) |
En 2015, el equipo científico de la NASA reportó indicios preliminares de orgánicos de cadena larga, pero el análisis no pudo descartar la posibilidad de contaminación. El hallazgo quedó archivado.
Hasta que Freissinet volvió. Utilizó un gemelo terrestre del SAM (Sample Analysis at Mars), el minilaboratorio a bordo de Curiosity, y reanalizó los gases producidos al hornear la muestra marciana. Entre ellos, encontró tres picos químicos que hasta entonces habían pasado desapercibidos. Con más experimentación, confirmó que correspondían a alcanos, las formas más simples de compuestos derivados de ácidos grasos.
“Esto es realmente buscar una aguja en un pajar”, dijo Daniel Glavin, astrobiólogo del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. “No hay duda. Tenemos tres agujas”, agregó.
La química del hallazgo
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Las moléculas podrían ser fragmentos de ácidos grasos presentes en las membranas celulares en la Tierra o productos de origen abiótico (NASA) |
Los ácidos grasos, en la Tierra, forman parte esencial de las membranas celulares. Son producidos por organismos vivos mediante una síntesis que avanza de dos átomos de carbono en dos.
Es decir: una mayoría de moléculas con números pares suele indicar un origen biológico. En Marte, entre los tres alcanos hallados, sólo el undecano —de once carbonos— habría derivado de un ácido graso par, y aparece con leve predominancia.
Pero es insuficiente para afirmar cualquier cosa concluyente, según otros expertos. “Aunque esto sea asombroso, no se puede afirmar con certeza si se trata de productos biológicos”, dijo Chris Herd, geólogo de la Universidad de Alberta.
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La detección refuerza los planes de traer muestras marcianas a la Tierra para analizarlas con equipos de máxima precisión (NASA) |
La ambigüedad es parte del problema. En el Sistema Solar, los ácidos grasos también pueden surgir de procesos abióticos. Pueden formarse en meteoritos primitivos, en reacciones entre agua y minerales, o como subproducto de la descomposición de otras macromoléculas. “Los meteoritos transportan cargas de ácidos grasos que no provienen de la vida”, explicó Eva Scheller, científica del MIT. Lo que encontró Curiosity podría haber tenido ese origen: una especie de sopa prebiótica sin células.
Pero el descubrimiento rompe una barrera importante. Hasta ahora, la mayoría de las detecciones de materia orgánica marciana habían sido moléculas simples: fragmentos, trazas, pequeñas cadenas.
Esta es la primera vez que se recuperan compuestos con más de diez átomos de carbono, y el hecho de que hayan sobrevivido al castigo del entorno marciano es en sí mismo revelador. Marte está expuesto desde hace millones de años a una combinación letal de radiación ultravioleta y oxidación química, lo que hace improbable que una molécula compleja dure tanto sin degradarse.
El hallazgo se hizo tras reanalizar con un laboratorio gemelo terrestre una muestra extraída por Curiosity llamada Cumberland (NASA) |
Para Freissinet, ese punto es clave. “El nuevo estudio también aumenta las probabilidades de que las grandes moléculas orgánicas que solo se pueden formar en presencia de vida, conocidas como ‘biofirmas’, se conserven en Marte”, señaló. La buena noticia: la muestra Cumberland fue dividida en dos desde el principio. Una mitad fue utilizada en los análisis previos. La otra permanece intacta.
El laboratorio SAM, responsable de la detección, tiene limitaciones. Funciona como un horno químico: calienta muestras en cubetas de cuarzo hasta los 1100 °C y analiza los gases liberados con un cromatógrafo de gases y un espectrómetro de masas. Pero no tiene la sensibilidad ni la precisión de un laboratorio terrestre.
“Los datos del SAM son un desastre”, reconoció Freissinet en tono casi afectuoso. Aun así, con una combinación de ingeniería, persistencia y suerte, consiguieron hacer hablar a la roca.
Una muestra, muchas pistas
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Patrón fósil hexagonal en rocas sedimentarias analizadas por Curiosity en su viaje por el cráter Gale de Marte. Imagen de NASA/JPL-Caltech/MSSS/IRAP/Rapin et al./Nature facilitada por el CNRS. EFE |
La zona de donde proviene Cumberland no fue elegida al azar. En 2012, cuando Curiosity aterrizó en el cráter Gale, su destino principal era el Monte Sharp, una montaña de 5.000 metros de altura en el centro del cráter. Pero los datos orbitales sugerían que una zona cercana, Bahía Yellowknife, había sido lecho lacustre. La NASA desvió el recorrido del rover hacia allí. El sitio no decepcionó.
La muestra perforada mostró una composición rica en minerales arcillosos, que se forman solo en presencia de agua. Además, tenía una alta concentración de azufre, que puede ayudar a preservar moléculas orgánicas, y nitratos, esenciales para la vida tal como se conoce en la Tierra. También liberó trazas de metano, un gas asociado en algunos casos a procesos biológicos.
Para el equipo científico, todas estas condiciones convierten a Cumberland en la mejor apuesta del programa hasta ahora. “El Monte Sharp sigue dando frutos y el rover sigue avanzando”, comentó Ashwin Vasavada, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. Pero hay una contrarreloj: Curiosity lleva más de una década operando y su fuente de energía nuclear se agota. El rover no tiene forma de volver atrás. “Esta última muestra tiene que ser perfecta”, advirtió Freissinet.
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Este panorama se fusionó a partir de dos imágenes del "Marker Band Valley" en el cráter Gale de Marte tomadas por Curiosity el 8 de abril de 2023, una por la mañana y otra por la tarde, hora local.(NASA/JPL-CALTECH) |
Las pruebas de control fueron estrictas. El equipo de SAM descartó que los alcanos provinieran de contaminantes terrestres, del lubricante de la perforadora o de disolventes que el instrumento ha filtrado en otras misiones. Se hornearon suelos similares al de Cumberland en el laboratorio gemelo en la Tierra. Solo con la adición de ácidos carboxílicos se obtuvieron los mismos gases que se habían detectado en Marte.
Para Jack Mustard, científico planetario de la Universidad de Brown, este resultado es un anticipo de lo que Perseverance, el sucesor de Curiosity, podría hallar. El nuevo rover está recolectando muestras con un objetivo aún más ambicioso: devolverlas a la Tierra mediante una futura misión conjunta entre NASA y ESA. Allí, en laboratorios terrestres, será posible aplicar técnicas de análisis imposibles de realizar en el entorno marciano.
“Este es un resultado asombroso”, opinó Monica Grady, científica planetaria de la Open University. “Si se trata de productos de degradación de ácidos carboxílicos, estamos presenciando algo realmente emocionante”. Porque aunque no es una prueba de vida, es lo más cerca que ha estado la ciencia de rastrearla químicamente en otro planeta.
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En la muestra se detectaron decano undecano y dodecano tres alcanos raros en Marte que aparecen en partes por billón (NASA) |
El equipo de Freissinet ya prepara el próximo análisis sobre la segunda muestra de Cumberland, con la esperanza de detectar más variedades de alcanos, quizás incluso de seis carbonos o menos. Si se identificara una tendencia clara —por ejemplo, un predominio sistemático de compuestos con número par de átomos de carbono— podría ser un indicio más firme de procesos biológicos.
Por ahora, es una pista. Un fragmento. Una molécula en medio del desierto marciano que, contra todas las condiciones, sobrevivió. “Ha sido un largo viaje hasta este punto”, dijo Glavin. Pero ese viaje, a diferencia del rover, aún no ha terminado.
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Los compuestos hallados sobrevivieron a millones de años de radiación ultravioleta y oxidación en la superficie marciana (Imagen Ilustrativa Infobae) |
El misterio persiste. Los tres alcanos descubiertos en una roca marciana no son, por sí mismos, prueba de vida. Pero su complejidad, su resistencia y su procedencia los convierten en un testimonio químico que no puede ignorarse. A más de 300 millones de kilómetros, una muestra extraída hace más de una década sigue hablando.
Y mientras Curiosity avanza lentamente por las laderas del Monte Sharp, sus descubrimientos refuerzan la hipótesis más provocadora de todas: que Marte, en algún momento de su historia antigua, pudo haber sido un planeta vivo.
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