Perico de San Antonio, Jujuy: Sobre una extraña observación (23 de julio de 1965)
por Dr. Roberto Banchs (CEFAI)
Crédito: Visión OVNI
Crédito: Visión OVNI
Noticia publicada por el diario Pregón, de San Salvador de Jujuy. |
En el apogeo de la oleada de 1965 y precedido por dos avistamientos en la zona en el término de una semana[1], el diario Pregón, de San Salvador de Jujuy, dio a conocer a través de uno de sus corresponsales, la denuncia que le formulara Domiciano Díaz, un empleado de correos, sobre la aparición de un OVNI con ocupantes producida dos días antes, esto es, el viernes 23 de julio en el pequeño poblado de Perico de San Antonio (o San Antonio).
A las 19,10 horas, regresando con su esposa e hijo desde la finca El Carril -propiedad de sus padres-, fue sorprendido por un foco luminoso aéreo que parecía una luz de mercurio, dando la impresión de quemar, como los rayos solares. Descendió suavemente hasta aterrizar a un lado del camino, cerca de un robusto algarrobo, y apagó sus luces superiores. La base del objeto, semejante a un plato invertido, se mantuvo intensamente iluminado, irradiando rayos rojizos y azulados de su contorno.
En un momento, su mujer e hijo, perdieron el conocimiento, no así el audaz testigo que trató de acercarse y pudo avistar -según habría dicho Domiciano al corresponsal-: “como si fuesen personas que querían salir de una portezuela, pero no se podía distinguir en forma fehaciente”.
La observación duró 20 minutos y el sector del descenso quedó chamuscado, como también una parte del algarrobo expuesto al fenómeno.
Desde el pueblo, otros testigos afirman haber apreciado la luz del OVNI. De acuerdo a la noticia periodística, el informante dijo que su esposa se “encuentra en un agudo estado de crisis nerviosa”.
La investigación
Con el propósito de verificar la noticia y conocer los pormenores del caso, en octubre de 1985 fuimos a Perico de San Antonio. Situado en un valle y enmarcado por laderas de montañas, el poblado está delimitado por unas pocas y modestas construcciones. La localidad de mayor cercanía es Perico del Carmen (o El Carmen), pintoresca villa, una de las más antiguas de la provincia de Jujuy. Ambiente rural, donde predomina el mestizo de indio y español.
A las 19,10 horas, regresando con su esposa e hijo desde la finca El Carril -propiedad de sus padres-, fue sorprendido por un foco luminoso aéreo que parecía una luz de mercurio, dando la impresión de quemar, como los rayos solares. Descendió suavemente hasta aterrizar a un lado del camino, cerca de un robusto algarrobo, y apagó sus luces superiores. La base del objeto, semejante a un plato invertido, se mantuvo intensamente iluminado, irradiando rayos rojizos y azulados de su contorno.
En un momento, su mujer e hijo, perdieron el conocimiento, no así el audaz testigo que trató de acercarse y pudo avistar -según habría dicho Domiciano al corresponsal-: “como si fuesen personas que querían salir de una portezuela, pero no se podía distinguir en forma fehaciente”.
La observación duró 20 minutos y el sector del descenso quedó chamuscado, como también una parte del algarrobo expuesto al fenómeno.
Desde el pueblo, otros testigos afirman haber apreciado la luz del OVNI. De acuerdo a la noticia periodística, el informante dijo que su esposa se “encuentra en un agudo estado de crisis nerviosa”.
La investigación
Con el propósito de verificar la noticia y conocer los pormenores del caso, en octubre de 1985 fuimos a Perico de San Antonio. Situado en un valle y enmarcado por laderas de montañas, el poblado está delimitado por unas pocas y modestas construcciones. La localidad de mayor cercanía es Perico del Carmen (o El Carmen), pintoresca villa, una de las más antiguas de la provincia de Jujuy. Ambiente rural, donde predomina el mestizo de indio y español.
Domiciano Díaz. |
Entre sus escasos habitantes localizamos de inmediato a Domiciano Díaz, quien nos manifestó que pasadas las 19 horas del 23 de julio de 1965, regresando con su esposa R. Eva R. de Díaz de la finca El Carril, ubicada a un kilómetro de Perico de San Antonio, fueron sorprendidos por una luz que provenía desde atrás.
“Al ver esta luminosidad me di vuelta y observé ‘la Luna’, que daba la impresión de estar sobre un algarrobo”, nos dice. Sintió que les enfocaron al medio del cuerpo, y pensó: “La Luna se cae”. No sabían qué era. La observaron durante dos minutos hasta que continuaron el trayecto hacia su casa siguiendo el camino, mientras la luz parecía acompañarles.
Según Díaz, el cielo se hallaba estrellado y era una noche diáfana. El objeto, parecido a la Luna, se hallaba suspendido a una altura angular ligeramente superior a la copa de un algarrobo situado a orillas del camino (¡no sobre el algarrobo!), al este, en dirección al Morro Alto de Lizondo (2997 metros) y del Cerro El Sombrerito[2].
El lugar exacto del avistamiento se encuentra a 500 metros del poblado, en Perico de San Antonio (3) una curva del camino de tierra que hace las veces de arteria principal y de acceso a Perico de San Antonio.
En relación al artículo del diario Pregón, Domiciano Díaz enfatiza: “Debo aclarar que únicamente estaba con mi esposa. La luz no quemaba, ni apagó luz alguna. Tampoco descendió a un lado del camino, ni fueron quemados los pastos. Ninguna figura o silueta fue observada por nosotros”.
El testigo agrega que el objeto tenía forma oval y era semejante a la Luna, aunque en su superficie notaba unas “cositas verdosas, como gotitas” (las compara con aceite).
Era evidente que la versión del Pregón contrastaba notablemente con nuestra encuesta. No fue necesario inquirir sobre ello, ya que Díaz se anticipó a decirnos que el artículo desvirtuaba lo ocurrido en aquella oportunidad. Inclusive, apunta que el diario se enteró a través de su corresponsal en Perico del Carmen, Jacobo Chalave (muerto durante el proceso militar, en la época de la subversión), por los comentarios que se hicieron en un pequeño bar que el testigo tenía, y no -como dice el diario- por una nota que éste le habría enviado, junto a un croquis del aparato.
Sobre el particular, confrontando las grafías y diseño realizados por Domiciano Díaz, que reproduce el periódico y las que efectuó ante nuestro requerimiento, se advierten diferencias muy notorias.
Por otra parte, examinando el contenido del artículo, nos resulta llamativo que en momentos de la observación, cuando su mujer e hijo perdieron presuntamente el conocimiento, en vez de asistirlos, Díaz tratara en cambio de acercarse al objeto para observarlo mejor. Tal desbordante entusiasmo y semejante desatención no parecen coincidir, francamente, con el perfil del testigo.
Como derivación de la desmesura periodística, que convirtió un difuso elemento luminoso en un artefacto con tripulante queriendo salir por una portezuela quedó, en los hechos, sin ocupantes. Sin el contenido fantástico que caracteriza esta clase de encuentros. Finalmente, un informe de ocupantes que nos llevó hasta aquella región del país, la gente del pueblo habría terminado acosando a la familia Díaz con preguntas y comentarios de diverso tenor. Al parecer, excesivo para un sereno pueblo andino.
“Al ver esta luminosidad me di vuelta y observé ‘la Luna’, que daba la impresión de estar sobre un algarrobo”, nos dice. Sintió que les enfocaron al medio del cuerpo, y pensó: “La Luna se cae”. No sabían qué era. La observaron durante dos minutos hasta que continuaron el trayecto hacia su casa siguiendo el camino, mientras la luz parecía acompañarles.
Según Díaz, el cielo se hallaba estrellado y era una noche diáfana. El objeto, parecido a la Luna, se hallaba suspendido a una altura angular ligeramente superior a la copa de un algarrobo situado a orillas del camino (¡no sobre el algarrobo!), al este, en dirección al Morro Alto de Lizondo (2997 metros) y del Cerro El Sombrerito[2].
El lugar exacto del avistamiento se encuentra a 500 metros del poblado, en Perico de San Antonio (3) una curva del camino de tierra que hace las veces de arteria principal y de acceso a Perico de San Antonio.
En relación al artículo del diario Pregón, Domiciano Díaz enfatiza: “Debo aclarar que únicamente estaba con mi esposa. La luz no quemaba, ni apagó luz alguna. Tampoco descendió a un lado del camino, ni fueron quemados los pastos. Ninguna figura o silueta fue observada por nosotros”.
El testigo agrega que el objeto tenía forma oval y era semejante a la Luna, aunque en su superficie notaba unas “cositas verdosas, como gotitas” (las compara con aceite).
Era evidente que la versión del Pregón contrastaba notablemente con nuestra encuesta. No fue necesario inquirir sobre ello, ya que Díaz se anticipó a decirnos que el artículo desvirtuaba lo ocurrido en aquella oportunidad. Inclusive, apunta que el diario se enteró a través de su corresponsal en Perico del Carmen, Jacobo Chalave (muerto durante el proceso militar, en la época de la subversión), por los comentarios que se hicieron en un pequeño bar que el testigo tenía, y no -como dice el diario- por una nota que éste le habría enviado, junto a un croquis del aparato.
Sobre el particular, confrontando las grafías y diseño realizados por Domiciano Díaz, que reproduce el periódico y las que efectuó ante nuestro requerimiento, se advierten diferencias muy notorias.
Por otra parte, examinando el contenido del artículo, nos resulta llamativo que en momentos de la observación, cuando su mujer e hijo perdieron presuntamente el conocimiento, en vez de asistirlos, Díaz tratara en cambio de acercarse al objeto para observarlo mejor. Tal desbordante entusiasmo y semejante desatención no parecen coincidir, francamente, con el perfil del testigo.
Como derivación de la desmesura periodística, que convirtió un difuso elemento luminoso en un artefacto con tripulante queriendo salir por una portezuela quedó, en los hechos, sin ocupantes. Sin el contenido fantástico que caracteriza esta clase de encuentros. Finalmente, un informe de ocupantes que nos llevó hasta aquella región del país, la gente del pueblo habría terminado acosando a la familia Díaz con preguntas y comentarios de diverso tenor. Al parecer, excesivo para un sereno pueblo andino.
[1] El viernes 16 en Maimará y el viernes 23 de julio, a las 19:04 en Alto Comedero (Jujuy), se registran observaciones de características parecidas a las aquí expuestas (v.: Pregón, S.S. de Jujuy, Julio 19.23, 1965).
[2] Como curiosidad, en la madrugada del viernes 8 de noviembre de 1968, en Perico del Carmen, muchos pobladores que transitaban por las calles vieron iluminarse toda la zona -como si fuera pleno día- tras una fuerte explosión y creyendo distinguir en el cielo un objeto que se desplazaba en dirección al Cerro Negro, donde luego se divisó en la cumbre una gran mancha blanca brillante. Una comisión policial fue enviada al lugar y desveló las dudas: se trataba de un gran espejo utilizado por los técnicos que efectuaban un levantamiento de la región para sus mediciones topográficas (v.: Crónica, Bs. As., Noviembre 13, 1968; y La Razón, Bs. As., Nov. 4, 1968).
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