domingo, 4 de agosto de 2013

San José, Misiones: A un paso a nivel (23 de agosto de 1965)

San José, Misiones: A un paso a nivel (23 de agosto de 1965)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
Crédito: Visión OVNI


Casimiro Zuk y Roberto Banchs.
Con el titulo “Yo he visto un OVNI, nos afirma el Sr. Casimiro Zuk”, el diario El Territorio, de Posadas, Misiones, en su edición del 2 de septiembre de 1965, en pleno auge de la gran oleada argentina, ofrece la siguiente información:

“APÓSTOLES (Corresponsal Ernesto Zajaczkowski) – Llegó hasta nuestra corresponsa­lía el señor Casimiro Zuk, soltero de 27 años de edad, domiciliado en la chacra 171 de la colonia Apóstoles, quien nos expresó a boca de jarro: ‘Yo he visto un plato vola­dor’. Lo hicimos sentar, advirtiendo una nota de relevantes contornos para nuestros lectores".

"El relato del señor Zuk comienza así: ‘En la noche del 23 de agosto, alrededor de la una de la mañana, cuando transitaba por la ruta que une el paraje Centinela con la ciudad de Apóstoles (Fomento Agrícola N° 5) en bicicleta y al llegar al paso a nivel del ferrocarril General Urquiza, entre los lotes 310 y 312, cerca de la curva Palaczewski, divisé de pronto sobre mi cabeza a una altura de más o menos 3.500 metros un objeto luminoso que despedía a ratos, deste­llos de luz natural, para apagarse luego y permanecer en penum­bra por espacio de algunos segundos, para volverse a encender. Frené y apeándome de la bicicleta, pude a­preciar que poco a poco el OVNI se acercaba a la tierra y al llegar a una altura aproximada de 500 metros, describió un semicírculo de este a oeste para luego de­sandar el camino recorrido y posarse suavemente sobre la playada del campo lindante, a unos 400 metros del lugar en que me encontraba, pudiendo apreciar que era una especie de vehículo automo­tor de forma alargada, con un diámetro aproximado en su parte central de cinco metros, despidiendo a ratos haces de luces enceguecedoras. Alrededor de la nave o vehículo, se podía apreciar una especie de visera, similar a la que tienen los automóviles para protegerse de los rayos solares sus conductores, debajo de la cual se encontraban ventanillas enterizas; la altura total de la nave sería de 2,50 metros’".

“Más adelante, el señor Zuk nos dice: ‘De pronto, comenzó a abrirse lentamente una escotilla de la que salió una persona de altura normal, vestida con un traje parecido al de un aviador (mameluco) que lo cubría desde la cabeza hasta los pies; el traje despedía destellos luminosos; el individuo caminó unos pasos como queriendo estirar sus piernas y rígido, volvió a la nave, la que después de cerrar su escotilla emprendió vuelo, elevándose en espiral y sintiéndose una especie de bramidos como único ruido’. Preguntamos entonces, si se escuchó algún ruido aparte del bramido, a lo que nuestro interlocutor respondió: ‘Solamente cuando bajó el individuo se escuchaba un rumor que podía ser suave música o una radio que funcionaba’".

“Finalizado el relato, el señor Zuk se despidió y subiendo en su bicicleta se per­dió lentamente por las calles de la ciudad”
, concluye la crónica periodística.

A partir de esta publicación, su historia fue reproducida en una variada bibliografía, argentina y extranjera (1), incluyendo listados y catálogos de no identificados.

Nuestra investigación

Partiendo de la ciudad de Posadas por la ruta provincial 1 (actual nacional 105), hacia el sudeste, unos 45 km, Y luego a través de estrechos caminos de arcillosa tie­rra roja, que se abren entre la tupida sel­va y monte -característica de la región, llegamos a nuestro destino: el lugar de los hechos, el testigo.

Casimiro Zuk.
El testigo, Casimiro Zuk

De él recogemos su testimonio directo y procedemos a un reconocimiento donde ocurrió el fantástico avistamiento[1].

Casimiro Zuk es un agricultor de té y yerba mate, con estudios primarios, que te­nía por entonces 28 años. Eran aproximada­mente la una de la mañana del lunes 23 de agosto de 1965. El cielo se hallaba algo nublado y oscuro, cuando Zuk regresaba a su chacra ubicada en Apóstoles, luego de visi­tar a su novia.

Conduciendo su bicicleta por un camino, de suaves pendientes, recorrió apenas unos 300 m de la casa, cruzó un paso a nivel del ferrocarril Gral. Urquiza, situado en la zona de colonia San José, cerca del arroyo Chimiray, anduvo unos 50 m y de pronto vio a su derecha, al oeste, una luz. “Al principio era como una gran estrella -nos dice-, vi de casualidad eso”.

Pero la luminosidad blanco-amarillenta fue en aumento, y parecía desplazarse cada vez más bajo, aminorando su velocidad a medida en que se acercaba, lentamente, a donde se encuentra la Estación del Medio, un apeador -con plataforma y abrigo- del tren coche motor, hasta alcanzar una distancia que Zuk -atónito en el camino- estimó en 300 o 400 m. Dedujo que la luz se detuvo allí, a unos 3 m del suelo, pues “como la playada es llana, entonces no podía estar en el suelo”, sino a una cierta altura.

A medida que esa luz avanzaba, podía escuchar algo que describe como “una música lenta, rara”, y al detenerse, notó un soni­do (“rrooée-rrooée”) parecido al de un bombeador de agua.

En esas circunstancias, observó a “una persona” que, por la distancia estimada, supone que tendría “un metro de estatura, o cosa así”, de contextura normal, vestida con un mameluco.

“Estuvo más o menos 8-10 minutos detenido allí -expresa-, y de repente aumentó el ruido aquel que escuché: ‘rRrRr’, de tipo circular; y otra vez, ví la luz como la del principio, más grande, más chica, desapareció”.

Zona de observación del OVNI.
Casimiro Zuk afirma que no hubo otros testigos que hayan observado o escuchado algo extraño esa noche. Tampoco notó la presencia de animales sueltos, o vehículos en el área. Pensó avisar a un vecino cercano, pero supuso que a esa hora se encontraría dur­miendo y perdería tiempo para seguir contemplando el inusitado fenómeno: “Es un lugar de poco tránsito -agrega-, únicamente la vía con el coche motor, pero, el tren a esa hora no pasaba”.

“La luz daba la impresión de tener una visera, pues se proyectaba hacia abajo. Objeto no he visto; nada más que el techo -la visera-, y a la persona que caminó, que vi mal, mal. Luego la luz desapareció de mayor a menor, haciendo ‘rRrRr’, así”.

Al aproximarse, parecía que prendía y apagaba. Pero cuando se detuvo, y “el brillo estaba sobre la tierra, a 3 metros”, tampoco pudo apreciar una forma definida, pero sí algo semejante a un “corredor”, con una visera, o alero. “Era una luz muy fuerte, yo la miraba, pero no veía…; cuando veía eso (al bajar la vista y volver a observar) parecía un foco, nomás. Algo se notaba, también, como escotillas dibujadas, algo así, no sé, pero podía más o menos distinguirlas porque eran algo más oscuras”, dice Zuk.

Le resulta difícil precisar el tamaño, pero calcula que no podía tener más de 10 m, asegurando que, al menos, “no tenía un tamaño chico”. “Sin poder determinar si era re­dondo, alargado, etcétera, podía apreciar -eso sí-que se trataba de una luz que brillaba como si tuviera la luz arriba y brillaba todo…”.

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Zona de observación del OVNI.
El ocupante

“La persona apareció dando unos pasos -refiere Zuk-, dio vuelta, otra vuelta, caminó y luego no la vi más, porque no la observé continuamente. Para poder recuperar la visión (por el foco de luz), vi abajo para volver a verle y, entonces, no le vi más”, expresa con cierta desazón. Aunque agrega: “Tuve miedo, porque estaba solo, que me pase algo; qué se yo, fue una cosa rara. Pero mal intencionado no creo que fue­ra, porque a mí no me tocó, no me hizo ningún daño”.

La figura estuvo unos 2 o 3 minutos, y dejó de verse cuando la luz empezó a irse. Tenía el aspecto “como una persona de acá, común, pero me parecía verle como un vesti­do, tipo mameluco. Por el reflejo de la luz lo veía, algo más amarillo. El rostro, en cambio, no podía distinguirlo por la distancia, pero tenía como un mameluco”, insiste. Zuk nos hace una sugerente comparación: “Luna no había, entonces por esa luz no se no­taba. Es lo mismo que un coche que ilumina con los focos: no va a ver el coche, va a ver la luz”.

“La persona no descendió del aparato. Estuvo ahí, en la luz, bajo un ‘corredor’, en el puente, como quien está adentro, y de pronto no lo vi más. El aparato estuvo un rato, hasta que hizo ese ‘barullón’, de espiral, y se fue en la misma dirección que a­pareció”, reduciendo su magnitud lumínica a medida que se alejaba, sin variar de color e intensidad. Todo habría durado unos 15 minutos.

Luego del encuentro

Casimiro Zuk decide entonces proseguir viaje, cubriendo los 10 o 12 km que restaban para llegar a su chacra, donde vive con su familia. Y se fue pen­sando muchas cosas, qué le podía haber ocurrido, y también, lamentando no haber ido a­compañado para intentar acercarse. “Yo pensé que era algo raro, que no era de acá”, señala.

Días después regresó al lugar procurando hallar algún vestigio, o rastro, pero tras una intensa búsqueda no halló evidencia alguna que confirmara la extraña presen­cia. En esos días, además, le comentó lo sucedido al corresponsal en Apóstoles del diario El Territorio, de Posadas, quien hizo la nota publicada nueve días después de ocurrido el suceso.

El testigo, nacido el 2 de noviembre de 1936, Casimiro Zuk es un hombre delgado, de modales sencillos, y con un inocultable acento europeo, polaco. Usa lentes desde muy joven, por el problema de una debilidad visual progresiva, empleando en la época del episodio lentes de 3,5 dioptrías de aumento. Al tiempo en que fue realizada la encuesta, presentaba un gran monto de ansiedad.

Al preguntarle si hay antecedentes en su familia… (de otras experiencias simila­res), nos interrumpe, como adivinando -erróneamente- la pregunta, diciendo: “¡Ah, us­ted me dice si hay tocados (locos) en la familia…, no, no hay nada de esos antece­dentes. Lo que sí, nos gusta beber, sí, eso sí nos gusta, je-je”. Zuk se muestra, evidentemente, sincero en sus declaraciones, admitiendo con absoluta franqueza su alegre disposición por las bebidas alcohólicas.

Quien le conoce desde hace tiempo, como un profesor de Biología, de la Cooperati­va Agraria de Apóstoles, sostiene que “se trata de una persona muy singular, emprendedora, que participa activamente de la vida agraria, pero que se pregunta por cuestio­nes más trascendentes, que otros agricultores de la zona no se formulan, poniendo como ejemplo la vida después de la muerte, el espiritismo, y temas afines".

Poniendo de relieve este rasgo, se muestra intrigado por el tema, preguntándonos y respondiéndose a la vez: “Dígame una cosa, ya que estamos en esto, como le decía, los extraterrestres han pisado ya suelo argentino, según el diario. Tengo una hermana en Buenos Aires quien dice que, en su planeta, han recibido personas -como acá-, pero no han dado resultado. Pero lo único que ellos han prometido es que no dejarían esta­llar la bomba atómica, por eso serían la salvación de nuestro planeta”.

Apeador del ferrocarril Urquiza, escenario del inolvidable encuentro con el OVNI.

Análisis del caso

La descripción que hiciera Casimiro Zuk al diario El Territorio, resulta muy similar a la que nos efectuara una veintena de años después, revelando el vívido recuerdo de aquel episodio que se ha constituido en una inolvidable experiencia. Desde luego, habrá detalles que escaparán a la rememoración, incluido las percepciones equivocadas y las distorsiones del primer momento, sometidos a los sentimientos más profundos y a la imposibilidad de reproducir con exactitud aquello que registran los órganos sensoriales.

Por otra parte, el informe del caso ocurrido en San José (los catálogos suelen situarlo, por error, en Apóstoles) se inscribe, como dijimos, durante el mayor incremen­to de avistamientos de platillos registrados en la oleada de 1965 que cubrió territorio argentino. Y también, durante el vuelo de ocho días por el espacio de los astronautas L. G. Cooper y Ch. Conrad (lanzados el 21 de agosto), que ganó la primera plana de los diarios en esos días (3), quienes a bordo de la Geminis V efectuaron una demostración a modo de una preparación psicológica para la misión lunar.

La verificación in situ, es decir; la practicada sobre el terreno, permitió corre­gir ciertos datos deslizados en la crónica periodística, rectificados a su vez por Zuk, en cuanto a la ubicación y desplazamiento del objeto. En efecto, en la oscura noche del lunes 23, el objeto parecía situado en todo momento a baja altura del suelo, a pocos metros, efectuando un movimiento de aproximación y alejamiento hasta desaparecer de la visión del testigo.

Esta misma inspección, junto al croquis que documentaba el testigo, permitió también comprobar que el OVNI se había movido -para nuestra sorpresa- en el sector de las vías del ferrocarril y, aún más, en su dirección y hacia la estación Pindapoy (asiento de la compañía frutal Pindapoy).

Aun cuando C. Zuk afirma que “es un lugar de poco tránsito, únicamente la vía con el coche motor, pero, el tren a esa hora no pasaba”, procedimos a intentar verificar esos datos. En primer lugar, fue fácil comprobar que el coche motor no era el único tipo de tren que circulaba por las vías, habiendo otros de carga y de pasajeros. La comprobación de que “a esa hora no pasaba” tren alguno, iría a ser una tarea harta de dificultades, aunque allanadas por la amabilidad y excelente disposición del personal del Ferrocarril General Urquiza[1].

Fue así que tratando de conocer de modo fehaciente el movimiento de trenes en aquella fecha/hora y lugar (Apeadero 538,4; long. 55° 50′ ­lat. 27° 50′+), las primeras averiguaciones en ese senti­do no aportaron nada positivo, ya que no se contaban con los registros de trenes de ese año[2].

Sin embargo, los Sres. Tenca y Bene­gas, de la División Técnica, Sector Horarios y de Transporte, de Ferrocarriles Argentinos, nos proporcionaron el “Itinerario de Trenes”, del F.C. Urquiza (4), donde obra minuciosamente el movimiento ferroviario preestablecido, con sus estaciones, horarios e identificación de los trenes. A pesar, es por todos conocido las ostensi­bles demoras y alteraciones que suelen producirse en el tránsito ferroviario, en parti­cular, en una zona que -por la intensa actividad agrícola- hay movimientos de carga y maniobras (por ejemplo, en la Estación Pindapoy, a escasos miles de metros).


Planimetría del tendido ferroviario en el lugar del avistamiento. Fuente FC Urquiza.

Al respecto, la lectura del citado Itinerario permite advertir el paso regular del tren de fruta 252 a las 23,40 por Pindapoy -permitiendo el paso al tren mixto 2, de Posadas-, pasando por el Apeadero “Km 538,4” (distancia tomada desde Concordia) alrede­dor de la medianoche, y llegando a Apóstoles a las 0,25, la otra estación más cercana. Ese tren mixto habría pasado a las 22,58 por Pindapoy y a las 23,38 por Apóstoles.

De acuerdo a lo que se nos informó, a causa de la habitual demora del primero, que debía esperar y maniobrar para ceder el paso (se trata de un ramal de una sola vía), al año siguiente -1966- se procedió a modificar los horarios (5), llegando a Apóstoles -según planilla- a las 1,09 horas.

Conforme a lo examinado, el fenómeno visto por Casimiro Zuk, bien podría coincidir con el paso de un tren por las angostas vías del Ferrocarril Urquiza.

Pero -según parece- las coincidencias no se agotan ahí. El “coche motor”, que empezaba a circular a comienzos de esa década, era conocido en el ambiente ferroviario con el mote de “Marciano” (¡oh!, curiosidad), de acuerdo a lo que nos comentó un técnico de esas máquinas que opera en los talleres de Villa Lynch, debido a su peculiar aspecto -análogo al prototipo de un plato volador- y al sonido susurrante, diferente al de otras máquinas. Su incorporación al servicio -nos explicó- data de 1962 y fue toda una novedad para la época. Se trata de un vehículo gasolero, italia­no (Fiat), compuesto por dos o tres vagones, utilizado para tramos cortos (corta y media distancia). En agosto de 1965, la Argentina disponía de 850 coches ferroviarios.

No dudamos que su extraña apariencia, muy distinta a la vetusta imagen de las locomoto­ras que rodaban con anterioridad por esas mismas vías, fuera una fuente de equívoco.

¿Habrá inducido un error en la percepción de Casimiro Zuk la eventual presencia de esta novedad tecnológica? La respuesta podría provenir de un examen comparativo.

En primer lugar, nos detuvimos a escuchar el sonido del motor gasolero del coche ferroviario y, realmente, nos sorprendió la gran semejanza con el emitido por el “OVNI” de Zuk, un “rrooée-rrooée, parecido al de un bombeador de agua (…), de tipo circular”. Como es de rigor, la descripción del testigo -con su onomatopeya-, así como la del mo­tor Fiat, han sido registradas mediante grabación.


El coche-motor Fiat, presunto OVNI en San José, Provincia de Misiones. Talleres de Villa Linch, BA

La dirección en que fue visto detenerse el presunto OVNI, coincide exactamente con el Apeadero -o apeador- Km 538,4 del Ferrocarril Gral. Urquiza. No así la distancia, ya que el apeadero se encuentra ubicado a unos 100 m, y el testigo sitúa al OVNI a 300 o 400 m, pero en la misma dirección oeste. De todas formas, la estimación de Zuk resulta muy relativa, por las dificultades de calcular la distancia en la oscuridad de la noche[3], cuya Luna se hallaba al este en su 25,6ª fase decreciente (fracción iluminada: 20%, azimut 86º, 39’ y altitud -44º).

En el mismo sentido, podemos expresamos respecto a la altura en que se halló el objeto, deduciendo que se detuvo a unos 3 m del suelo, tras sobrevolar a baja altura. Desde la posición del testigo, al pie de una suave pendiente, el horizonte no era claramente visible, siendo obstaculizado por un monte de árboles y por el terraplén elevado del ferrocarril (véase el plano en corte).

Los desplazamientos del fenómeno merecen también un breve análisis. Llama la atención que los mismos parecen haber seguido la sinuosidad de las vías férreas (“describió un semicírculo…”, etc.), como se observa en el plano.

En cuanto al “OVNI”, Casirniro Zuk insiste durante nuestra entrevista que sólo observó una luz, “objeto no he visto; nada más que el techo -la visera-, y a la persona que caminó…” (No obstante, la noticia de El Territorio indica haber visto “una especie de vehículo automotor (!) de forma alargada”, de unos 5 metros; conceptos que desestima en nuestra encuesta para afirmar que “no tenía un tamaño chico -pero no mayor de 10 m-, sin poder determinar si era redondo, alargado, etc.”). Y aún más: “Podía apreciar -eso sí- que se trataba de una luz que brillaba cano si tuviera la luz arriba y brillaba todo (…), parecía un foco, nomás”. Un farol.

Es interesante hacer notar aquí que la locomotora del coche motor, posee un reflector arriba (al igual que en el otro extremo del tren, con una puerta salida abajo).

“Algo se notaba., también, como escotillas, algo así” (el diario dirá “ventani­llas enterizas”), sostiene C. Zuk. Los extremos del coche motor poseen unas muy noto­rias aberturas, parabrisas.

Otro aspecto que nos lleva a formular algún comentario, se refiere a la “visera” o “techo” del objeto. Según el testigo, “la luz daba la impresión de tener una visera, pues se proyectaba hacia abajo”. Recuérdese al respecto que el OVNI estaba detenido, en relación a Zuk, por detrás del Apeadero Km 538,4; lo que equivale a decir que la visión de aquél le permitía notar -entre sombras- el muelle y, especialmente, el cobertizo, a través del cual -al parecer- atisbaría “el aparato” junto al andén.


Flamante reinauguración del peculiar transporte ferroviario en Nogoyá, 11-2007.

 Desde esa perspectiva, observó a “una persona”. Tenía el aspecto de un individuo “de acá, común”. “Apareció dando unos pasos, dio vuelta, otra vuelta, caminó y luego no la vi más”, nos relata Zuk, agregando que tenía un mameluco… como el de un operario. El periódico dirá, incluso, que “caminó unos pasos como queriendo estirar sus piernas”. Será que los visitantes, después de todo, tienen sus necesidades.

Creemos que no será necesario ahondar en la personalidad de Zuk. Al contrario, estimamos que los datos obtenidos resultan suficientes para acceder, como se ha visto, a la posible naturaleza del fenómeno registrado en San José, provincia de Misiones.

Los datos reunidos y cotejados, permi­ten establecer una base firme de presun­ción respecto al supuesto OVNI, que ha si­do -al parecer- producto de la errónea interpretación de “una máquina no­vedosa” para la época, como lo fue el comentado coche ferroviario, y no de uno de los populares platos voladores que estimu­laron tanto la imaginación y el desconcierto en aquellos años.

Esta hipótesis no significa una actitud refractaria so­bre el fenómeno de los OVNIs, sino, la adhesión permanente al análisis crítico de la realidad -despojada de ocurrencias apasionadas- y la preten­sión de animar el interés por la investigación.

Referencias

(1) El Territorio, Posadas, 2 setiembre 1965. Citado en: CODOVNI, Buenos Aires, Informes de 1965, p.17; Antonio Ribera, P. V. En Iberoamérica y España, ps.175/ 176; LDLN, Le Chambon-sur-Lignon, FR., N° 92, J1/Ag. 1967; Coral & Jim Lorenzen, Encounters with UFO Occu­pants, ps.155/156; Oscar Uriondo, Los Aterrizajes de Ovni en la Argentina, CEFAI, Bs. Aires, 1972, p.45; Charles Bowen, ed., The Humanoids, Neville Spearman, London, 1969, lacks case; Héctor Anganuzzi, La Histo­ria de los P. V. en la Argentina, Plus Ultra, Buenos Aires, p.195; Jacques Vallée, Magonia, catálogo, caso 687; et. al. In: Banchs Case References, Richard Heiden.

(2) El Territorio, Posadas, 2 abril 1985, p.19.

(3) C1arín, Buenos Aires, 21 al 25 agosto 1965.

(4) Itinerario de Trenes, F. C. Urquiza, Secretaria de Transporte, Bs. Aires, N° 31, Mayo 1965, ps. 52/75.

(5) Ibíd., N° 33, Mayo/Diciembre 1966, ps.54/55.

[1] En particular, los señores Ricardo Giancola (Jefe del Museo Nacional y Centro de Estudios Históricos Ferroviarios), Pedro Bidegorry (Jefe Mantenimiento), Santos Blanco (Jefe Div. Operativa, Dpto. Transporte), y J. del Greco (Jefe Estación Pindapoy).

[2] El Jefe de Mantenimiento -Div. Mat. Remolcado- Pedro Bidegorry, cursó una nota al Jefe de la División Operativa, Dpto. Transporte, en Concordia (ER), Santos Blanco, quien a su vez remitió la solicitud de averigua­ciones al Jefe de la Estación Pindapoy, J. del Greco, y este a su vez al de Apóstoles, Sr. Müller, respon­diendo en octubre de 1985 que las mismas “no le aportaron nada positivo sobre este asunto”. En una carta del 25 de septiembre de 1985, J. del Greco, señala: “Le comunico que lamentablemente no se cuenta ya con los registros de trenes de ese año, por lo que no se puede determinar fehacientemente el movimiento en esa fecha. En cuan­to a las averiguaciones efectuadas a gente de ésta (Pindapoy/Apóstoles), manifiestan que -en efecto- se co­mentó sobre ese fenómeno que tuvo mucha repercusión en la zona, y que además se vio más al norte de la pro­vincia (zona de Oberá e Iguazú, bastante distantes una de otra)”. Hechos sobre los cuales no teníamos noticia y, por obvia, aún menos haber podido establecer una relación con el episodio ocurrido en la zona de San José. Al margen, la gestión del personal del Ferrocarril merece ser ampliamente reconocida. Asimismo, por el interés en el tema y la preocupación por satisfacer nuestras inquietudes, puesta de manifiesta tanto en la facilitación de información como en el asesoramiento y orientación que recibimos en todo momento.

[3] En relación a una experiencia simulada de observación OVNI que dirigimos ese año, J. R. Róvere -que nos acompañó durante las encuestas-, se propuso verificar la pretendida fiabilidad de los parámetros perceptuales proporcionados por los testigos, procediendo a estimar distancias a ojo desnudo y en pleno día en el lugar de los hechos. Efectuada la comprobación, su error de cálculo orilló en el 25%.

http://www.visionovni.com.ar/modules/news/article.php?storyid=889

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