miércoles, 7 de noviembre de 2018

Preguntas y respuestas sobre fenómenos aéreos inusuales: Dr. Roberto Banchs

Preguntas y respuestas sobre fenómenos aéreos inusuales: Dr. Roberto Banchs
por Luis Emilio Annino


Foto cortesía de Roberto E. Banchs


El destacado investigador argentino del fenómeno OVNI Dr. Roberto Banchs, ha participado recientemente de la resolución de un cuestionario relativo a los fenómenos aéreos inusuales, el cual ha sido confeccionado por el Lic. Milton Hourcade, director de la agrupación UAPSG-GEFAI. Se trata de una propuesta que ha sido dirigida hacia un selecto grupo internacional de investigadores y eruditos en la materia, para que compartan sus conocimientos y reflexiones resultantes de la formulación de ocho preguntas específicas. 

El Dr. Roberto Banchs ha tenido la gentileza de hacerme llegar sus respuestas en idioma español para poder compartirlas con el lector hispanoparlante. La publicación original en línea y en idioma inglés puede verse en el enlace colocado al final de este escrito. Agradezco al Dr. Banchs por la confianza depositada en este espacio para la difusión de sus ideas, las que pueden ser leídas a continuación:


1. ¿Utiliza el acrónimo OVNI u otra designación, y si es así, por qué? 

Crédito: magonia review
El vocablo en español “OVNI”, equivalente a la denominación inglesa “UFO”, empleada por la Fuerza Aérea Norteamericana, fue adoptado por primera vez al habla castellana a propuesta del director de la Biblioteca de Aeronáutica argentina, vicecomodoro Juan José Güiraldes, en una serie de tres artículos del capitán del Ejército (R) Jorge Milberg, favorable a la hipótesis extraterrestre, para la Revista Nacional de Aeronáutica, entre abril y mayo de 1955, bajo el título “Creer o no creer”, y en la traducción del libro del mayor (R) Donald E. Keyhoe “Platos voladores del espacio” (Flying saucers from outer space), editado para la Colección Aeronáutica Argentina, de la Fuerza Aérea Argentina. 

Este vocablo proviene del criterio utilizado por las comisiones de la USAF en sus programas de investigación tendientes a eliminar pragmáticamente los informes a las categorías de identificación convencionales. Así, pues, quedaba una categoría residual de informes sobre casos para los cuales no se habían hallado explicación. Tratándose de una tarea esencialmente técnica, la falta de identificación ubicaba a estos episodios inusuales fuera del foco de interés. El propósito consistía en identificar los fenómenos reportados, en la presunción que pudiere hallarse algo novedoso o que supusiese algún riesgo para la seguridad nacional, y no específicamente dedicarse a la tarea científica de examinar ese conjunto. Con los años, debido más a la presión pública y por encargo de la U.S. Air Force, sería derivado a la Universidad de Colorado. 

Durante muchos años se había empleado la originaria expresión popular de “platos voladores” (o platillos volantes), traducida en todo el mundo. Sin embargo, le restaba seriedad y requiriendo una locución más apropiada y formal, se extiende hasta imponerse la sigla OVNI (UFO), ya aplicada por las comisiones oficiales. Aunque la subsignificación social adquirida desde un comienzo permanece. En efecto, esta voz aséptica no lo es a nivel popular. Las encuestas realizadas indican que, en general, cuando se habla de ovnis está refiriéndose a “naves extraterrestres tripuladas”, o sus variantes. Adscribiéndole incluso propósitos o finalidades (de vigilancia, ayuda, exploración, etc.). 

El uso frecuente me permite sustantivar, en los años 70, tal sigla OVNI por “ovni”. Del mismo modo que lo han sido palabras como radar, láser, sida, y otras. 

Una definición, empero, debe explicar lo que el término significa, y no lo que no significa; hay demasiadas cosas que no significan para que una definición negativa pueda abarcarlas a todas. Se trata de hallar una rotulación operacional donde no se introduzcan elementos especulativos o conjeturales, ni se suscriba a ninguna de las hipótesis explicativas concebidas. Y dejar en claro que está focalizada en el testigo. 

Al efecto, he propuesto la siguiente definición preliminar: 

“Es el estímulo que origina un informe sobre la observación de un fenómeno (objeto o luces) visto en el ámbito terrestre que, por su aspecto o comportamiento dinámico, no puede ser identificado por el percipiente humano en términos convencionales o conocidos”. 

La expresión técnica más apropiada es “fenómeno aéreo inusual”. Veamos el alcance de cada término: 

Fenómeno, como toda manifestación que se expresa en la conciencia, de cualquier naturaleza. En filosofía, el fenómeno (del griego: apariencia, manifestación) es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos; es decir, el primer contacto que se tiene con las cosas, en lo que se denomina experiencia

Aéreo, adjetivo que tiene su origen en el vocablo latino aereus y que hace mención a aquello perteneciente o relativo al aire. Por extensión, se utilizará para nombrar el medio en que habitualmente de desenvuelven estos fenómenos. 

Inusual, adjetivo que procede del latín inusuālis; prefijo in privación o negación y del latín usuālis que quiere decir usual. Se dice de un hecho, acontecimiento, suceso, elemento o una cosa en particular que no es usual, frecuente, ordinario, acostumbrado, habitual, común, normal o corriente. 

Crédito: amazon.com
No estoy de acuerdo con el difundido vocablo “anomalía”, aplicado en esta materia. Pese a que puede interpretarse por anómalo algo extraño, raro, insólito, etc., como de manera anormal (fuera de las normas, de lo normado), en el campo epistemológico, de las ciencias, el término se aplica, en un sentido estricto, conforme a la teoría de Thomas Kuhn, expuesta en su obra “La Estructura de las revoluciones científicas” (The Structure of Scientific Revolution). Allí explica que la percepción de una anomalía, entendida ésta como un hecho que pone en tela de juicio aspectos fundamentales del conocimiento, inaugura una etapa de crisis que puede conducir a una revolución científica

Aunque no todas las anomalías provocan graves conflictos, el vocablo “anomalía” resulta por demás excesivo para definir o designar a los “ovnis”, por cuanto no hay indicios concretos, menos aún demostrado, que se encuentre fuera de las normas de la ciencia. Las leyes no tropiezan ni están en aprietos para explicar las observaciones. No todos los fenómenos momentáneamente inexplicados son anomalías. La mayoría de las dificultades que enfrentan los investigadores científicos son zanjadas con las herramientas y los procesos propios del paradigma (conjunto de teorías válidas, aceptadas y en vigencia). 

En caso de que, ciertamente, se detecte en el conjunto de informes sobre observaciones inusuales, una anomalía que genere una crisis, recién entonces los científicos deberán dedicar sus esfuerzos a probar distintos métodos y elaborar nuevas teorías para dar solución a la crisis, estableciendo un nuevo modelo o paradigma. 

En suma, en términos corrientes utilizo el acrónimo ovni, pero cuando lo aplico en un marco técnico o científico, acostumbro emplear la denominación fenómenos aéreos inusuales.- 


2. ¿Tu idea sobre los OVNIS ha cambiado a lo largo del tiempo? 

Mi primer ensayo escrito, muy modesto, se llama “Falsas interpretaciones”. Allí presento diversos informes periodísticos que fueron fácilmente explicados: globos sondas, cuerpos astronómicos, etc. La actitud de separar el ruido para aislar la señal, que sería propiamente un genuino fenómeno, siempre estuvo presente en mis años de investigación. 

Siempre indagué desde diversas ópticas, perspectivas. La libertad de pensamiento no debe estar ceñida para un fenómeno tan complejo y desafiante. ¿Qué hay allí, tras el “no identificado”? Recorrer todo hasta la nada es un largo proceso. 

Hay ideas que no han cambiado. La búsqueda de métodos de investigación, la rigurosidad y la honestidad intelectual han sido una constante. 

La puesta a prueba de la hipótesis extraterrestre fue el primer impulso, que sigue vigente. A ésta se les añadieron todas las demás. Sin preferencias. La exploración de la verdad sobre las realidades fáctica y eidética es el mayor motor de la investigación. 

La percepción de que hay un componente humano ha sido un primer hallazgo, por obvio que parezca. La humanización llega a un punto donde advierto una suerte de territorio en común con ese fenómeno que se describe afuera con tanta frecuencia. La construcción que el testigo hace de su visión es determinante. El inconsciente, concepto teórico, que se convierte realmente en una instancia –con cierta autonomía- a la cual la conciencia difícilmente le resulta alcanzable o definitivamente inaccesible, se revela en formaciones como los sueños y otras manifestaciones. Transitar por el controvertido inconsciente colectivo y los arquetipos de Jung. Hallar huellas en la psique que se corresponden con los ovnis. Fue un camino que me condujo a poner en el centro de la investigación al testigo y al ser humano en general en el foco de mis investigaciones. Advertir cuánto de lo humano está en la palabra, en la percepción, en los procesos psíquicos que se desenvuelven en torno a las observaciones. El entramado que se teje y despliega en todas sus formas, erigiendo un volátil y mutable modelo. La dimensión psicosocial se hizo insoslayable. Me doctoré con honores en esa área, siendo la primera tesis argentina de grado doctoral abordando el asunto. 

Un cambio importante fue el pasar de percibir un universo que estallaba de vida, a una cierta lejanía o soledad cósmica. Fue entonces en que produje un punto de inflexión y sentencio que de tanto mirar el cielo, hemos olvidado quién estaba mirando

Felizmente, mis ideas sobre los ovnis han cambiado a medida en que se desarrollaron las investigaciones y contado con mayores precisiones. Los variados enfoques, multidisciplinariamente, me permitieron tener una visión global, de conjunto, que incluye no sólo las ciencias físicas o naturales, sino de manera preponderante las humanísticas. 

A ese respecto, fui definiendo mi línea de investigación como una psicología imbuida por lo social. Desde una perspectiva racional, focalizo mi interés en el psiquismo y la conducta humana, mediante el estudio analítico y contextual de las experiencias inusuales. Como psicólogo, mi propósito es llevar adelante una tarea de esclarecimiento de los informes reportados y aprender lo que esos episodios revelan sobre la naturaleza humana.- 


3. ¿Debería el investigador OVNI convertirse en un experto en IFO? 

Todo investigador requiere una base de sustentación, esto es, una formación técnica o científica –así sea amateur-, rigurosidad y desapasionamiento, amplia cultura, una enorme curiosidad y vocación para emprender la tarea. 

En los comienzos de la ufología, y aún más tarde, los aficionados investigadores de ovnis solían tener el convencimiento de contar con la evidencia suficiente para apoyar la HET. Su labor estaba concentrada en buscar elementos probatorios de tal hipótesis, o elucubración. Su percepción quedaba focalizada en un segmento del problema: los no identificados. Para ello, reunía aquellos datos o referencias que respaldaran su creencia, relegando o desatendiendo las evidencias al contrario. Había que convencer a un público incrédulo, desconfiado o indiferente frente a las inusitadas presencias. 

Sin embargo, la mirada ingenua frente a lo novedoso que le impedía entender que el fenómeno ovni comprende la totalidad de la casuística, y que de todos ellos se aprende, fue dando paso a una visión más amplia que redefinió el rol del investigador de ovnis, para transformarlo en un perito versado en IFO. Su tarea es la identificación de luces u objetos inusuales. Y debe ser probo en ésto. Desde luego que no será su propósito constituirse en enciclopedista, pero debe ser lo suficientemente instruido y contar con la experiencia necesaria para abordar fenómenos con tantas aristas, y habitualmente atravesado por múltiples disciplinas (física, astronomía, química, meteorología, medicina, psicología, sociología, antropología, etc.).- 


4. Si todavía existieran algunos fenómenos inexplicables, ¿qué podría ser? 

Considero que siempre ha habido, y habrá fenómenos que a la vista de los testigos, sea cual fuere su habilidad, pericia o aptitud técnica, intelectual, física o psíquica, no alcancen a ser explicados. Aquí entra la llamada falacia del residuo [los subterfugios de las estadísticas incluyen falacias diversas y alguna paradoja que otra. La más conocida es la denominada «falacia del residuo». Muchas muestras estadísticas contienen un porcentaje de datos que no encajan o no tienen explicación. Este «residuo» estadístico suele ser pequeño y se tiende a despreciarlo. El problema es que a veces se utiliza el residuo como evidencia de algo sin que haya una base real para semejante conclusión. Por eso es una falacia. Un caso muy conocido es el de la ufología, la cual «argumenta» que si más o menos un 5 por ciento de los avistamientos de ovnis no reciben explicación, esto es una «prueba» de que existen los ovnis – Fuente: Blog “Público”, España, Las triquiñuelas de las estadísticas (II)], y el rasero de Ockham [en su forma más simple, el principio de Ockham (u Occam) indica que las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad, siendo que la explicación más sencilla es probablemente la correcta, siguiendo el también llamado principio de economía, principio de parsimonia o de simplicidad. A propósito, un error común es llamarle “navaja de Ockham, u Occam, como sinónimo de rasurar o afeitar, cuando en rigor la expresión “rasero” alude a una especie de palo o rodillo de madera que se utilizaba antiguamente para rasar (nivelar, alisar, igualar) el contenido del recipiente con el que se medían los cereales y granos, y también empleado en la fabricación de tejas y ladrillos. Por igual, su objeto es enrasar la pasta que se vierte en las gradillas o molde, quitando el exceso con el rasero]. 

Las hipótesis, conjeturas o suposiciones pueden agruparse en tres categorías: a) Uno o varios fenómenos físicos aún desconocidos; b) Un fenómeno psicológico social, impulsado por observaciones reales de raros objetos y moldeado por diversos intérpretes; y, c) Una inteligencia no humana. 

Es frecuente creer que hay un fenómeno único y genuino, y no –como sospecho- una variedad heterogénea de sucesos de naturaleza diferente.- 


5. ¿Cómo consideras este problema en general? ¿Qué piensas de todo el tema? 

El asunto propone tres etapas fundamentales para iniciar su estudio: 1) El reconocimiento del fenómeno como problema, que por su condición de “no identificado” requiere de una identificación positiva y satisfactoria, es decir: una solución o respuesta; 2) Reconocer la importancia que constituye el problema, sea cual fuere su naturaleza; y, 3) Encarar una investigación técnica y científica integral centrada en la identificación de los fenómenos reportados (labor técnica). Y, a la par, en un ámbito académico, universitario, ahondando en los informes no explicados, que comprenda tanto al observador como lo percibido, y sus contextos, tendientes a lograr un saber sólido y seguro (labor científica). 

Animado por este interés capaz de proporcionar un conocimiento genuino acerca de los fenómenos aéreos inusuales, propugno: 

1) Que el estudio debe encuadrarse en una metodología rigurosa, examinando el problema en forma sistemática desde una perspectiva totalizadora. 

2) Que los investigadores se encuentren adecuadamente capacitados y entrenados en esta actividad. 

3) Que la única y exclusiva finalidad de la investigación debe ser la resolución del problema y no la de vigorizar determinado sistema de creencias pseudo-científicas, filosóficas, políticas o religiosas. 

4) Que la divulgación de los estudios se mantenga dentro del marco de seriedad que la jerarquía del quehacer científico le impone. 

Los ovnis (en minúscula, sustantivados, como fenómeno social en que se ha convertido y no como una sigla técnica que le dio origen al vocablo) se han convertido en un mito modelado por la cultura de las distintas épocas en que transita, por las idas y venidas de la información, de la información a medias y hasta del rumor. Nada invalida su inexorable realidad. Las contradicciones son partes sustanciales del fenómeno. 

Ocurre también que después de sorprender durante algún tiempo, adquiere cierta familiaridad y pierde su parte sustancial, la fascinación. Dicho a manera de metáfora, como un virus que debe mutar, transformarse para subsistir, permanecer. Es una masa amorfa. De todo se alimenta: un ser mitológico, un documento fraguado, un chamán, un ovnílogo bien dispuesto a la publicidad. 

En mi opinión, los ovnis han devenido en un objeto cultural, producto de la confusión popular que tiende hacia una construcción colectiva estimulada por hechos de naturaleza diferente. Considero poco probable que se trate de naves extraterrestres, pues no hay evidencias científicas comprobadas que respalden dicha hipótesis. No obstante, animo la posibilidad de hallar en el conjunto de informes, indicios de algún fenómeno original y novedoso. Y por audaz que sea, la contingencia de hallarnos frente a una inteligencia de naturaleza no humana.- 


6. ¿Es posible hacer algo efectivo para llevar la verdad al público y cambiar la mentalidad de aquellos que todavía proclaman o creen que los seres extraterrestres están viviendo con nosotros en la Tierra? 

Lo más efectivo que puede hacerse para llevar la verdad al público, es trabajar con fundamentos técnico-científicos, prudencia, honradez y transparencia. Después, quedará en las personas emplear el juicio crítico o aferrarse a alguna trama fascinadora. 

Cambiar la mentalidad de quienes proclaman o creen que los extraterrestres cohabitan el planeta Tierra, e infinidad de variantes, es un asunto complejo. Para la mayoría existe una débil preocupación, o una idea poco fundamentada. Para tales casos, se requiere interés y aprendizaje. En algunos otros, la fuerte adhesión a determinado sistema de creencias encubre cuestiones más de orden psicológico, existencial. Es su punto de apoyo. No se trata de lógica y reflexión. No es suficiente la instrucción, hay una demanda que va más allá del saber científico y la razón. 

Cualquiera fuere, consiste en educar a la gente. Desde la psicología es hacerlo para la salud. En las debidas circunstancias, es preciso exponer nuestro desacuerdo con muchos de los argumentos empleados para sostener variadas elucubraciones, a veces, como dog­mas inexpugnables de fe. Estoy persuadido que debemos transitar, pues, hacia una ufología científica, fundada, dignamente reconocida. 

Rechazo a los predicadores sectarios o comerciantes sin escrúpulos. Porque pretendo una ufología seria, sin ocultamientos. Porque me reconforta la idea de agitar el anquilosamiento intelec­tual a la que es propensa la ufología, para animar la realización de nuevas indagaciones y establecer u­na base firme de discusión, sin arrogarse la posesión de alguna presunta verdad absoluta, inapelable. Y porque me reconozco desmitificador, por cuanto procuro apartar el manto de oscurantismo y engaño que desfigura la realidad. 

Así, pues, los teóricos de las conspiraciones promueven la idea de que hay seres extraterrestres que viven aquí en la Tierra, inclusive con bases subterráneas, y que el gobierno de Estados Unidos lo sabe, pero es mantenido en alto secreto, por temor a lo que sucedería si las noticias salieran al dominio público. Esta corriente no es nueva. Jeroglíficos egipcios, gobernantes reptilianos, hombres de negro y descendientes de extraterrestres, conforman el menú que aviva la creencia. A ese respecto, se puede estar convencido de la existencia de los extraterrestres y su presencia en el planeta, pero cuando se trata de asuntos terrenales (no espirituales, concernientes a la fe) es necesario exhibir pruebas. Mientras no las haya, no hay realidad demostrable y carece de valor. 

En la misma línea, las abducciones, o secuestro por parte de los supuestos alienígenas, es uno de los temas más notables, al cual se añade desde hace unas décadas el subsiguiente implante de micro-sistemas y la manipulación genética de los presuntos contactados, a través de generaciones tendiente a una nueva raza. Esta idea, originaria de los Estados Unidos, viene de la mano de los desarrollos en materia de computación e ingeniería genética, con una componente algo paranoica: el control y programación de la especie humana. Ya no se trata, como en los años 50 o 60, de los ET que estaban allá, a la vista de los testigos; tampoco los contactos extrasensoriales (telepáticos), acompañados por una nutri­da producción de libros y filmes alegóricos. El extraterrestre no está ni lejano ni cercano, está dentro de la cabeza, al modo de una moderna posesión demoníaca de alcance mundial. 

Como psicólogo trabajando en salud mental, observo algunos de los peligros que este disparate colectivo entraña: sentimientos persecutorios o de extrañeza, despersonalización, pérdida del juicio de realidad, vi­vencia de influencia (corporal y psíquica), temor o expectación ansiosa, y todo un conjunto de trastornos sensoriales, volitivo, afectivo y del curso del pensamiento. Los grupos de contactados, que proliferaron hace unos años, sólo refuerzan la creencia y generan cierta perturbación. 

Constituye también el potencial para alguna nefasta secta platillista, enajenados y capaces de cumplir obedientemente lo que los ET le “impartieron”. Aunque sin el cebo del platillo, recuérdese a J. Jones o a D. Koresh. De ahí que mi preocupación no está focalizada en el dilema si existen o no los ovnis, si es real o no la experiencia del contacto, sino el daño que pudiere ocasionar en la mente de los adeptos. 

En resumen, estos relatos representan para la mayoría de la gente un conocimiento vulgar que no le inquieta ni intenta descubrir, y para algunos otros, movidos por la fe en ellos, son un punto de apoyo para su existencia. Sus dogmas están habitualmente muy consolidados en la psique. Se debe reflexionar sobre el porqué de la necesidad vital que tiene un sujeto para creer en esa presencia y, en caso de ser necesario, brindarle una contención y sujeción a la realidad, y llegado el caso, cómo podría prescindir de ella. O sustituirla. En otras palabras, ocupar el espacio que dejaría el abandono a una creencia que se juzgue nociva. Creencias que no devienen corrientemente de un proceso intelectivo, racional, sino de una necesidad afectiva, emocional.- 


7. ¿Crees que SETI y búsquedas similares son actividades válidas? 

Es un tema propio de la astrobiología [“lo peculiar –dice el biólogo Javier Yanes- es que, sin haberse encontrado aún ningún rastro de seres vivos fuera de la Tierra, no hay pruebas de que la astrobiología tenga razón de ser. Parece natural que la ciencia estudie aquello de cuya existencia tenemos constancia, pero al contrario que otras disciplinas, la astrobiología se basa en una creencia, la fe extendida entre los humanos de que hay algo vivo por ahí fuera. Incluso la necesidad de pensar que no estamos solos. Y dado que la ausencia de prueba no es prueba de ausencia, es imposible refutar la existencia de vida extraterrestre. En otras palabras: desde el enfoque de Popper, el estudio de la vida extraterrestre tiene difícil encaje como proposición científica”.]. Desde luego, fascina que haya una búsqueda de inteligencia extraterrestre, como la del Instituto SETI, de California. Que los científicos apunten radiotelescopios a multitud de coordenadas precisas en el cielo para intentar detectar alguna señal de radio que permita revelar un origen inteligente es un cautivante desafío. Pero, hasta ahora, las noticias no son favorables. No hay indicios, ni como posibilidad remota, de vida inteligente. La expectativa despierta mientras sus radiotelescopios busquen vida inteligente en las estrellas enanas rojas más cercanas, o acaso en otras posibilidades. 

Qué ocurriría en caso de detectar una señal y que la misma sea respondida, es entrar en un campo conjetural. De todas formas, el científico toma el reto. La sensación del vacío cósmico alienta la esperanza de hallar en algún confín otra civilización. La respuesta a la eterna pregunta llegaría de mano de la ciencia y la tecnología. 

Averiguar si estamos solos o si, por el contrario, hay otros planetas que alberguen civilizaciones inteligentes es un asunto que intriga a muchas personas y que la novela y el cine ha explotado en numerosas ocasiones. 

Sin embargo, se plantea razonablemente que una civilización más desarrollada acabaría por destruir o hacer desaparecer a la inferior. El ejemplo más palpable quizá sea la conquista de América, y la desaparición de los pueblos originarios. Desde luego, son otros tiempos, pero la naturaleza destructiva del hombre no ha cambiado. La historia está escrita con sangre. Y no pone reparos en la propia casa, su planeta. De ahí que, como se ha dicho también, una civilización debe ser lo suficientemente inteligente no sólo para desarrollar la tecnología, sino para sobrevivir a ella. Esperanza que las más jóvenes y futuras generaciones sepan aprovechar las posibilidades de la ciencia para lograr que nuestra civilización perdure mucho tiempo. 

En opinión del astrofísico británico Stephen Hawking, alertar sobre nuestra presencia a los extraterrestres e intentar contactar con otra civilización inteligente no sabiendo qué intenciones tendrán hacia la humanidad, pudiere implicar ciertos riesgos. El debate sobre las probabilidades de que haya vida fuera de la Tierra, y si la hay, de la conveniencia de intentar localizarla, queda abierto. 

Aún cuando la cuestión está lejos de agotarse, sigo con moderado interés los intentos de SETI, la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, y me entusiasma la idea de hallarnos algún día con la tan ansiada noticia.- 


8. ¿Cuál es tu idea sobre múltiples universos? 

Es una hipótesis fascinante para la física. Roza la ciencia y la ficción. Básicamente es explicada así: las tres dimensiones que percibimos –y a través de las cuales no movemos- se llaman reales o “no compactas” y son largo, ancho y alto, puesto que nos podemos desplazar hacia adelante y hacia atrás, a la derecha y a la izquierda, hacia arriba y abajo. Ahora bien, las ecuaciones matemáticas que sustentan la teoría de cuerdas, también llamada Teoría del Todo [la teoría de supercuerdas es un esquema teórico para explicar todas las partículas y fuerzas físicas fundamentales de la naturaleza en una sola teoría. La teoría de cuerdas formula que todas las partículas son, en realidad, diminutas cuerdas que vibran a cierta frecuencia. Sustituye el concepto de partícula elemental por la cuerda en su carácter unificador, considerando a todos los elementos subatómicos -fotones, neutrones, quarks, neutrinos, etc.- distintas manifestaciones de un único elemento primordial llamado “cuerda”] no se verifican en un universo de 4 dimensiones (3 espaciales y 1 temporal), sino solamente en uno de 11 dimensiones (10 espaciales y 1 temporal). Surge entonces la inquietud sobre dónde están las otras 7 dimensiones espaciales “ocultas” o compactas. 

Se ha tratado de encontrar estas dimensiones ocultas mediante el Gran Colisionador de Hadrones, más conocido como “La Máquina de Dios”, pero hasta el momento sin resultado. Las ondas gravitacionales han abierto también la posibilidad de detectarlas. La investigación continúa. A fin de cuentas, quizá podrá determinarse si tales dimensiones ocultas realmente existen, o es una quimera. 

El Prof. Rubén Novella sostiene que, de llegar a comprobarse, explicaría muchos hechos y fenómenos que asombran, como ciertos objetos voladores que, de pronto, han desaparecido sin dejar rastro. Según su hipótesis, estos objetos “se pueden desplazar de cualquiera de las 10 dimensiones espaciales, pero sólo son observables cuando viajan por las 3 dimensiones reales, desapareciendo de nuestra vista al ingresar en alguna de las dimensiones ocultas. En efecto, para pasar de una dimensión real a una dimensión oculta –según la mecánica cuántica- es necesario que el objeto posea una gran carga cinética, lo cual significa, para el caso de los ovnis, que alcance una velocidad comparable a la de la luz”. 

En síntesis, alimentando la imaginación de los creadores de ciencia ficción durante décadas, la noción de universos o mundos paralelos hace referencia a la existencia de varios universos o realidades relativamente independientes. Es interesante notar que este concepto parece tener una base científica, pues el desarrollo de la mecánica cuántica (que se ocupa del estudio del mundo material a nivel microscópico), la búsqueda de una Teoría del Todo (que explique y conecte todos los fenómenos físicos conocidos) y otras hipótesis de la física actual han hecho entrever la posibilidad de la existencia de múltiples dimensiones y universos paralelos conformando un multiverso (un universo compuesto por múltiples universos).- 

¿Tienen que ver estas teorías, aún sin comprobación, con el fenómeno ovni? De momento, el andamiaje que sostiene ambos asuntos resulta endeble y su conexión es fortuita. La eventual confirmación de universos paralelos no alcanzaría para explicar las apariciones de ovnis que aún no han sido resueltas, pero abriría un fértil campo para la imaginación. Démosle tiempo al avance de la investigación y firmeza para fundar el conocimiento científico.- 

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Dr. Roberto E. Banchs 

Nació en City Bell (Pcia. de Bs. As.), Argentina. Licenciado en Psicología, y Doctor en Psicología Social -summa cum laude- por la Universidad J. F. Kennedy. Postgraduado en Terapia Sistémica, y en Mediación Familiar y Comunitaria, por la Universidad de Buenos Aires. Arquitecto, orientación Urbanismo y Planeamiento, graduado en la Universidad de Belgrano, donde cursó la Maestría en Metodología de la Investigación. Durante años ejerció la docencia universitaria en el marco de una visión antropológica, y trabajó en instituciones de asistencia e investigación. 

Su interés por los ovnis despierta a partir del auge de la astronáutica y el espacio, para ir definiendo su línea de investigación como una psicología imbuida por lo social. Focaliza su interés en el psiquismo y la conducta humana. Su propósito ha sido llevar adelante una tarea de esclarecimiento de los informes reportados y aprender lo que estos episodios revelan. 

En el campo de la ufología, desarrolló una actividad pionera caracterizada por un lineamiento científico o racional, incluyendo una laureada tesis doctoral sobre el fenómeno ovni. Su obra es muy extensa. Abarca desde el estudio global de la casuística (comenzando por el primer catálogo de avistamientos, ensayos sobre el desenvolvimiento histórico-cultural del fenómeno, análisis de las oleadas, de la información periodística, de la valoración psicológica del testigo y su informe, etc.), hasta la investigación de los casos clásicos y de alta extrañeza, expuestos en el monográfico Los Identificados. 

Crédito: IberLibro.com
Tiene seis libros publicados, ofreciendo visiones diferentes y complementarias, definidas por la evolución del proceso investigativo. En su primer libro, “Las evidencias del fenómeno ovni”, presenta los rasgos distintivos del fenómeno, como eslabones de una cadena. El desafío consistía en hilvanarlos a todos, en búsqueda de una respuesta. En “Los ovnis y sus ocupantes” ofrece los casos de la más alta extrañeza (EC3), ocurridos en la Argentina, dando las claves para interpretar lo que significan estos relatos y el fenómeno en su conjunto. Le seguirá un proyecto de varios años, materializado parcialmente en el monográfico titulado “Los Identificados”, imponiéndose recorrer todos los rincones del país, entrevistando a testigos e investigando in situ donde se produjera el vasto repertorio de informes referido a la casuística argentina sobre ovnis con ocupantes. 

En “Ovnis - Peregrinos del silencio”, tras un examen detallado, propone un método de investigación basado en la llamada ufología experiencial (de experiencias directas), en donde -sin adherir a ningún intento explicativo- formula el estudio sistemático y comportamental de los estímulos perceptivos, poniendo a prueba su presumible capacidad de respuesta. Le sigue “Fenómenos aéreos inusuales – Un enfoque biopsicosocial”, primera obra que una editorial universitaria argentina dedica al problema, en la cual presenta a los ovnis como un fenómeno eidético, es decir, con existencia social y discursiva, a la vez que nos acerca decididamente a la investigación del percipiente humano y del medio en que se reportan estos sucesos. 




Frente a la necesidad indagar la génesis de este singular fenómeno que irrumpe en la cultura del siglo XX, hace un aporte para la historiografía temática, a través de la “Guía biográfica de la ufología argentina – los primeros veinticinco años (1947-1972)”, un condensado registro biográfico de ufólogos y una descripción del material bibliográfico publicado en ese período, con un anexo donde examina la trama social en el que surgen los platos voladores, atendiendo la repercusión pública y periodística que tuvieron las noticias durante 1947 en la Argentina y otros países sudamericanos. Una mirada retrospectiva, alejada del contexto en que se han desenvuelto los hechos.- 



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