España
Apu llamando a planeta Tierra
por Cristina Amanda Tur
Noticia publicada en la edición del 20 de julio de 1978. |
El otro gran hito de la ufología isleña fue el hoy conocido como caso Manises. El 11 de noviembre de 1979, «un avión de la TAE fue perseguido por extraños fenómenos luminosos sobre la vertical de Ibiza». El vuelo realizaba el trayecto de Palma a Santa Cruz de Tenerife y tuvo que efectuar un aterrizaje no previsto en Manises, después de que el comandante informara al centro de control de Barcelona de que estaban siendo acosados por una aeronave desconocida de intensas luces rojas. En los días siguientes, como era de esperar, los avistamientos brillantes sin explicar se multiplican por todo el país.
Con este panorama llegan los años 80. Se sigue hablando de triángulos de la muerte y del silencio. La página 5 del diario del 18 de enero de 1980 está dedicada por completo a la historia de un hombre que afirma que conducía desde ses Salines a Vila cuando la radio empezó a emitir sonidos «estridentes», una luz sobrevoló su coche, vio «unas figuras como esqueletos que se acercaban» y, sin saber cómo, apareció dos horas después tirado en una calle de ses Figueretes y sin su coche. No podía explicar qué habia ocurrido en esas dos horas, pero aseguró que «fueron felicísimas» y que no le dieron ningún mensaje. Y añadió: «No tengo problemas ni estoy enfermo» y «al menos conmigo, los extraterrestres se han portado muy bien».
Y aún en el 83, Radio Diario de Ibiza se suma, en la noche del 17 de junio, a la denominada Alerta Ovni, otro «apasionante experimento radiofónico» algo diferente a aquel con el que Orson Welles aterrorizó a sus oyentes 45 años atrás, pero intentando emular su espíritu.
Siguiendo el patrón de la Alerta Ovni que se llevó a cabo a nivel nacional en el 78, la emisora ibicenca propone a todos los oyentes que vigilen el cielo nocturno por si esa noche las naves espaciales hacen su aparición. El diario afirma posteriormente que miles de ibicencos y formenterenses han seguido el «juego» y que un buen número de radioaficionados han pasado puntuales informes a la radio. Pero nada extraordinario sucedió. Tal vez esa noche sin OVNIs fuera el principio del fin. Los casos –expedientes para los ufólogos– se espaciaron sin que jamás se llegaran a explicar y del fenómeno sólo pervive hoy la leyenda.
El astrofísico Carl Sagan –que no hay que olvidar que fue uno de los principales promotores de la búsqueda científica de vida inteligente extraterrestre– escribió, en 'El mundo y sus demonios', que «el escepticismo debe ser un componente de la caja de herramientas del explorador, en otro caso nos perderemos en el camino. El espacio tiene maravillas suficientes sin tener que inventarlas». Y murió en 1996 queriendo creer, pero sin dar credibilidad a ninguno de los miles de avistamientos OVNI de los que había tenido noticia a lo largo de toda una vida de búsqueda alienígena.
Factor Luna
«La reacción visceral que tal vez experimentamos todos al contemplar el firmamento nocturno (que tiene que haber vida inteligente en algún lugar de ahí afuera) no es una buena guía. Debemos guiarnos por la razón, no por las reacciones viscerales». La frase es del citado libro de Stephen Webb 'Si el universo está lleno de extraterrestres, ¿dónde está todo el mundo?'
De hecho, analizando todas las posibles respuestas a esa pregunta, tal como Webb hace en su libro, se llega a la conclusión de que para que la vida aparezca y evolucione y para que derive en una especie con las inquietudes y el desarrollo tecnológico capaz de imaginar los viajes interestelares deben darse tantas variables, accidentes y casualidades –las que se dieron en el planeta Tierra– que la creencia en una civilización extraterrestre consciente, capaz de comunicarse con nosotros, es casi como creer en duendes. Es decir, es probable que exista alguna forma de vida en cualquier otro planeta lejano, pero no lo es en absoluto que haya evolucionado hasta una raza que desarrolle la tecnología para los viajes por el espacio. Y uno de los factores importantes que explican la formación y evolución de la vida en la Tierra es la existencia de la Luna; solo con que fuera más grande o más pequeña tal vez la vida no podría haber evolucionado igual.
Ya en 1973, el escritor Isaac Asimov, en 'La tragedia de la Luna', señalaba que 'el hombre puede que ni siquiera existiese si la Tierra no hubiese tenido Luna' Y, aún más, «la Luna –y sólo la Luna– hizo posible los vuelos espaciales, al hacernos ver que existen otros mundos además del nuestro, y ofreciéndonos luego un fácil trampolín».
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