Buenos Aires, Capital Federal: Un aterrizaje en la avenida General Paz (4 de setiembre de 1968)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
“Todo se inició cuando la noticia, candente y nerviosa, afirmaba que en la Avenida General Paz había descendido un OVNI. La versión trajo seguidamente un agregado aún más sensacional: un automóvil se habría llevado por delante al objeto volador extraterrestre posado en la referida arteria”.
De esta manera, el diario Crónica, de Buenos Aires, en dos ediciones del 4 de septiembre de 1968, se hacía eco del sorprendente acontecimiento presuntamente ocurrido en una de las arterias que rodean y delimitan a la Capital Federal. Una zona densamente poblada que enmarca un episodio constituido en la asombrosa primicia informativa.
“Pero para que la conmoción fuese subiendo hasta provocar una psicosis que hizo que grupos numerosos de personas recorriesen la Gral. Paz guiados por la curiosidad y también por el miedo, agregaba que dos de los seres tripulantes del ‘plato volador’ habían sido apresados. Las llamadas telefónicas a diarios, radios, agencias noticiosas, el ir y venir de, hasta instantes antes, pacíficos vecinos, las preguntas, la nerviosidad llevada a dimensiones que ya configuraba lo fantasioso, causó al promediar la mañana un verdadero caos colectivo de inquietud”, señala el popular diario porteño.
La noticia provocó la rápida movilización del periodismo, llevándolo a recorrer la avenida, “pero nada anormal pudimos observar sobre lo que se anunciaba. Todo ocurrió sin que nadie supiera cómo” se produjo, pero centenares de curiosos y periodistas se había trasladado hasta allí.
La necesidad de confirmar y ampliar detalles de la versión, les llevó a comunicarse con las fuentes de información adecuadas para esta clase de noticias.
En las bases aéreas militares de Morón y El Palomar, las actividades se desarrollaron con normalidad y se respondió que nada tenían que informar, ya que desconocían el hecho. Las autoridades policiales afectadas en la zona tampoco pudieron dar explicaciones “de algo que no existe”. También la Policía Federal, extraoficialmente, informaba que no habían recibido, en ningún momento, información al respecto. Algunos entusiastas platillistas optaron por asegurar, en cambio, que la negativa de las autoridades obedecía al secreto que sobre la cuestión mantenían celosamente.
En la Casa de Gobierno -agrega Crónica- se vio llegar al ministro de Defensa, Emilio Federico van Peborgh, que mantuvo una entrevista con el presidente de la Nación. Al salir del despacho del jefe del Estado, van Peborgh fue abordado por 105 periodistas, a quienes les señaló que la reunión con el presidente de facto Tte. Gral. Juan Carlos Onganía era la habitual de los miércoles.
Al ser consultado sobre la presencia del OVNI en la Avenida Gral. Paz, el titular de Defensa respondió: “Es la Fuerza Aérea la que se ocupa de los aspectos técnicos de los OVNIs. Simplemente puedo decirles que me gustaría ver uno de esos objetos para tener una impresión directa sobre el asunto, del que en los últimos tiempos se habla con mucha insistencia. De cualquier forma, ni personalmente ni en el ministerio a mi cargo, tenemos conocimiento sobre lo que anuncia esa versión”.
Mientras tanto, la conmoción iba decreciendo paulatinamente. “Es evidente -sentencia Crónica- que una psicosis colectiva impera en la capital argentina con respecto al desplazamiento y aterrizaje de aeronaves desconocidas. O quizás algún chistoso que, aprovechando las notas periodísticas que informan objetivamente sobre las apariciones de OVNIs en distintos lugar del país, en especial Mendoza (NdR: recuérdese el resonado caso del 31 de agosto 1968), a la que se ha dado en llamar ‘la preferida de los OVNIs’, haya lanzado un falso y molesto llamado a los medios periodísticos[1], para que muy pronto la Capital se viera convulsionada por el fantástico anuncio: un extraño aparato volador había descendido en algún punto de la avenida General Paz”. Más adelante irá a reiterar: “Entre tanto, una larga caravana de ávidos curiosos trataba de dar con el inexistente ‘Plato Volador’, creado quizá por la fantasiosa mente de algún gracioso, envuelto en la psicosis de los OVNIs”.
Un largo silencio le siguió al caso. No obstante, las indagaciones que efectuamos permitieron concluir lo siguiente:
1º) Que las autoridades militares, policiales y de Defensa, en ningún momento tuvieron conocimiento de los pormenores del episodio al que se refiere la información periodística.
2º) Que los hechos aludidos han sido objeto de la investigación correspondiente, sin que existan indicios que hagan verosímiles las versiones publicadas sobre la presencia del OVNI y sus ocupantes en la avenida General Paz
Sin embargo, 18 años después…
…Una circunstancia fortuita nos permitió conocer en detalle el modo en que se generó la sensacional noticia.
Hallándonos en la redacción del diario La Razón en noviembre de 1986, el experimentado periodista Eliseo Castiñeira de Dios, nos refirió espontáneamente la génesis del caso de Buenos Aires. El valioso testimonio, a su vez, lo ratificó en forma didáctica en julio del año siguiente, del cual extraemos sus conceptos fundamentales:
“De acuerdo a la estructura básica de la comunicación, hay un emisor, un mensaje y un receptor. Pero existe también un retorno de ese mensaje, que se produce cuando el receptor vuelve al emisor".
“Esto es lo que ocurrió realmente en el diario La Razón, allá por 1968, cuando por una circunstancia anecdótica, interna al manejo de la información y de la responsabilidad sobre la misma, se suscitó un hecho de dominio público y determinó que se hablara sobre un hecho totalmente inexistente".
“Fue así como el entonces secretario general de redacción, Félix Hipólito Laiño, pidió alrededor de las 10 de la mañana -esto es, una hora antes del cierre del diario-, que de las distintas áreas donde se cubre la información en puntos fijos, le enviaran de inmediato todo el material, pues necesitaba cerrar la edición más temprano. Sin darle ni serle requerida explicación alguna, se lo comunicó al secretario de turno, el mendocino Antonio Villacián Burgos, quien procedió a llamar a todas las áreas".
“Habiendo cierta confianza, por los años de trabajo en común, con los responsables de dichas áreas -dice Castiñeira de Dios- no es fácil explicar algún inexplicable, de modo que siempre había que dar una información. Comunicándose telefónicamente con el periodista acreditado en la Casa de Gobierno, Sixto Vila Ruiz, le transmite la urgencia del pedido. Le acompañaban David Busto Abad y Faustino Altamirano".
“Al asombro inicial le siguió la inquietud del periodista de saber porqué. Y como Villacián Burgos, desde luego, no podía responderle adecuadamente, atinó a decirle -muy frescos los sucesos OVNI de su provincia natal- que ‘lo que pasa es que un plato volador aterrizó en la Avda. Gral. Paz, allá van todos los medios, y por eso quieren cerrar temprano la edición’”. Sentado muy cerca, en su lugar de trabajo, Eliseo Castiñeira de Dios escuchaba atento la conversación.
Vila Ruiz debía hacer su trabajo rápidamente y enviarlo a La Razón. En la sala de periodistas de la Casa de Gobierno estaban los hombres de prensa reunidos, todos juntos en un mismo recinto, hasta que se deslizó el motivo de tal apresuramiento. Un colega de otro diario porteño consulta a su medio sobre la novedad que, obviamente, nada sabían y de inmediato destinan un cronista al lugar de la supuesta aparición. El periodista de Canal 11 de televisión, allí presente, pasa también la información a su medio y envían un camarógrafo.
Eliseo Castiñeira de Dios trabajaba circunstancialmente en esa emisora y, al llegar por la tarde para el noticiero “Reporter Esso”, advierte que en el material filmado por la mañana, se hallaba una nota referida a un plato volador aparecido en la avenida Gral. Paz. Las imágenes que recuerda eran las de una joven pareja sentada en un talud verde de la avenida (comunes a lo largo de la misma), mostrando un círculo de tierra calcinada que no sabían de qué se trataba. “Evidentemente -dice nuestro entrevistado- había sido de una fogata, hecha unos días atrás”. Explicaron que sólo venían a tomar el Sol y estar juntos, que nada sabían del plato volador, aunque tal vez el cuidador del parque sabría informarles. A él fueron las cámaras de la emisora de televisión, y éste supo decir que a medianoche escuchó un ruido, pero pensó que se trataría de la frenada o colisión de un automotor (accidentes que son muy frecuentes en esa arteria).
El cuidador añadió que salió a ver y que había unas fuertes luces. Entonces -siguiendo el testimonio de Castiñeira de Dios- el cronista le dijo: “Entonces debió ser el plato volador”, a lo que el humilde trabajador respondió: “¿No me diga?, ¿un plato volador, acá?, pues yo no lo vi”. Pero eso determinó que las cámaras llegaran hasta una estación de servicio situada en la Gral. Paz y avenida de los Constituyentes, donde alguien habría visto en la madrugada un resplandor por esa zona.
Pasado el mediodía, un lector llama al diario reclamando un cronista, pues en la avenida Gral. Paz y de los Constituyentes estaban todos los medios, menos La Razón. Entonces Villacián Burgos, se ve obligado a enviar unos periodistas, a mandar a su propia inocente mentira, impedido de echarse atrás con lo que se inició con una respuesta irónica, hasta humorística[2]. Como los demás diarios habían dado su propia información, el diario tenía que darla también, pues sino quedaría como que el diario “no estaba en la información”. Aunque, felizmente, la ausencia de confirmación de las versiones que rodaron y las crecientes sospechas públicas de que se trataría de una superchería, habrían eximido a La Razón de incluir en sus páginas el rumor.
“Y así siguió toda esta novela que en los medios de difusión tuvo un amplio espacio, y que se extendió por varios días. En muchos casos nosotros sabemos, como profesionales -dice E. Castiñeira de Dios, que la información no es seria, no es genuina, pero que es una información que el lector necesita. Hay un ingrediente para preparar una masa de información que debe resultar de interés para el lector. Y lo científico siempre atrae por algún tema. Por eso el ‘plato volador’ va a estar siempre como noticia. Si el hecho ocurrió o no, no importa, porque nos posibilita salir un poco de la rutina informativa y entrar con otras cosas, y que la gente le haga pensar, soñar o conmoverse. Este es el motivo fundamental de nuestra profesión: conmover a la gente con algo, no exagerarlo, pero conmoverlo con algo para que su paso por este mundo sea un poco más interesante”, cierra el maestro del periodismo
Lo reunido aquí, en forma condensada, permite concluir que el caso del aterrizaje de un OVNI y sus dos ocupantes en la avenida General Paz, ha consistido en un rumor generado por los mismos medios periodísticos, y por consiguiente, no pudiéndose atribuir al fantástico episodio verosimilitud alguna. Sólo el transcurrir del tiempo parece haber permitido decantar la realidad, el trasfondo de un informe OVNI. El caso queda, a vista de lo expuesto, cerrado.
[1] Incluso la prensa extranjera, como el Chicago’s American, del 29 de septiembre de 1968, reprodujo la noticia.
[2] Antonio Villacián Burgos, ya muy anciano, eludió en tres ocasiones mantener un diálogo sobre el asunto, al mencionárselo telefónicamente. Tampoco respondió a un posterior requerimiento epistolar.
http://www.visionovni.com.ar/modules/news/article.php?storyid=930
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