Uruguay
OVNIs y turismo: una extraña combinación en la estancia La Aurora de Salto
El investigador Martín Gamboa publicó un articulo sobre el fenómeno en la prestigiosa Revista Internacional de Antropología del Turismo. El docente lo explica con un enfoque académico.
por Andrés López Reilly
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Una noche a mediados de la década de 1970 un estanciero de Paysandú salió de su casa creyendo que el gallinero se estaba incendiando. Se dirigió con sus hijos hacia el lugar y vio que las aves estaban a salvo, pero alborotadas porque un viejo ombú estaba en llamas. Aparentemente, había un perro muerto y otras señas curiosas en el terreno, como un generador de electricidad quemado y un conjunto de cables retorcidos. Todo hacía suponer que la caída de un rayo había causado tal desorden. Pero, según narraron el hombre y sus hijos después, algo absolutamente fuera de lo normal había ocurrido: una fuerte luz pendular de unos tres metros de diámetro descendió del cielo para, segundos después, ascender verticalmente e introducirse en otra de mayores dimensiones con forma de triángulo isósceles. Se dice que mientras la luz se alejaba, ocurrió un apagón en la ciudad de Salto, ubicada a diez kilómetros de allí.
El estanciero, Ángel María Tonna, probablemente jamás imaginó que su propiedad, ubicada en el límite entre Paysandú y Salto, se transformaría pronto en una auténtica romería extraterrestre, que él mismo en cierta forma alimentó durante años junto a su familia. Y en la que todavía hoy muchos aseguran seguir viendo fenómenos inexplicables y platillos voladores.
Fallecido Ángel en 2004, su hijo Tulio Tonna narró a la radio El Espectador lo ocurrido aquella madrugada del 4 de febrero de 1976. “Aparecieron luces muy fuertes que nos producían quemaduras en los árboles, en los animales, en la gente. Eso fue lo que se vio. Y después, una luz muy, muy fuerte, que de noche iluminaba todos los establecimientos a la redonda. Y, bueno, la gente lo podía ver, los vecinos también, entonces era difícil tapar que eso sucediera ahí, porque todo el mundo lo estaba viendo”, comentó.
Parte del terreno quedó chamuscado y se halló un perro muerto, junto con otras señas curiosas que no parecían tener explicación. Una investigación posterior dejó al descubierto la existencia de liebres muertas que no despedían olor a putrefacción. Pero lo más llamativo era el estado del viejo ombú, ubicado a 50 metros del casco de la estancia, que quedó partido a la mitad con un profundo hueco que parecía alcanzar las raíces. Ese hoyo, dicen, llegó a convertirse en una especie de trampa mortal en la que animales pequeños aparecieron muertos y disecados.
“Como que el árbol explotó, desapareció, quedó un gran hueco en el lugar donde estaba. Y la cosa rara que pasaba ahí, es que empezaron a aparecer animalitos muertos alrededor de ese hueco (…) Se nos ponían todos los pelitos de punta. Un médico de aquí, de Salto, empezó a detectar que había radiaciones y unos japoneses que estaban trabajando en la represa de Salto Grande también llevaron un aparatito: descubrieron radiaciones elevadas. Y bueno, eso fue lo que le pasó al famoso ombú. Después hubo que cerrar las puertas obviamente por peligro para la gente. Aparentemente hoy no hay nada, un riesgo muy chiquitito”, declaraba Tonna en 2007.
La Fuerza Aérea Uruguaya se interesó en el asunto e interpretó el fenómeno como “meteorológico”. Fue un “rayo bola”, concluyó. Pero muchos siguen vinculándolo con los extraterrestres. E incluso hay quienes organizan, desde hace años, expediciones que prometen avistamientos de naves y experiencias extraordinarias.
Aterrizando el tema
La historia de La Aurora se acaba de publicar en el prestigioso Journal of Tourism Anthropology (Revista Internacional de Antropología del Turismo), donde el autor del artículo, Martín Gamboa, aborda el fenómeno desde una óptica académica. Gamboa es docente de la Udelar y vive en Salto, donde, como tantos, creció escuchando las historias fantásticas de La Aurora.
Su trabajo analiza el advenimiento de un tipo de turismo espiritual y la difusión de avistamientos de luces anómalas y objetos voladores no identificados por parte de lugareños, lo cual ha provocado que la estancia se haya transformado en una atracción turística. “Después de que sucedieron estos eventos sobrenaturales, el rancho ganadero ganó popularidad local e internacional con respecto a los problemas OVNI. Hoy en día lo visitan durante el año turistas, ufólogos, grupos new age y peregrinos religiosos de diferentes países. El comienzo de un tipo de peregrinación secular moderna”, señala la presentación de su trabajo en el Journal of Tourism Anthropology.
“Uno de los principales objetivos del estudio residió en comprobar cómo lo no humano tiene capacidad de agencia en el fenómeno turístico. Para dar cuenta de ello establecimos una conexión teórica entre una categoría antropológica y una noción filosófica, que según nuestra óptica, guardan un vínculo estrecho entre sí”, explica Gamboa a Revista Domingo.
“En las diferentes entrevistas realizadas, algunos turistas y pobladores de la zona mencionaron la manifestación de esta especie de ‘luces’ en el cielo, que aparecen y desaparecen casi siempre en forma intermitente. Lo que me llamó la atención fue la incapacidad de poder asignarle una figuración específica y clara a dichos fenómenos. No obstante, su existencia implicaba la visita frecuente de ufólogos, turistas y peregrinos, estos últimos focalizados en el recorrido a la Gruta del Padre Pío”, agregó el investigador, identificando otro de los atractivos del sitio: la capilla que tiene la estatua del clérigo italiano Pío de Pietrelcina, famoso por sus dones milagrosos y los estigmas que presentaba en varias partes de su cuerpo.
En las conclusiones de su artículo, Gamboa asegura que la evolución histórica de La Aurora ha tenido “relevancia significativa” para la antropología del turismo. “El surgimiento de este atractivo no está vinculado a una cuestión histórico-cultural producida por el hombre sino a una serie de ‘eventos no humanos’ (...) Los OVNI se incluyen en esta categoría antropológica”, anota.
En este punto, el académico sostiene que la motivación para este tipo de turismo temático se puede explicar a través de los conceptos tradicionales factor de empuje y factor de atracción: “Los factores de empuje constituyen las necesidades y deseos internos de los turistas (que generan la demanda de viajes), mientras que los segundos son los atractivos del destino”.
Una visión antropológica
Martín Gamboa introduce en su artículo la categoría antropológica de “actante” (diseñada por el antropólogo Bruno Latour), para explicar el fenómeno de los avistamientos y de observación de luces anómalas en la zona de influencia de la estancia La Aurora. En palabras de Latour: “Cualquier cosa que modifica con su incidencia un estado de cosas es un actor o, si no tiene figuración aún, un actante”.
“Los avistamientos de luces y otro tipo de fenómenos estelares experimentados por ufólogos, visitantes aficionados a la temática OVNI, turistas locales y extranjeros, peregrinos, etc., se enmarcan dentro de esta categoría antropológica”, sostiene el académico.
Gamboa es docente de Antropología del Turismo en el Departamento de Turismo, Historia y Comunicación del Litoral Norte (sede Salto). El nombre de su artículo es Peregrinaciones espirituales y turismo OVNI en Uruguay: el caso de la estancia La Aurora.
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