miércoles, 27 de octubre de 2021

El hombre llegará a Saturno en 2076 y a la estrella Próxima Centauri en 2254

El hombre llegará a Saturno en 2076 y a la estrella Próxima Centauri en 2254
Un estudio de investigadores de la NASA calcula cuánto tardará la humanidad en enviar astronautas tanto a otros planetas del Sistema Solar como a lejanos mundos alrededor de otras estrellas.
por José Manuel Nieves




Si queremos sobrevivir como especie y a largo plazo, necesitamos un programa espacial agresivo y sostenido que incluya la colonización de otros mundos más allá de la Tierra. Así de drástica es la conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores de la NASA y aparecido recientemente en la revista 'Galaxies'.

Basándose en datos empíricos sobre el avance de la exploración espacial y el poder de computación durante las últimas seis décadas (medido en el número de transistores por procesador, que se duplica de año en año), Jonathan Jiang y sus colegas de Jet Propulsion Laboratory en California han creado un modelo que es capaz de calcular cuánto tardará la humanidad en establecer colonias, tanto en el Sistema Solar como en diferentes planetas alrededor de otras estrellas. "La elección de este parámetro crítico -explica Jiang- está motivada por el hecho de que su desarrollo exponencial es paralelo al de la tecnología de exploración espacial".

"El objetivo de este análisis -escriben los científicos en su artículo- es proporcionar un marco estimado de tiempo para que la humanidad se convierta en una especie multi planetaria a través de la colonización más allá de nuestro mundo". Al hacerlo aumentarán, hasta quedar casi garantizadas, las posibilidades de que la humanidad sobreviva a largo plazo "a las calamidades naturales o causadas por el hombre que podrían afectar a la vida en la Tierra" .

Según reza el estudio, "comenzando con el desarrollo y despliegue de las primeras armas nucleares cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad entró en una 'Ventana de Peligro' que no se cerrará de manera segura hasta que robustas colonias fuera del planeta se conviertan en una realidad". ¿Pero cuándo será eso?

"Nuestros hallazgos -escriben los científicos- sugieren que las primeras misiones tripuladas por humanos para aterrizar en Marte, objetos seleccionados del Cinturón de Asteroides y lunas seleccionadas de Júpiter y Saturno pueden ocurrir antes del final del siglo XXI. Los lanzamientos de misiones interestelares tripuladas por humanos a destinos de exoplanetas dentro de aproximadamente 40 años luz del Sistema Solar se consideran posibles durante el siglo 23; y el lanzamiento de misiones intragalácticas a finales del siglo 24".

Más concretamente, el estudio prevé una misión tripulada a Marte para el año 2038, seguida de las primeras misiones al cinturón de asteroides en 2064 y a las lunas de Júpiter y Saturno en 2076 y 2086, respectivamente.

El 'salto interestelar', sin embargo, nos llevará más tiempo. Jiang y su equipo creen que los primeros humanos podrán llegar hasta Próxima Centauri, (la estrella más cercana a la Tierra, a 4,2 años luz de nosotros), en el año 2254. Poco después, en 2270, triplicaremos esa distancia para alcanzar Tau Ceti, (a 12 años luz de la Tierra) y 20 años más tarde, en 2290, estaremos en condiciones de enviar astronautas al sistema planetario de Trappist 1 (a cerca de 40 años luz de distancia), que cuenta con hasta siete planetas rocosos. Casi un siglo después, hacia 2383, estaremos en condiciones de alcanzar cualquier destino hasta unos 15.000 años luz de distancia de la Tierra, convirtiéndonos en una especie 'intragaláctica'.

En este sentido, los científicos recuerdan que a unos 14.000 años luz, en la dirección de Sagitario, "se ha sugerido una región que podría dar cabida a vida compleja, incluso a una civilización tecnológicamente desarrollada".



La primera estación espacial privada en órbita dentro de 5 años
En 2027 ésta será la primera estación privada de la historia y el comienzo de una nueva era de la humanidad en el espacio, un territorio inexplorado sin la intervención de los estados.
Por Jesús Díaz


La nueva estación espacial inflable de Lockheed Martin será 100% privada.


Si todo sale como está planeado, en 2027, ésta será la primera estación privada de la historia. Se llama Starlab y es el heraldo de una nueva etapa para la humanidad en el espacio. Este espacio sentará las bases para la colonización del sistema solar sin la intervención de los anticuados estados que gobiernan nuestro planeta.

Detrás de Starlab está el mayor gigante de las industria de defensa mundial y la tercera compañía aeroespacial del mundo: Lockheed Martin. El brazo espacial de la corporación estadounidense está desarrollando la estación con Nanoracks, una compañía con gran experiencia como contratista de la Estación Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés)

Qué es Starlab

Según estas compañías, Starlab tendrá un volumen habitable de 340 metros cúbicos y una capacidad de carga de 22 metros cúbicos, equivalente a la capacidad de la ISS. La estación tendrá cuatro paneles solares capaces de generar 60kW de electricidad para soportar los sistemas de habitabilidad, operaciones y experimentos científicos a cargo de cuatro astronautas, que será el número de personas que vivirán en la estación de forma permanente.

Starlab tendrá como parte central un gran hábitat inflable, construido por Lockheed Martin, con 340 metros cúbicos para que los cuatro astronautas puedan vivir y realizar experimentos encargados por empresas privadas.

Esta estación será parte del “primer parque de investigación científica en el espacio”, unificando esta estación con los laboratorios para experimentos que ya gestionan en la ISS. El parque de desarrollo se llamará George Washington Carver (GWC) Science Park, en honor al científico afroamericano que revolucionó la agricultura estadounidense en la primera mitad del siglo XX.

El GWC tendrá cuatro laboratorios, dicen. El primero será un laboratorio de biología que realizará experimentos con organismos vivos. En el segundo, el laboratorio botánico, trabajarán exclusivamente con plantas. Un tercero estará dedicado a la investigación física y de nuevos materiales. Y finalmente, un cuarto laboratorio tendrá múltiples usos y, según la compañía, podrá servir cualquier especificación.

Aunque la ISS ya realiza labores de investigación para empresas privadas, este gran laboratorio espacial será el primero que estará bajo la jurisdicción de una compañía y en la que, presumiblemente, no se aplicará ninguna legislación terrestre.

¿Ciudad sin ley?

Aunque no hablan de ello en sus materiales de prensa, será interesante ver cómo evoluciona esta instalación una vez esté en órbita. Nanoracks dice que colaborarán con la NASA e imaginamos que con otras organizaciones estatales americanas y de otros países. Pero no estar sujetos a una legislación terrestre abrirá las puertas a caminos inexplorados. Y quizás a dilemas éticos difíciles de solucionar con las herramientas que contamos hoy en día.


Vista desde atrás de Starlab.


Este puesto espacial será una avanzadilla de la revolución que viene, con corporaciones como SpaceX instalando bases en Marte o en otros cuerpos celestes que son tierra de nadie y no están sujetos por las leyes de ningún país. Starlab o Mars Base Alpha serán espacios nuevos, teóricamente limitados por pocas y muy vagas reglas establecidas en tratados internacionales. La base fundamental de esos tratados es que el espacio es de todos y ningún país puede declarar la soberanía sobre ningún territorio.

Obviamente los gobiernos podrán ejercer algo de fuerza sobre estos pioneros mientras las compañías tengan sus cuarteles generales en sus países y tengan que negociar con la Tierra. Pero una vez se establezca una mínima economía espacial fuera de nuestro planeta, las cosas cambiarán muy rápidamente y de forma radical.

Como en la expansión por el salvaje oeste, nos encaminamos a un periodo excitante, lleno de aventuras, conflictos, crímenes, nuevas esperanzas y grandes incógnitas. La eterna historia de la civilización errante que siempre hemos sido. Esperemos que la fiesta empiece cuanto antes porque yo no me la quiero perder.



Jeff Bezos planea ofrecer viajes espaciales con Blue Origin a turistas y científicos para finales de la década: Orbital Reef, el proyecto al que se han sumado Boeing y Sierra Space
Orbital Reef es el proyecto anunciado por Blue Origin, compañía espacial de Jeff Bezos, el cual estará preparado para finales de la década y ofrecerá viajes en órbita a turistas y científicos. A Blue Origin se han sumado compañías del sector que aportarán sus tecnologías, como Boeing, Sierra Space, Redwire y Genesis Engineering Solutions, así como un consorcio de científicos liderados por la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos).
por Abraham Andreu


Representación del interior de Orbital Reef. Blue Origin


Jeff Bezos ya viajó junto a su hermano al espacio el pasado julio, en el cohete New Shepard, de su compañía espacial Blue Origin. Y, ahora, quiere que todo el mundo pueda abrirse paso hacia las estrellas, mediante la iniciativa Orbital Reef.

Aunque no llegará hasta la segunda mitad de esta década, Blue Origin ha llegado ya a acuerdos con diferentes compañías del sector aeroespacial, así como grupos de científicos liderados por la Iniciativa Interplanetaria de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos).

En este sentido, la compañía de Bezos ha logrado unir a diferentes actores del sector privado, como Sierra Space, Boeing, Redwire Space y Genesis Engineering Solutions, quienes aportarán sus innovaciones en este campo.

“Durante más de 60 años, la NASA y otras agencias espaciales han desarrollado vuelos espaciales orbitales y habitación espacial, preparándonos para que los negocios comerciales despeguen en esta década”, ha declarado Brent Sherwood, vicepresidente senior de Programas de Desarrollo Avanzado de Blue Origin, durante una conferencia de prensa.


Representación del exterior de Orbital Reef. Blue Origin


“Ampliaremos el acceso, reduciremos el coste y brindaremos todos los servicios y comodidades necesarios para normalizar los vuelos espaciales. Un ecosistema empresarial vibrante crecerá en la órbita terrestre baja, generando nuevos descubrimientos, nuevos productos, nuevos entretenimientos y conciencia global", ha agregado.

Así, cada actor aportará su granito de arena: Blue Origin los sistemas de servicios públicos; Sierra, Boeing y Redwire, naves y sistemas espaciales, y la Universidad de Arizona, el asesoramiento en materia de investigación y divulgación.

¿El objetivo? Crear un "parque empresarial de uso mixto" que no sustituya a la Estación Espacial Internacional (EEI), sino que ofrezca oportunidades al sector privado, así como momentos recreativos para un turismo estelar emergente.

Un parque empresarial privado creado para el turismo y la ciencia

Se abre una nueva era. Eso es lo que quieren con Orbital Reef las empresas que firman el proyecto, de tal forma que incluso cualquier persona podrá establecer el rumbo y dirección al montarse, con todas las comodidades habitacionales y de manera segura.

“Tanto los trabajadores espaciales como los turistas tendrán acceso seguro, cómodo y rápido fuera de Orbital Reef", ha asegurado Brand Griffin, gerente de programa de Genesis Engineering Solution. "El entorno en mangas de camisa, la gran visibilidad, la guía automatizada y los manipuladores de precisión avanzados harán que las operaciones externas sean rentables y rutinarias".


La estación espacial pionera hará de la órbita terrestre baja su hogar. Blue Origin


La principal idea es abrir el ámbito comercial, turístico y científico en el espacio al sector privado, con lo cual Orbital Reef se convierte en la primera propuesta de este tipo.

“Orbital Reef representa la próxima evolución del paradigma espacial comercial al crear la primera plataforma del sector privado tripulada en órbita terrestre baja", ha concretado Mike Gold, vicepresidente ejecutivo de Espacio Civil y Asuntos Externos de Redwire.

“El entorno de microgravedad presenta un campo completamente nuevo para el desarrollo comercial y científico, lo que convierte a Orbital Reef en la plataforma que lanzará nuevas tecnologías y capacidades que mejorarán drásticamente la vida en la Tierra al tiempo que permite el viaje de la humanidad a las estrellas”, ha añadido.


Orbital Reef será como una aldea, donde personas de muchas organizaciones pueden realizar sus actividades por separado e interactuar entre sí. Blue Origin


Aunque no sin supervisión científica, por supuesto. Para ello está la Universidad de Arizona, que se encarga de dirigir el consorcio de expertos en el tema, para que todo vaya según lo previsto y anticipar cualquier posible inconveniente.

“Hemos reunido a un grupo internacional de más de una docena de universidades para trabajar en la ética y las pautas de la investigación, en cómo podemos poner en práctica toda nuestra experiencia en ciencia e investigación y fabricación en baja gravedad, para ayudar a las naciones, las corporaciones y grupos que quieran acceder a Orbital Reef", ha garantizado Lindy Elkins-Tanton, vicepresidenta de la Iniciativa Interplanetaria e investigadora principal de la misión Psyche de la NASA.

Con ello, Blue Origin y Bezos abren una nueva puerta al espacio, esta vez para todo el sector privado, aunque aún quedan por conocer importantes detalles como el precio, la duración de los viajes y la disponibilidad para el público general.



David Barrado: «Encontraremos un análogo de la Tierra en esta década»
El astrobiólogo aborda en su último libro la aventura de la exploración planetaria, desde sus primeros pasos a la posible colonización de otros mundos. «La nave que descubra vida extraterrestre está ahora en una mesa de diseño», afirma
por Judith de Jorge


David Barrado.



El primer exoplaneta fue descubierto en 1995 alrededor de una estrella similar al Sol. Desde entonces, ya se han encontrado alrededor de 4.000 y buscamos con afán alguno que se asemeje a la Tierra. Los cálculos indican que solo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, podría haber 300 millones de mundos habitables. En «Exoplanetas y astrobiología: plus ultra» (Catarata), David Barrado Navascués, profesor de Investigación Astrofísica en el Centro de Astrobiología INTA-CSIC, aborda la exploración planetaria desde sus inicios a la posible colonización de otros mundos.

-¿Hemos fabricado ya el telescopio o la nave espacial que descubrirá un planeta habitable?

-Si tengo que apostar, diría que la sonda de exploración planetaria o el telescopio espacial que detecte vida está ahora mismo en los tableros de diseño de diferentes equipos interdisciplinares, que incluyen ingenieros, biólogos, geólogos, químicos y astrofísicos, entre otros. Pero tendremos que esperar unas décadas.

-¿Qué podemos esperar del telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto el 18 de diciembre?

-No creo que encuentre actividad biológica de manera incuestionable. Sin embargo, será un paso esencial y con seguridad nos proporcionará muchos resultados que serán titulares pero que también proporcionarán más preguntas que respuestas. En cualquier caso, ampliará de manera magnífica nuestro horizonte astrobiológico.

-¿Qué nos hace falta para encontrarla? ¿Qué tecnologías son necesarias?

-Las tecnologías siempre están en mejora continua. Incluso ahora mismo puede estar realizándose un avance en un pequeño laboratorio que supondrá una revolución tecnológica inesperada. En cualquier caso, necesitamos mejoras sustanciales en técnicas que nos permitan eliminar o atenuar la luz que proviene de la estrella para examinar con detenimiento los datos que provienen de los exoplanetas más interesantes. Ello requerirá posiblemente el diseño y envío de complejas flotillas de telescopios que operen de manera simultánea.

-¿Y cuándo sucederá, cuándo encontraremos el gemelo de la Tierra?

-Si hablamos de un análogo terrestre con posible vida, tanto la Agencia Espacial Europea como NASA tienen como objetivo el 2050. Posiblemente se retrase algo, dada la complejidad técnica y la gran inversión económica requerida. Pero análogos terrestres se van a encontrar esta década, aunque no tendremos la capacidad para determinar si contienen actividad biológica hasta dentro de unas décadas.

-¿Seremos capaces de expandirnos fuera de la Tierra y colonizar otros mundos?

-Dentro del Sistema Solar, por ejemplo a la Luna, Marte, y asteroides, la respuesta es positiva, dispondremos de esa capacidad tecnológica. Sin embargo, persiste la cuestión ética sobre si debemos colonizar otros mundos, sobre cuál es el objetivo. Por otra parte, más allá del cinturón de Júpiter hay problemas aún más complejos. Finalmente, no creo que tengamos ni tecnología ni recursos para expandirnos fuera del Sistema Solar en cientos de años o incluso milenios. Por otra parte, creo que no deberíamos proceder, al menos no de una manera convencional, enviando flotas de seres humanos: ni es viable ni inteligente ni, sobre todo, resolvería ningún problema.

-Muchos opinan, en contra de Stephen Hawking, que no hay un planeta B. ¿Usted qué cree?

-No lo hay, creo que hay un consenso muy amplio en la comunidad científica que este es nuestro único hogar, que debemos cuidar. Lo demás son quimeras que solo podrían beneficiar a unos pocos.

-¿Tenemos algún buen candidato?

-Hay un candidato a planeta B: la Tierra. Un planeta mejor, en el que exista un equilibrio entre la actividad de los seres humanos, el derecho de todos a una vida de calidad, y la sostenibilidad del mismo. La Tierra es nuestra cuna y nuestro destino. Y no se me ocurre un lugar mas bello y mejor.

-¿Qué supondrá para la humanidad el hallazgo de un rastro de vida, aunque sea pasada, fuera de la Tierra?

-Posiblemente será uno de los hechos más relevantes en la historia de la humanidad. En la evolución del pensamiento y de nuestra manera de entender la realidad ha habido varios factores claves. Uno de ellos es nuestra relación con la naturaleza, nuestra posición en el universo. Podríamos decir que Protágoras, un sabio del siglo V antes de nuestra era, en la antigua Grecia, inicia el antropocentrismo, al colocar de una manera consciente al ser humano en el centro de universo, como baremo de medida.

-Pero no somos tan especiales.

-La ciencia, a lo largo de los 2.500 años transcurridos, ha ido desmontando esa interpretación: la Tierra no es el centro del Cosmos, ni tampoco el Sol o nuestra galaxia son especiales. Tampoco encontramos nada único en la química de la vida, ni en nosotros como especie, ya que podemos identificar fenómenos culturales en otras. Posiblemente el último paso sea comprobar que existe o ha habido vida en otros lugares. Será una lección de humildad, pero también nos permitiría tener una visión más amplia y más realista.

-¿Cree que la encontraremos en Marte? ¿Está el Perseverance, último rover de la NASA en llegar allí, preparado para ello?

-La experiencia nos dice que los pronósticos categóricos suelen estar equivocados, tanto en ciencia como en otros muchos ámbitos. Pienso que en esta década no encontraremos evidencias de actividad biológica en Marte, ni restos de la misma, fósiles de un pasado lejano. Sin embargo, el Perseverance está recogiendo unas muestras que eventualmente serán trasladas a la Tierra en lo que pudiéramos denominar como billar planetario: una nave las recogerá para enviarlas a una órbita alrededor del planeta rojo mientras que otra sonda las trasladará a la Tierra, en donde se podrán analizar en complejos laboratorios que no pueden ser enviados a Marte. Esto no ocurrirá hasta, al menos, 2031. Sin embargo, dado que solo se tomarán unas pocas muestras en unas escasas localizaciones del cráter Jezero, creo que tendríamos que ser muy afortunados para que alguna mostrase indicios de vida.

-Entonces, ¿cuándo lo sabremos?

-Pienso que solo sabremos si ha existido vida en Marte hace 3.000 millones de años a final de esa década o la siguiente, cuando un número significativo de rovers hayan realizado una prospección sistemática de diferentes ambientes, incluyendo los polos. Pero estaría encantado si me equivoco.

-¿Además de Marte, dónde cree que deberíamos buscar esos rastros de vida?

-Dentro del Sistema Solar ya hay misiones en marcha o en planificación: Europa, Encélado o Titán, satélites de los gigantes gaseosos Júpiter y Saturno. Los dos primeros posiblemente tengan inmensos océanos bajo una ancha corteza helada, junto con mecanismos que generan energía en el interior. Esto es, algunos de los ingredientes vitales básicos. El último tiene lagos de hidrocarburos que forman un ambiente ciertamente exótico que merece ser explorado en detalle. Debemos evitar repetir los errores del antropocentrismo y pensar que la vida tiene que ser completamente análoga a lo que encontramos en la Tierra.

-¿Y cómo la vamos a reconocer?

-Esa es una cuestión clave. No tenemos una definición clara y completamente aceptada sobre qué se puede clasificar como vida. Un ejemplo clásico lo proporcionan los virus. En cualquier caso, se busca una compleja química, un uso intensivo de energía y una exótica propiedad física, la entropía, que determina la capacidad de usar la energía y mide el orden de un sistema. Cualquier ser vivo genera un gran orden interno usando un intercambio energético y creando un pequeño caos a su alrededor. Cómo medirlo y estar seguros que no es debido a un fenómeno complejo pero abiótico es uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos los astrobiólogos.

-¿Responderá necesariamente a la misma química que la nuestra?

-En los más de 25 años de caracterización de los planetas que hemos encontrado fuera del Sistema Solar hemos hallado miles de ellos con unas propiedades muy variadas, en sistemas muy distintos al nuestro. Si hay una característica que los agrupa es la extraordinaria diversidad. Me atrevería a decir que de existir vida tanto en algún miembro del Sistema Solar como más allá, habrá más de una posibilidad. Probablemente los elementos químicos sean los mismos, idénticos a los que forman nuestros cuerpos; posiblemente los bloques fundamentales sean muy parecidos, si no son los mismos. Pero los detalles serán tan diferentes que tendremos problemas para detectar la actividad biológica en muchos ambientes si esta se reduce a seres de gran sencillez.

-Imagine que finalmente localizamos vida, aunque sean esas criaturas extremadamente simples, en algún mundo accesible, ¿tenemos derecho a colonizarlo? ¿Podríamos contaminarlo sin remedio y herir su biodiversidad?

-Mi posicionamiento queda claro en el libro: no podemos arrogarnos ese derecho, deberíamos dejar que evolucionase por su cuenta, darle la oportunidad que nuestro propio planeta y la vida en él han tenido en estos casi 4.000 millones de años. Debemos, por una parte, aprender de nuestra experiencia en nuestro planeta; por otra, hay que decirlo claro: ni los recursos naturales que pudiéramos explotar ni el supuesto nuevo espacio vital resolverían nuestros problemas actuales o futuros.

-Aborda el asunto del fosfano en Venus, ¿fue una noticia que recibió demasiada atención?

-La posible existencia de vida fuera de nuestro planeta es de una relevancia tal que todos debemos extremar la precaución. Como afirmaron los eruditos del siglo XVIII David Hume y Pierre-Simon Laplace y popularizó Carl Sagan, una querida figura que ha creado muchísimas vocaciones científicas, «las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias». Dos palabras deberían repetirse como un mantra: prudencia y verificación.

«Es el momento de crear una agencia espacial española»

David Barrado cree que en España son necesarios mas recursos económicos y humanos para avanzar en los campos de la ciencia planetaria y la astrobiología, «pero sobre todo un profundo cambio de sistema, con mucha menos burocracia, que verdaderamente nos ahoga», asegura. «Recientemente la administración se ha planteado la necesidad de una Agencia Espacial Española. Posiblemente sea el momento para crearla, pero no debería convertirse en una nueva capa administrativa que añadiese complejidad, sino en un verdadero elemento impulsor de la innovación tecnológica y la investigación científica», afirma.



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