lunes, 15 de junio de 2020

Podría haber 36 civilizaciones alienígenas activas solo en nuestra galaxia

Podría haber 36 civilizaciones alienígenas activas solo en nuestra galaxia
Un estudio revela que la Vía Láctea podría albergar a otras formas de vida inteligente, basándose en el Límite Astrobiológico Copernicano.



Los investigadores creen que podría haber vida extraterrestre en la Vía Láctea (EFE/Peter Komka)

A día de hoy, nadie ha encontrado pruebas fehacientes (que se sepa, públicamente) de que exista vida extraterrestre. Sin embargo, un nuevo estudio revela que podría haber más de 30 civilizaciones alienígenas solo en nuestra galaxia. Una conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores después de buscar en nuestro vecindario galáctico más cercano a los planetas que podrían albergar formas de vida similares la que se desarrolla en la Tierra y que pudieran albergar una evolución similar.

Según ese estudio, publicado en la revista científica 'The Astrophysical Journal', solo en la Vía Láctea habría más de tres decenas de posibles civilizaciones alienígenas activas. Christopher Conselice, profesor de la Universidad de Nottingham y uno de los directores de la investigación, explica al Independent que "debería haber al menos unas docenas de civilizaciones activas en nuestra galaxia bajo el supuesto de que se necesitan cinco mil millones de años para que se forme vida inteligente en otros planetas, como en la Tierra".

Conselice señala que "la idea es mirar la evolución, pero a escala cósmica. Llamamos a este cálculo el Límite Astrobiológico Copernicano". Ese límite aparecería de dos maneras: un límite "débil", según el cual la vida inteligente se forma en un planeta en cualquier momento después de cinco mil millones de años; y un límite "fuerte", que apostaría porque la vida se formó entre 4.500 millones y 5.000 millones de años atrás.

Este fue el escenario en el que se basó la investigación, que también se sostuvo sobre la base de que esas nuevas especies necesitarían de entornos ricos en metales para desarrollarse, dado que los humanos se desarrollaron en el entorno del Sol, rico en metales.

¿Una mala señal para la Tierra?

Los científicos creen que para poder detectar cualquier tipo de civilización en nuestra galaxia se necesita poder recoger las señales que se envían al espacio. Dado que la Tierra lleva, aproximadamente, un siglo enviando señales de radio a través de los satélites o la televisión, se llegaría a la conclusión de que podría haber hasta 36 civilizaciones inteligentes actualmente en esta galaxia.

Sin embargo, aunque esa hipótesis fuera cierta, la comunicación sería realmente complicada dado que la distancia media a cualquiera de esas civilizaciones sería de unos 17.000 años luz, lo que complicaría cualquier forma de comunicación.

Pero los investigadores valoran otro posible escenario, según el cual los humanos de la Tierra seríamos la única vida inteligente en la galaxia y que las civilizaciones se extinguen antes de que podamos detectarlas. En ese caso, según el profesor Conselice, "la búsqueda de civilizaciones inteligentes extraterrestres no solo revela la existencia de cómo se forma la vida, sino que también nos da pistas sobre cuánto durará nuestra propia civilización".

Por eso, señala que las perspectivas de supervivencia de los humanos a largo plazo serían más bajas de lo que podría suponerse: "Si descubrimos que la vida inteligente es común, esto revelaría que nuestra civilización podría existir mucho más que unos cientos o miles de años; pero si descubrimos que no hay civilizaciones activas en nuestra galaxia, es una mala señal para nuestra propia existencia. Al buscar vida inteligente extraterrestre, incluso si no encontramos nada, estamos descubriendo nuestro propio futuro y destino". las perspectivas de supervivencia de los humanos a largo plazo serían más bajas de lo que podría suponerse: "Si descubrimos que la vida inteligente es común, esto revelaría que nuestra civilización podría existir mucho más que unos cientos o miles de años; pero si descubrimos que no hay civilizaciones activas en nuestra galaxia, es una mala señal para nuestra propia existencia. Al buscar vida inteligente extraterrestre, incluso si no encontramos nada, estamos descubriendo nuestro propio futuro y destino".

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2020-06-15/36-civilizaciones-alienigenas-galaxia-via-lactea_2639319/


Los ingredientes de la vida, mucho más abundantes de lo que se creía en el Universo
Descubren la existencia de gran cantidad de moléculas orgánicas complejas en nubes de polvo y gas mucho antes de que formen estrellas
por José Manuel Nieves




Según un equipo de astrónomos del Observatorio Steward de la Universidad de Arizona, las moléculas orgánicas complejas, esas que se conocen como los "ladrillos de la vida", son mucho más abundantes en el Universo de lo que se pensaba. De hecho, se encuentran en la mayor parte de las nubes de polvo y gas que, comprimiéndose debido a su propia gravedad, dan origen primero a las estrellas y después a lo planetas.

Otra conclusión del estudio, que se publicará próximamente en The Astrophysical Journal y que ya puede consultarse en el servidor arXiv.org, es que esas moléculas precursoras de la vida aparecen en una fase mucho más temprana de lo esperado. De hecho, ya existen cientos de miles de años antes de que las propias estrellas empiecen a formarse. El hallazgo se opone frontalmente a las teorías actuales, según las que se necesita un ambiente caldeado por las protoestrellas (estrellas en formación), para que las moléculas orgánicas puedan existir.

Por primera vez, los autores de esta investigación han buscado las firmas de dos moléculas orgánicas complejas, metanol y acetaldehído, en un número sustancial de posibles lugares de nacimiento de nuevas estrellas. Las observaciones anteriores siempre se habían centrado en el estudio de objetos individuales.

Los llamados "núcleos pre estelares" se denominan así porque, aunque todavía no contienen estrellas, marcan regiones en el espacio en las que el polvo y los gases fríos se están uniendo para dar lugar a las semillas de nuevos soles.

En comparación con otros objetos en el universo, como las galaxias, los núcleos pre estelares se forman en escalas de tiempo bastante cortas, con una vida útil de menos de un millón de años. Impulsados por procesos como la turbulencia y las fuerzas gravitacionales, el gas y el polvo en la nube molecular se colapsan para formar filamentos, y es dentro de esos filamentos donde se forman los núcleos estelares más densos.

Para su trabajo, los investigadores utilizaron el telescopio de 12 metros del Radio observatorio de Arizona en Kitt Peak, cerca de Tucson. Con este instrumento pudieron "echar un vistazo" a través de la bruma de polvo y gas de 31 núcleos pre estelares dispersos en una región de formación de estrellas conocida como nube molecular de Tauro, a cerca de 440 años luz de la Tierra. Cada uno de esos núcleos pre estelares puede llegar a extenderse a lo largo de una distancia equivalente a 1.000 sistemas solares alineados uno junto al otro.

"Los núcleos sin estrellas que hemos observado, -asegura Yancy Shirley, coautora del artículo- están aún a varios cientos de miles de años de empezar a formar una estrella o un planeta. Y eso nos dice que la química orgánica básica que se necesita para la vida ya está presente en el gas crudo antes de que empiecen a formarse estrellas y planetas".

Los científicos saben desde hace ya tiempo que en el espacio existen moléculas prebióticas, las que proporcionan los componentes básicos necesarios para la vida tal y como la conocemos, pero hasta ahora ha resultado difícil averiguar dónde y cómo esas moléculas se forman, así como los mecanismos que siguen para terminar estando sobre la superficie de los planetas.

Primeros pasos evolutivos

Para Samantha Scibelli, autora principal de la investigación, "aún se está debatiendo qué tipo exacto de procesos están en juego, porque los modelos teóricos no coinciden con lo que vemos. En este estudio, sin embargo, les contamos a los teóricos lo abundantes que son esas moléculas, y gracias a eso podemos restringir mejor los mecanismos de formación que podrían estar teniendo lugar".

Los núcleos pre estelares, en efecto, son como ventanas abiertas a los primeros pasos evolutivos de sistemas estelares con planetas e incluso con formas de vida. Antes de esta investigación, apenas se habían estudiado unos 10 objetos de este tipo. Y generalmente centrándose solo en una única molécula, el metanol.

El equipo de Sibelli, sin embargo, buscó también, junto al metanol, acetaldehído, un derivado del alcohol que, entre otras cosas, es el responsable de las resacas. Y lo hizo durante una campaña de observación de casi 500 horas durante la que se estudiaron los 31 núcleos pre estelares.

Los resultados fueron sorprendentes. El metanol estaba presente en todos los núcleos estudiados, y hasta el 70% de ellos contenía también acetaldehído. Los autores del estudio consideran que estos datos son la evidencia de que las moléculas orgánicas complejas están mucho más extendidas en las regiones de formación estelar de lo que se creía hasta el momento.

Desafío frontal

Estos hallazgos constituyen un desafío frontal a las teorías tradicionales sobre cómo se forman las moléculas prebióticas, porque presentan un escenario en el que el calor de las estrellas nacientes, que se suponía necesario para el nacimiento de las moléculas, aún no existe en absoluto. Por eso, la extraordinaria abundancia de moléculas orgánicas complejas en nubes de gas y polvo extremadamente fríos significa que, por fuerza, deben de estar funcionando otros procesos, aún desconocidos, para su formación.

"En el interior de estos núcleos pre estelares -explica Scibelli- , que consideramos como guarderías o lugares de nacimiento de estrellas de baja masa similares a nuestro Sol, las condiciones son tales que resulta difícil que se creen esas moléculas. Gracias a estudios como este podemos entender mejor cómo los precursores de la vida existen, cómo migran y cómo llegan a entrar en los sistemas solares después de la etapa de formación de estrellas".

Para Scibelli, el estudio de objetos como la nube de formación estelar Taurus ofrecen pistas importantes sobre nuestra propia historia. "Nuestro sistema solar -explica la investigadora- nació en una nube como esta, pero esa nube ya no está ahí para que la veamos. Mirar objetos en el espacio es como mirar un álbum de fotos con instantáneas tomadas de diferentes personas en diferentes etapas de la vida, desde sus días de bebé hasta la vejez".

https://www.abc.es/ciencia/abci-ingredientes-vida-mucho-mas-abundantes-creia-universo-202006152120_noticia.html?fbclid=IwAR2VZC93jWy3vKV41jBXcvIv3Wuv9kQN-RPI8T1zeYojJ4g34cI66rkMbUQ&ref=https:%2F%2Fl.facebook.com%2F


Los impactos de asteroides crearon los ingredientes de la vida en la Tierra y Marte
Un estudio desvela que provocaron la aparición de aminoácidos responsables de algunas proteínas.


Imagen de archivo de un meteorito. EFE

Un nuevo estudio revela que los sitios de impacto de asteroides en el océano pueden poseer un vínculo crucial para explicar la formación de las moléculas esenciales para la vida. El estudio descubrió la aparición de aminoácidos que sirven como bloques de construcción para las proteínas, lo que demuestra el papel de los meteoritos en llevar las moléculas de la vida a la Tierra y, potencialmente, a Marte.

Hay dos explicaciones para los orígenes de las moléculas de construcción de la vida: el suministro extraterrestre, como a través de meteoritos; y formación endógena. La presencia de aminoácidos y otras biomoléculas en meteoritos apunta a la primera.

Investigadores japoneses de la Universidad de Tohoku, el Instituto Nacional de Ciencia de Materiales (NIMS), el Centro de Investigación Avanzada de Ciencia y Tecnología de Alta Presión (HPSTAR) y la Universidad de Osaka simularon las reacciones involucradas cuando un meteorito se estrella en el océano. Para hacer esto, investigaron las reacciones entre dióxido de carbono, nitrógeno, agua y hierro en una instalación de impacto de laboratorio utilizando una pistola de propulsión de una sola etapa. Su simulación reveló la formación de aminoácidos como la glicina y la alanina. Estos aminoácidos son componentes directos de las proteínas, que catalizan muchas reacciones biológicas.

El equipo utilizó dióxido de carbono y nitrógeno como fuentes de carbono y nitrógeno porque estos gases son considerados como los dos componentes principales de la atmósfera en la Tierra Hadeana, que existió hace más de 4.000 millones de años. Citado por 'Eureka Alert', el autor correspondiente de la Universidad de Tohoku, Yoshihiro Furukawa, explica: "Hacer que las moléculas orgánicas formen compuestos reducidos como el metano y el amoníaco no es difícil, pero en ese momento se consideran componentes menores en la atmósfera". Y agrega: "El hallazgo de la formación de aminoácidos a partir del dióxido de carbono y el nitrógeno molecular demuestra la importancia de crear los componentes básicos de la vida a partir de estos compuestos ubicuos".

La hipótesis de que alguna vez existió un océano en Marte también plantea vías interesantes para la exploración. Es probable que el dióxido de carbono y el nitrógeno hayan sido los principales gases constituyentes de la atmósfera marciana cuando existió el océano. Por lo tanto, la formación de aminoácidos inducida por el impacto también proporciona una posible fuente de ingredientes de la vida en el antiguo Marte. Furukawa dice que "más investigaciones revelarán más sobre el papel que desempeñaron los meteoritos en traer biomoléculas más complejas a la Tierra y Marte".

https://www.laopiniondemurcia.es/sociedad/2020/06/08/impactos-asteroides-crearon-ingredientes-vida/1119824.html


Jill Tarter: «Si las civilizaciones de la galaxia solo duran milenios, será difícil que coincidamos con ellas»
La investigadora del Instituto SETI cree que contactar con otra civilización indicaría que estas pueden ser longevas y que la humanidad podría sobrevivir a su actual «adolescencia tecnológica».
Por Héctor Socas-Navarro, investigador del IAC


Jill Tarter fue inmortalizada por Carl Sagan en su novela «Contact» con el personaje de Ellie Arroway
Jill Tarter fue inmortalizada por Carl Sagan en su novela «Contact» con el personaje de Ellie Arroway - Seth Shostak

Jill Cornell Tarter produce una fascinación casi hipnótica cuando te habla. Su voz tiene la modulación serena y profunda de la sabiduría pero sus palabras transmiten la vivacidad juvenil de quien todavía vive persiguiendo sueños. Tarter ha dedicado su vida a rastrear los cielos en busca de señales de otros mundos, de seres inteligentes en otras partes del Universo. Es una de las científicas más relevantes de la historia según la revista «Discovery» y ha estado en la lista de personas más influyentes del mundo para la revista «Time». Es investigadora emérita del Instituto SETI y para el gran público es conocida por la novela «Contact», de su amigo Carl Sagan, quien la inmortalizó en el personaje de la protagonista Ellie Arroway. En la adaptación cinematográfica de la novela, una magnífica interpretación de Jodie Foster da vida a la intrépida astrónoma.

Comenzamos la conversación con las habituales trivialidades para romper el hielo y Tarter me habla de los maravillosos recuerdos que atesora de sus visitas a Tenerife para el festival Starmus. Sin duda, es alguien que sabe cómo establecer contacto con su interlocutor. La verdad es que, llegado el caso en que alguien tuviera alguna vez que hablar en nombre de la Tierra, no me importaría que fuera ella.


-En algunas entrevistas dice que de pequeña era una «marimacho» –asiente entre risas– y que por eso se hizo científica. ¿Qué fue lo que la impulsó? ¿Cree que hoy en día es más fácil para una niña interesarse por la ciencia?

Creo que hoy en día las niñas tienen modelos en los que pueden ver que las mujeres participan en el avance de la ingeniería y la ciencia, algo que yo no tenía de pequeña. Mi mayor motivación fue una conversación que tuve con mi padre cuando tenía ocho años. Esta conversación obviamente había sido motivada por mi madre. Mi padre me dijo «mira, te estás haciendo mayor, ya es hora de que pases más tiempo con tu madre haciendo cosas de chicas en vez de conmigo haciendo tus cosas de marimacho».

Esta sugerencia me enfureció muchísimo, me enfadé tanto… no me cabía en la cabeza que tuviera que elegir entre ser niña y hacer lo que me gustaba. Así que acabé diciéndome a mí misma «voy a hacerme ingeniera»... porque en aquella época me parecía la profesión más masculina que podía imaginar. Y lo que pasó es que, tristemente, mi padre falleció un par de años después. Así que yo me quedé con esa determinación.

Quería que se pudiera sentir orgulloso de mí. Le había dicho a mi padre que iba a hacerlo y que lo haría, costara lo que costara. Así que estudié y me licencié como ingeniera. Lamentablemente, aunque esto ya no es así, en aquella época mis profesores eran muy aburridos. Acabé con una formación estupenda para resolver problemas pero no me interesaban los problemas en los que trabajaban. Por suerte, tuve ocasión de ir a unas clases de astrofísica en Cornell con Ed Salpeter, un gran profesor, y ese mundo me maravilló. Así que me fui a Berkeley a hacer un doctorado en astrofísica. Mi carrera no fue en absoluto un camino directo.

-El personaje del padre en Contact, ¿refleja en algún modo sus recuerdos de él?

No, para nada. Carl –Sagan– acertó con muchas cosas en la novela. Incluso fue muy clarividente al profetizar que el proyecto, que por aquel entonces estaba financiado por NASA, perdería la financiación pública y tendría que buscar inversores privados. Pero no, la historia del padre que muere joven sí es correcta en la película pero poco más. Por cierto, Paul Allen me preguntó una vez si creía que el personaje del millonario que salva el proyecto estaba basado en él.

-SETI –acrónimo en inglés de «búsqueda de inteligencia extraterrestre»– ha tenido altibajos en cuanto a aceptación por el público, las agencias financiadoras, el mundo académico, etc. ¿En qué situación se encuentra ahora?

A lo largo de mi carrera ha habido dos grandes puntos de inflexión. Uno es el de los exoplanetas. Cuando empezamos el proyecto de NASA organizamos congresos para discutir cómo podríamos detectarlos porque no se conocía ninguno. Y resultaron ser muy fructíferos. Bill Borucki asistió a esos congresos y 20 años más tarde pudo lanzar la misión espacial Kepler, que ha descubierto miles de exoplanetas.

El otro gran avance fueron los extremófilos. Cuando yo estudiaba nos decían que la vida solo podía darse en condiciones muy específicas. Pero eso ha cambiado completamente. Ahora sabemos que la vida es muy adaptable y puede existir en condiciones muy extremas. Así que esos dos cambios, los exoplanetas y los extremófilos, hacen que la pregunta sea obvia. ¿Están algunos de esos montones de mundos habitados? Y si lo están, ¿pueden albergar civilizaciones tecnológicas? Hoy en día es mucho más natural, no es algo tan místico, hacerse esas preguntas con las que empezamos hace 60 años. Sí, creo que ahora es más fácil y ya no se nos confunde con pseudociencias o historias de OVNIs.«Ahora sabemos que la vida es muy adaptable y puede existir en condiciones muy extremas»

-Imagino que es por eso por lo que parece que ahora NASA quiere volver a involucrarse en estas investigaciones. ¿Cómo está la situación? ¿Están financiando ya proyectos o piensan hacerlo pronto?

Esperamos que sí. Se han venido haciendo estudios sobre tecnomarcadores –indicios observacionales de uso de tecnología– en preparación para la revisión decenal –hoja de ruta de la astronomía estadounidense–. NASA abandonó estas investigaciones en 1993 cuando el senador Bryan nos canceló estos proyectos y lo hizo además de una forma verdaderamente brutal, convirtiéndonos en un tabú. Esa palabra de cuatro letras que empieza por S –refiriéndose a SETI– no podía nombrarse en las oficinas de NASA.

Pero los exoplanetas y los extremófilos han borrado todo aquello. Yo creo que al final lo que subyacía a esas decisiones era un trasfondo religioso. Había una cierta tensión ahí para alguna gente. Pero hoy en día eso ya no es así, parece algo mucho más aceptable y asimilable por toda la sociedad que pueda haber vida en otros planetas.

-¿Es esa la razón, o al menos en parte, para el cambio de nomenclatura, de SETI a búsqueda de tecnomarcadores? ¿Es por evitar ese estigma?

Sí, creo que es bueno el cambio de denominación por varias razones. Primero por el paralelismo con la búsqueda de biomarcadores, algo que tiene mucha fuerza en la investigación astrofísica actual. Segundo por evitar el término «inteligencia», que es algo complicado de definir. Búsqueda de tecnología refleja mejor lo que hacemos.

-Además ahora tenemos nuevas capacidades de observación, en muchos casos derivadas del avance en la instrumentación para observar exoplanetas. Nuevas misiones espaciales y los nuevos telescopios de 30 y 40 metros. Esperemos que el TMT se construya pronto, donde sea...

Sí, ¡quizás ahí cerca de tu casa! –sonríe–.

-Puede ser, quién sabe... pero en cualquier caso, ya no se buscan solo señales de radio. ¿Qué opina sobre todos estos cambios?

¡Estoy encantada! Estamos en una época muy bonita en la que la tecnología nos permite buscar otras cosas y no solo señales de radio. Los futuros grandes telescopios permitirán avances impensables hace unos años. Por ejemplo imagínate que analizamos varios planetas cercanos entre sí, como los siete planetas tipo terrestre de TRAPPIST-I, y encontramos que algunos tienen la misma temperatura aunque estén a diferente distancia de la estrella.

Eso podría ser un tecnomarcador, indicios de que alguien se ha expandido a sus planetas vecinos y los ha terraformado. En el Instituto SETI estamos promoviendo el desarrollo de nuevas tecnologías de observación. Por ejemplo, en la Universidad de California en San Diego, Shelley Wright está dirigiendo el proyecto PANOSETI, un nuevo tipo de observatorio que permitirá observar todo el cielo todo el tiempo, con una resolución temporal de nanosegundos. Podremos ser sensibles a pulsos láser para comunicaciones, a sistemas de propulsión de velas espaciales como el que nosotros –la humanidad– estamos diseñando para el proyecto STARSHOT, o incluso a nuevos fenómenos naturales desconocidos hasta ahora porque nunca habíamos observado en este dominio. El Universo siempre nos ha deparado sorpresas cada vez que hemos hecho observaciones nuevas y yo sospecho que esto seguirá siendo así.«Los futuros grandes telescopios permitirán avances impensables hace unos años»

-Hay un debate en la comunidad científica sobre las enanas rojas como sistemas potencialmente hospedadores de vida. Por una parte son las estrellas más abundantes, muchas son muy antiguas, y nos es más fácil observarlas. Por otra parte son tremendamente violentas y sus grandes erupciones pueden acabar arrancando la atmósfera de los planetas. ¿Tiene opinión sobre si son o no buenos candidatos para buscar vida?

En los primeros años las descartamos. No solo son muy violentas sino que los posibles planetas en zona habitable tendrían que estar tan cerca de la estrella que probablemente estén en acoplamiento de mareas, de forma que el planeta rota dando siempre la misma cara a la estrella, como hace la Luna con nosotros. Esto significa que en un lado del planeta siempre da el sol y en el otro hay noche permanente.

Alrededor de 2015 organizamos varios congresos para analizar esta cuestión en profundidad. Se hicieron simulaciones y modelos que mostraban que en estos planetas podían darse fuertes vientos que repartieran el calor desde el lado diurno al nocturno, haciendo que las condiciones no fueran tan extremas como pensábamos. Además muchas enanas rojas parecen calmarse tras los primeros miles de millones de años. Así que en realidad no lo sabemos con certeza, sigue siendo una pregunta científica abierta. Si quieres mi opinión, a estas alturas de la vida prefiero ser incluyente que excluyente. Yo diría que hay que mirar y a ver qué encontramos.

-Muchos expertos piensan que la detección de biomarcadores, es decir el descubrimiento de vida exraterrestre, podría darse a lo largo de nuestra vida…

De la tuya, quizás. Yo soy bastante más mayor –bromea–. Lo único que no me gusta de ser una señora mayor es que puede que no llegue a ver ese momento.

-Seamos optimistas. Hoy en día la esperanza de vida, y más en el caso de las mujeres, está por encima de los 85 años.

Una cosa curiosa sobre eso es que en mi país, EEUU, la esperanza de vida ha bajado en los últimos años. Después de tantas décadas de progreso y aumento de la esperanza de vida, ahora está en declive. Y eso es debido a las desigualdades económicas que tenemos. Pero discúlpame, creo que he desviado la conversación de tu pregunta, que iba por otro lado.

-No, está bien hablar también de los problemas de nuestro mundo y no solo de las grandes preguntas. Yo creo que ambas cosas están conectadas. Pensar en los grandes problemas nos da mejor perspectiva sobre los que tenemos en casa.

Caleb Scharf, que es el catedrático de astrobiología en la Universidad de Columbia, tiene una forma muy certera de decir eso: En un mundo finito, dice, la perspectiva cósmica no es un lujo. Es una necesidad.

-Dado el tiempo que tardan las señales en propagarse entre las estrellas, cuando detectemos algo, ¿crees que se podrá establecer una comunicación bidireccional? ¿O será más como arqueología interestelar?

Sí, creo que será como las conversaciones que podemos tener hoy en día con Shakespeare o con los antiguos romanos. Será una comunicación que nos aportará muchísima información, incluso aunque no seamos capaces de comprenderla. Porque solo habría esperanzas de poder detectar una señal de otros seres si las civilizaciones pueden sobrevivir de forma estable durante mucho tiempo.

Si son breves, si solo duran unos milenios, entonces sería extremadamente improbable que podamos coincidir en el tiempo con otra civilización en esta historia de 10,000 millones de años de la galaxia. Así que si detectamos algo, aunque solo sea un tono de llamada cósmico, eso significará que sí, que es posible ser longevos y estables, que es posible sobrevivir a esta adolescencia tecnológica que estamos viviendo. Querría decir que hay otras gentes ahí fuera que lo han conseguido. Y si ellos lo han hecho, entonces hay esperanza de que quizá nosotros también podamos. En mi opinión ese sería el mensaje más poderoso que SETI podría dar a la humanidad.

-¿Cómo imaginas que será el post-contacto, si alguna vez se produce? Me refiero, pasada la euforia inicial, una vez en la fase en que ya no se pueda averiguar nada más durante muchos años.

Pues es muy difícil imaginarlo. Hemos hecho muchísimos congresos y reuniones con expertos de diversos ámbitos y al final, todo estos expertos acaban concluyendo siempre algo parecido: que va a depender de cómo sean las circunstancias sociales y políticas en nuestro planeta en ese momento. Y uno piensa «¿en serio? ¿y para eso te hemos pagado un billete de avión?» –bromea–. Pero sí, creo que se nos da muy mal predecir este tipo de cosas.

-Vivimos en un mundo que cada vez más es una sociedad planetaria con problemas globales (esta pandemia es un ejemplo). Y sin embargo está organizado en una estructura en que la autoridad última son las naciones. ¿Qué pasaría si recibimos un mensaje y los diferentes países tienen diferentes opiniones sobre qué hay que hacer?

Si un día recibimos un mensaje de otra civilización, ese mensaje no estará dirigido a California o a Moscú. Estará dirigido a toda la humanidad. Todos debemos recibir y compartir la información y todos debemos estar representados en la respuesta que se quiera dar. ¿Quién habla en nombre de la Tierra? Es complejo. En los años 80 definimos un protocolo para este tipo de cosas. Las naciones firmantes del protocolo se comprometían a compartir la información y a no enviar una respuesta hasta que existiera un consenso global. En parte ese protocolo estaba pensado para ofrecer cobertura a nuestros colegas soviéticos, en caso de que sufrieran presiones para no compartir sus descubrimientos.«Si un día recibimos un mensaje de otra civilización, ese mensaje no estará dirigido a California o a Moscú sino a toda la humanidad»

Pero en la práctica, ¿quién puede hacer cumplir estas normas? Al final, todo el que tenga el equipamiento necesario puede decidir enviar su propia respuesta. Freeman Dyson, un gran físico fallecido recientemente, me dijo una vez algo muy interesante. Me dijo que quizás esa cacofonía discordante de diferentes voces con diferentes opiniones es una buena caracterización de nuestra sociedad y nuestra especie. Quizás no sea tan malo que los extraterrestres reciban una respuesta mixta y heterogénea.

O quizás para entonces nos hayamos puesto las pilas y hayamos aprendido a trabajar juntos como sociedad planetaria. Me remito de nuevo a las conclusiones de esos expertos sociólogos: todo dependrá de lo que esté pasando en la Tierra. Lo cierto es que no tenemos mucha experiencia con eventos que produzcan un gran impacto en todo el planeta y nos hagan vernos como una única especie. De alguna forma esta pandemia podría ser un ejemplo de algo así. Y la respuesta no está siendo mala. Ha habido países que han reaccionado de una forma u otra, que han sido más o menos eficientes a la hora de implementar un confinamiento, pero en general creo que la respuesta ha sido mirar a la ciencia y dejarse guiar por el conocimiento científico. Y eso es algo muy positivo.

Héctor Socas-Navarro es investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y director del Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife.



https://www.abc.es/ciencia/abci-jill-tarter-si-civilizaciones-galaxia-solo-duran-milenios-sera-dificil-coincidamos-ellas-202006152117_noticia.html?fbclid=IwAR08a00_FsfdqnJgeIGAreHYGe_1-cmyBVqDpvVf1To2oIAwPj6ADb453ZA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario