sábado, 1 de octubre de 2022

Neil Armstrong: «Veo objetos enormes, parecen naves espaciales y lo que es peor nos miran con insistencia»

Cosas del otro mundo (No solo nosotros)
por Alessandra Zavoli




"Cosas del otro mundo", solía decir mi abuela cada vez que nos encontrábamos comentando hechos que eran increíbles. Y yo, de niño, comencé regularmente a fantasear con ese planeta misterioso y al mismo tiempo inquietante, donde sucedieron las cosas más extrañas e indescifrables para nosotros, los pequeños habitantes de la Tierra. 

¿Alguna vez has pensado, Sergio, en la existencia de mundos ocultos en algún lugar alrededor de las galaxias o flotando silenciosamente en el espacio?

«Te confieso, Ale, que antes de ciertas reuniones lo pensaba casualmente. Como se hace con los pensamientos torcidos. Como tú también, imaginé escenarios al estilo Kubrick. Hasta que tuve la suerte de encontrarme cara a cara con personajes que habían hecho de aquellas derivas mágicas objeto de estudios e investigaciones. Me acuerdo de Wernher von Braun, el ingeniero antepasado del programa espacial estadounidense. Fui a Huntsville, Alabama, para entrevistarlo en la base de la NASA. Era el verano de 1969. Y estaba trabajando en el ansiado viaje a la Luna. Comenzamos nuestra conversación e inmediatamente me quedó claro que ciertamente no era un visionario. "Verás -me dijo- desde algún rincón impensable del universo tendremos que esperar lo imponderable". Empezamos a hablar de OVNIs, el último había aparecido a pocos kilómetros de la rampa en la que, esperando la largada, ya ventilado el vector del modulo lunar. "No me tomen por un fanático -aclaró-, Einstein también creía en eso"

Y esas palabras volvieron a mí cuando, unos meses más tarde, entrevisté a Neil Armstrong. El astronauta me confió que durante la fase final de la aproximación al satélite, había visto un grupo de objetos misteriosos cerca. Tanto es así que a las 4.05 horas del 21 de julio de 1969, en Houston -quien le preguntó por las interferencias en las transmisiones de radio- respondió: «Veo objetos enormes, parecen naves espaciales y lo que es peor nos miran con insistencia»». 

Así que no fueron sugerencias como muchos hipotetizaron...

"En absoluto. Siempre me he preguntado cuál fue el motivo para contar algo tan desestabilizador que parece falso. Y entonces por qué en un momento tan especial de la historia. Cuando le pregunté a von Braun: "¿Crees en la vida inteligente en otros planetas?" Sin dudarlo me dijo: "En la creación todo responde a los mismos principios. Lo diferente en lo infinitamente grande no excluye lo mismo o lo semejante. ¿Por qué consideración científica y religiosa o por qué orgullo humano no debo creer que en una universo sin fronteras, ¿quizás en una galaxia a miles de millones de años luz de nosotros se han dado las mismas condiciones gracias a las cuales estamos aquí en la Tierra? ¿Cómo podemos creer que solo nosotros tenemos el privilegio de existir dentro de una multitud infinita de planetas?. Mira, Ale, la Luna no nos cambió. El hombre ha permanecido exactamente como antes: con sus miedos atávicos. Pero nuestra entrada en el universo no debe hacernos olvidar que realmente ya no es tiempo de cometas: Y por eso mismo nos gusta imaginarlos, si es cierto, viajando por nosotros. Exactamente como sucedió una vez, hace dos mil años. Y aquella vez fue para siempre».

Precioso legado del último tramo del viaje terrenal de Sergio Zavoli son sus "diálogos familiares" con su esposa Alessandra, también periodista, quien en esta columna ofrece a los lectores de "Avvenire" un resumen temático de aquellas reflexiones.




Modificado por orbitaceromendoza

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