sábado, 11 de septiembre de 2021

El caso finlandés: un encuentro cercano del tercer tipo

El caso finlandés
por José Antonio Galán Vázquez


Imagen Stendek.


Pese al tiempo transcurrido desde el día que se produjo el Caso finlandés, creemos resultará interesante a nuestros lectores la divulgación detallada de los acontecimien­tos, por dos razones obvias. La primera, por haberse realizadó la encuesta de un modo muy digno por el estudiante universitario en Ciencias Físicas, Sven Olof Fre­drikson, miembro investigador del grupo GICOFF de Gothenburg (Suecia), quien además de las entrevistas personales mantuvo una larga correspondencia con los tes­tigos y otros investigadores cualificados, hasta exprimir todas las posibilidades del Caso. En segundo lugar, por tratarse de un OVNI clasificable como Tipo 1, con una larga cadena de efectos, algunos de ellos determinantes de patologías importantes en ambos testigos.

Los datos que vamos a proporcionar los debemos a traducciones directas del trabajo del Sr. Fredrikson, así como a las versiones interpretadas de lo que en su día publi­có F.S.R. y APRO Bulletin (1970). Solo nos resta añadir que pese a una serie de pautas de alta extrañeza, que sobrepasan los límites de nuestra comprensión el caso de Imjärvi viene respaldado por indices de la máxima credibilidad, siendo contrasta­dos y avalados por estamentos oficiales y personas cualificadas que en su día analiza­ron las extrañezas correspondientes a sus diversas disciplinas.

Relación cronológica de acontecimientos

Los hechos ocurrieron el día 7 (miérco­les) de enero de 1970. Hora, 16.45 hora local (cinco menos cuarto de la tarde). El lugar, un bosquecito en las afueras del pueblecito de Imjärvi, justamente a 16 km al N. de la ciudad de Heinola y a 130 Km al NE. de Helsinki.

El cielo es claro, solo lo enturbian unas tenues nubes. El sol se oculta por momentos, empezándose a ver algunas estre­llas. Calma absoluta, sin viento. Temperatura de 17° centígrados bajo cero.

Los testigos son dos hombres naturales de la región, Mr. Aarno Heinonen, guar­dabosque de 36 años de edad y Mr. Esko Viljo, granjero de 38 años. Ambos son muy amigos y buenos deportistas. Es­quían regularmente y aunque no compi­ten salvo en torneos locales, su gran afi­ción al deporte de la nieve y al atletismo, les lleva a cultivar a diario su entrena­miento. Son absolutamente abstemios y no fuman.

Los dos hombres siguen un camino de descenso habitual por la falda de una colina, en medio del bosque de conífe­ras, alcanzando un calvero en donde acostumbran a detenerse unos minutos para descansar. Son las 16 horas 45 minutos. Permanecen de pie, quietos y sin pronunciar palabra.

De pronto el silencio se ve turbado por un zumbido, que crece en intensidad, le­vantan los ojos al cielo y ven una luz muy fuerte, que se mueve en el área del espacio abierto.

Parece una nube luminosa. Viene del norte…, describe un amplio círculo y se acerca hasta ellos desde el sur, perdiendo altura a medida que se acorta la distancia que los separa. El zumbido, con la proximidad se hace más fuerte. La nube se para de pronto, dando la sensación que gira lentamente en torbellino. Es… como una niebla rojo-grisácea (sic).

Los dos hombres se quedan atónitos ante la contemplación del fenómeno. Ninguno osa romper el silencio. Mientras, la nube desciende en vertical hasta una altura de unos 15 metros. Es entonces cuando los testigos ven por primera vez, que hay algo dentro de la nube. Distin­guen perfectamente un objeto redondo, metálico y brillante, de aproximadamen­te 3 metros de diámetro. Desde su po­sición privilegiada, bajo el objeto, perci­ben como tres semiesferas, iguales en ta­maño, colocadas equidistantes cercanas al borde exterior del objeto. En el cen­tro del mismo distinguen un saliente en forma de tubo, que sobresale del ingenio unos 2 cm. y tiene un diámetro de 25 cm.

El aparato se mantiene completamente inmóvil sobre sus cabezas. Sigue el zumbido…, y de pronto inicia un nuevo descenso con extrema lentitud. Durante es­ta maniobra, la nube rojo-grisácea se torna cada vez más tenue, permitiendo ver perfectamente al ingenio volador, que al llegar a 3 o 4 metros del suelo, se detiene. Ha cesado el zumbido y todo es­tá en el más completo silencio.

Aarno Heinonen, manifestará más tarde que el aparato estaba tan cerca que po­día haberlo tocado con solo alargar los palos de esquiar.

Súbitamente aparece una luz muy fuerte que emana del tubo de 25 cm. El haz lu­minoso se mueve un par de veces descri­biendo unos círculos antes de detenerse sobre el mismo eje del aparato. Sobre la blanca nieve se ha formado un círculo rojo de aproximadamente un metro de diámetro. En el perímetro de este círcu­lo luminoso, parece formarse como un aro negro de un centímetro de anchura. El haz luminoso al atravesar la niebla rojo-grisácea se torna como algo sólido. Heinonen y Viljo han quedado tan asom­brados, que han perdido la facultad de reaccionar. Están en el mismo borde del círculo luminoso, quietos y atemoriza­dos. La niebla de color les envuelve.

Caen lentos los segundos…, 4, 5. .. 8…, de repente el círculo del suelo parece con­traerse, iniciando el proceso de encogi­miento por el borde negro. Se eleva lenta y gradualmente quedando reducida a una masa de 20 cm. Finalmente solo parece ya una simple llamarada, que sube…, y sube. Y es entonces cuando distinguen un pequeño disco de 15 cm. de diáme­tro, parado primero bajo el ingenio, aun­que tras escucharse un ruido intermiten­te, el pequeño disco desaparece por el tubo. Toda esta última fase ha durado solo unos breves segundos.

Manifiesta el guardabosques Heinonen, que de pronto sintió como si alguien le empujara hacia atrás agarrándole por la cintura. El caso es que retrocedió un pa­so…, y es entonces cuando lo absurdo se hizo realidad.


Descripción de la observación, en secuencias aportada por los testigos.


El haz de luz vuelve a estar allí, concentrando en el mismo lugar que antes, pero esta vez en medio del chorro luminoso y en contacto con el suelo, aparece la figu­ra de un extraño ser, sosteniendo una ca­ja negra en sus manos. La parte visible de esta caja posee un agujero del que sale una luz amarillenta pulsante.

Heinonen nos dice de este ser, que medía 90 cm. de altura y que era extremadamente delgado de brazos y piernas. La cara parecía de cera.

No me fijé en sus ojos -añade- pero su nariz era sumamente rara, como un anzuelo. Tenía las orejas muy pequeñas y pegadas al cráneo. Iba vestido con una especie de mono hecho de un material de color verdoso claro. Llevaba botas de un verde oscuro que le llegaban hasta las ro­dillas. También llevaba manoplas, de co­lor blanco, que le alcanzaban los codos. Los dedos de la entidad me parecieron más bien garfios sujetando la caja negra. Transcribimos también la apreciación de Esko Viljo.


Descripción del “ser” aportada por los testigos.


El ser está en medio del haz de luz y brilla como si fuera de fósforo. Tiene la cara muy pálida, los hombros caídos, los brazos como de un niño. No me fijé en la ropa; solo sé que era verdosa. Sobre su cabeza luce un casco cónico, como de metal. El individuo mide un metro escaso y parece muy delgado.

El extraño ser ha permanecido inmóvil, pero al cabo de unos segundos se mueve ligeramente, enfocando la caja hacia Hei­nonen. La luz que sale del agujero es tan fuerte que alcanza a cegar.

Mientras, del extraño circulo luminoso sobre la nieve empiezan a saltar chispas como bastoncillos brillantes de unos 10 cm. de largo y de color rojo, verde y violeta. Saltan hacia fuera, trasponiendo el límite de la zona negra, describiendo un arco que discurre lento fuera del círculo de luz. Sin duda las chispas llegan a tocar a los dos hombres, pero aparentemente ni los quema, ni les produce efecto alguno, puesto que sus efectos no son detectados por ellos.

La niebla se ha vuelto tan espesa, que los dos amigos dejan de verse a pesar de estar a unos pocos de metros uno de otro. La permanencia del extraño ser dura de 15 a 20 segundos. Sin transición de ninguna clase, el ser deja de verse inexplica­blemente.

Prontamente, también el haz luminoso inicia un ascenso con un movimiento de balanceo, hasta desaparecer totalmente dentro del tubo central. A partir de este momento parece como si la niebla se raja­se (sic) y sobre los testigos solo queda el silencio. Ninguno de los dos hombres se ha dado cuenta del momento de la desa­parición del aparato sobre sus cabezas. Pasan tres minutos y nadie ni nada se mueve…, todo está en la más completa calma. El terror sella los labios de los dos protagonistas del avistamiento.

Parecer ser que Heinonen, cuando vio por primera vez el humanoide, lo tomó por su amigo Viljo hasta el extremo que le pareció distinguir hasta los palos de esquiar. Después ve que no se trata de él, por sus atributos particulares. Llega un momento en que se siente enfermo y asustado y retira su mirada hacia otro lado. Cuando después de un instante vuel­ve a mirar, el extraño ser ya no está ante su mirada, y si su amigo Viljo.

Efectos patológicos

La primera de las molestias somáticas y aún psíquicas observadas en los testigos de la observación de Imjärvi, parecen desem­bocar en un denominador común, expo­sición a los efectos de una radiación ionizante desconocida. Pese al casi paralelis­mo traumático, no hay duda que por causas que debemos estimar achacables a la proximidad y sensibilidad personal el desencadenamiento de los síndromes en ambos hombres tuvo un desplazamiento temporal evidente, a la vez que una ma­yor virulencia en el testigo que denotó una mayor receptibilidad.

Por parte de Aarno Heinonen, dos minu­tos después de que la niebla se levantara, empezó a sentir como que perdía el tac­to en la parte derecha del cuerpo, zona que había sido la más expuesta a la pro­ximidad del haz luminoso. Su entume­cimiento fue tan notable que al intentar dar un paso adelante tras los minutos de inmovilidad provocada por la presencia del fenómeno, el pie derecho no le res­pondió, se quedó trabado con el esquí, y se cayó torpemente al suelo.

Su compañero Viljo le asiste y le ayuda, en vista de las reiterativas tentativas de Heinonen de ponerse en pie.

Toda la parte derecha del cuerpo me duele mucho -se lamenta-, sobre todo la pierna; el pie lo noto dormido. Distingue además cierta rigidez en sus miembros, sufriendo además ciertas difi­cultades para respirar (disnea).

Viljo le quita los esquí, que abandonan en el lugar y le sirve de lazarillo y sostén en el camino de regreso a casa.

Recorrer los 2 km. que les separan de la casa les lleva casi una hora. Heinonen lle­ga en muy mal estado. Siente grandes dolores de cabeza y espalda. Se queja grandemente de dolores articulares. Una vez llegado y atendido, empiezan las nauseas y vómitos. Seguirá devolviendo intermi­tentemente hasta un mes y medio más tarde. También sus orines son altamente alarmantes, pues evacua un líquido negruzco corno el café, hecho que se pro­longará durante dos semanas más.

Esko Viljo en cambio, resiste la dura prueba de acompañar a su amigo sin síntoma alguno. Sólo llegado a su casa nota extrañado que su rostro está levemente hinchado y ostenta un tono rojizo inu­sual. Percibe también, alarmado, que pa­ra conservar el equilibrio debe apoyarse muy firmemente sobre sus piernas. Su modo de andar, vacilante y con las pier­nas más abiertas que lo normal delatan claramente su inseguridad.

A partir de estos momentos empieza el calvario de molestias para los dos amigos. Aarno Heinonen, acompañado de un ve­cino acude aquella misma noche al Hos­pital de Heinola (a las 20 horas). El Dr. Pauli Kajanoja le reconoce. Aarno solo le dice que se encuentra muy mal, que le duele mucho la cabeza y las articulaciones, sin entrar en detalle de los acontecimientos vividos. Se le toma la tensión arterial, evidenciándose una hipotensión importante, que a juicio del Dr. Kajanoja denota un estado de shock violento. Le prescribe unas pastillas para dormir. También Esko Viljo acude a la misma hora a la consulta del Dr. Kajanoja, reci­biendo del mismo un tratamiento a base de sedantes. La terapia es prácticamente nula, puesto que al día siguiente nota que su equilibrio es todavía más preca­rio, sintiéndose ligero e inseguro, especialmente en brazos y piernas. Su tórax y brazos también se le enrojecen y em­piezan fuertes dolores de cabeza, a la vez que las manos se le tornan azuladas. Una de las molestias nuevas que se inician con el nuevo día es un fuerte calor en las ex­tremidades inferiores.

Al día siguiente 8 de enero, Heinonen vuelve a la consulta del doctor en busca de remedio a su alarma creciente. El galeno le aseguro que su cuadro de síntomas le desaparecerán en 8 o 10 días, tratando así de calmar su angustia. Pero durante la jornada el muchacho acusa también tras­tornos del equilibrio, quejándose de tener frío, pese a no tener fiebre alguna. El día 14 del mismo mes, Heinonen vuel­ve a la visita del Dr. Kajanoja, visible­mente contrariado por la insistencia de su cuadro patológico. Recibe esta vez un fármaco para regularizar su presión san­guínea, así como nuevos sedantes. La alarma de Heinonen está más que justi­ficada, por cuanto se ve impotente para realizar cualquier tipo de trabajo, y em­pieza a padecer unas molestias de estó­mago, que explica... "como si tuviera agua caliente dándole vueltas continua­mente." Come muy poco y está enfla­queciendo de un modo patente.

A mediados del mes de mayo contesta a una carta del investigador sueco Sr. Fredrikson, en la que comenta...

"... siento todavía muchos dolores de ca­beza, nuca y espalda. Mis problemas de estómago persisten...; la mano derecha la noto muy pesada, como si estuviese dor­mida. Y tengo pesadillas por las noches que me dejan bañado en sudor." Explica... que ve a su amigo Esko, viejo y pequeño, emanando una fuerte luz. Tiene miedo de él y rehuye su compañía. Le atormen­ta la obsesión de que Viljo le está buscando y persiguiendo con ánimo de he­rirle. Curiosamente esta fobia persiste in­cluso en vigilia, aún a pesar de luchar contra ella.


Imagen Stendek.


Explica también a Fredkrikson que cree estar perdiendo parte de la visión en am­bos ojos.

Por su parte Esko Viljo también va de mal en peor.

El día 9 de enero vuelve a ver al Dr. Ka­janoja, pues sus jaquecas son insoportables. El día 12 del mismo mes acude a un ocu­lista de Lathis, pues sus ojos se han vuel­to muy sensibles a la luz. Los párpados se le hinchan y tiene visibles muestras de una conjuntivitis. El especialista le receta unas gotas anticongestivas. En fecha 14 vuelve al médico de Heinola, en busca de alivio para una hipotensión creciente. Se le prescriben fármacos espe­cíficos.

El día 17 de enero se le practica un análisis de sangre y se le reconoce exhausti­vamente, no evidenciándose nada que ex­plique su extraño estado patológico. Y sin embargo su cuadro clínico no sólo no sufre recesión, sino que va en aumento. Ha iniciado una fase de molestias tipo nervioso, verdaderamente agudo. Se evi­dencia además una serie de molestias de circulación periférica, tales como calam­bres en el pie izquierdo, y al bañarse en una sauna, siente punzadas en la piel, que enrojece inexplicablemente. En una carta que escribe al encuestador del GICOFF, comenta que estuvieron un dia con Heinonen y unos periodistas en el lugar del avistamiento y que tuvie­ron que marcharse rápidamente a causa de un recrudecimiento súbito de todas sus molestias. Pero lo más curioso del caso es que las personas acompañantes, pe­riodista, fotógrafo, etc., también sufrie­ron trastornos varios.


Los testigos de la observación en el lugar del suceso. Imagen Stendek.


Opiniones autorizadas

El caso de Imjärvi es el clásico aconteci­miento que ha adquirido una resonancia importante, a causa del celo investigador de una persona que ha aplicado voluntad e inteligencia en el tratamiento. Sven Olof Fredrikson dentro de sus medios apuró de un modo exhaustivo todas las oportunidades que el azar le brindó pa­ra reivindicar el caso, buscando afanosa­mente la opinión autorizada de técnicos en disciplinas que él no dominaba. Entrevistó al Dr. Pauli Kajanoja, solici­tando del mismo su opinión profesional sobre los posibles motivos de las patolo­gías ofrecidas por Heinonen y Viljo. In­cluso desde Suecia continuó en contacto con el referido doctor, siempre en busca de posibles pistas que le llevaran a consecuencias definitivas.

“Yo creo que los dos hombres han recibido un shock muy fuerte. El cuadro que presenta es muy real y está fuera de toda duda de que no se trata de un fraude consciente. Viljo tiene la cara roja e hinchada. Heinonen sufre un síndrome com­plejísimo y no precisamente de tipo psi­cológico solamente…, aunque algunos síntomas pueden ser evidentemente de carácter histérico. Sin embargo no se tra­ta de sujetos histéricos. Su traumatiza­ción es de una evidencia aplastante…, es­tán como ausentes, vacíos. Durante la primera visita realizada el día 7 de ene­ro, hablaban entrecortadamente, con un manifiesto nerviosismo, casi sin sentido”. “La existencia real del hecho provocador del shock es incuestionable. Ahora bien hay un sinnúmero de síntomas que pue­den explicarse simplemente como gene­rados por el shock; por ejemplo la mis­ma disminución de la presión arterial, o sus jaquecas, vómitos, etc… incluso esta vaga sensación de “encontrarse mal” “sin que nuestros medios de chequeo den una patología concreta y determinada. Es muy curioso que los dos individuos den un cuadro de síntomas completamente paralelo y que además se parezca tanto al cuadro clásico de una fuerte exposición a una fuente de radiactividad. No pude medírsela por carecer de contadores en el hospital, pero dudo mucho que el problema sea simplemente de una sobre­dosis radiactiva, pues el cuadro patológi­co que se puede desencadenar en esta eventualidad, nunca se genera tan súbita­mente. La misma orina de color oscuro es algo desconcertante y difícil de expli­car, a menos que admitamos que se tra­taba de sangre, que por otra parte debe­ría obedecer a lesiones que no he encon­trado en mis exploraciones.”

“La realidad es que resulta muy difícil diagnosticar con cierta seguridad el tipo de dolencia que padecían los dos hom­bres. Tanto es así que preferí no recetar nada especial en evitación de males mayores. Creí que lo más acertado era con­cretarme a tranquilizantes, como terapia más resolutiva de su estado psíquico.”

Sven Olof Fredrikson consiguió de la Es­cuela Superior de Chalmers en Gothem­burg, un dictamen oficial sobre los análi­sis en muestras de tierra del lugar de la observación OVNI. El documento que recibió rezaba así…:

Departamento de Química Atómica

Investigación en tres muestras de vesti­gios de radioactividad

1ª Prueba
Con EMI — Monitor
Ninguna reacción de tipo
Ninguna reacción de tipo

2ª Prueba
Cuenta de la proporción de Metan (2-pi)
Resultado negativo

3ª Prueba
Realizada sobre muestra de agua proce­dente de nieve derretida del lugar de la observación
Resultado negativo.

Existen unas opiniones de Matti Tuuri, profesor de electrónica de la Universidad de Helsinki. Después de estudiar el dos­sier del caso, opinó:

“No se puede descartar la posibilidad de que Heinonen y Viljo hayan estado ex­puestos a una descarga eléctrica. Los dos hombres coinciden en que la luz era blanca y deslumbrante, por lo que hay que descartar que se trate de una radia­ción ultravioleta, que siempre tiene un matiz azulado. Por otro lado este tipo de radiación no pasa a través de la ropa. Si la radiación absorbida por los testigos ha pasado a través de ella, debe haber sido un tipo de onda más corta y de mayor frecuencia, como por ejemplo los rayos X. Además los síntomas presentados por Heinonen y Viljo son clásicos de una “sobredosis”.

Estas opiniones fueron divulgadas a tra­vés de la prensa, quien trató de explicar el caso de Imjärvi, tergiversando sus cri­terios y aportando soluciones prefabri­cadas. Lo que parece que les mereció más favor y atención fue… “que segura­mente se trataba de una carga de alta tensión”.

Se entró en contacto con el Instituto de Alta Tensión de la Universidad de Uppsa­la, recibiendo el siguiente comunicado, formulado por el Profesor Stig Lund­quist.

“Según nuestros estudios, el fenómeno ocurrido en Imjärvi, no tiene nada que ver con un rayo en bola u otro tipo de carga electrostática de la atmósfera. No conocemos ningún fenómeno natural que pueda producir los efectos indicados en la documentación remitida."

Otros testimonios de la observación

La observación de Heinonen y Viljo vie­ne refrendada por el testimonio de dos personas más, que desde distintos puntos de la zona pudieron observar fenómenos extraños sobre el bosque de Imjärvi.

Se trata de la esposa de un agricultor que vive en Paistjärvi, a 15 Km. de Imjärvi. La Sra. Alna Siitari, declaró que en el mismo día y a la misma hora, cuando se dirigía a la cuadra a examinar su ganado vio una extraña luz en la dirección antes mencionada.

También desde el pueblecito de Paaso, a 10 km al N. de Imjärvi, el hijo de una familia de leñadores, que en aquel mo­mento había salido de su casa para una labor doméstica, observó un raro fenómeno luminoso hacia el sur. La obser­vación quedó fechada en 7 de enero, ho­ra 16,45 de la tarde.

Queremos hacer mención del juicio de honestidad que poseen tanto Heinonen corno Viljo en la localidad en donde resi­den, trascribiendo las palabras de un agri­cultor, Matti Haapaniemi, de 46 años, ve­cino del pueblo y miembro del Consejo Consistorial.

“Mucha gente se ha reído de esta histo­ria -dijo- pero yo pienso que uno no debe reírse. Conozco a Aarno y a Esko desde que eran unos muchachos y creo en ellos. Los dos son tranquilos y además abstemios. Estoy completamente seguro de que su historia es cierta."

Tenemos una última observación que re­marcar, aunque ocurrida un año antes. Justamente en febrero de 1969 y sobre las once de la noche.

Matti Komtulainer, de 16 años, residente en Imjärvi, vivió un caso notable según sus propias palabras, como a 100 metros del lugar donde ocurrieron los hechos en la observación de enero 1970. Dice Mat­ti:

“Había estado de visita en casa de un amigo y venía de regreso esquiando a tra­vés del bosque. Era una noche oscura, con nubes. De pronto el bosque se ilumi­nó y una luz muy fuerte cruzó por enci­ma de la copa de los árboles, penetrando en la foresta. El susto fue tan mayúsculo que me tiré sobre la nieve creyendo que algo se me echaba encima. Desapareció muy rápidamente y sin el menor ruido. Jamás me había ocurrido algo parecido. La luz era tan intensa que era como mi­rar al Sol. Traía un rumbo de Sur a Norte. La extraña luz parecía como una lla­ma de soldadura gigante.”

Resumen

El caso de Imjärvi es sin duda “un bonito Caso”, en donde se han conjugado la apreciación de un sinnúmero de extrañe­zas clásicas del fenómeno OVNI, con un tratamiento pulcro por parte de los encuestadores. Solo habríamos podido de­sear que en vez de que el azar hubiera elegido a un leñador y a un granjero para este suceso, hubiese sido alguna persona con conocimientos científicos.

Tal vez un analista y científico del Proyecto Stanling con un equipo lo suficientemente tecnológico en el maletero del coche y la entereza suficiente para manipular con acierto todo el equipo detector.

Sin embargo mucho me temo, y hablo con conocimiento de causa, que el te­cho alcanzado por nuestra tecnología po­co áas que esclarecedor nos puede ofre­cer, que no sean conjeturas más o menos bien argumentadas. Un registro electro­magnético de una señal con visos de codificación, aparte de ser un testimo­nio solo válido para los que ya creemos en el OVNI, apenas sirve para otra cosa que no sea para estimularnos en hallar prontas respuestas. Y a la postre, es tan válido como el testimonio de unos individuos que entre traumatizados y emo­cionados nos cuentan los pormenores de un encuentro insólito en un atardecer in­vernal. Porque el frío registro de un gli­sando de frecuencias poco nos puede aclarar, sino conocemos con cierta pro­fundidad la esencia y naturaleza del fe­nómeno con el que nos enfrentamos.

Realmente resulta deprimente no saber cómo interpretar, por ejemplo, el hecho de que una luz concreta con aspecto de materialización sólida, se convierta en una llama vacilante…, o que este chorro luminoso sirva de soporte para la salida y escape de un ser antropomorfo que se volatiliza ante la mirada atónita de los testigos.

Sabemos que este caso, como muchos… o como todos, viene cargado de subjetivi­dades, engendradas por lo insólito, la traumatización y la falta de palabras pa­ra definir lo indefinible, pero sin embar­go también sabemos que el OVNI ha traspasado el umbral de la quimera, para evidenciarse como algo coherente consi­go mismo y de acuerdo con un nivel de inteligencia del observador. La patología engendrada en los jóvenes finlandeses, es algo más que la huella dejada en la nie­ve por el “abominable” o el brillo fugaz del lomo mojado del monstruo del Lago Ness, la vivencia, la suerte hubiese escogido a un profesor de Física con un equipo. Es la prueba de que algo flota sobre nuestro mundo, y que de encuentro en encuentro va perfilando nuestra conciencia de su presencia incuestionable. Por otra parte, en el meollo del caso de Imjärvi reconocemos pautas que nos son familiares en el tiempo, y que pese a sus factores de extrañeza, los tenemos que aceptar como un hecho inherente al fenómeno.

¿Qué decir por ejemplo de la obsesión de Heinonen, que teme encontrarse con su entrañable amigo Viljo al que atribuye una actitud belicosa hacia él? Creemos que existe un cierto paralelismo entre es­te temor, y la resonancia obsesiva de Ja­vier Bosque (caso de Junio de 1972 -Lo­groño - España) que padece la preocu­pación afectiva de “MEDIR EL TIEM­PO’’, mientras suena en sus oídos la ins­trucción sonora del OVNI, en su transis­tor. O en los fermentos belicosos de los durmientes montañeros del caso de “Co­ma de Vaca” (Noviembre 1967- Catalu­ña — España) que despiertan de su sue­ño fisiológico con un frenesí inexplicable y una agresividad irracional.

¿Oué decir de la impresión del haz de luz, que llega a parecer a los testigos co mo “algo sólido”, tales son sus caracte­rísticas? Recordemos la impresión de Santos Nicolás, el maestro de Guijo de Granadilla, en el avistamiento del Panta­no de Gabriel y Galán, que su primera impresión al ver el OVNI parado a dos­cientos metros del suelo, cree que los ra­yos de luz que suelta la estructura baja del ingenio, son apéndices sólidos en contacto con el suelo. (Septiembre 1970 Cáceres — España). Y tantos otros casos registrados a lo ancho y largo de nuestro globo, en los que los testigos reportan el parecido enorme de unos haces de luz concreta, como algo consistente de na­turaleza corpórea.

¿Qué decir del cuadro psicosomático que aducen Heinonen y Viljo, desconcertan­do a los médicos que les visitaron? ¿Qué opinar de un claro síndrome de exposi­ción a una radiación de origen nuclear, mientras por otro lado nuestros aparatos son incapaces de detectar partícula ioni­zante alguna? Ante evidencias tan paten­tes tenemos que inclinarnos a pensar que es nuestra tecnología y nuestros aparatos quienes se muestran insuficientes para detectar un tipo de energía, inusual en nuestro mundo conocido. Porqué ade­más de reconocer en buena lógica, que las energías residuales que emanan del OVNI son parecidas a las conseguidas por el hombre en su búsqueda en el campo de las fuerzas de la naturaleza, sabemos que algo importante se nos escapa, puesto que conocemos el comportamiento de estos poderes en libertad, y estamos enterados de que una radiación pre­cisa de un tiempo largo para manifestarse y crear un cuadro patógeno, como preci­sa después de largos períodos para que­dar todo descontaminado.

¿Sería justo menospreciar el testimonio de dos personas sencillas, por el simple hecho de que nos cuentan “cosas increí­bles”, haciendo caso omiso de un amplio muestrario de certezas, y de la opinión unánime de sus conciudadanos que ase­guran una conducta intachable y una honradez probada en Aarno Heinonen y Esko Viljo?

¡¡Evidentemente, si lo hiciéramos, no seríamos justos!!

Sabadell, 20 Junio 1980
Alberto Adell Sabatés
STENDEK n º42


La comunidad OVNI sueca compara la ufología actual con los ideales de la década de 1970
“La ufología actual y los ideales de los 70


Aquí quiero compartir un muy buen texto escrito por Sven-Olof Fredriksson, quien fue presidente de GICOFF (Centro de Información de Gotemburgo para Objetos Voladores No Identificados), durante los años 1970–78, esta pequeña nota fue leída en su propio escrito ‘Información Gicoff‘, Núm. 2–77. El texto es tan bueno porque realmente describe el deseo sincero de un verdadero ufólogo de trabajar y relacionarse.

Este sabio y perspicaz texto fue escrito por Sven-Olof en el 77, y han pasado muchos años desde entonces, pero sus preguntas siguen siendo tan relevantes hoy para los ambiciosos y serios ufólogos como entonces. Desafortunadamente, el misterio OVNI no parece haber llegado a una solución particularmente mucho más cercana a pesar del atractivo de Fredriksson hace 43 años, por lo que todo está más o menos igualmente en cuestión, tanto en Suecia como en el extranjero.

Que yo sepa, no se han hecho muchos intentos en Suecia para acercarse a las soluciones científicas o los intentos de colaborar con los científicos, o hacer que el asunto sea interesante para las autoridades y los establecimientos actuales".

Fuente, Sociedad Sueca de OVNIs, noviembre de 2020: 



José A. Galán fue miembro (1967-1973), corresponsal e investigador del Centro de Estudios Interplanetario de Barcelona y de STENDEK, su revista.




1 comentario:

  1. Que da hora maravilhoso rever antigas ocorrencias, aonde se nota que realmente neste tempo de + de meio seculo muito pouco ou nada se alterou cientificamente sobre as ocorrencias sobre OVNIS, + o + inclivel deste caso é o mesmo poder compara-lo e até reforça-lo entre tantos outros ocorridos mesmo que dentre pré observaçoes entre descriçoes de seres tendo aspectos como os descritos como sendo de Duendes, Gnomos,(Seres elementares) e ainda a grande semelhança deste ocorrido entre os casos de surgimentos (aparições com os aspectos descritos entre os dados surgimentos ou aparecimentos de Nsa. Senhora, como nos casos de Lourdes, (França) Fatima, ( Portugal) Lembrando ainda do tamanho que teria A Sra. de Fatima, tendo aspecto descrito como tendo 1M10cm!

    ResponderBorrar