miércoles, 19 de noviembre de 2025

Tu cerebro es telepático por naturaleza, según sugiere una investigación; esto significa que nuestras mentes están todas conectadas

Tu cerebro es telepático por naturaleza, según sugiere una investigación; esto significa que nuestras mentes están todas conectadas
La comunicación es en realidad “un único acto realizado por dos cerebros”, afirma un neurocientífico.
Por Emma Frederickson


Getty Images


¡Jinx, me debes un refresco!

Estos momentos suelen parecer extraños, algo más que una simple coincidencia en una conversación. La conexión que experimentas con las personas no es solo producto de tu imaginación, según sugieren las investigaciones. De hecho, podría provenir de una telepatía natural que, de forma silenciosa, moldea nuestra comunicación diaria e incluso puede ayudarnos a moldear el futuro.

Este fenómeno se denomina acoplamiento neuronal, y se produce cuando los cerebros de dos o más personas se sincronizan, es decir, muestran simultáneamente los mismos patrones de actividad. Sin embargo, el acoplamiento neuronal no es tan poderoso como la telepatía que vemos en las películas: sincronizarse con un amigo no significa que se puedan transmitir palabras directamente a su mente. Uri Hasson, doctor en filosofía y uno de los primeros investigadores en descubrir el acoplamiento cerebro a cerebro hace más de una década, describe nuestros cerebros como una especie de transmisor inalámbrico. Aunque al principio pueda parecer ciencia ficción, Hasson afirma que no hay nada místico en el proceso.

“No es un truco mental Jedi”, escribe en un comunicado. “Esto es la comunicación. Es lo que mejor sabemos hacer los humanos, y es algo único y asombroso”.

Hasson argumenta que su investigación demuestra que la comunicación es, en realidad, «un único acto realizado por dos cerebros». Cree que todos los cerebros se conectan de forma natural con el mundo exterior, reaccionando a cualquier estímulo que recibamos. Lo que distingue a los humanos es nuestra capacidad de conectarnos sin estímulos, según Hasson. Por ejemplo, si se les muestra un plátano a dos monos, sus cerebros probablemente reaccionarían de la misma manera, y lo mismo ocurre con los humanos. Sin embargo, si alguien te dice la palabra «plátano», tanto tú como quien te habla entenderían que se refiere a la fruta alargada y amarilla, aunque no esté físicamente presente. Esto es algo que no todos los animales pueden lograr, por lo que resulta tan fascinante para investigadores como Hasson.

Los estudios demuestran que la sincronización cerebral se produce en diversos contextos. Por ejemplo, los investigadores descubrieron que el acoplamiento neuronal puede darse durante partidas de ajedrez o sesiones de creación musical colaborativa, dos actividades que requieren concentración y creatividad. Por otro lado, un estudio de 2014 publicado en PLUS One halló que la sincronización puede ocurrir durante una actividad mucho más física: besarse. El experimento reveló una mayor conexión intercerebral cuando las parejas heterosexuales se besaban en los labios en lugar de besarse el dorso de las manos.

Pero no hace falta besar a nadie ni convertirse en un gran maestro para optimizar la sincronización cerebral; algunas investigaciones sugieren que la conexión neuronal también puede funcionar independientemente de la presencia física. Por ejemplo, un estudio de 2022 demostró que las parejas que jugaban juntas a un videojuego mostraban una mayor sincronización, a pesar de que su única interacción se producía a través de movimientos en pantalla. Sin embargo, otros expertos que estudian la conexión neuronal, aunque no estén relacionados con este tema, creen que la conectividad puede ser más fuerte cara a cara, ya que las acciones no verbales, como los gestos con las manos, facilitan nuestra comunicación, según Hasson.

Quizás lo más sorprendente es que la sincronización no depende de la edad ni del intelecto. Un estudio de 2019 publicado en la revista especializada Psychological Science reveló que los cerebros de bebés y adultos se sincronizan durante el juego. El estudio analizó la actividad cerebral de adultos y niños de entre nueve y quince meses de edad. Durante el experimento, un investigador adulto interactuó con cada bebé jugando con juguetes, cantando canciones infantiles y leyéndole un cuento. En una segunda etapa, el experimentador leyó un cuento a otro adulto mientras los niños permanecían sentados aparte con sus padres.

El equipo de investigación descubrió que, durante las interacciones cara a cara, los cerebros de los bebés se sincronizaban con los de los adultos, sobre todo en áreas relacionadas con la comprensión compleja del mundo. Por el contrario, esta sincronización desaparecía cuando los niños se separaban del investigador adulto. Según el equipo, esto podría estar influyendo subconscientemente en nuestra comunicación.

“También nos sorprendió descubrir que el cerebro infantil a menudo 'adelantaba' al cerebro adulto por unos segundos, lo que sugiere que los bebés no solo reciben información de forma pasiva, sino que pueden guiar a los adultos hacia lo siguiente en lo que se van a centrar: qué juguete coger, qué palabras decir”, dice Casey Lew-Williams, PhD, coautora del estudio, en un comunicado de prensa.

Los investigadores afirman que el acoplamiento neuronal no solo se produce constantemente, sino que incluso puede ayudarnos sin que nos demos cuenta. En un estudio de 2023 , la Dra. Suzanne Dikker y sus colegas investigaron cómo la sincronía cerebral beneficia a los estudiantes en el aula. El equipo descubrió que los estudiantes cuyas ondas cerebrales estaban más sincronizadas con las de su profesor y compañeros aprendían mejor y retenían más información.

Dikker utiliza la analogía de caminar al lado de alguien extremadamente alto: puede que tengas que dar pasos más largos, o que él dé pasos más cortos, pero al final se encuentran a un ritmo intermedio. Este tipo de negociación predice el aprendizaje, explica en una entrevista. Por ejemplo, si tu cerebro puede predecir lo que el profesor va a decir a continuación, en definitiva aprendes mejor.

Esto se debe a que somos seres rítmicos, siempre buscando algo con lo que sincronizarnos, según Dikker. Explica que las conversaciones tienen un flujo rítmico natural, por lo que, a través de esta coordinación social, podemos lograr interacciones fluidas que, en última instancia, profundizan nuestra comprensión mutua.




Modificado por orbitaceromendoza

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