Coronel Brandsen, Buenos Aires: Un proverbial encuentro (24 de mayo de 1952)
por Dr Roberto Banchs
Crédito: Visión OVNI
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La zona del avistamiento: |
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La Razon, 11 de julio de 1966. Primera noticia de prensa. |
La División OVNI, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, fue
organizada en 1961, aunque la labor más promisoria haya comenzado en
julio de 1967, cuando el Departamento Técnico del Servicio de
Inteligencia de Aeronáutica (SIN), dentro de modestos recursos, destinó
al suboficial mayor Roalde Moyano para que se ocupara del asunto,
solicitando la cooperación de la población para notificarle sobre
cualquier avistamiento de fenómenos aéreos inusuales (l).
El
motivo parece haber sido su manifiesto interés en tales avistamientos.
En efecto, un año antes, Moyano había ofrecido una conferencia de prensa
en la Secretaría de Aeronáutica, dejando aclarado que no lo hacía en
representación del Arma, y sí “en carácter de investigador privado” de OVNIs. Durante la misma, según La Razón, de Buenos Aires (2), el
suboficial reveló un inquietante episodio, conforme a lo detallado:
“También
puede rememorarse -señala el vespertino- la extraña aventura que
vivieron el ingeniero Federico Atencio y su amigo García, cuando en la
madrugada del 20 de septiembre de 1954 vieron a un enorme OVNI
evolucionar por encima de sus cabezas y luego descender detrás de un
monte de eucaliptos. Atencio y García habían partido de Azul con destino
a La Plata, y en la ruta que une a Monte con Brandsen se empantanó el
coche. Era de madrugada y el cielo estaba sin nubes. Atencio vio una
luz y conjeturó que se trataba de un vehículo que avanzaba por la ruta,
pero muy pronto se percató que se había equivocado: era un OVNI que se
desplazaba a gran velocidad en forma de cruz, vale decir que avanzaba
vertical y horizontalmente de manera equidistante, desde el cuadrante
oeste-sudoeste. Según Atencio el vehículo tenía un diámetro de la Luna
llena y, luego de una hora de evoluciones rapidísimas, cayó como un rayo
detrás de un monte de eucaliptos. Los destellos de luz permitían
divisarlo detrás de los árboles y, de pronto, levitando, aparecieron
muy cerca de ellos dos figuras casi humanas, de aproximadamente un
metro de alto, vestidos de blanco, con un gran casco plateado y capas
sobre sus espaldas. García gritó: ‘¡Vienen a matarnos!’. Atencio cruzó
los brazos en señal de paz, pero las fantasmales criaturas, rápidas como
la luz, regresaron a la nave que despegó en fracción de segundos".
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Federico Atencio. |
“A Atencio y García nadie les creyó. Pero hoy la voz de García[1] fue
escuchada en una grabación que se pasó en la sala de periodistas de la
Secretaría de Aeronáutica…”.
La revisión investigativa
La
experiencia nos indica que no es posible aceptar la veracidad de un
informe OVNI sobre la base de una información periodística; aún cuando
pareciera estar avalada presuntamente por cierta autoridad. El análisis
del fenómeno requiere de fuentes de primera mano. Y a pesar de los doce
años transcurridos hasta que el caso se hizo público, y de los tantos
más que le siguieron al momento de nuestras indagaciones, queda claro
que la reinvestigación de viejos informes adquiere mayor valor frente a
la información novedosa, pero carente de una encuesta apropiada, cuya
presunta verdad parece sellada por una estridente declaración. No es el
caso de Roalde Moyano, a quien le reconocemos su dedicación y honestidad
intelectual, más allá de sus limitaciones, pero es posible advertirlo
-sin temor a equivocarnos- en la mayoría de los ufólogos, que prefieren
aceptar y propalar como legítimas las versiones groseramente
distorsionadas de los medios de prensa, jamás investigadas, mientras se
muestran refractarios a las encuestas de casos antiguos para dejar
coagulada en el tiempo su pretendida realidad.
Entrevista con Ada Elvira C. de Atencio:
El interés que despertaba la noticia y la posibilidad de ampliar la
información, nos condujo a intentar localizar al Ing. Civil hidráulico
Federico Atencio. Fue así que ubicamos en La Plata a la señora Ada
Elvira C. de Atencio, quien nos informó que su esposo había fallecido a
los 57 años, en noviembre de 1967 (3). No obstante, nos aporta su
valioso testimonio:
“Vinieron dos veces de la Aeronáutica a
recabar datos, ellos tienen la grabación. Recuerdo lo que él me contaba.
Que venían con García de un viaje y que en el camino observaron un
plato volador. Según mi esposo, García se asustó mucho y lo único que
decía es ‘¡nos van a matar!” y mi marido -que es más sereno- les dio esa
versión. Transcurrido un tiempo regresaron para ver si coincidía con lo
que había dicho primero, pero él se dio cuenta y expresó: ‘Lo que les
digo no he querido comentarlo con nadie, porque van a decir que estaba
loco, pero como vienen a preguntarme, yo se los digo. Aparte, ese mismo
día, mucha gente lo vio en distintos lugares".
“Ocurrió en las
últimas horas de la noche, casi de madrugada, en la época en que
trabajaba con García. Venían de San Miguel del Monte y el auto empezó a
pararse y vieron una luz. Al principio creyeron que se trataba de un
farol que habrían puesto en una de las casitas por ahí, detrás de un
alambrado. Pero después se detuvo el auto, el motor, a orillas del
camino, y vieron cómo el plato se asentaba en el suelo, o que ya estaba
allí. Mi esposo dice que él vio bajar -no se cómo- a uno que vino hasta
la alambrada. Después cuando subió, él se quiso arrimar, se vieron;
ellos (Atencio y García) se habían parado tras la alambrada, todo el
tiempo y cuando se elevó con una luz fosforescente, lo hizo en forma
vertical, para arriba, no como lo haría un avión, y desapareció en un
minuto".
“El aparato tenía forma circular, de plato, con una
pequeña cúpula redonda, como sacan los diarios. Plateado. Estaba a más o
menos media cuadra, 50 metros, desde donde paró el auto hasta el sitio
en que se asentó el plato, a la izquierda del camino, tras la alambrada
del campo".
“Él me dijo que había un hombre, una persona más bien
baja, con un traje de aluminio. Una o dos que bajaron, no recuerdo. Se
acercó al alambrado (no al automóvil). Y cuando mi esposo se descendió
del auto para acercarse, para verlo, este hombre se volvió al plato, y
el plato se levantó. Hubiera querido comunicarse, no se, aunque, no se
qué idioma hablaría este hombre".
“Se produjo por la noche.
Cuando todo terminó, ellos se quedaron allí, por la impresión que
tuvieron, hasta que amaneció. El motor volvió a andar de nuevo. Lo
vieron durante una hora, u hora y media, hasta que se elevó haciendo
como una cruz, en el aire. Mi esposo le preguntó a García: ‘¿Vos estás
viendo lo que estoy viendo?’".
“No conozco su versión, pero mi
marido me dijo que estaba muy asustado, y que García le decía: ‘¿Para
qué vas a contar?, no’. Pero mi marido nos contó y no se cómo, en ese
tiempo a quién se lo dijo, y llegó a oídos de la Aeronáutica. Le voy a
ser franca, cuando él me empezó a contar, al venir todo emocionado, me
mofé. Entonces me contestó: ‘Si vos que eres mi esposa, no me crees,
cómo puedo yo contarle a alguien, porque van a decir que estoy loco’.
Pero después me enteré que sí, en realidad lo había visto. Y me
exclamaba: ‘¡Para qué te voy a decir una cosa por otra!’".
“Mi
marido tenía por entonces 42 años, nació en La Plata el 6 de abril de
1910, y después de trabajar como ingeniero hidráulico en Agua y Energía
Eléctrica durante unos años, se puso a trabajar por su cuenta con
García, que era constructor, en una sociedad llamada Atengar, pero no
marchó muy bien y se retiró”.
Hasta aquí los tramos fundamentales
de una de las entrevistas mantenidas en diciembre de 1986 con Ada C. de
Atencio. La señora nos impresionó favorablemente, trayendo el recuerdo
del relato ofrecido por su finado esposo. Además, es ponderable la
amabilidad y llaneza puesta de manifiesto en su exposición.
El testimonio de Federico Atencio:
Cuando parecía impensado llegar a reunir más datos o precisiones sobre
el insólito episodio, revisando en el año 2000 la copiosa
correspondencia de la ilustre Comisión Observadora de OVNIs (CODOVNI),
fundada en 1956 por Ariel C. Rietti y Cristian Vogt, hallamos la carta
que proyectó el caso a la opinión pública. Escrita de puño y letra por
el Ing. Federico Atencio, está fechada en La Plata, el 11 de abril de
1964. La misma, expuesta en lenguaje coloquial, dice lo siguiente:
“Entendiendo
que pudiere ser útil esta información (…), comunico a Uds.: De regreso a
la ciudad de La Plata, desde Azul (Prov. de Buenos Aires), en compañía
del señor Mauro García, domiciliado también en La Plata, sobre el camino
que une ambas localidades, aproximadamente a 20 km de Brandsen, entre
San Miguel del Monte y la anterior, tuvimos un desperfecto en nuestro
automóvil: hora 24 del día (sábado) 24 de mayo de 1952. En esa época el
actual camino pavimentado se encontraba en construcción (obra básica).
El cielo despejado y sin Luna. Observamos durante más de una hora la
evolución de un objeto (…); en un instante determinado describe una
trayectoria (…). Simultáneamente se nos presentan dos seres, con
luminosidad en su vestimenta, sus características similares a seres
humanos, suspendidos en el espacio a 20 centímetros del suelo; se
desplazaban describiendo trayectorias caprichosas y muy lentas. Mi
compañero de viaje quedó sumamente impresionado. El que suscribe,
enfocando las luces del automóvil hacia los seres que se presentaron tan
inesperadamente, realizó toda clase de señas convencionales: saludos,
señas para aproximarse, etc. Cuando intenté llegar a ellos, luego de
observarlos por más de 15 minutos, los visitantes se desplazaron a
velocidades superiores, hacia el objeto que permanecía en el suelo".
“Todo
ocurrió en un solo instante: desplazamiento de los seres al artefacto u
objeto, y éste a su vez retomó la misma posición anterior, la que
seguimos observando durante tiempo más. Creímos conveniente llegarnos a
Brandsen para comunicar a quien sea. Al llegar a esta localidad (antes
de tomar la curva que comunica con el centro urbano), volvimos nuestra
vista y aún permanecía el objeto en su evolución insólita. Todo esto
ocurre en un tiempo de 120 minutos desde nuestro contratiempo mecánico
y, por lo tanto, desde el momento en que observamos el objeto. En
Brandsen tratamos de comunicar el extraño caso a la agencia YPF (NdR:
estación de servicio de combustible, de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales), pero sus moradores ya habían clausurado el servicio (2 de la
mañana); así que golpeamos la puerta y a poco de tratar de explicarles,
como era de esperar, nos cerraron la entrada".
“Tuvimos desde ese
instante especial cuidado de referir nuestra experiencia. En principio,
fueron nuestros familiares y luego nuestros más allegados amigos.
Estudié este asunto durante largo tiempo de observación. Indudablemente,
cabría llenar páginas de todo lo visto y de las deducciones que obtuve
en esa oportunidad”.
Hasta aquí el testimonio vívido, espontáneo,
de quien fuera uno de los testigos y protagonistas del singular caso.
Fallecido tres años después de escribir estas líneas, su esposa nos
orientó en la búsqueda de aquel compañero de viaje, a fin de confrontar
las versiones del espectacular episodio. Así ubicamos a Mauro Esteban
García. Nuestro próximo entrevistado.
[1] La Razón dice García, pero
debe ser error por Atencio. La señora de Atencio recuerda muy bien la
grabación del testimonio de su esposo en posesión de la Aeronáutica,
mientras que García expresa que jamás fue entrevistado por miembros del
Arma. También el periódico indica como fecha del episodio el 20 de
septiembre de 1954, en discordancia con lo expuesto por los testigos: 24
de mayo de 1952
Entrevistas con Mauro E. García:
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Mauro E. García. |
Las mismas se desarrollaron en diciembre de 1986 y febrero de 1987, en su domicilio. Su relato es el siguiente:
“Viajaba
con Federico Atencio totalmente despierto, no habíamos bebido ni comido
en exceso. Veníamos conversando tranquilamente de nuestras cosas,
cuando vimos eso. Era la ruta que viene de Monte, a Brandsen, un camino
por entonces de tierra. Estábamos a mitad del camino cuando
repentinamente se nos cruzó como una luz muy intensa, muy fugaz, con
una velocidad fantástica que se introdujo en un campo, llano; por eso
pensamos que no era una cosa normal. A cada lado del camino había
alambrada, y esa luz, ese objeto, lo que fuere, le pasó por encima y se
perdió inmediatamente. Vimos una cosa tan rápida que no alcanzamos a
divisar más. Nos quedamos entonces ahí detenidos, un rato, pensando con
mi compañero Federico, y sólo después seguimos viaje a Coronel Brandsen.
Cuando arribamos, lo hicimos a una estación de servicio que está en la
curva del camino, y nos dirigimos a cargar nafta. En esas
circunstancias, se me ocurre mirar hacia el cielo, en una costumbre de
siempre, y lo que pareció al comienzo que era una estrella, en segundos
se convirtió en una luz intensísima, aunque calculo estaría muy alta,
haciendo un movimiento de insecto, en zig-zag. Me detengo a observarla y
le pregunto a Federico: ‘Che, mirá allá a ese punto en el cielo, ¿qué
ves?’. Al principio no la veía, pero le insistí y cuando lo pudo ubicar,
porque él también era medio corto de vista[1], describió lo mismo.
“Todavía
pensando que estábamos con una visión ilusoria, que a veces se da
-porque uno cree que ve y no es nada más que una fantasía, un estado de
autosugestión, donde en realidad no existe nada de lo que cree estar
viendo-, bué, llamamos al empleado de la estación de servicio, le
apuntamos justo allá, y se quedó mirando un ratito. ‘Oh, que extraño
-dice- parece un helicóptero, por los movimientos, pero una luz tan
intensa no la tiene’. Nos quedamos una media hora y, de repente, en uno
de esos movimientos en zig-zag, giró y no la vimos. Creo que después
nos fuimos y continuaba la luz, el movimiento. Se trataría del mismo que
vimos antes".
“Nosotros pensamos que sería un objeto… pensamos
siempre que era un objeto extraterrestre, porque ningún aparato de acá
puede hacer lo que hizo: cruzar el campo hacia la derecha, que estaba
todo alambrado; nosotros conocíamos ese camino muy bien porque
continuamente íbamos a Azul y veníamos por esa ruta. No había ni un
pedacito que faltara alambre. Y para que cruzara tan rápidamente por
encima, no podía ir a ras de tierra, tenía que tener una cierta
elevación".
“Apareció a un costado del camino, ¡pero apareció tan
rápido!, que no se de dónde venía, cómo estaba, a qué altura se hallaba.
Fue una cosa que pasó, casi tocando tierra; justo enfrente de nosotros y
después por encima de la alambrada".
"Nosotros no vimos personas. Por lo menos, yo no vi. No, no, de eso no vimos nada. Vimos exactamente esto. No vimos nada más".
“Bueno,
cuando la vimos arriba (desde la estación de servicio) no se distinguía
nada, pero en ese breve instante en que nosotros observamos en el
camino, no era, sino parecía que había una pequeña sombra adentro".
“La
sombra era… como una luz que presenta una pequeña sombra. Acaso como
una lamparita, una luz cualquiera, que sale como una sombrita, que no
está totalmente limpia la luz. Por ejemplo, el de una linterna de caza,
que proyecta la luz, pero en el centro de la misma hay un cono oscuro,
bueno, eso es lo que vimos nosotros. No tan preciso, pero ahí no hay
vizcachas ni perdices, ¡no van a ir a cazar allí a esas horas de la
noche! Además, no hay instrumento humano que haga una luz de esas. Eso
es lo que vi. No se podía observar más detalles por la intensidad de luz
y por la velocidad".
“Cuando nos cruzó en el camino, estaría a
unos 300 m; luego se elevó rápidamente. Eso es extraordinario, porque no
necesitó hacer un desplazamiento muy grande para elevarse, sino que
prácticamente lo hizo en forma vertical. La luz tendría un diámetro de
más o menos 25-30 m, aunque era alargada, una luz redonda pero alargada.
Las manchas estaban adentro, en el medio de la luz, cuya intensidad no
permitía ver la forma; no era precisa. Estaba a unos 50 m, no más. No
recuerdo cuántas eran, se que vimos, pero no estaban todas juntas;
vimos, sobre todo en esta parte central, ahí es donde divisamos esas
sombras difusas. No tenían una forma determinada. Tampoco el color,
negra, gris, oscura; capaz que en vez de ser negra era verde o azul
fuerte, pero eso no se podía precisar".
“Nosotros veníamos de Azul
y pensamos en quedarnos unos días más, pero no lo hicimos porque al
otro día era festivo y queríamos estar con nuestras familias. Pero no me
olvido que al poco tiempo de haberlo visto, salió en La Razón que
personas que estaban en el barrio de la Boca, en Buenos Aires, lo habían
avistado y en la misma hora. Cuando llegamos a La Plata era de noche, y
fuimos a dormir. Entonces, fue al otro día cuando Atencio recibe el
periódico y, como nos veíamos todos los días, me dice: ‘¡Mirá Mauri!
-trayéndome el artículo-, esta gente ha visto lo mismo que nosotros’.
Porque la gente lo describía como nosotros lo habíamos visto, de la
misma manera".
“O sea que ellos lo vieron la misma noche y a la
misma hora que nosotros. Durante el viaje, comentamos nuestra
observación, pero después fuimos restándole interés. Le dimos
importancia cuando Atencio me trajo el periódico donde había salido que
otros habían visto eso, sino no lo habríamos comentado. ¡No le dimos
importancia! Sólo nos llamó la atención, así…"
“Haciendo un
cálculo, esto ocurrió alrededor de las 22 horas, a mitad de camino entre
San Miguel del Monte y Brandsen, podía ser a dos kilómetros más, o
menos. Conducía Federico Atencio su Plymouth convertible, cuando vio
esa luz que se cruzaba en el camino, ¡y frenó, clavó los frenos! Porque
al principio, no digo que nos asustamos, pero nos produjo una sensación
de… asombro, un estado de… ¡que no era miedo! Porque no pensamos que
podía ser algo que nos podía herir. Apareció de súbito, delante de
nosotros, desplazándose de la mano izquierda a la derecha. Era una noche
tranquila, con cielo estrellado, y algo fresca. Porque nos bajamos del
automóvil, prendimos los faros, y tratamos de ver si había alguna
huella. Nos había llamado poderosamente la atención el modo en que
cruzó la alambrada. Pero no vimos nada. Al objeto, claro está, lo vimos
desde adentro del auto, pero al bajar lo hicimos para pensar un poco qué
era lo que habíamos visto, y luego para ver si…, porque suponga que
está en el camino y se viene, de repente hace así, pero en forma
velocísima, ¡ni siquiera se puede pensar de dónde venía! Y esto fue
fugaz, segundos en que hizo todo el recorrido. Esas manchas las
observamos estando a unos 50 m, tal vez menos. Después, se elevó, se
perdió; nosotros no la vimos y se elevó sin hacer ningún desplazamiento
horizontal para tomar fuerza y elevarse. Luego que pasó la luz, fue
cuando nos bajamos con Federico, diciendo: ‘¿Qué es esto?’. Estábamos
asombrados tras ver esa luz blanca, caro el diamante".
“Respecto a
otras versiones, hay gente que hace mucha fantasía de las cosas; por
eso es muy difícil determinar con precisión. No se podía precisar más.
Todo lo demás podría ser una fantasía. La verdad que el asunto del plato
volador no lo habíamos analizado, no estaba en nuestra mente. Lo que
vimos era ese objeto tan extraño que no podíamos determinar de qué se
trataba. Tal vez sólo lo mencionamos al pasar, pero nada más".
“Por
entonces tenía 39 años -nací el 20 de diciembre de 1914- y, aunque nos
hemos formulado esa pregunta, siempre creí que al no tener una base
cierta, ¿para qué pensar que se trataba de un objeto extraño, algo tan
especial como un OVNI?, ¿con qué fundamento? En cambio, hay gente que
le gusta la fantasía y…"
“Federico (Atencio) diría exactamente lo
mismo. A lo mejor, podría decir las cosas con un poquito más de detalle,
porque… teníamos diferencias; él podía ser un poquito más ¿no?, de
acuerdo a su temperamento. Pero la versión en sí, o sea el fondo del
asunto, es exactamente eso, lo que vimos nosotros dos. Quizá, ¿sabe
qué?, él podría haberse imaginado un poco más, porque era medio…
imaginativo, tenía inclinaciones medio bohemias. Eso sí, tenía mucha
cultura, mucha más que yo. Mi socio era ingeniero y yo apenas hice hasta
el tercer año del secundario y abandoné. Tenía respecto a mí unas
pequeñas diferencias en la forma de expresarse, de darle el detalle;
pero en esencia es lo que le he manifestado: ‘Vimos cruzar en el camino
una luz muy intensa que se desplazaba a una gran velocidad, de una forma
semiredonda, en la cual alcanzamos a divisar algunas sombras difusas.
Luego la luz se elevó rápidamente y la perdimos de vista. Al llegar a
Brandsen, en la estación de servicio volvimos a ver un objeto luminoso
que se desplazaba rápida y zigzagueante en el firmamento. Le preguntamos
al encargado de la estación si él divisaba algo y nos describió lo
mismo que veíamos nosotros’”.
Las entrevistas con Mauro Esteban
García se desarrollaron de manera distendida y amable. Ante la
posibilidad de que el testigo pudiera ocultar o reducir en forma
deliberada la extrañeza de su experiencia[2] (tras haber confrontado la
versión de su amigo F. Atencio), intentamos disuadirlo de tal
hipotética idea. Sin embargo, mostró firmeza en sus declaraciones y no
eludió nuevas preguntas. En cambio, pudimos advertir cierto énfasis
puesto, por un lado, en la simpleza -sin adornos- del avistamiento y,
por otro, en el propósito de respaldar su testimonio de modo coherente
con el de los demás testigos (Federico Atencio, el empleado de la
estación de servicio de Brandsen, etc.), forzando o negando cualquier
desacuerdo. También observamos algún titubeo y signos de ansiedad cuando
señalamos la posibilidad de un plato volador y de la presencia de
personas, conforme a la descripción de Atencio, con quien -concluye
reconociendo- ha tenido sus “diferencias”.
Algunos comentarios sobre los relatos
Los
testimonios de Mauro García y de Federico Atencio nos ofrecen notables
discrepancias. Especialmente, entre las “sombras difusas” de García y
las “dos figuras casi humanas”, descriptas por Atencio. En terreno de
las hipótesis, cabría suponer que Atencio y García -sentados juntos en
el automóvil-, han visto cosas diferentes. Y si no fuera así: ¿Hubo un
exceso imaginativo?, como lo sugiere García. O la contrapartida, ¿será
el temor de ver manchada la reputación, admitiendo la ocurrencia de un
hecho totalmente desusado?, como lo sugiere la señora de Atencio.
No
obstante, existen algunas circunstancias en las que concuerdan. Por
ejemplo, la lectura al día siguiente del vespertino La Razón, que
reavivaría el interés por sus propias experiencias. Según M. García,
otras personas “lo describían como nosotros lo habíamos visto, de la
misma manera (…) la misma noche y a la misma hora”.
Respecto a la
ubicación y el aspecto que presenta la Luna aquel sábado 24 de mayo de
1952, según datos proporcionados por Carlos Demaría, el astro se sitúa
al NW, bajo el horizonte y con una incipiente fase lunar. En otras
palabras, no había Luna visible, coincidiendo con la descripción
brindada por el Ing. Atencio. El avistamiento se da, pues, en el marco
de una noche oscura.
Respecto a los testigos, es evidente que nos
hallamos ante “un proverbial desencuentro”, cuya controversia resultó
imposible dirimir en esta investigación. A las primeras encuestas
realizadas por el suboficial de aeronáutica Roalde Moyano, ceñidas al
extraordinario relato de Federico Atencio, le han seguido las
declaraciones de Mauro García como testigo directo, tras la muerte de
aquél. Es probable que la verdad surja alguna vez, o se perpetúe el
interrogante. Pero es seguro que con semejantes contradicciones, hay una
realidad que no podrá alzarse ostentosamente para aclamar su
existencia.
Referencias bibliográficas
(1) La Prensa, Buenos Aires, 1° julio 1967.
Banchs, Roberto. La investigación de los OVNIS en la Argentina, en rev. Auge, Buenos Aires, n° 2, agosto 1979, ps. 10/14.
(2) La Razón, Buenos Aires, 11 julio 1966.
(3) El Día, La Plata, 15 noviembre 1967, p. 6.
[1]
No obstante, al final de la entrevista volvimos sobre el tema y le
preguntamos a García si para esa fecha usaba lentes, a lo que respondió:
“No, no. Ni Federico (Atencio) tampoco. Ninguno de los dos usaba. Ni
tampoco para leer”.
[2] Al conocer las declaraciones de García, la Sra.
Ada C. de Atencio, manifestó que García “teme que lo tomen por loco.
Desde un comienzo no quería hablar del asunto, pensando que no le
creerían. No desea manchar su reputación admitiendo lo que sucedió”.