El caso del contactado cubano Enrique Arias Segredo
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Enrique, durante la entrevista (Foto: Carlos Heredero) |
Me nombro Enrique Arias Segredo, tengo 63 años, soy casado, y actualmente jubilado, pertenecí a la alta burguesía cubana. Posteriormente fui combatiente clandestino en la Ciudad de la Habana. He sido condecorado con varias órdenes.
Desde el año de 1956 tengo contactos cercanos de tercera clase con OVNIs y ETs.
En la vida cotidiana para mí es muy común encontrarme con experiencias de este tipo. Mucho más aún desde que comencé a estudiar y a practicar el Siddma Yoga o yoga de los poderes extrasensoriales.
Testimonearé sobre dos encuentros cercanos los cuales me sucedieron uno en alta mar y el otro en operaciones militares de tropas guardafronteras, en 1984, en el actual municipio de Santa Cruz del Norte. Y el otro a nueve millas naúticas frente a este municipio.
El OVNI licuado
En 1943, tenía 3 años más o menos, y estando en la casa de mi tía Virginia Segredo, madre del actor de cine y TV Enrique Almirante, que vivía en aquella época en la propia calle de Virtudes entre San Nicolás y Manrique, número que no recuerdo y que era al lado de "La Gaceta de Cuba", cuya casa ya está demolida; era una casa de unos tres pisos.
Me encontraba con mi abuela Victoria Pantoja en la casa de al lado, que eran dos habitaciones, con una larga azotea y daba por la calle de Virtudes.
Serían aproximadamente las 13:00 horas (1:00 p.m., N. del E.) y estando jugando en el patio pude observar que un objeto circular, que venía del sur de la isla, sobrevolaba todas las edificaciones a unos 200 metros de altura. Por lo que recuerdo aún no habían construido el edificio del cine América, que está en la avenida Galiano. El objeto que volaba no hacía ruido, ni era un aeroplano. Tenía las siguientes características muy notables:
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figura 1 |
a) No tenía la figura de un OVNI, aunque después de verlos años después, considero que ese objeto pudo haber sido un OVNI, pero estaba como "licuado" (ver figura 1), era como si a causa de una energía determinada, la materia se licuara y se formara con energía centrípeda una tortilla que giraba inestablemente, como quien va a perder el equilibrio pero lograra estabilizarse. Se inclinaba a lados opuestos pero siempre volviendo a estabilizarse y lo más importante sin perder altitud, velocidad y dirección del vuelo.
b) Tendría el grosor de 3 - 10 mm. Era como si una hoja circular de cristal volara.
c) Conociendo, como conozco ahora las leyes que controlan el Universo, pienso que ese OVNI, se desfasó al entrar en la dimensión en que habitamos y lo que yo vi fue el OVNI convertido en energía, que por leyes que aún desconocemos, ellos no pudieron materializarse en la cuarta dimensión que es el tiempo (veáse el Kriya Yoga); y seguían unidos quizás porque su vuelo estaba guiado por computarización.
El objeto-OVNI se adentró en el mar rumbo norte. Todo el que lo vio se quedó perplejo.
El primer encuentro
El primer encuentro que tuve tendría yo como 4 años de edad y fue en mi casa, cita en la calle Virtudes número 410, entre Manrique y Campanario, en los altos.
Estaba en ese momento solo en mi cama; mamá había salido a la bodega.
El cuarto de mis padres tendría unos 6 x 4 metros, yo estaba jugando en la cama-cuna, me incorporé sobre mis pies, y recostado sobre la baranda me cegó de repente una luz intensa -como un flash- que centelleó en la habitación.
Entre la cama de mi padre y mi cuna, habían 1,5 metros de diferencia.
Allí ipso facto, después del flash, aparecieron a mi lado, uno detrás del otro, dos figuras.
El cuarto imanó en ese instante, algo que jamás he olvidado, a pesar de los 55 años transcurridos, y era que una dulzura y amor (muy característicos) inundó el aposento, sentimiento éste que nunca sentí, ni con mi propia madre (pienso era el amor que Cristo nos habló en el nuevo testamento).
De pie delante una mujer, pienso ahora que no pasaba de 24 años, hermosa, vestida de un túnico que le cubría pies y cabeza, de un color amarillo muy pálido; donde debieron de existir botones o zipper desde la parte baja del cuello, como la luz de neón, una franja de una pulgada de ancho de una línea de oro refulgente. Se viró hacia mí y me sacó de la cuna cargándome.
La otra persona -asómbrense- era un ángel vestido de blanco, era albino, con dos ojos negros como azabache. En sus manos tenía una enorme espada (del tipo de los cruzados) de más de un metro y medio, con la punta hacia el piso.
Le agarré con una mano una pluma y traté de arrancarla, cosa que no logré (era muy áspera y fuerte, de color blanco). Él me miró fijamente, no dijo nada, ni se rió.
Ella me dijo que era muy hermoso, y me colmó de abrazos y besos.
Me dijo que era Miriam. Durante todo este tiempo, no me abandonaba esa sensación de dicha infinita, de un cariño muy grande. Ella movía los labios cuando hablaba y yo "sentía" su voz no en el espacio, sino en mi oído.
Debo significar que la espada del ángel, tenía la hoja "azul". Ella se sentó en la cama de mis padres, acariciándome como una madre a su hijo, oh Dios, que dicha.
Me besó y me depositó en la cuna, se pusieron de nuevo, ella delante y él detrás de ella; en unos instantes otro flash, "paaf" y se evaporaron.
Procediendo de una familia de la alta burguesía, al ir varias veces a Europa, y visitar distintos castillos y salas de armas, siempre pregunté con los curators (conservadores) por el acero azul, y un anciano en la sala de armas en la Torre de Londres, me manifestó que el secreto del Oro Azul hacía más de mil y pico de años se había perdido su aleación.
Desde aquel cercano encuentro, cada vez que estoy en dificultades de vida o muerte, e invoco la presencia de la madre del Señor, ella me salva.
El segundo encuentro
Teniendo unos 5 años de edad, en la misma casa de mis padres, calle Virtudes número 410, entre Manrique y Campanario, Ciudad Habana, altos, estando parado en el balcón que da a la calle Virtudes, serían aproximadamente las 09:00 horas (de la mañana; N. del E.) no recuerdo el mes, y era aún durante la Segunda Guerra Mundial.
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figura 2 |
De repente veo que se comienza a formar con un humo rosado, una forma de "pantalla actual" de un televisor de unas 30 pulgadas. En aquella época en Cuba no había TV, ni en los EEUU tampoco (ver figura 2).
En esta "pantalla" de energía que estaba frente a mí en el espacio sobre la calle, observé un cubículo donde habían unos cojines en el suelo, como en los países árabes, y en el fondo comenzó a incorporarse un individuo.
En realidad no puedo determinar su estatura porque en un set uno no puede saber si es chico o grande.
Me pellizqué la mano inadvertidamente contra el fierro del balcón y me dolió por lo que estimo que no estuve soñando despierto.
El hombre se acercó a mí, las facciones de su rostro oval, eran asiáticas, como de la Mongolia. El pelo blanco, canoso le llegaba más allá de los hombros. Ojos oblicuos, sin pupila, movía su boca y yo en mis oídos escuchaba en mi lengua.
Estaba vestido de una larga bata color gris claro, la tez de su piel era blanca. Tenía una cinta plateada sobre la bata, rectangular, que rodeaba su cuello, y otras tres sobre la manga del antebrazo.
Comenzó a decirme consejos, como un padre a un hijo malcriado, que me portara bien con mi madre y mi padre, que no fuese irrespetuoso con mi madre; le pregunto quién era él. Me contesta: yo soy... en ese instante, siento detrás de mí, algo que se desploma, y al girar veo a mi madre desplomada en el piso. Miro al frente y veo como la imagen se desvanece en el espacio. Salí disparado a la cocina y busqué a Isolina Díaz, que era la cocinera, la que sacó a mi madre de su desmayo. Ella le contó a mi padre lo que vio. Él a su vez me hizo preguntas.
El vuelo
En 1946 o 1947 volamos a Europa en un "Superconstelation" de la Pan Am. En Francia mi padre me llevó a la casa del último sacerdote druída, que era un venerable anciano, de larga barba canosa. Su casa estaba situada en una callejuela estrecha, con muchos cristales rectangulares.
Ya en su presencia, salió conmigo al patio, me puso las manos en la cabeza y elevó su mirada al sol; así estuvo 10 minutos y volvimos a la casa y conversó con mis padres largo rato.
A la vuelta a La Habana papá me lleva a ver la primera película de "Superman" en el cine "Radiocine", hoy Jigue. De regreso a mi casa no se me quitaba la idea de volar como él.
Nuestra casa tenía un patio interior con pasillo de una longitud de 40 metros, con una altura de unos 8 metros, que son más o menos dos pisos de altura de los de hoy.
-Bueno - Voy a mi cama, cojo mi sábana, me la amarro al cuello, me subo en la baranda que da al comedor y comienzo a decir en voz alta:
- Voy a volar, voy a volar, etc., etc...
En aquella época, en los bajos de mi casa, tenía la consulta un afamado gineco-obstreta, el doctor Galainena, el que allí entre otras cosas hacía abortos a las féminas de la "high life", y el patio de abajo estaba repleto de jóvenes, con sus familiares cercanos.
Pues me lancé horizontalmente y ...volé en el aire y cuando me faltaban 0,5 metros para alcanzar la otra baranda, y me di cuenta de la hazaña me dije "¡coño, estoy volando!", krack, se rompe el hechizo y con él la sustentación y comencé a caer, pero no de golpe, sino que algo sostenía mi cuerpo y cuando faltaban 0,75 metros fue que caí en medio de los chillidos generales de aquella caterva de mujeres, de la que me rescató el doctor Galainena. Y una señora mayor, le dijo: "él iba volando, y de repente comenzó a perder altura despacito, despacito, yo se lo juro".
En el hospital me reconocieron, todo estaba en su lugar, no había golpes. Nueva entrevista con mis padres.
Nuevos viajes, visita a Londres, al Vaticano, a San Pedro en Roma, conozco a Pío XII.
Toda la familia me miraba como un bicho raro.
La nube rara
Durante el Año Geofísico Internacional, 1956, salimos un día de marzo a la pesca del bonito, en la goleta "El Pinero", matrícula de Guanabo, de vela y motor. Mi padre, Enrique Arias Soto, Manuel Arias, Maximino Arias, dos sobrinos de mi padre y yo.
Cuando dejábamos a nuestras espaldas la punta de la chimenea del central "Hershey" (Camilo Cienfuegos) al NNE distingo a medio cable del barco, una gran nube blanca, pegada al mar, flotando sobre ella (ver figura 4).
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figura 4 |
Le pregunto a mi padre la razón de ese fenómeno, y me contesta que la nube "estaba cogiendo agua", para después lloverla.
Intrigado, aceleré los 300 HP. El piso del "Pinero" trepidó y comencé a estrechar la distancia entre nosotros y el barco.
Faltándonos menos de 200 metros, puff, la nube desaparece, y oh maravilla, atónitos nos quedamos cuando observamos suspendido sobre la superficie del mar a unos cuatro metros de altura sobre el océano una estructura metálica, con escotillas, de submarinos del tipo segunda guerra mundial horizontales, sin superestructuras ni castillos, sólo de unos seis metros de grosor y unos 80 metros de longitud, quizás más (ver figura 5).
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figura 5 |
Al viejo se le cayó el tabaco de la boca.
En la cubierta de la nave miles de hilos de agua caían con finos chorros de agua.
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figura 3 |
Detuve el barco y me mantuve al pairo. No se veía nadie a bordo. Cesó el agua, y subió unos 300 metros de altura, paró en seco y sin ruido y horizontalmente se movió hacia arriba nuestro; en el diámetro central tenía un orificio oscuro, por donde salieron pequeñas llamas de candela, como en una cocina de gas (ver figura 3).
Papá sacó de la cabina una Thompson, y apuntó. Le dije: "Deja eso viejo, que esa gente, si hubieran querido, hace rato nos hubieran desaparecido del mapa".
De repente y después de permanecer como 20 minutos sobre nosotros, y a una velocidad extraordinaria, dejando su propio diámetro (hueco; N. del E.) por el vacío entre las nubes, se perdieron sobre el zenit nuestro.
Papá dijo: "Cuando lleguemos al puerto de Guanabo ni una palabra a la Marina de Guerra". Y así fue.
Desde la playa de Bacuranao
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figura 6 |
Año 1979. Encontrándome en un servicio operativo en una emboscada que estaba ubicada en el primer piso del torreón de Bacuranao, y siendo alrededor de las 05:40 horas, no recuerdo el mes y el día y esperando el amanecer, comienzo a observar que a unos 40 metros en el mar, frente a la posición en que nos encontrábamos, algo comienza a salir debajo de la superficie marina. Le ordeno al combatiente apuntar hacia aquello y le indico como jefe del Servicio Operativo que la orden de fuego yo se la daré.
El muchacho, que es del SMG (Servicio Militar General) apunta con la ametralladora; el objetivo tiene ya todo el cuerpo fuera del agua, los primeros rayos del sol se reflejan sobre su estructura de plateado titanio (ver figura 6).
¡Deja el arma en el suelo y sepárate de ella!... le indico. Era de la misma forma del trompo de Brick-Braford, tendría unos 80 metros de diámetro y unos 70 metros de altura. En ese entonces estaba construido un solo doce plantas en Alamar (edificio de microbrigada social; N. del E.), el de "Vanguardia Socialista", y la Superior de Guerra aún se construía.
Bajamos de la torre. Mentalmente, me dirigí a los tripulantes de la nave, que detúvose casi arriba de nosotros; aún goteaba agua. Se detuvo sobre la Escuela Superior de Guerra "General Máximo Gómez" y aceleró su desplazamiento a las 9:00 horas, al oeste. Se detuvo momentáneamente a unos 100 pies sobre el edificio de 12 plantas ya mencionado, y cuando amaneció totalmente, tan rápido como la luz, pero sin ruidos, trepó a 45 grados oeste y se convirtió en un lucero en el firmamento.
Le dije al soldado que si manifestaba lo que habíamos visto quizás pensarían que estábamos locos.
Cerca de Jibacoa
Era 1983 o 1984. Durante las operaciones militares que se llevaron a cabo en nuestro país un día X en el verano de uno de los años de la década de los ochenta, se produjeron dos hechos provocados por elementos contrarevolucionarios en las provincias de La Habana y Ciudad de la Habana; en la respuesta a estas actividades, las fuerza de las tropas Guardafronteras y otras fuerzas militares cercaron, cerca de la población de Jibacoa (del este de la Ciudad de la Habana) a un grupo enemigo, cerco total por los cuatro puntos cardinales. Considero que allí habrían 5000 individuos de ambos sexos.
Al llegar la noche un por ciento proporcional, en el que me encontraba yo, nos encontrábamos a lo largo de la carretera que iba al pueblecito de Jibacoa. El cerco estaba detenido, hasta la nueva alborada no habría operaciones.
Estábamos sentados al borde de esa estrecha carretera, una persona cada 1,5 metros, por ahí no podía pasar ni una mosca; en la parte norte quedaba a unos 5000 metros la costa y más personas, y entre ambos, monte, un cayo de monte y una pequeña presa (ver figura 7).
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figura 7 |
Al oscurecer, nos alimentaron, cerca de la 01:00 a.m., a mi lado estaba el reservista Vicente Díaz Díaz, trabajador de la Empresa de Perforación de Petróleo del Occidente, militante del PCC; de repente pudimos observar que procedente del este y a unos 10 metros por arriba de los postes eléctricos que iban paralelos a la carretera, a lo lejos se acercaba a nosotros una luz roja intermitente, que tenía una intermitencia de 10 segundos, primero a su izquierda -10 segundos- a la derecha, de color rojo.
- "Mira"- le dije a Vicente - "ahí viene el Comandante en Jefe en helicóptero".
- "Seguro", dijo Vicente.
Pero precedida de la luz, y del supuesto helicóptero, venía a nuestros oídos, de miles de gargantas un prolongado ¡Ohhhhhhhhhhh! de admiración o de dudas, y era porque aquello se podía precisar el bulto, se movía sin hacer ruido y llegando a nosotros (¡que casualidad!) se desvió 200 metros al sur y colijo que aterrizó porque saltaron muchas chispas rojas y no prosiguió su avance.
Todo el personal a lo largo del trayecto estaba muy intranquilo (calculo que unas 2000 personas lo vieron).
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figura 7 |
- "¿Qué crees de esto?" le pregunté a Vicente.
- "Eso son cosas de muertos, Enrique", me contestó.
- "Bueno", me levanté, me puse el AKM con el cañón para el suelo, tomé la linterna de tres pilas, "ahora vengo, voy para allá".
Crucé la cerca, era un potrero, la hierba de guinea estaba alta y cubierta de rocío, llevaba caminando unos 300 pasos, cuando tropecé con todo mi cuerpo contra algo, y caí despatarrado de espaldas, como si hubiera tropezado contra un poste.
Me levanté, cogí la linterna y caminé con cuidado hasta volver a chocar con una pared invisible que se levantaba frente a mí.
Alumbrando con la linterna, pude ver que refractaba la luz.
Apagué la linterna y comencé a hablar con la mente, una suave brisa me refrescó. Pero la pared siguió; regresé.
Al amanecer volví, toda la hierba de guinea estaba aplastada en un diámetro grande, unos 40 metros, y en el centro, quemado.
Esta misma luz roja intermitente, moviéndose sin ruido, la había ya observado yo durante decenas de servicios operativos, pero sin detenerse.
Yo pienso que este tipo de OVNI es una nave tripulado o no, de exploración. Si supiera la distancia que existe entre poste y poste que cruzaba en unos 3 segundos, basándome en la fórmula del artillero V=E/T podría saber la velocidad, que no era mucha.
Afirmo que casi siempre estas naves nos estaban observando, quizás cuidándonos, ¿por qué no?; considerando que podría ser para ellos el ejemplo social de Cuba algo interesante, o vaya a saber.
De lo que sí estoy seguro es de que en nuestro planeta hay varios grupos intergalácticos y que no es de su interés el intercambio con grandes potencias de muerte y destrucción que todos conocemos. Sus bases están en el mar, o en grandes cordilleras, alejadas de la mortífera curiosidad de los terrícolas, y de su espíritu destructivo y maléfico.
La tormenta del siglo
Al suroeste de mi hogar, y a unos 45 grados de altura, durante tres años consecutivos y en el mismo lugar salía de las 8 p.m., un objetivo, que asemejaba un núcleo, con una masa fosforescente de color amarillo intenso. Ese objetivo, al que hoy no sé si fue o no una gran nave o lo que fuera, salió a nuestra atmósfera, todos los días en el mismo lugar, lo que es contrario al movimiento de los planetas y sistemas que nos rodean que aparecen periódicamente.
Tres meses antes, había tenido yo un sueño en el que vi que Guanabo, estaba destrozado, y todos los postes telefónicos y eléctricos estaban tirados en dirección sur-norte.
Por lo que le comuniqué al R.P. Troachio de la iglesia de Playa Hermosa que lo acogió escéptico.
Llega el día de la llamada "Tormenta del Siglo". No sé que me dio, y subo al techo de la casa enfrente a la mía de placa.
Me siento en el techo y canto una mantra y me pongo en sintonía con el objetivo. De repente observo que el objetivo pierde la luminosidad, pero su estructura permanece con el color amarillo, y comienza a moverse. Baja de altitud y varía su rumbo al noroeste.
Llega un momento que lo pierdo de vista; mentalmente le doy mi posición. Me levanto, bajo de la placa (azotea) y subo a mi dormitorio, era cerca de la media noche.
Me siento en la cama, mi mujer duerme, son cerca de las 01:30 horas. Un aire violento comienza a zarandear mi casa que es de madera, relámpagos continuos e intermitentes alumbran la tierra y los contornos.
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figura 8 |
Miro por la ventana, las nubes que son grises tocan la tierra. Mi esposa me abraza horrorizada, comienza a volar el techo de mi casa, estallando el fibrocemento.
Cuando esto sucede, lanzo un grito ¡Cristoooo¡ que lo escucharon los vecinos.
Cesa el viento de facto y queda una lluvia pertinaz, muy fina.
Al amanecer todo estaba como había soñado, el cura me dijo que los caminos del señor eran inescrutables. Los postes como los vi en sueños. Acabó con el tendido eléctrico. Y todo "sin ruido" salvo aquello que emanaba de lo que caía o se rompía.
Dos años después leyendo a la Master Blavatsky, me doy cuenta que pude acabar con nuestro sistema, o con el planeta Tierra. Increíble.
Desde ese momento nunca más durante mi meditación he usado la "Ley de los Milagros" contra algo que flota sobre nosotros, por algo nosotros estamos hechos a la semejanza del Señor.
Tuvieron que pasar otros años para encontrar respuestas a mis dudas al leer la vida del ilustre Sarami Paramahansa Yogananda, porque aquí en Cuba, nunca hemos tenido un Guru (maestro) que nos guíe.
¿Qué fue lo que sucedió en realidad?
Bueno, yo pienso que la masa bruta del objeto era superior a la masa de la gravedad terrestre, más su velocidad de desplazamiento.
Creó el desequilibrio atmosférico que provocó la llamada "Tormenta del Siglo", dejemos a los físicos las fórmulas físicas. Ver fig 8.
Mi casa aún está semi-destruida y en mal estado, con cicatrices visibles del acontecimiento.
Un cambio en mi vida
Durante el mes de agosto de 1989, me encuentro con un pariente que había ido de viaje a Puerto Rico, y veo en su casa un libro Yoga por vez primera en mi vida, y la foto de una Swami Gurumaya.
Me pongo a observar la foto y comienzo a decirle mentalmente lo hermosa que era, pero que tenía cierta tristeza en su mirada.
De repente de sus ojos parten hacia mí en forma de espiral y con los colores del fuego (amarillo y naranja) y me cubren todo el cuerpo, dejándome en un estado de gracia o placer muy agradable.
Manifiesto esto porque desde ese instante mi vida cambió completamente, haciendo un giro de 360 grados, por ejemplo.
Nunca había pintado. Comencé a pintar. Nunca había curado a nadie, comencé a sanar y a limpiar a personas. Recordé las palabras de Cristo: "…Aquel que tenga fe en mí podrá hacer lo que yo hago..."
Me refiero a esto porque a los pocos días de encontrarme en la casa de Concepción Permuy con la foto de Swami Gurumaya, me encuentro en un latón un libro en inglés del Siddha Yoga y comienzo a practicarlo y a revelárseme otro "mundo paralelo".
Por ejemplo, un día me llaman y me indican que tenía que levantar o poner en disposición combativa a dos pelotones de la reserva de las Tropas Guardafronteras de la unidad TGF de Guanabo. Localizo al jefe de un pelotón y cuando llamo al segundo jefe de pelotón, que era un reservista que era candidato a doctor en bioquímica del Instituto de Investigaciones Fundamentales del Cerebro, en el Nuevo Vedado.
Pues marco el número y llamo, y el teléfono a dar timbre y timbre y nadie sale. Coño, y lo lejos que está el Centro, detrás del Cementerio.
Me tiro al piso y canto una mantra. De repente veo frente a mí que en el espacio, sobre el piso, hay una serpiente que se mueve lentamente a favor de las manecillas del reloj. Cuando la cabeza llega al centro de la espiral siento en mi oído, una voz que me dijo ¡ahora llama!...
Marqué de nuevo el número, dio timbre varias veces, lo cogen y siento una voz algo nerviosa de una mujer que me dice: - ¡Oiigoo¡...
-¿Es el Infunse? Le pregunto.
-Sí señor...
-Por favor con el bioquímico José Martínez (Pepe Cebolla) en el laboratorio del sótano, por favor.
Sale Pepe, le doy la contraseña y cuando voy a colgar, mi amigo me pregunta: ¿Cómo pudistes comunicar?
-Contra, por teléfono. -Pero es que este teléfono, a 150 metros de aquí, frente a Cartografía y Catastro, la línea está cortada y el cable arrollado allí, y entre ese lugar y este no hay cables, la pizarra telefónica está contra la pared. Aquí está en Instituto en pleno, y el director, Dr. Nivaldo Hernández, quiere hablar contigo.
Por supuesto solo le manifesté que yo hice la comunicación porque era un Siddha Yoga, y nada más. Así esto no trascendió.
Ahora curo a las personas adoloridas o les calmo el dolor por algunos días usando la vista o la imposición de manos, pero sin tocar el cuerpo.
El chorro de luz
Estando trabajando como custodio en los antiguos almacenes de Autoimport, en Santa María del Mar, loma que guardaba piezas de motos y autos, durante 1993, y encontrándome de guardia en el almacén de las motos, en la parte posterior de los almacenes.
Un día del mes de marzo, alrededor de las 02:00 horas, me puse a recordarme del momento en que el maestro Jesús de Nazareno estaba orando en Getsemani y una masa de luz lo iluminó irradiándolo de energía.
Nada más evoqué esto. Estaba encaramado en el muro del almacén, sentado en un butacón, y que está levantado a 1,5-2.0 metros sobre el nivel de la calle que muere perpendicular en dicho almacén. En dicho lugar dobla a ambos lados, al este y al oeste. Cuando la calle gira al oeste, aún baja 1,5 metros más, quedando la posición que ocupa a más altura como una atalaya.
A unos 10 metros corre una cerca de concreto de unos 8 metros de altura que circunda casi toda la instalación.
De esta forma, cuando estoy pensando en ello, me levanto de un salto, me pellizco para ver si estaba soñando o no, y me dolió, por lo tanto, estaba despierto.
Del cielo salió un chorro de luz (el cielo estaba nublado) el chorro de masa de luz o de energía, tendría un diámetro de 2 metros, y cayó perpendicular a la superficie de la tierra, a unos 30 metros de donde yo me encontraba. Pero debo precisar que cayó o alumbró inmediatamente detrás de la muralla de concreto, sobre un pequeño cayito de plantas o arbustos que sobresalían de la vegetación de hierba guinea.
La luz era lechosa, entre blanco-amarillenta. No era una luz como las que conocemos aquí entre los terrestres. Era fija y no vibraba. Yo no podía pasar por ningún lugar, no podía saltar la cerca. La luz estuvo 30 minutos allí y después paffff, se apagó. La posta más cercana estaba a 200 metros, me dijo que debió haberse quedado dormido y que no vio nada.
Dos años antes en las Alturas del Balcón de Justiz, cerca de las antenas parabólicas, un OVNI, visto por la población que se lanzó a las calles, alumbró toda la zona como el día. Dos reservistas de nuestra U/F TGF nos relataron todo, los hermanos Cao.
Sin embargo yo solo había recordado un hecho bíblico del Nuevo Testamento.
Aunque era Yoga, aún no había estudiado a Swami Yogananda y al Kriya Yoga.
El objeto enorme
Siendo el año 1993 y realizando un servicio de verificación motorizado en la unidad de Tropas Guardafronteras del este de la Habana (TGF), en un jeep en compañía de Manuel .......... y otros 2 reservistas, entre estos una mujer, y encontrándonos en la casa de Teresa Gómez, afamada ceramista, observamos que al oscurecer el cielo, ya oscuro, iba cogiendo tonalidades desde el azul oscuro, rojo cadmio, rojo vino, y púrpura.
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figura 9 |
Nos despedimos de la compañera y partimos en el jeep para el lugar conocido como basurero de Tarará. A donde llegamos en medio minuto, encaramándonos arriba del primer búnker.
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figura 10 |
De repente pudimos observar que se acercaba al mar (a la superficie) un objeto enorme, cuya masa incandescente, que asemejaba un enorme crisol de fundición que tendría (según la escala de mis prismáticos un diámetro no menor de 100 metros).
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figura 11 |
A medida que se acercaba al mar, de las paredes del motor y hacia el centro de su eje central, se observaban ondas negras (de frenaje) que iban hacia el centro de una masa encendida que por el color rojo cereza que tenía, yo pienso que si hubiéramos tenido un pignómetro, hubiese tenido 1.500-1.800 grados centígrados (ver figura 12).
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figura 12 |
De repente no vimos más nada, había entrado en el mar, sin ruido alguno, entonces nos llegó un humo rosado que avanzó unos 20 metros por arriba del poste más cercano y por la dirección del viento, que era al sureste, nos pasó por arriba y nos provocó una sensación de picazón en la nariz y alrededor de la boca.
Todos los vecinos de Celimar presenciaron dicho fenómeno a unos 700 metros al oeste de, donde años antes, observé yo salir el trompo de Brick Bradford (el otro OVNI más sofisticado).
No hablamos durante el regreso. Los radiotransmisores no emitieron señales durante el fenómeno, y llegaron a la unidad TGF dañados. Yo pienso que con el decursar de los años, la tecnología ha variado. También que ellos viven en el mar por dos razones o tres:
a) Buscan minerales del subsuelo, ¿porqué no oro?
b) ¿Respiran por branquias? Recuerden que en 1956 vi un OVNI que salió del mar y comenzó primero a botar grandes masas de vapores en forma de nube y después finas gotas de lluvia.
c) Se protegen de la agresión antropogénica en las profundidades marinas, donde pueden criar peces y otras formas de vidas para subsistir. El salvavidas de Guanabo, compañero Lobo, pescando un día subacuáticamente observó un OVNI más bajo de él, que emitía señales luminosas, y cuando él siguió sumergiéndose hacia él, este se fue muy rápido.
d) Le sugiero a los lectores leer los Manuscritos del Mar Muerto, traducidos por eruditos hebreos, que hablan sobre... "el árbol de la vida que está en medio del mar"...