¿Astroarqueología? Descubren posibles referencias a los OVNIs en documentos del siglo XVII
Una narración de 1604 describe tres fenómenos extraños ocurridos en el mismo días. Los detalles.
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Imagen de la supuesta batalla OVNI de Núremberg representada por Hans Glaser.
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Los fenómenos OVNIs no son sólo propios de nuestra época. Los objetos voladores no identificados y los fenómenos inexplicables tienen presencia a lo largo de los siglos y, en algunos casos, han llegado a documentarse en valiosos escritos o dibujos para dar cuenta de ello en tiempos posteriores.
Así, se ha localizado una de las descripciones que más sorprendió a historiadores y amantes de la ufología: la narración que hizo el cronista oficial y comisario y procurador del condado de Ampurias, Jeroni Pujades, el 30 de septiembre de 1604. En ella, el prestigioso abogado describió tres fenómenos ocurridos el mismo día, entre la zona oeste de Catalunya, el Urgell, y la ciudad de Barcelona.
¿Una batalla entre tropas alienígenas?
En la primera descripción, Pujades describe que durante la mañana ya clara de aquel día, en la zona de las Belianes (actual municipio de la comarca de l’Urgell) “se vieron en el aire, pero muy bajos, cerca del suelo, grandes escuadrones de gente de armas que batallaban con gran furor y ruido de armas”. La explicación no detalla nada más que pueda recrearnos qué eran esos ejércitos armados que volaban en el aire a baja altura.
Algo similar se comenta en la segunda descripción del cronista, donde asegura que sobre la ciudad de Barcelona vieron sobrevolar algo así como una bandada de estorninos, pero “del grosor y negror de cuervos, pero de muchas piernas y alas como de langosta”. Una descripción que aún inquieta más que la primera, puesto que las mentes más imaginativas podrían relacionar esas supuestas aves con pequeñas naves volando en formación.
Pero siguiendo con el relato, Pujades deja testimonio que finalmente esa misma noche, cerca del monasterio de San Jerónimo de la Vall d’Hebron, se observaron “unos grandes rayos de fuego como barras muy claras”. En una época donde la proyección de la luz en forma de foco o láser no podía concebirse, ni probablemente imaginarse, describir cualquier forma de luz más allá de la natural debía ser algo muy complicado, de ahí la escueta información que Pujades da de lo acontecido aquella noche sobre el desaparecido monasterio de la montaña de la Vall d’Hebron.
Sea como fuere la percepción de lo ocurrido difiere notablemente en función de la época. Si ahora algunos podrían pensar en presencias alienígenas y batallas de seres de otros mundos en nuestro planeta, en aquella época se decantaban más por pensar en castigos divinos y reacciones celestiales. Así, el propio cronista cierra su relato encomendándose a Dios y expresando que “por su misericordia nos castigue según nuestros pecados”.
¿Explicaciones meteorológicas?
En aquella época, los fenómenos meteorológicos poco habituales “eran atribuidos frecuentemente a expresiones o castigos divinos”, explica Mariano Barriendos, profesor de Historia en la Universidad de Barcelona e investigador asociado al Institut Català de Ciències del Clima. Pero nada más lejos de la realidad, Barriendos es partidario de dar una interpretación más científica a lo acontecido en estos casos, como “algún tipo de tormenta eléctrica con fenómenos a baja altitud, en el caso de la ‘batalla de las Belianes’, o la caída de un bólido muy tangente que dejara chispas, bolas de fuego y gases encendidos, bastante equiparable al ruido de una batalla con las descargas de artillería propias de la época moderna”.
En este sentido el historiador ejemplifica otros casos donde a la lluvia rojiza, poco habitual, se la definía como lluvias de sangre, “con efectos anímicos terribles e interpretables para la sociedad de entonces como si Jesucristo llorara sangre”.
Barriendos explica que son varios los acontecimientos como estos que se describen en algunos documentos, pero que han pasado inadvertidos por los historiadores de diferentes épocas “por miedo a ser desacreditados, por lo que no se han hecho demasiados trabajos ni difusión”.
Otros hechos similares en Europa
Al margen de la interpretación más o menos científica que se pretenda dar a lo ocurrido aquel 30 de septiembre de 1604, hay quien relaciona la descripción de Jeroni Pujades con otra inquietante narración que tuvo lugar en 1561 y descrita por la ufología como la “batalla OVNI de Núremberg” o, más objetivamente, “el fenómeno celeste de Núremberg”.
En 1566 algo de “muy horripilante aparición” sorprendió a los ciudadanos de esta ciudad alemana en el momento de la salida del sol: esferas de color rojo sangre, azulado y negro o discos anulares cerca del Sol, “tres por ejemplo en fila, a veces cuatro en cuadrado, y también algunas solas y también se han visto entre esas esferas algunas cruces de color sangre”, se recoge en una octavilla elaborada en madera en 1566 por el artista Hans Glaser.
Precisamente en este documento, se acaba añadiendo que tales esferas “comenzaron a pelearse entre sí”, cayendo sobre el suelo “desde el cielo como si todo ardiera y con gran vapor desapareció poco a poco sobre la Tierra”.
Otro fenómeno de características similares ocurrido en el siglo XVI fue el producido en Basilea cinco años después, donde también se describe que “se vieron en el aire muchas esferas negras que hacia el Sol se desplazaban con gran nitidez y celebridad y también volviéndose unas contra otras libraban disputa, tornándose algunas rojas y fogosas y luego se consumieron y disolvieron”. Ambos casos se recogen en la obra “Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo” (1958) de Carl Gustav Jung.
Jeroni Pujades, una figura única en la historiografía catalana
El autor de las descripciones de estos hechos ocurridos en Catalunya en 1604 corresponden a Jeroni Pujades (Barcelona, 1568 – Castelló d’Empúries, 1635), considerado una figura capital y casi única en la historiografía catalana. Su obra más importante es la “Crónica Universal del Principado de Catalunya” (1610), con la que recoge la crónica histórica catalana desde la antigüedad hasta la muerte del conde barcelonés Ramon Berenguer IV. Pero fue en el “Dietario” donde Pujades contó los hechos “prodigiosos” que se narran en el Urgell y Barcelona. Una especie de diario, iniciado en 1601 y finalizado en 1630 donde se plasman hechos de gran interés para la historia de este periodo.
Con dicho currículum, no hay duda de que Pujades era una figura ilustrada, aunque sus descripciones dejen muchas dudas abiertas sobre lo que “gran multitud de personas vieron”, en relación a los fenómenos de aquel último día de septiembre. Probablemente debido a la concepción de la época, a la falta de recursos para comparar lo observado y al permanente sometimiento al que se exponían con la religión.