Algo de historia
Mendoza: Toda la verdad (2da parte)
OpinionesFuente: "2001" Nº 2 (18 de octubre de 1968)
Autores: Alejandro Vignati y Marcelo Ray
Material enviado por: Rubén I. Mansilla
Mar de Ajó – Argentina
Transcripción: Carlos Alberto Iurchuk
El Jefe de Policía
Roberto Hartkopf
Lo primero, el jefe de Policía. Esperamos. Finalmente, amable, sonriente, Roberto Hartkopf nos tendió la mano. Fuimos al grano:
2001 – Señor jefe, ¿cuál es su opinión en el caso concreto de Peccinetti y Villegas?
Jefe – Ni descarto ni afirmo.
2001 – ¿Cree en los OVNIS?
Jefe – Siempre me interesé por ellos. Sabemos que desde la antigüedad existen. Es más, creo que el temperamento de tapar lo que sucede en ese sentido, es negativo.
2001 – ¿Por qué entonces el decreto policial? ¿Se trata acaso de prohibir a los OVNIS por decreto?
Jefe – Absolutamente. Es un llamado a la reflexión. Es más, no se hace alusión – ni remotamente – al caso específico Villegas-Peccinetti.
2001 – ¿Ese caso cree usted que está explicado científicamente?
Jefe – Me atrevo a decir que sí. Hubo además peritajes caligráficos. No puedo decir por qué. La policía no parte de ninguna hipótesis, sino que trata de hallar una explicación.
Seguimos el diálogo, que concluyó a los pocos minutos. La respuesta final fue clara y precisa. Este es el comunicado policial del 5 de septiembre:
"Con motivo de varias denuncias que últimamente se han producido en esta provincia y que han tenido amplia resonancia en los órganos de la prensa oral, escrita y televisada, relacionada con la supuesta aparición de OVNIS y de seres de apariencia extraña, la Jefatura de Policía de la Provincia, por medio de sus organismos especializados, ha investigado minuciosamente las circunstancias y los hechos relacionados por todas las personas que dicen haber sido testigos o afectados de algún modo por estos fenómenos, llegando a la conclusión, en todos los casos, sin excepción, de que no se ha comprobado absolutamente ninguna de las aseveraciones sobre supuestos acontecimientos extraordinarios, resultado de los informes producidos por los Técnicos de Policía Científica, Sanidad Policial, Expertos en Mineralogía de la Dirección Provincial de Minas, Científicos de la Delegación Oeste de la Comisión Nacional de Energía Atómica y los Profesionales Médicos y Químicos del Instituto de Criminología y Medicina Legal, que se trata solamente, en algunos casos, de fenómenos alucinatorios, y en otros, de individuos cuya personalidad presenta como rasgo característicos tendencias a la mitomanía, a veces en concurrencia con su nivel cultural, y en otros, a un deseo de publicidad con fines no confesables.
Se destaca que absolutamente todos los indicios materiales localizados y analizados responden a causas naturales y comunes, libres de interpretaciones extraordinarias, siendo perfectamente reproducibles.
La Policía de la Provincia previene a la población sobre estos hechos, tendientes a alterar la tranquilidad pública, e invita a la serenidad, justeza y mesura en la apreciación y divulgación de al tipo de noticias.
Asimismo, recuerda que el Código Penal sanciona con pena de prisión a quienes infundieren indebidamente un temor público, por lo que se procederá a instaurar los correspondientes procesos a las personas cuya conducta encuadrase dentro de la citada disposición legal".
El Juez
Marzari Céspedes – juez – primer interviniente en el suceso.
Son las 21 horas del sábado. Mendoza en silencio y vacía. En el Palacio de Justicia del Barrio Cívico, el juez Marzari Céspedes acumula cientos de expedientes para hacernos lugar. Fuma nerviosamente. Se expresa con ademanes rápidos. Intercala frases, las rompe, las arma. A regañadientes, acepta hablar.
"Entré a la causa de curioso. Sí. Es una broma de mal gusto. Con un móvil detrás. No es nada del otro mundo. Mendoza es así. Siempre pasan cosas raras y me tocan a mí. Esta era una más. Y fui. Es más, siempre me hacían chistes que se referían a que lo último que me faltaba era detener un plato volador. Y... No sé.
Eso fue un sábado, según recuerdo. Pero yo aparecí el domingo. Me levanté ese día muy curioso. Seguro que todos iban allí a buscar radiactividad. Al ver los garbatos (me acompañaba un oficial) en la puerta, me causaron mala impresión. Me dirigí hasta el lugar del supuesto descenso. Iba a ver, en realidad, si encontraba algo humano o no humano (ya les digo – repite – por pura curiosidad). Hice desviar el tránsito. Necesitamos encontrar al doctor Estrella (el otro juez no estaba) y había que ordenar una pericia sico-mental. Tal vez una hipnosis de Villegas y Peccinetti, y eso debe ordenarlo el juez.
En el lugar, como les digo, había una pared al costado, una palmera, dos postes de luz, dos sauces y, al frente, hacia el Norte, dos baldíos más. ¿Por qué aterrizaron – si así lo hicieron – en ese lugar? ¿Por qué no eligieron una más grande? No juzguen mal. Me hago preguntas humanas para encontrar una respuesta no humana. Sí. Se habló de mi interrogatorio. Lo hice sólo para poder saber sobre qué elementos iba a ordenar una pericia.
El lunes conversé con ellos, por primera vez. Calculamos que fue después de 48 horas de acontecido el suceso. Lo hice para saber exactamente sobre qué versaría la pericia sico-mental. ¡Ah! Vuelvo al domingo. Caminé hasta el lugar – entre la gente – donde se supone que estaba el haz de luz. Busqué clavos, ataduras, tirantes. Y algo donde colgar, por ejemplo, un telón: tenía solamente la palmera, los sauces y el cañaveral.
Llegué, como les digo, al lugar del supuesto "patito" (así llama el juez al supuesto OVNI). Y vi en el centro, donde debió aparecer el objeto, dos huellas frescas, de rodado 15 ó 16. Lamentablemente, cuando llamé al oficial que me acompañaba, éste las pisó, borrándolas. Seguí buscando. No hablé nada.
Al día siguiente, los cité a declarar. Ordené una pericia que debía abarcar reacciones ante estímulos lumínicos, auditivos, visuales y sensoriales. Designé dos sicólogos y dos siquiatras. Sí. Al interrogarles encontré muchísimas contradicciones. Y al reconstruir el hecho también. Ahora, el sumario es secreto.
¿Conclusión? En la reconstrucción no hubo un relato fiel. Villegas, según aprecié, no se acordaba prácticamente de nada. Es más, creo que pudo ver, como no ver nada. Estaba asustado de un susto. Esa fue la impresión que tuve. Nunca aseveré que Peccinetti fuera el autor de la broma".
El Fiscal
Juan Santos Curri – Fiscal que interviene actualmente en la causa.
"No puedo declarar nada. El sumario es secreto. En cuanto a los señores Peccinetti y Villegas – nos aclara – ellos temieron que fuera una causa contra ellos. No es cierto. Su situación es de testigos. Fuera de las lesiones, hay otro delito: daños en el automóvil. La justicia, en este caso, investiga lo que presuntamente se trata de un hecho delictivo. En ningún momento un magistrado debe partir de hechos preconcebidos.
Personalmente, no abro juicio sobre la veracidad del hecho. En caso de no encontrar culpables, la causa se reserva en secreto hasta que el autor se individualice o se ordene la prescripción (En otras palabras: pasa a ser archivada).
La fiscalía a mi cargo – sigue Curri – no ha hecho ningún cargo contra estos señores".
¿Cuál es la sustancia de ese sumario secreto? Tuvimos que ahondar, buscar contactos, tratar de llegar a una solución. Y 2001, en Mendoza, sufrió todo: silencio, temor de los entrevistados, retraimiento de las autoridades, imposibilidad de obtener una respuesta clara. Pero pudimos averiguar, atar cabos.
Pruebas posibles a presentar por la justicia para demostrar que fue una broma
Marcas de huella de automóvil, vistas por Mazarri Céspedes, que demostrarían que un coche modelo nuevo estuvo en el lugar del hecho (donde se supone que estaba el haz de luz). Reloj de Peccinetti parado a las 3:42. La hora de llegada al Liceo se anotó una hora después. Mercurio hallado (se dice en el sumario que corresponde exactamente al que contiene un termómetro común). Restos de vidrio junto al mercurio. Posible rayas hechas por la policía, similares a las encontradas, para demostrar que "humanamente" se puede hacer. Se supone que la explosión fue hecha por un disparo de escopeta. Se trataría de una broma, con "fines inconfesables". Contradicciones de los testigos al día siguiente y en el lugar del hecho.
Analizando objetivamente se pueden acotar las siguientes reflexiones a cada "prueba".
La huella actualmente no existe. ¿Cómo comprobar físicamente que existió si no hay fotografías ni la vio nadie más que el juez? El juez acepta que el reloj se detuvo a las 3:42 del sábado 31 de agosto. Por otra parte, se afirma que llegaron al Liceo una hora después. Si se trató de una farsa y lo detuvo Peccinetti, ¿qué razón tuvo el probable inculpado para esperar una hora y correr hasta allí? Es más, se supone que lo ocurrido fue a partir de las 3:42. ¿Cómo puede asegurarse y determinar el tiempo que puede llevar una operación de esas características, si es que existió, efectuadas por seres extraterrestres? ¿O bien, terrestres? ¿Hay un límite de tiempo para ello? ¿Quién lo puede determinar? Finalmente, a manera de información, es prudente destacar que en casos de supuestos aterrizajes de OVNIS y en su posterior contacto con seres humanos, el tiempo para los testigos deja de fluir normalmente. Lo que parece una hora pudo ser un minuto, o viceversa. ¿Quién lo puede decir? 2001 comprobó que varios testigos habían recogido mercurio. ¿Qué analizó la policía? ¿Lo encontró cuando se llevó el auto? ¿Cómo puede afirmarse que corresponde a lo que contiene un termómetro común? La supuesta aparición de restos de vidrio junto al mercurio, que no vieron los primeros testigos que llegaron al lugar, es sin duda una "prueba" discutible. Esto sólo demostraría por parte d la policía una habilidad semejante a quienes trazaron el original. No por eso se puede descartar que fueron seres extraterrestres. Explicación dada por el señor juez Mazari Céspedes para tratar de demostrar que se trataba de un disparo de escopeta: "La experiencia que hemos realizado señala que dos disparos de escopeta, efectuados desde un cerro y desde un ángulo determinado, a singular altura y en especiales condiciones de ubicación, pueden producir un eco similar a una explosión. Se busca la escopeta". Se trata de vincular este hecho a ciertos movimientos extremistas. Hasta el momento, y de acuerdo con las averiguaciones realizadas por 2001, la relación OVNIS – fines inconfesables sólo encontraría asidero en la supuesta afiliación extremista de quienes habrían preparado esa "broma de mal gusto". Con lo cual el fenómeno OVNI pasaría a ser un factor de agitación política a nivel internacional. Se supone que toda persona bajo los efectos de un estado de alteración o excitación, motivado por la percepción de un fenómeno de características insólitas, no está exenta de cometer errores o contradicciones que no modificarían el hecho central.
Estas supuestas pruebas revelan hasta qué punto una mentalidad condicionada por prejuicios que la inhiben para aceptar fenómenos insólitos o de índole desconocida, acude a toda clase de explicaciones o excusas – en muchos caso pueriles – para desvalorizar la posibilidad de un hecho difícil de armonizar con los esquemas tradicionales que normalmente acepta el pensamiento ordinario.
Primer Testigo
Arnoldo Ferrari: Médico forense de guardia en el Hospital Lagomaggiori.
"Me encontraba en el Hospital Lagomaggiori haciendo mi guardia semanal en la madrugada del 31 de agosto. Eran las 4,45 horas y estaba leyendo el diario. Me llamaron. Fui y encontré a Peccinetti y Villegas. Uno de ellos (Peccinetti) se encontraba boca abajo en un banco. El otro (Villegas) sentado en un extremo, agarrándose la cabeza con las manos.
Ambos denotaban una gran excitación psico-motriz. Me manifestaron que en el Liceo los habían tratado mal. Me extrañó que una institución militar tan seria los tratase así, y más que no les sacasen el polvo y la suciedad con que estaban cubiertos. Peccinetti demostraba espanto y miedo. Por momentos, se ocultaba el rostro con las manos. Presentaba alguna incoherencia en el relato. Repetía: <No sé, no sé, doctor, póngame una inyección>. Su vestimenta evidenciaba revolcones recientes. El aparato cardiovascular de ambos daba 150 pulsaciones por minuto. Es fácil de explicar, habían corrido del Liceo hasta aquí. La temperatura axilar era unas décimas mayor que lo normal. Tenían dos micropunciones en la pulpa de los dedos índice y mayor de la mano izquierda, de donde manaba sangre.
Cuando llegó el personal policial, los invitaron a ir al lugar del hecho. Peccinetti no quiso. Me dijo: <Yo no voy, tengo miedo; ¿no sienten olor a azufre?> Luego, se quedó hablando conmigo, y NO SE REFIRIO MAS AL PROBLEMA".
Un Testimonio
Bernardo Razquín: Meteorólogo.
"Ese sábado – nos dice – serían las 8,45 de la mañana cuando Radio Nihuil dio la noticia del aterrizaje del plato volador en la ciudad. Fui inmediatamente al Liceo Militar. Llevé una gotera y recogí mercurio que había en el guardabarros del auto. Las presenté en el Canal 7 a las 13 horas del sábado. A la noche, esas partículas se fueron separando. Las coloqué, al principio en una tapita de material plástico, pues las habían traído en un sobre. Al día siguiente, las subdivisiones del "aparente" mercurio, se iban desgranando por unidades. Sí, había como un fogonazo por dentro".
Esta es otra de las tantas personas que aseguran haber recogido mercurio. Es decir, ¿cómo es posible que la policía diga que lo recogido correspondía a un termómetro común, cuando varios testigos se habían llevado cierta cantidad?
El Defensor
Ignacio Correa Llano: Abogado.
Ignacio Correa Llano, presidente del Centro de Investigaciones Espaciales, llega al bar del hotel. "Asumí espontáneamente la defensa de Peccinetti y Villegas – nos dice – ante la posibilidad de que fueran objeto de arbitrariedades cuando estaban siendo interrogados. Una vez finalizado, cuando los volvieron a llamar, fui con un escribano público. Se citó a ellos y a la señora de Peccinetti. En ese momento, Marzari Céspedes intervenía en la causa. Luego, fue marginado de la misma, haciéndose cargo el fiscal Juan Santos Curri. Este me aseguró que no estaban sometidos a proceso ni sumariados, sino que se los citaba como testigos. No obstante el tiempo transcurrido hasta la fecha (5 de octubre), no aparece elevado el sumario de la policía a la fiscalía, si bien es cierto que en nuestro código penal (el mendocino) el fiscal puede interesarse en la instrucción sumarial sin que se le haya elevado el mismo. Marzari se desvincula y no hay ninguna acusación concreta por delito de intimidación pública.
Insisto que hubo presión psicológica por la forma del interrogatorio y absoluta falta de objetividad de Marzari Céspedes. El prejuzgó. Evidentemente, el hecho "ocurrió". Es más, no se trata de Policía Científica en el sentido total de la palabra. Sí. Son hombre muy meritorios, laboriosos. Peritos en dactiloscopía, balística y escopometría, sin los elementos indispensables para llevar a cabo una investigación de este caso. El error es de carácter procesal, a un asunto que necesitaba un tratamiento a otro nivel".
Se tejieron, finalmente, mil versiones. Fue una tarea ardua y complicada. Extrajimos de ella todo el material realmente aprovechable. Desde supuestas vinculaciones con los aparentemente grupos esotéricos como Kronos (nada se pudo averiguar) hasta una premonición que apareció en el diario La Tarde de que algo iba a suceder. Vimos a los testigos, los interrogamos y sobre todo Peccinetti y Villegas fueron dos seres normales, "empleados correctos, a los que se les dio permiso para ir a Buenos Aires – según Arturo Solari, sub-gerente a cargo de la Gerencia del Casino en los días que estuvimos allí – y a pedido de ellos se les dio permiso para estar, en los días posteriores al suceso, en la cabina de turno para evitar comentarios de sus compañeros, es más, a su regreso de Buenos Aires no se les dio mesa el primer día para evitar escenas desagradables. No. En absoluto, no se los suspendió por nada. Y menos por haber visto un plato volador. ¡Es absurdo! – acto seguido llama a un funcionario de personal y el mismo declara delante de nosotros que no existía suspensión alguna contra Peccinetti y Villegas. Ellos – prosiguió – cumplen con su deber. Esta es una casa de disciplina férrea".
Sí, lector. El señor Solari corroboró la salida posterior de Peccinetti esa noche. Y fueron muchos los interrogantes que nos hicimos. Sin embargo, amigos de Peccinetti afirman que éste fue suspendido. Pudimos rastrear y averiguar el supuesto número de la suspensión: Resolución 267 del 21-9-68. Si esto se prueba, alguien miente. Mientras tanto, la duda sigue en pie. ¿Cómo demostrar que el plato estuvo allí fehacientemente, o cómo negarlo? Esa es la pauta a la que se enfrentan los investigadores. En Mendoza se vivía un estado de expectación en el momento en que apareció el supuesto OVNI. Todo el mundo hablaba de "platillos voladores". Ahora, nadie habla. Existe temor. Pero un temor real. El comunicado causó el efecto deseado. Pareciera ser que existe "temor al contagio de OVNIs", al decir de un mozo del restaurante "Don Angelo".
Pudimos apreciar que Peccinetti no ha cambiado su forma de ser. Sigue la vida de siempre. Villegas, no. Se interesa por lecturas serias, trata de profundizar en temas que antes del suceso le eran ajenos. Diríamos que es "otro". Y si a esto sumamos los testimonios de vecinos, como Micaela y Juana, que escucharon la explosión, o de la señora María de Spinelli, de Luzuriaga 60, que aseguró haber visto un OVNI a esa hora, las pruebas a favor y en contra se desequilibran. Hay muchas a favor. Legalmente, humanamente, se trata de no aceptar este hecho insólito. Nos parece justo. La policía, la justicia, tratan de explicarlo y justificarlo. Pero si no fue así, si realmente hubo un contacto con extraterrestres, ¿a quién beneficia esta actitud?
Regresamos. El jet sobrevoló Mendoza y dejamos a los 500.000 habitantes del núcleo urbano. Habíamos llegado a escuchar y ver. Allá, a siete mil metros debajo, estaban los protagonistas de un hecho – tal vez – fantásticamente real.
Miembros de la Comisión Nacional de Energía Atómica exploran el lugar y el vehículo buscando radiactividad: nada se encontró.
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